El acoso sexual

Por: Hernán Montecinos

Ha causado gran revuelo un manifiesto suscrito por 100 artista e intelectuales francesas que critican, según su opinión, la radicalidad y fundamentalismo a que han llegado los movimientos feministas al abordar el tema del acoso sexual. En efecto, el pasado 10 de enero, un grupo formado por más de cien artistas, escritoras e intelectuales francesas publicó una carta abierta en el diario Le Monde en la que se criticaba el «puritanismo» sexual generado por el movimiento #MeToo [‘A mí también’].

Las críticas a este manifiesto no se han hecho esperar por parte de los movimientos feministas y causado gran revuelo en las redes sociales fijando posturas disimiles ya sea en favor o en contra de lo contenido en el citado manifiesto.

Sin embargo los que han criticado la opinión contenida en el manifiesto, en mi opinión han partido bajo premisas falsas en cuanto a que de su contenido se desprende inequívocamente, que no es que se manifiesten a favor del acoso sexual, en aquellos casos que resulta claro y evidente, sino que su crítica se refiere respecto a situaciones que se encuentran en los bordes o en los límites de aquello que puede ser, o no puede ser, acoso sexual, según el punto de vista que se tenga sobre aquello.

Por eso es que en un debate general, la pregunta sobre cuáles son las fronteras del acoso sexual no tiene una respuesta del todo clara ni menos definible.
En efecto, aunque el concepto de acoso sexual, en el ámbito laboral, está establecido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), darle significado en otros ámbitos de la vida cotidiana resulta del todo complejo, según advierten los propios expertos y especialistas sobre el tema. En tal virtud, la línea entre el coqueteo, la galantería el flirteo, la seducción, etc., asimilándolos al acoso sexual se presenta muy delgada y a menudo demasiado indistinguible y borrosa.

Ahora bien, puede parecer muy extraña y extemporánea la declaración francesa, toda vez que, se atreve a criticar toda aquello que ha tomado para sí en su imaginario la opinión pública, fundamentalmente la femenina, la que no olvidemos, siempre mostrará la tendencia a seguir la opinión pública del rasero medio. Lamentablemente, y valga la redundancia, los críticos a este manifiesto femenino francés, han soslayado a lo que apunta en su fondo esta publicación respaldada por más de 100 firmas.

Ahora bien, Existe hoy un gran movimiento feminista, que en la esencia de su creación tiene mucha razón de ser. Ello en relación, con no hacer de la mujer una cosa objeto, de estar en contra de la violación, y el abuso de poder para obtener favores sexuales y cosas derivadas por el estilo, De esto y aquello nadie puede estar en contra de condenar severamente, -incluídas las 100 firmantes- a quienes caigan en estas indebidas prácticas, las que por fortuna, hoy las legislaciones contemporáneas están incluyendo en sus códigos como delitos.

Sin embargo, tal horizonte de defensa de lo femenino y la dignidad de la mujer, como que ha empezado a desbordar todos los límites, sin entrar a diferenciar entre aquello a lo que se recurre como práctica necesaria para iniciar un necesario y previo flirteo sobre aquella persona en la cual se ponen los ojos para conquistar, y lo que es el acoso sexual en sentido estricto.

Incluso, este fundamentalismo femenino también inhibe a la propia mujer en su natural atributo de ejercitar ciertos coqueteos y gestos de cierta sensualidad cuando se siente atraída por alguien del género opuesto. En efecto, bien sabemos que cuando una mujer está locamente enamorada, o simplemente atraída por un varón, usa todos los recurso propios que son atributos propios de lo femenino, como lo son, el coqueteo y la producción de un lenguaje proxémico (lenguaje, no hablado) tendientes a atraer a la pareja. con gestos, poses o actitudes que dan curso a eso que llamamos sensualidad.

¿Acaso esas mujeres también habría que tildarlas de acosadoras sexuales? Por favor, pongamos más ponderación en el debate de este delicado tema.
En fin, con este fundamentalismo femenino, supongo, sin proponérselo, se acaba con todo signo de romanticismo que debiera existir en toda relación amorosa cuando se está en la gestación de su inicio.

