El manifiesto de las mujeres radicales

Fuente. http://www.socialism.com

INTRODUCCIÓN

Al escribir esta introducción, pienso en retrospectiva acerca del desafío masivo tan excitante con que se enfrentó la reunión de la Organización Mundial del Comercio en Seattle en 1999. Fue una manifestación como ninguna que se haya visto desde la revuelta de la era de los años 60 contra la guerra de Vietnam. La “batalla en Seattle” contra el dominio corporativo global hizo eco mucho más allá de las fronteras de EE.UU. y anunció el fervor creciente y revitalizado entre los jóvenes y trabajadores. ¡Una vez más, estaba de moda ser joven, radical, estar al tanto de eventos políticos e involucrado en transformar el mundo!
Es a esta nueva ola de rebeldes y revolucionarios que hablará más directamente El manifiesto de las Mujeres Radicales, ofreciendo una avanzada guía para su búsqueda en pro de la construcción y mantenimiento de un movimiento para rediseñar la sociedad. ¡A algunas personas les podrá sorprender tal afirmación, ya que las Mujeres Radicales (Radical Women — RW), fundada en Seattle en 1967, tiene más años que muchos de esos activistas jóvenes! Pero consideren lo siguiente: de la gran cantidad de grupos de liberación femenina — círculos para incrementar la consciencia, colectivos utópicos y coaliciones pro acción — que abarcaron todo el espectro político de los años 60 y los primeros años 70, sólo las Mujeres Radicales ha mantenido vivo el espíritu militante de la rebelión femenina. Las Mujeres Radicales no solamente hemos sobrevivido sino que hemos transformado dramáticamente el panorama político.
¿Por qué hemos tenido tal impacto? ¡Precisamente porque somos luchadoras feministas socialistas audaces, multiraciales, homosexuales y heterosexuales para derrocar al capitalismo! Precisamente porque adoptamos una teoría que explica por qué la guerra, la devastación ambiental y todas las formas de opresión están al orden del día bajo un sistema que funciona en pro del lucro privado. Y en el frente organizativo, precisamente porque contamos con una estructura democrática que nos permite actuar rápidamente y con decisión cuando más importa.
Cuando conocí a las Mujeres Radicales por primera vez en 1972, el Manifiesto abarcaba sólo dos páginas mimeografeadas, y sin embargo ya contenía la filosofía fundamental acerca de la causa de la opresión de las mujeres y de su remedio. Remontaba el origen del patriarcado al momento de surgir la propiedad privada y explicaba que la emancipación de las mujeres sólo se podría lograr a través del socialismo — que en sí mismo sólo podría lograrse por medio de un movimiento de los más oprimidos, con las mujeres, sobre todo las mujeres de color, desempeñando un papel vital. ¡Éstos eran y todavía
son conceptos fuertes y subversivos!
Ese primer Manifiesto era como una línea de vida para mí porque era un bordado de todos los diversos hilos de mi despertar político.
Yo me había vuelto anticapitalista como resultado de mis experiencias en el movimiento en contra de la guerra de Vietnam y feminista como reacción al sexismo de mis “hermanos” de la Nueva Izquierda. Yo había luchado solidariamente a la par de las luchas de liberación racial de Malcolm X, el Partido de las Panteras Negras, el Movimiento Americano Indígena y la Unión de Trabajadores Agrícolas Unidos. Como estudiante de la Universidad de Cornell en 1969, me uní a cientos de estudiantes, profesores y personal administrativo en apoyo de una osada ocupación de un edificio por parte de estudiantes negros, la cual se volvió un acto de auto-defensa armada contra los maleantes de fraternidades blancas racistas y culminó con una rebelión contra la administración universitaria por parte de 10,000 estudiantes.
Cuando trabajaba en Shelterhalf, una cafetería contra la guerra para soldados en Tacoma, Washington, algunos de mis compañeros estaban lidiando con su identidad sexual y muy pronto estarían entre los primeros liberacionistas gays del Noroeste. Al lidiar con todas esas diversas cuestiones, muchas otras personas y yo nos encontrábamos apurados en una incesante y urgente actividad que no estaba dirigida a ninguna solución coherente — una receta segura hacia la desmoralización y el agotamiento.
Sexo — raza — homofobia — guerra — imperialismo — capitalismo: nadie que yo conociera relacionaba todos estos elementos entre sí hasta que conocí a las Mujeres Radicales.
Las Mujeres Radicales no sólo relacionaban estas cuestiones en sus escritos, sino en las calles también… y con agallas, humor, celo y eficiencia; ni más ni menos. Me uní a ellas en ese momento y gané como premio una vida llena de ideas estimulantes y la satisfacción de haber pasado a formar parte de los sucesos panorámicos de nuestros
tiempos. Sólo el activismo radical puede brindar esa gran recompensa
y yo lo recomiendo de todo corazón.

historia y logros

El manifiesto de las Mujeres Radicales incluye la teoría política de la organización. Ustedes, por supuesto, también tendrán curiosidad acerca de lo que hemos hecho. Así que con mucho gusto les presentaré una crónica a vuelo de pájaro de las Mujeres Radicales en sí.
¡Abróchense los cinturones de seguridad!

LAS MADRES FUNDADORAS

Las Mujeres Radicales surgió en Seattle, Washington de una clase de “Universidad Libre” sobre las Mujeres y la Sociedad impartida por Gloria Martin, comunista de toda la vida y campeona en derechos civiles. Como resultado de esta clase, Martin formó un equipo con Clara Fraser y Melba Windoffer (iniciadoras del Partido de Libertad Socialista) y Susan Stern (prominente figura en la sucursal local de Estudiantes por una Sociedad Democrática) para lanzar las Mujeres Radicales. En su libro, Socialist Feminism: The First Decade, 1966-76 (Feminismo Socialista: la primera década, 1966-76), Martin escribe que el nuevo grupo fue formado para “demostrar que las mujeres podían actuar políticamente, aprender e impartir teoría, administrar una organización, desarrollar liderazgo indígena y enfocar la atención del movimiento y de la comunidad en la cuestión malamente descuidada de los derechos de las mujeres — y que las mujeres podían hacer esto por sí solas.”
La mezcla, en las Mujeres Radicales, de activistas estudiantes de la Nueva Izquierda y radicales feministas de la tradición socialista de la “Vieja Izquierda” sobresale por ser extremadamente inusual. La Nueva Izquierda orientada hacia los jóvenes, que nació del movimiento contra la guerra de Vietnam, generalmente despreciaba el medio marxista “ortodoxo” y clamaba que “no hay que confiar en nadie mayor de 30.” Aunque Susan Stern pronto dejó las Mujeres Radicales para unirse al clandestino movimiento Weather Underground, Martin y Fraser de 44 y 51 años respectivamente, se convirtieron en fabulosos modelos y entrenadoras de feministas jóvenes atraídas por RW.
Cuando era una mujer joven en St. Louis, Martin participó valientemente en las primeras protestas contra la segregación. Fraser, hija de inmigrantes rusos judíos, se había unido al movimiento socialista cuando tenía 20 y pocos años. Ambas eran mujeres trabajadoras independientes, sindicalistas y madres. Su estilo era intrépido, desafiante, no convencional, crítico, afectuoso, didáctico y cómico. Se amentaban del debate y eran aficionadas a la literatura, el arte, la música y las culturas de todas las naciones. ¡Qué suerte tuvimos de tenerlas de mentoras y amigas!
Aunque inicialmente participaron personas de varios puntos de vista de izquierda en las Mujeres Radicales, todas perdieron interés bastante pronto — excepto el Partido de Libertad Socialista (Freedom Socialist Party — FSP). El resultado de una larga relación de trabajo y evolución paralela fue la afiliación formal de las Mujeres Radicales y el FSP en 1973. (El Partido de Libertad Socialista se había fundado sólo un año antes que las Mujeres Radicales. Su énfasis en la liberación femenina fue una de las razones principales de su separación del Partido Socialista de los Trabajadores.)
La asociación con el Partido de Libertad Socialista ayudó a garantizar la supervivencia de las Mujeres Radicales en un ambiente político siempre cambiante. Dicha asociación también nos ayudó a convertirnos en una fuerza nacional porque en todos los sitios donde el partido abría una sucursal, sus camaradas femeninas establecían también un capítulo de Mujeres Radicales. Las miembros de las Mujeres Radicales nos dimos cuenta de que la alianza con el Partido de Libertad Socialista no mermaba nuestra independencia ni autonomía sino que nos proporcionaba un ancla ideológica y apoyo organizativo para sostener nuestros arrogantes modales.

Partidarias fieles en contra de la guerra

Desde el principio, las Mujeres Radicales participamos mucho en la explosiva movilización en contra de la guerra de Vietnam. El teatro de guerrilla marcó su inauguración. A la primera protesta que asistieron las Mujeres Radicales, el contingente llegó vestido como mujeres del Viet Cong; ¡con todo y armas!
Muchos hombres activistas de ese periodo pensaban que, como las mujeres no podían ser llamadas al servicio militar, que no era su lugar estar en el movimiento, como no fuera haciendo trabajo de oficina o prestando servicios domésticos y sexuales. Las Mujeres Radicales nos opusimos a ese prejuicio argumentando que, a la vez que nos oponíamos a la conscripción, también nos oponíamos al sexismo que excluía a las mujeres de ella. Afirmamos que “el segundo sexo” sería la resistencia más fuerte a la conscripción. Además, las miembros hablamos francamente con los soldados del ejército de los EE.UU. acerca de cómo el sexismo, el racismo y el promover la violencia en contra de las mujeres son esenciales a la adoctrinación militar.
Exhortamos la adopción de una postura de causas múltiples que uniera a las luchas sociales en lugar de la perspectiva usual de una causa única que hacía que las exigencias fueran limitadas y simplistas.
También llegamos mucho más allá del eslogan oportunista de “Fuera ahora” e hicimos un llamado explícito por la victoria de las fuerzas socialistas de Vietnam del Norte. En coaliciones, luchamos por la democracia, por un lugar para las voces de los puntos de vista marxistas, por el reconocimiento de que las mujeres se encuentran entre las víctimas más afectadas de la guerra y por poner fin a la devoción servil hacia el Partido Demócrata.
A partir de los años 60, la resistencia de las Mujeres Radicales contra la guerra imperialista ha sido consistente y, por necesidad, no ha cesado. Hemos denunciado la interferencia, intervención y guerra instigada por los EE.UU., la ONU y la OTAN en Chile, Nicaragua, Irán, Granada, Panamá, Somalia, Iraq y los Balcanes. En todos sitios la vida y libertad de las mujeres y hombres trabajadores ha sido atacada por el bien del lucro y del control de las clases dirigentes.

Feminismo multicolor de la clase trabajadora

Las miembros de las Mujeres Radicales trabajamos con mujeres afroamericanas del programa contra la pobreza para iniciar el movimiento pro aborto en el Estado de Washington con una marcha histórica en el Capitolio en 1969. Hicimos campaña en pro de la libertad de aborto cuando se solicitara, contra la esterilización forzada de las mujeres de color y en pro del cuidado infantil costeable, de calidad y durante las 24 horas del día. Hicimos temblar los cimientos de los moralistas con nuestras batallas en pro de la prostitución legalizada y del divorcio sin culpabilidad. Peleamos en contra de la insensibilidad policiaca con respecto a las víctimas de violaciones y asaltos haciendo lobbying para que la ciudad de Seattle emitiera leyes para formar una Comisión Especial sobre Crímenes contra Mujeres.
En 1972, Clara Fraser, que ya se había defendido a sí misma en varios casos en los tribunales, impartió una histórica clase de autodefensa legal en la Universidad de Washington. Era ésa una cuestión de sobrevivencia durante una época en que a las mujeres rutinariamente se las despojaba de todo durante los procedimientos de divorcio y potestad de los hijos. Con frecuencia no podían ni encontrar abogados que las defendieran.
RW perseveró de manera constante para formar alianzas y frentes unidos, incluyendo la Coalición de Acción para el Cuidado de los Hijos, el Consejo Coordinador Feminista (una organización que incluía el espectro total de los grupos de mujeres de Seattle), y la Coalición en pro de Legislación de Protección (un esfuerzo laboral y feminista para extender a los hombres las salvaguardas designadas por mujeres en el lugar del trabajo después de ser aceptada la Enmienda de Derechos Igualitarios del Estado de Washington).
A causa de nuestra comprensión de que es el sistema de propiedad, y no el género masculino, el responsable de la subyugación femenina, rechazamos lo que se denomina feminismo radical, una tendencia a injuriar a los hombres que alienó a muchas mujeres de color y mujeres trabajadoras. Por eso, nuestra sala de reuniones fue pintada una noche con comentarios separatistas como “las Mujeres Radicales hacen hombres.” Pero nunca lamentamos haber escogido principios políticos en lugar de la popularidad pasajera.
Desde el mismo principio, las Mujeres Radicales se diferenciaron de las liberales “damas que ejercen la persuasión legislativa.”
Mientras que los jefes de organismos como la Organización Nacional de Mujeres maniobraban para impedir que el movimiento feminista llegara “demasiado lejos,” las Mujeres Radicales propusieron el punto de vista de que buscar “el respeto” es una estrategia inútil que sacrifica a las mujeres más abusadas por la sociedad.
Gracias a la perspicacia e intervención de Clara Fraser, evitamos otra de las peores enfermedades del movimiento: la tendencia a echar por la borda a nuestros propios líderes. Cuando un grupo de miembros menores fracasó en defender a Clara de un ataque verbal por parte de opositores en una reunión contra la guerra, ella decidió que era hora de que aprendieran lo que significa estar en la línea de fuego.
Ella presionó a nuevas hermanas de Mujeres Radicales para que tomaran más responsabilidades y autoridad. Las Mujeres Radicales adoptaron más tarde sus ensayos “Woman as Leader” (“Mujer como líder”) y “Response to ‘Notes on Leadership’” (“Respuesta a ‘Anotaciones sobre el liderazgo’”) como obras de postura.
Enfrentándose al tumultuoso sexismo, los fundamentos anarquistas de la Nueva Izquierda, y la psicología debilitante de la mística femenina, las hermanas de las Mujeres Radicales descubrieron que las mujeres poseen un talento natural para el liderazgo; un don que el mundo necesita con desesperación.