Eso de salirse del coche presuroso y dispuesto a abrir la puerta para que la dama se baje, o eso de apartarle gentilmente la silla para bien acomodarla cuando se sienta, e incluso de ofrecerle una flor cuando la invita a una cena, etc., es capaz que el fundamentalismo femenino lo considere como un acoso sexual o de intenciones malsanas. Para qué decir de los obreros de la construcción, cuando desde los altos pisos que están trabajando le lanzan sus silbidos o piropos a una bella mujer cuando pasa enfrente de ellos, Para este feminismo fundamentalista, también a esos obreros lo pasarían a considerar como unos groseros y hasta los calificarían como degenerados.

Creo que está en la naturaleza humana, tanto del hombre como de la mujer, hacer uso de todos los recursos para atraer a la pareja que le ha producido un enamoramiento, o incluso, solamente una momentánea o irrefrenable pasión.
Por eso, lo femenino no tiene que llegar a ser un movimiento que ponga en el mismo saco a todos los gestos o acciones que lleven a conquistar la atracción de la pareja que le interesa.

¿Cuál es el límite?

Ese es un asunto muy delicado y hay que tener la suficiente sutileza para saber discernir cuando una cosa es una cosa, y cuando otra cosa es otra cosa. Ahí está todo el quid de la cuestión.

En fin, ningún fundamentalismo, en el ámbito que sea, nada bueno puede traer, sobre todo en aspectos de la reacción de la naturaleza humana cuando se enfrenta a los deseos de llevar a buen término un enamoramiento, o una simple pasión.

Desde otro punto de vista, es cierto que estamos viviendo en una cultura machista, eso nadie lo puede negar. Sin embargo, en mi opinión, esa cultura machista no es sólo responsabilidad de los hombres, como pretenden atribuirnos exclusivamente los movimientos feministas, sino que también la mujer ha ayudado en mucho, a través de generaciones, para que esa cultura machista se asiente, a través de generaciones, incluida la más contemporánea.

Me explico:

Atribuyo una gran responsabilidad del machismo al propio género femenino. Esto se presenta en forma connotativa en el momento cuando la mujer se transforma en mujer-madre, y le toca en la vida criar a un hijo varón. No necesito mayormente explicitarme sobre este punto, porque todo lo que hemos vivido esta vida comprendemos ese dicho del “hijo mamón”.

También, y aquí está lo más triste. el machismo lo estimulan las propias mujeres cuando conscientemente se dejan utilizar como mujeres objeto por la publicidad. Así, por ejemplo, cuando se quiere promocionar la venta del modelo de un auto, lo que más nos llega a la vista por las imágenes de la publicidad, no es el auto mismo, sino que las sugestivas curvas de una mujer que se encuentra bien aposentada en primer plano sobre el capot del vehículo que se está promocionando vender. Esto también sucede para promocionar las bebidas, el vino y cualquier otra cosa.

¿Qué tienen que ver el auto o el vino con bustos , nalgas o torsos medios descubiertos de una mujer puestos en primer plano de aquello que se quiere vender?.

En este punto nos enfrentamos frontalmente con los prototipos de las mujeres objetos. Entiendo, que una de las principales luchas del feminismo es no hacer de la mujer una cuestión objeto. Sin embargo, nunca he escuchado crítica o severa queja proveniente de los movimientos feministas en contra de las de su propio género que se prestan, y a veces corren, o hacen filas ante las empresas de publicidad prestas a exhibir sus cuerpos para transformarse en mujeres objetos.

Para que decir de los cafés con piernas, que lo que menos se ven son las tazas de café, sino que jóvenes de buenas figuras, pintarrajeadas exhibiendo sus generosas nalgas, bustos y pechos, por decirlo de algún modo, con vestimentas muy ligeras así haya calor o el más intenso de los fríos.

En fin, creo que imágenes como éstas, y muchas otras, que sería largo de enumerar, representan una ridiculez y un absurdo. Y lo que es peor, protagonizadas por mujeres, que quiéranlo o no, asumo yo, sin proponérselo, se prestan para ser usadas como mujeres objeto,

En fin, un tema que tiene muchas aristas y que dejan abierto un interesante debate. En todo caso, pese a las razones de los movimientos feministas en los principios fundacionalistas que les dieron origen, mi reparo es que está bien que se organicen y luchen, pero esa lucha no las puede llevar a que en sus ADNs se les alojen juicios radicales y fundamentalistas sobre el tema.

Es por eso que he llegado a decir, con todo el respeto que me merecen dichos movimientos, de que no corran el peligro de transformar esa justa lucha en una enfermiza patología que las haga llegar a tomar posiciones radicales, que lo único a lo que las puede llevar, es derivar dichos movimientos a su desnaturalización y su descredibilización.

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