Las libertadoras de la raza

La integración de las luchas por la libertad de raza y sexo siempre ha sido fundamental en nuestra teoría y práctica. Las Mujeres Radicales hemos apoyado continuamente la función de vanguardia de las mujeres de color, hemos combatido el racismo entre las activistas feministas y nos hemos expresado en contra del sexismo entre la gente de los movimientos de color. También hemos mostrado nuestro aprecio hacia aquéllos que son lo suficientemente valientes para hacer lo mismo. En sus días tempranos, por ejemplo, las Mujeres Radicales enviaron una docena de rosas rojas al entonces organizador de derechos civiles, Julian Bond, después de que hizo afirmaciones históricas en favor de la igualdad de la mujer.
Nuestro compromiso para con el feminismo que atiende a las necesidades de las mujeres de color fue cimentado por la primera separación de la organización que definió nuestro carácter, el cual se dio después de una lucha sobre el co-patrocinio de las Mujeres Radicales de una manifestación contra la brutalidad policiaca comenzada por los Panteras Negras. Algunas de las miembros de Mujeres Radicales argumentaron que eso no tenía nada que ver con la liberación de las mujeres y lo rechazaron.
Habiéndose librado de ese bagaje, las Mujeres Radicales procedieron a ayudar a proteger el Partido de los Panteras Negras local del tipo de ataques policíacos letales que decimaron a militantes negros en otras ciudades. Cuando la policía comenzó a reunirse en frente de la sede de los Panteras un día, activamos nuestra red telefónica y proclamamos una guardia comunitaria de defensa. Las Mujeres Radicales y quienes nos apoyaban formamos una valla humana que impidió que los policías entraran en el edificio. El intento de asalto fue frustrado.
Yo estuve entre varias Mujeres Radicales arrestadas en sitios de construcción como parte de una masiva manifestación de desobediencia civil organizada por la Asociación de Trabajadores Unidos de la Construcción (United Construction Workers Association — UCWA) para romper la línea de color en el área de la construcción que era toda blanca. Fuimos atacadas considerablemente por haber llamado la atención de la UCWA, un grupo compuesto principalmente de hombres negros, para promover la entrada de mujeres en la rama de la construcción — ¡pero nos otorgaron su apoyo!
Nosotros fuimos una parte muy importante en la defensa de la heroica feminista chicana Rosa Morales, víctima de un despido sexista de su puesto en los Estudios Chicanos en la Universidad de Washington. Nos movilizamos en pro de la soberanía de los Nativos americanos y participamos en la ocupación exitosa del Centro Cascadia Juvenil por parte de la Tribu Puyallup. Dicho centro era un hospital indio anteriormente. Desde Nueva York hasta Los Ángeles, hemos exigido acción afirmativa, estudios étnicos, justicia para los inmigrantes y el fin a la violencia policiaca.
Uno de nuestros desarrollos internos más vitales fue la formación del Comité Nacional de Camaradas de Color en 1981. Esta organización única agrupa a los miembros de color de Mujeres Radicales así como del Partido de Libertad Socialista. Promueve la confianza, la experiencia y visibilidad de los miembros negros, asiáticos, isleños del Pacífico, latinos y nativos. También proporciona dirección a RW y FSP en cuestiones de importancia para la gente de color. Dicho Comité es una poderosa herramienta para discutir y solucionar el racismo inconsciente que pueda surgir en nuestras organizaciones.
Debido a que el Comité demuestra la importancia que las feministas socialistas conferimos al liderazgo y a las luchas de la gente de color, se ha invitado a más mujeres de color a unirse a Mujeres Radicales y se han convertido en la mayoría en varias sucursales.

Poder color lavanda

Cuando surgió el movimiento gay en los primeros años de los 70, las Mujeres Radicales brindaron una entusiasta bienvenida a este desarrollo político fundamental. Nuestras miembros lesbianas pusieron
manos a la obra para expandir la teoría marxista analizando cómo la persecución homofóbica está relacionada a la opresión de género y la explotación de clase.
Las Mujeres Radicales fueron instrumentales para obtener una ley en la ciudad de Seattle en la que se proporcionaba protección laboral y de vivienda a las minorías sexuales. Hemos ayudado a construir organizaciones militantes de derechos lésbicos y gays y hemos estado involucradas en innumerables coaliciones dedicadas a prevenir las pruebas obligatorias del SIDA, destruyendo ataques en las urnas contra los derechos de los gays, haciendo presión para la creación de proyectos de ley estatales pro gays y mucho más.
En los 80, la hermana de Mujeres Radicales, Merle Woo, una popular catedrática universitaria, notoria escritora y valiente portavoz lesbiana y asiático-americana, triunfó contra la Universidad de California en Berkeley en dos casos históricos de empleo con acusaciones de discriminación por raza, sexo, sexualidad e ideología política.
El movimiento lésbico/gay/bisexual/transexual sigue siendo una de las luchas sociales más vibrantes y activas, y las Mujeres Radicales se enorgullecen de formar parte de dicho movimiento.

Volviéndose proletarias

En 1974, RW reconocimos que habíamos hecho una histórica transición de ser principalmente un grupo estudiantil a ser una organización de trabajadoras dedicadas exclusivamente a trabajar. Habíamos reclutado un cierto número de mujeres trabajadoras ayudando a organizar una huelga y un sindicato de empleados con sueldos bajos (mujeres y de color, en su mayoría) en la Universidad de Washington.
Durante este proceso, desarrollamos la idea que después se conocería como “valor comparable.” Este concepto va más allá del “pago igual por trabajo igual” insistiendo en que se pague un salario igual por trabajo comparable por medio del establecimiento de medidas objetivas del “valor” de tareas laborales no similares.
Mientras tanto, la acción afirmativa confirió a muchas de las miembros de Mujeres Radicales la oportunidad de convertirse en precursoras en trabajos no tradicionales. En la compañía pública de electricidad de Seattle, City Light, Clara Fraser creó e implementó el primer plan del país para entrenar a mujeres como electricistas. Yo fui una de las diez Aprendices de la Rama Eléctrica (Electrical Trades Trainees — ETTs) que obtuvo el incentivo de este tan exitoso programa.
Sin embargo, debido a sus esfuerzos por defender el programa ETT contra el sabotaje de la administración y a causa de su importante papel en un abandono masivo de dicha organización, Clara fue despedida. Peleó una batalla legal intensa durante siete años que al final otorgó el derecho a la libertad de expresión en el lugar de empleo
y logró que la volvieran a contratar en City Light.
Las miembros de Mujeres Radicales naturalmente se convirtieron en militantes sindicalistas una vez que pasaron a formar parte de la fuerza de trabajo y algunas de ellas han sido la fuerza impulsara durante muchos años en consejos laborales de los condados de San Francisco y Seattle. En los años 90, una de nuestras preocupaciones fundamentales ha sido exhortar a los sindicatos a unirse a la crucial lucha contra el resurgimiento del fascismo.
Nuestra comprensión teórica de la importancia de la entrada masiva de las mujeres en la Casa del Obrero también se ha profundizado. No sólo han aumentado nuestros números sino también estamos ubicadas estratégicamente en el creciente y poderoso sector de los servicios. Junto con la gente de color y con las lesbianas y gays, las mujeres son la abrumadora mayoría de los trabajadores. En resumen, nuestro potencial para revolucionar la sociedad es más grande que nunca.

El mundo marca nuestro derrotero

Nuestra hermandad es global — especialmente la de las feministas socialistas. Las Mujeres Radicales nos hemos expandido a Australia, y nuestras intervenciones internacionales también se han incrementado.
En 1993, delegados de nuestras sucursales de Seattle, Washington y Portland, Oregon viajaron por Rusia y por Europa Oriental para medir el impacto de la desintegración de la Unión Soviética en las mujeres, los trabajadores, las minorías nacionales y los homosexuales.
En su mayoría, las personas que ellas conocieron estaban hartas de la burocracia estalinista en decadencia pero al mismo tiempo desconfiaban tremendamente de la restauración capitalista. El tipo de socialismo democrático, feminista y revolucionario de las Mujeres Radicales causó mucho interés. por la supervivencia del estado de trabajadores cubano. Hemos forjado una relación especial de solidaridad con la Federación de Mujeres Cubanas. En 1997, RW y la Federación co-patrocinaron la primera Brigada Internacional Feminista en Cuba. La brigada promovió la defensa global de la isla, incrementó la oposición al despiadado bloqueo de EE.UU. y publicó los inspiradores logros de la Revolución cubana para las mujeres, los niños y la gente de color.

Únete a nosotros

Las Mujeres Radicales proporcionamos nuestra visión, militancia y ética de colaboración al movimiento feminista. Hemos tenido una influencia que va mucho más allá de nuestras dimensiones. Las Mujeres Radicales ha movido el discurso público en su totalidad hacia la izquierda, en la dirección de las necesidades y exigencias de los miembros más marginados y maltratados de la sociedad. Al hacer esto, la organización ha incrementado la fuerza y la eficiencia de las luchas feminista, laboral, de la gente de color y lésbica/gay/bisexual/ transexual.
Me enamoré de las Mujeres Radicales por su pasión, arrojo, imaginación, inteligencia y principios. Todas estas cualidades están tan vigentes ahora como cuando me uní a ellas. Lee nuestro Manifiesto y, si te gusta lo que leas, ponte en contacto con nosotras ¡para participar en la gran aventura de crear un futuro feminista socialista!

MEGAN CORNISH
Seattle, Washington

PREÁMBULO

La posición de las mujeres en todo el mundo es de segunda categoría al igual que en los años 50, antes del nacimiento del movimiento feminista moderno.
El capitalismo internacional ha demostrado ser incapaz de proporcionar los derechos democráticos más elementales a las mujeres. En su lugar, el sistema depende cada vez más de la explotación de las mujeres para su misma sobrevivencia económica.
Hoy día, las mujeres todavía son discriminadas en el trabajo y en las profesiones, la educación, en su estado jurídico, libertades sociales, vida política y funciones familiar y sexual. Estamos oprimidas como sexo y a causa de nuestra sexualidad; somos explotadas en extremo como trabajadoras y triplemente oprimidas como mujeres de color trabajadoras. ¡Y esta subyugación, a pesar de años del movimiento internacional masivo de mujeres, se está incrementando día con día! El capitalismo se encuentra en desesperadas honduras y es capaz de recurrir hasta a la destrucción de todas las libertades civiles y de invitar al fascismo — el destructor final de los derechos de las mujeres para proteger sus ganancias.-

Quienes somos

Las Mujeres Radicales somos una organización internacional fundada en 1967 en los EE.UU., donde somos el grupo feminista socialista más antiguo que existe. Somos mujeres de color, judías y blancas, trabajadoras y estudiantes, lesbianas y heterosexuales, viejas y jóvenes.
Las Mujeres Radicales estamos dedicadas a exponer, resistir y eliminar las desigualdades de la existencia de las mujeres. Para lograr esta tarea de asegurar la supervivencia de todo un sexo, debemos simultáneamente ocuparnos de las causas sociales y materiales del sexismo: la forma capitalista de producción y distribución de productos, caracterizada por la opresión intrínseca de clase, raza, sexo, etnia y casta. Cuando trabajamos por la transformación revolucionaria del capitalismo hacia una sociedad socialista, trabajamos por un mundo en el que todas las personas puedan disfrutar del derecho a su completa humanidad y libertad de la pobreza, la guerra, el racismo, sexismo, homofobia, anti-semitismo y la represión.
Creemos que la liberación de las mujeres está indisolublemente ligada a la lucha contra todas las descaradas injusticias que definen al capitalismo. Nosotros representamos a por lo menos la mitad de cada estrato de los explotados y somos parte de toda lucha por la libertad.
Tenemos la experiencia en la vida de las características comunes a todas las formas de subyugación y sus orígenes comunes — las insaciables exigencias de capital para el lucro. De esta forma, no podemos aislar nuestra lucha creando un movimiento de una causa única que ignore la multifacética realidad de la opresión contra las mujeres. Todos los grupos oprimidos están luchando contra el mismo enemigo y debemos construir un movimiento que pueda unir nuestras luchas independientes. Unidos seremos fuertes.

Las Mujeres Radicales creemos que la opresión de las mujeres es una cuestión política, legal y económica de primera prioridad. El liderazgo político de las mujeres es crucial para los logros de todos los movimientos independientes y, de la misma manera, es nuestro destino tener el papel de vanguardia en el movimiento general para el cambio revolucionario social.
Creemos que la solidaridad y ayuda mutua de todos los oprimidos son necesarias para la genuina liberación de cualquiera de los sectores: o somos todos libres o nadie es libre. Sólo la unidad de la gente de color, los indígenas y los luchadores por la libertad de las minorías étnicas, la clase trabajadora, la resistencia de la juventud, el movimiento de las mujeres, las minorías sexuales, los prisioneros, los viejos, la gente con minusvalías y todos aquéllos tiranizados por el capitalismo nos puede liberar de nuestra opresión colectiva. Al mismo tiempo, no podemos y no estamos dispuestas a ajustarnos al chovinismo masculino disfrazado de una falsa “unidad de clase” o “unidad de raza” o “unidad del movimiento por la paz” o ningún otro tipo de “unidad” que niegue o tolere la explotación particular de las mujeres trabajadoras y que ignore la subyugación única de las mujeres como sexo en su totalidad.
La “unidad” que no respete las distintas experiencias y niveles de opresión dentro de la sociedad es arrogante, falsa y eventualmente está destinada a destruirse a sí misma. La “unidad” basada en el mínimo común denominador perpetúa las diferencias de casta entre los privilegiados y los no privilegiados haciendo hincapié en las exigencias de los trabajadores más afortunados a expensas de las necesidades más graves de los más explotados.
La “Unidad” a nuestras expensas es una mera prolongación de la subordinación de las mujeres con una etiqueta pretensiosa e hipócrita.

El papel de vanguardia de las mujeres

Como radicales políticas, anticipamos y nos organizamos para un nuevo mundo revolucionario, vuelto a nacer libre.
Como mujeres, anticipamos y nos organizamos para un nuevo nivel histórico de relaciones humanas basado en la igualdad y el respeto mutuo.
Como Mujeres Radicales, comprendemos y promulgamos el concepto de que los asuntos de la mujer son una cuestión decisiva en la revolución internacional que se está desarrollando pues la explotación
de las mujeres ha creado un sexo especialmente oprimido cuyo potencial para la revuelta y cuya capacidad para el liderazgo no los supera nadie.
El liderazgo del actual movimiento de mujeres es profesional, clase media y blanco en su mayor parte. Pero el movimiento fue fundado por radicales y hoy su liderazgo de izquierda está ganando fuerza, está surgiendo de las vastas filas de las mujeres militantes de la clase trabajadora, especialmente de las mujeres de color y lesbianas.
Esas mujeres se encuentran doble y triplemente explotadas; están en conflicto directo con sus jefes todos los días en el trabajo y con racistas y sexistas en todos los ámbitos de la vida. Ellas han desarrollado una consciencia más aguda de la triple naturaleza de su opresión — clase, raza y sexo — de lo que es capaz la mayoría de las mujeres blancas, de clase media, que no trabajan.
La cruenta batalla por la supervivencia en el mundo cotidiano ha equipado a las mujeres de color, trabajadoras y lesbianas con el talento para la disciplina y el respeto por la teoría pues la vida de la mujer pobre, de la madre trabajadora y de la mujer independiente depende de su ecuanimidad, auto-control y organización. De la misma forma, ellas exigen estas cualidades en cualquier movimiento que pretenda ser maduro y realista, y no tienen paciencia para con las decidiosas, negligentes, coquetas, lapas y egoístas del movimiento. Ellas son las que menos pierden y las que más ganan con la eliminación del capitalismo.
Se han vuelto radicales y ecuánimes a causa de su misma condición de víctimas en la vida, no sólo a causa de una decisión intelectual.
Su experiencia es indispensable para un movimiento que deba desafiar la cumbre del estado burgués y ultimadamente llegar a arrebatar el poder en nombre de todos los humillados y marginados.
Son precisamente esas mujeres, las que no toman nada a la ligera sino que están prestas a dedicar sus vidas completamente cuando se comprometen, las que están destinadas al liderazgo de un movimiento entero. Es la responsabilidad histórica del movimiento establecer una conexión ideológica con esas mujeres, una conexión que siempre exista en el mundo real del trabajo y de las comunidades de trabajadores y de gente de color, donde las mujeres deben luchar juntas y, durante el curso de dichas batallas, lograr la solidaridad y camaradería.
Nuestra lucha por la emancipación de las mujeres no es fácil.
Los cambios necesarios para liberar a las mujeres de las ataduras de la situación económica y social inferior conllevan un largo conflicto, un cometido que es visto con gran hostilidad y resistencia en cada paso del camino. Dicha resistencia es doble: de los enemigos externos así como internos del movimiento, lo cual también está cargado de sus propias contradicciones e incoherencias.
Las Mujeres Radicales sabemos que el movimiento de las mujeres tendrá sus altibajos, y que sólo una comprensión sólida de la historia, la teoría social y de principios de organización efectivos podrá proporcionar el aplomo para enfrentarse a las tormentas futuras. El manifiesto de las Mujeres Radicales es nuestra guía para lograr el equilibrio en medio del caos y la corrupción de la sociedad que nos rodea; es una guía firmemente enraizada en el pasado histórico de las
mujeres — en el principio de nuestra opresión como sexo.

TEORÍA

Las mujeres han sido adoctrinadas por medio de una mezcla de mentiras y medias verdades acerca de nuestra historia. Nos han enseñado que las mujeres somos inferiores, incompetentes y de segunda categoría por naturaleza; que hemos sido pasivas observadoras sin ninguna función importante en el progreso humano. Hasta que sepamos nuestra verdadera historia y cómo nos forzaron a la subordinación, no podremos saber por dónde atacar para obtener nuestra libertad.

Orígenes de la opresión

En nuestra interpretación de las fuentes de opresión de las mujeres, las Mujeres Radicales coincidimos con las pruebas antropológicas, la perspectiva histórica y el análisis socioeconómico formulado por el brillante compañero intelectual de Carlos Marx, Federico Engels. En su obra clásica, El origen de la familia, la propiedad privada y el estado,1 (basado en la investigación pionera de Lewis Henry Morgan sobre la sociedad Nativa americana),2 Engels demuestra que la primera división de los humanos en oprimidos y opresores ocurrió entre los hombres y las mujeres. Esta antigua división fue resultado de la sustitución de la propiedad comunal por la propiedad privada, y de la línea de descendencia femenina por el patriarcado. Ésta nos parece
la explicación más lógicamente consistente e históricamente evidente de nuestro pasado.
Engels no atribuye la batalla entre los sexos a ningún instinto de maldad en un género sino al inexorable desarrollo de la tecnología (las fuerzas de la producción) y a las explosiones correspondientes en la cultura y la formación familiar. Este método de análisis se llama “materialismo histórico.”
Para Engels y Marx los estilos de relaciones familiares y sexuales son variados, históricos y transitorios y no absolutos biológicos, culturales o psicológicos. La forma de la familia es determinada ultimadamente por la economía y por las relaciones de propiedad. La familia cambia de dicha manera a través de la historia a medida que los sistemas sociales se sustituyen los unos a los otros.
Engels arguye que la capacidad para el trabajo fue la distinción original entre animales y humanos. En Women’s Evolution (La evolución de las mujeres), Evelyn Reed, una antropóloga socialista y feminista, continuó el trabajo de Engels y clarificó la función de las mujeres al momento del nacimiento de la raza humana en sí. “El trabajo social,” escribe Reed, “es la característica primaria que distingue a los humanos de los animales. En un principio [el trabajo] estaba primariamente en manos de las mujeres… El trabajo de las mujeres era extremadamente creativo; creaba nada menos que a la especie humana.”
La sociedad humana comenzó como una relación biológica de protección entre la madre y el hijo y se convirtió en una relación social de protección entre las madres basada en su trabajo cooperativo.
La posición de la mujer en la sociedad proviene directamente de nuestra función en la producción social, no de la biología. En los colectivos primitivos las mujeres desempeñaban la misma función que los hombres en la producción social y por eso gozaban de las mismas condiciones que éstos. Todo el mundo tenía que trabajar para garantizar la supervivencia de la tribu y, consecuentemente, la contribución de cada persona se consideraba valiosa para toda la comunidad. Existía una división sexual del trabajo pero se le otorgaba el mismo prestigio a cada grupo. Las diferencias de clase no existían. Las mujeres se encargaban del campamento y a través del proceso colectivo de la realización del trabajo doméstico, eran ellas las creadoras y perpetuadotas de la civilización. Ellas inventaron las ciencias de la medicina, agricultura, arquitectura y crearon los primeros poemas y gobierno.
Generalmente, los hombres cazaban, pescaban y cuidaban el ganado lejos del campamento.
Reed explica: “Fue precisamente a través de los avances tecnológicos efectuados por las mujeres que los hombres se vieron liberados finalmente de su dependencia de la caza y pasaron a formas más sofisticadas de trabajo.”4 A los hombres las mujeres les enseñaron las destrezas necesarias para la agricultura y numerosas artes.
El linaje y la herencia de posesiones personales se establecían por medio de la línea femenina. Dominaba la completa democracia y poder de decisión igualitario entre los miembros de la tribu. Cada tribu estaba compuesta de varios grupos principales, o gentes, organizados siguiendo la línea materna; es decir, las relaciones eran determinadas
por el grado de cercanía a las madres y hermanas. Esta hegemonía de grupos de parentesco comunitario femenino es el matriarcado (que es furiosamente disputado), el amanecer de la organización social estable entre los seres humanos. Su existencia es comprobable por el vasto cuerpo de pruebas antropológicas, que incluyen artefactos, arte y literatura antiguos, la evolución de la mitología y, en algunas tribus, la existencia hasta hoy de vestigios de un sistema de relaciones sanguíneas basado en el derecho materno.
El matriarcado es nuestro más noble modelo de relaciones humanas igualitarias; las mujeres eran líderes respetadas, los hijos eran criados de manera colectiva e imperaba la libertad sexual, incluyendo la homosexualidad.
La fuente del poder de las mujeres yacía en la división original del trabajo según el género. Pero cuando comenzó a haber un excedente como resultado de la introducción de rebaños domésticos de ganado, fue la división del trabajo la que dio lugar al conflicto y la sugyugación del sexo femenino. Los rebaños eran cuidados por los hombres y, por lo tanto, eran ellos los propietarios. A medida que aumentó el tamaño de los rebaños, eventualmente se produjo un excedente en la producción de animales que sobrepasaba las necesidades básicas de la tribu. El trueque entre las tribus fue reemplazado por el intercambio de productos por dinero — y los rebaños de animales, los cuales eran movibles e intercambiables, sirvieron como la primera mercancía-dinero. Como resultado de la acumulación de dicho dinero, los hombres se convirtieron en propietarios de cada vez más riqueza individual y privada.
Esta diferenciación de la riqueza les permitió a los hombres volverse más poderosos que las mujeres de la tribu y de la familia comunal.
Pero los hombres todavía no podían heredar su riqueza a su propia descendencia. Sus pertenencias, en el sistema de derecho maternal de la familia, pasaban a sus hermanas y a los hijos de sus hermanas.
Para transferir sus propiedades a sus propios hijos, los hombres se vieron obligados a revertir el orden tradicional de la herencia por el lado femenino. Además, la paternidad de sus hijos tenía que ser garantizada para asegurar que la herencia era “correcta.” Por medio de una lucha prolongada y convulsiva descrita por Engels como “la derrota histórica mundial del sexo femenino,” los hombres efectuaron una transformación social fundamental y tomaron el poder.
El comunismo primitivo fue sustituido por la propiedad privada y el derecho materno fue derrocado por el derecho paterno (patriarcado).
La unidad de la familia monógama emergió como un mecanismo cruel ideado para la perpetuación de la propiedad privada a través de la fidelidad sexual obligada de la esposa. Se impuso un brutal sistema de control sobre las mujeres y eventualmente se cristalizó con la invención del estado para servir como la suprema
Las mujeres fueron degradadas en virtud de su nueva inferioridad y dependencia económicas. Se convirtieron en bienes, igual que los animales domésticos, los esclavos y los hijos. Tenían un dueño particular, no gozaban de derechos civiles y eran usadas para la reproducción, el sexo y los servicios domésticos. A medida que surgía el estado que protegía los intereses de los hombres ricos que formaban la nueva clase dirigente, la monogamia obligatoria de la mujer pronto pasó a estar codificada en la ley. El poder sobre la vida y la muerte fue asignado a los maridos y florecieron las consecuencias inevitables de la monogamia — prostitución y adulterio. Pronto, las mujeres eran compradas, vendidas e intercambiadas comercialmente en el mercado.
En las sociedades primitivas, la familia comunal y la comunidad eran sinónimos. Pero con la victoria de la propiedad privada sobre la propiedad comunal, la producción de bienes se dividió en la producción social de bienes de consumo para el mercado y el trabajo individual y privado para la familia patriarcal — este último realizado gratuitamente por las mujeres. La dicotomía entre el trabajo público y el privado es la base económica real del inmenso conflicto entre los hombres y las mujeres.
La contradicción entre el trabajo privado y el público ha sido intensificada dramáticamente por el capitalismo industrial moderno y por el mercadeo calculado de la monogamia femenina y la felicidad de ser ama de casa. El movimiento freudiano, sistematizado con base en la mística de que “la biología es el destino,” suministró la excusa pseudocientífica para la creación del estereotipo sexual. Las mujeres crecían ignoradas, desvirtuadas o trastornadas — educadas para realizar una función esquizofrénica e insípida.
Engels apuntó que “entre más primitivo sea el desarrollo del trabajo y… más limitada sea también la riqueza de la sociedad, más está el orden social dominado por los grupos de parentesco.” A medida que aumenta la productividad en el matriarcado, surgen la riqueza y, posteriormente, las clases con resultados catastróficos: …la sociedad antigua, basada en las uniones gentilicias, salta al aire…, y su lugar lo ocupa una sociedad organizada en Estado…, se trata de una sociedad en la que el régimen familiar está completamente sometido a las relaciones de propiedad y en la que se desarrollan libremente las contradicciones de clase y la lucha de clases, que constituyen el contenido de toda la historia escrita hasta nuestros dias.
En la amplia escala de tiempo, las instituciones tales como la familia nuclear, la propiedad privada y el estado son desarrollos relativamente nuevos. Pero inclusive hace un siglo, Engels concluyó: Ahora nos aproximamos con rapidez a una fase de desarrollo de la producción en que la existencia de estas clases no sólo deja de ser una necesidad, sino que se convierte positivamente en un obstáculo para la producción. Las clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su día.
Engels es a veces criticado por ser de criterio estrecho y se le acusa de adoptar un punto de vista que se refiere sólo a la Europa Occidental blanca. Nada podría estar más alejado de la verdad. El método histórico y materialista de Engels abarca el perfil general del desarrollo
humano a escala global desde tiempos prehistóricos hasta la historia escrita. Su obra está llena de ejemplos de África, Asia y América y la esencia de su metodología es precisamente su internacionalismo.
Cuando los marxistas analizan la historia humana, comprenden que las diferencias raciales y nacionales no son “naturales” ni tienen una base científica, sino que son categorías sociales que han evolucionado
para servir a formas particulares de tecnología y economía — el “modo de producción.” En todos los países funcionan las mismas leyes económicas básicas.
La raza, en particular, es una categoría totalmente acientífica, ya que no hay razas de humanos biológicamente distintas. Pero el prejuicio racial es muy real y se desarrolló para justificar la explotación extrema de los trabajadores de color.
En los países donde la estructura de la familia difiere de la familia burguesa y monógama, o donde la naturaleza del Estado y su clase dirigente difieren de las del capitalismo occidental, se debe a que la organización de la producción y distribución de la riqueza son diferentes allí. En los países coloniales, entre los indios americanos y donde perduran las sociedades comunales y colectivas, las relaciones familiares matriarcales y el poder de decisión democrático son evidentes de manera obvia. Existen variaciones dependiendo del grado del poder colonial que ha motivado la adaptación a las normas e instituciones burguesas internacionales.
Efectivamente, “el socialismo africano,” “el comunitarismo de los Indios americanos” y otras sociedades pre-capitalistas son las raíces históricas y los modelos teóricos del socialismo moderno, el cual armoniza la libertad, la camaradería y la igualdad del comunismo primitivo con los avances de la tecnología y las ciencias. A lo largo del tiempo, han sido las mujeres de color de estas sociedades anteriores al concepto de propiedad privada las que han representado la posición
orgullosa y noble de las mujeres, la cual fue nuestro comienzo.

Las mujeres en el capitalismo

Con el gobierno patriarcal se intensificó la situación de degradación de las mujeres. Desde entonces, afirma Engels, el servilismo de las mujeres “ha sido paliado y adornado y a veces disfrazado de una forma más benigna; pero de ninguna manera ha sido abolido.” El sexismo descrito por Engels se ha hecho más profundo en realidad a medida que el capitalismo monopólico ha florecido y culminado en la dominación mundial por el imperialismo. La compulsión del capitalismo
por el lucro ha llegado a dominar completamente el sistema de la familia y las relaciones humanas en general, convirtiendo a la discriminación de clase, sexo y raza en la fase de desarrollo más difundida, sofisticada y arraigada.
El matrimonio y la familia en el capitalismo no han cambiado fundamentalmente desde el inicio de la monogamia patriarcal de los griegos. Sin embargo, el aislamiento del hogar particular y el énfasis social y cultural en la posición inferior de las mujeres se ha hecho más complejo. El matrimonio es aún un contrato que gobierna las relaciones monetarias asegurando así la paternidad. Y, según opinó Engels, “Dentro de la familia, [el esposo] es el burgués y la mujer representa al proletariado.”
La revolución industrial y el surgimiento del capitalismo moderno sí engendró uno de los mayores avances para las mujeres: el retorno del acceso de las mujeres al área de producción social y remunerada de bienes de consumo. El advenimiento del trabajo femenino e infantil en el siglo XIX conllevó un cambio enorme en la función económica de las mujeres. Dicho cambio revolucionario, sin embargo, fue absorbido por el sistema y transformado para beneficiar a la propiedad patriarcal privada y al Estado. Pocas mujeres pudieron volverse independientes económicamente y muchas de ellas se emanciparon en sus hábitos y actitudes. Pero la vasta mayoría de las mujeres trabajadoras vieron comprometidas sus habilidades laborales y las oportunidades para avanzar por la perpetua función adscrita a la mujer de procrear, de prestar servicios sexuales y trabajo doméstico privado.
La vuelta de las mujeres a la producción social simplemente duplicó su trabajo y, en términos de empleo, duplicó así mismo su discriminación en el hogar.
El trabajo femenino tradicional, no remunerado se utiliza como justificación para salarios más bajos; y empleos de servicio, tales como los de las sirvientas, camareras, lavanderas, secretarias, modistas, enfermeras y prostitutas. La esposa no goza del poder para ganar el mismo salario que su marido y generalmente se espera que trabaje además de cuidar de la casa y a los niños. De esta manera, aun en donde existe igualdad formal, legal y económica, afirma Engels, “La familia individual moderna está fundada sobre la esclavitud doméstica abierta u oculta de la mujer, y la sociedad moderna es una masa compuesta de dichas familias individuales que son sus moléculas.”
Efectivamente, los capitalistas tienen lo mejor de dos mundos.
En el hogar, las mujeres desempeñan las funciones tradicionales de educar a los hijos, limpiar, cocinar, lavar, servir y hacer el almuerzo del marido para que él pueda acudir a su explotación salarial cotidiana.
La labor de la esposa se obtiene sin ningún costo en absoluto para el sistema. Además, precisamente debido a que las mujeres desempeñan esta gran cantidad de labor doméstica gratuitamente, se les considera esclavas o jornaleras baratas y por consiguiente se les paga menos y se les explota en el ámbito de la producción social.
Está claro que el sistema capitalista no puede funcionar sin la institución de la familia patriarcal nuclear. El costo al capitalismo de pagar justamente tanto por la labor doméstica de las mujeres como por su trabajo en la industria pública haría imposible la obtención de lucro.
Sin embargo, la familia contemporánea se está viniendo abajo.
La mayoría de los matrimonios en los Estados Unidos, Australia y otros países capitalistas avanzados acaban en divorcio. Millones de niños son separados de sus padres. Números crecientes de madres solteras,
que se encuentran entre los trabajadores peor remunerados, deben llevar individualmente la responsabilidad de los niños de la sociedad.
Se culpa generalmente a “las mujeres irresponsables” — sobre todo si la madre es una persona de color — o a la juventud rebelde, o a ambos, de la desintegración de la familia nuclear. Pero la razón verdadera, la raíz materialista del fenómeno, es la dominación de las relaciones de propiedad sobre las necesidades humanas, dando como resultado relaciones totalitarias de poder dentro de la familia.
La familia nuclear es una unidad económica, la célula de la estructura de clase altamente desarrollada de toda la sociedad: el hombre es el jefe de la mujer, de manera abierta o sutil, y ambos padres dominan a los niños. Todos son forzados a vivir juntos para que la propiedad pueda ser adquirida e intercambiada según la manera capitalista y para que la clase dirigente pueda hacer que el trabajo gratuito de las mujeres procree, alimente y cuide a sus actuales y futuros trabajadores.
Como en el amplio campo de la producción social, la lucha de clases está destinada a irrumpir en la vida doméstica dentro del corazón de la misma familia. Los miembros oprimidos de la familia se vuelven cada vez más distantes u hostiles y finalmente se hartan y se van. La rebelión de la juventud, la revolución sexual, y los movimientos lésbico/gay/bisexual y transexual son todos producto, en parte, de la desintegración de la familia y la lucha por encontrar alternativas a la estructura familiar nuclear.
La familia nuclear contemporánea no es sólo reaccionaria, injusta y artificial; es también antisocial. Aísla a las mujeres de la comunidad y entre sí. Como institución privada separada, produce tanto en los padres como en los hijos un individualismo antisocial y la apatía para intervenir en cuestiones públicas. La familia es la fuente principal de apoyo para la mayoría de la gente, sobre todo entre los oprimidos; sin embargo, ésta les falla de manera consistente. La violencia doméstica y el abuso físico y sexual de los niños son un escalofriante legado de la familia patriarcal.
Las familias de la clase trabajadora siempre han sido más flexibles, mucho menos arraigadas en el capitalismo que las familias de clase media. La clase trabajadora y los pobres en general, no acumulan propiedades, de manera que no existe una base para la aplicación de las leyes de la herencia. Cuando la mujer también trabaja fuera del hogar, como la mayoría de las mujeres tienen que hacer para sobrevivir en el capitalismo moderno, la supremacía masculina tiende a disminuir.
Una mujer que se puede mantener a sí misma goza de mucho más libertad para seleccionar sus parejas sexuales y estilo de vida. Hoy día, en los países capitalistas avanzados, la familia nuclear tradicional se aleja cada vez más de la realidad. En los EE.UU., por ejemplo, solamente el 9.4% de todos los hogares de más de una persona se adecuan al modelo de padre empleado/madre desempleada, ama de casa. Engels previó dicha desintegración de la familia nuclear en el proletariado. “Además, sobre todo desde que la gran industria ha arrancado del hogar a la mujer para arrojarla al mercado del trabajo y a la fábrica, convirtiéndola bastante a menudo en el sostén de la casa, han quedado desprovistos de toda base los últimos restos de la supremacía del hombre en el hogar del proletario, excepto, quizás, cierta brutalidad para con sus mujeres, muy arraigada desde el establecimiento de la monogamia.”
En El capital, Marx agregó: Y, por muy espantosa y repugnante que nos parezca la disolución de la antigua familia dentro del sistema capitalista, no es menos cierto que la gran industria, al asignar a la mujer, al joven y al niño de ambos sexos un papel decisivo en los procesos socialmente organizados de la producción, arrancándolos con ello a la órbita doméstica, crea las nuevas bases económicas para una forma superior de familia y de relaciones entre ambos sexos… Y no es menos evidente que la existencia de un personal obrero combinado, en el que entran individuos de ambos sexos y de las más diversas edades — aunque hoy, en su forma primitiva y brutal, en que el obrero existe para el proceso de producción y no éste para el obrero, sea fuente apestosa de corrupción y esclavitud — bajo las condiciones que corresponden a este régimen se trocará necesariamente en fuente de progreso humano.
Engels concluye su análisis del capitalismo: …”el carácter particular del predominio del hombre sobre la mujer en la familia moderna, así como la necesidad y la manera de establecer una igualdad social efectiva de ambos, no se manifestarán con toda nitidez sino cuando el hombre y la mujer tengan, según la ley, derechos absolutamente iguales. Entonces se verá que la manumisión de la mujer exige, como condición primera,
la reincorporación de todo el sexo femenino a la industria social, lo que a su vez requiere que se suprima la familia individual como unidad económica de la sociedad”.
El capitalismo destruye la familia nuclear y al mismo tiempo no puede tolerar su destrucción. Siempre y cuando sobrevivan las relaciones capitalistas de propiedad, toda institución social seguirá dañando las relaciones personales para forzarlas a amoldarse a la familia monógama que se encuentra en proceso de desintegración.
La total libertad en las relaciones humanas surgirá sólo hasta que la elección de los compañeros sexuales y de la vivienda se desligue de toda coacción económica, cuando se destruyan el capitalismo y todas sus lacras económicas y sociales.

Raza y género en los Estados Unidos

Por medio del imperialismo, el capitalismo patriarcal ha internacionalizado la opresión de las mujeres. Sin embargo, en ningún lugar del mundo son más graves las contradicciones entre lo que es humano y lo que dicta la economía que en los Estados Unidos, pues es ahí que el capitalismo está más avanzado tecnológicamente y es más dependiente del trabajo barato de las mujeres y de la gente de color para mantener sus lucros.
Los Estados Unidos han llegado a su posición de poder supremo del mundo capitalista por medio de una combinación históricamente única de sus desarrollos económicos. De la misma forma que la subyugación de las mujeres fue un elemento esencial en el desarrollo del sistema de la propiedad privada y su expansión al capitalismo e imperialismo, lo que permitió al capitalismo de Estados Unidos sobrepasar al resto del mundo en la acumulación de tierra, capital, tecnología y poder productivo fue la brutal masacre de los Nativos americanos y la institución de la esclavitud de los negros. Los asiáticos, chicanos y mexicanos han sufrido una explotación extrema de forma similar como mano de obra barata para construir el Oeste y Suroeste, haciendo posible para los Estados Unidos convertirse rápidamente en la potencia imperialista más grande del mundo.
La esclavitud, al igual que la familia monógama, fue fundamentalmente una institución económica que prevaleció hasta que se convirtió en un estorbo para la producción y desarrollo industriales. Sin esos 200 años de esclavitud legal, sin el siglo de explotación de los afroamericanos después de la emancipación, y sin el creciente abuso del trabajo femenino, los Estados Unidos nunca hubieran llegado a conseguir su posición de superpotencia. Nunca debemos olvidar que tanto la sociedad indígena americana como la mayor parte de las sociedades africanas de las cuales se atrajeron, raptaron o capturaron los esclavos eran naciones tribales o confederaciones matriarcales con una estructura social comunal. Fue dicha herencia que los americanos blancos — yanquis y sureños por igual — corrompieron y destruyeron en su manía por conseguir tierra, mano de obra barata y ganancias.
La familia afroamericana fue desmembrada; la familia indígena americana fue envenenada por enfermedades venéreas y alcohol. Y las mujeres de ambos pueblos fueron degradadas y aplastadas sistemáticamente al nivel social de los virtualmente intocables — a lo más bajo de lo bajo. El genocidio contra pueblos enteros y el sórdido sadismo contra el sexo femenino constituyen la verdadera historia de la “civilización” americana.
El capitalismo ha creado muchas formas más de discriminación para incrementar sus ganancias. La edad es utilizada como una excusa para pagar salarios bajos o para echar a la gente de la fuerza de trabajo de manera total. Menos de la mitad de la gente con minusvalías están empleados, con frecuencia con salarios inferiores al mínimo, a pesar del hecho de que la mayoría se ha vuelto minusválida como consecuencia de la inseguridad en las condiciones de trabajo, de la pobreza o de la guerra imperialista. Los gays, lesbianas y transexuales son discriminados en las fases de contratación, salario, promoción y prestaciones y se les excluye de ciertas ocupaciones.
La gente de color, mujeres, lesbianas, gays, minusválidos, los viejos y la juventud forman un grupo de mano de obra barata — un ejército de reserva de trabajadores utilizados y expulsados del mercado laboral según las necesidades económicas; fenómeno que hace posible las súper ganancias de unos cuantos hombres blancos. En el caso de las mujeres de color, esto significa una triple explotación: como trabajadoras, como minorías étnicas y como mujeres.
El racismo, sexismo y la tradición esclavista han generado un estereotipo muy arraigado de la gente de color y las mujeres, el cual es
usado para “justificar” nuestra situación de segunda clase. Se nos describe como dependientes, incapaces de pensamiento racional, mentirosos, demasiado emotivos o sin emociones, pueriles, felizmente satisfechos y sin ninguna ambición de mejorar nuestra suerte. Aquí una vez más, las mujeres de color son víctimas dobles por ser minorías étnicas y mujeres, y se les pinta como biológicamente inferiores en ambos aspectos. Las mujeres de color sufren tanto de servilismo sexual como racial en sus relaciones con los hombres blancos de Estados Unidos.
Debido a su insaciable codicia por expandir sus lucros, el capitalismo de Estados Unidos no sólo degrada y deshumaniza a las mujeres por medio de estereotipos que difunde, sino que deriva su lucro de las estereotipos en sí mismos. Es común en el comercio explota los cuerpos de las mujeres para vender de todo, desde pasta dental hasta computadoras. Este uso generalizado de las mujeres como objetos sexuales no sólo refuerza la imagen artificial, insípida y seductiva de las mujeres blancas sino que inventa normas groseramente falsas de la belleza que es un insulto más para las mujeres de otros grupos étnicos. La imagen falsa de las lesbianas como frustradas sexuales, enfermas y repudiadoras amargadas de los hombres ha sido utilizada para dividir el movimiento feminista. Y la imagen de Stepin Fetchit de los afroamericanos difundida por la industria del entretenimiento perpetúa la discriminación racial e impide a los negros y blancos juntar sus fuerzas y luchar contra sus explotadores comunes.
La discriminación racial y sexual en la sociedad capitalista sabotea la lucha de la clase trabajadora contra la explotación salarial difundiendo el racismo y sexismo internos así como la constante competencia por los menguantes empleos y prestigio. Además, los movimientos de liberación étnica están divididos por el sexismo y la homofobia y algunos segmentos del movimiento de las mujeres guardan actitudes racistas y secuelas del sexismo en sus actitudes hacia las lesbianas y sus propias líderes.
Sin embargo, estas divisiones profundas de la clase trabajadora se pueden enmendar. Las mujeres trabajadoras, sobre todo las de color, han asociado la consciencia sobre el sexo y la raza con los problemas laborales generales y están creando alianzas de trabajadores dinámicas y militantes. Justo como predijimos en los años 60, existe una aceptación general hoy de la política de causas múltiples, y un creciente liderazgo de las mujeres de color, lesbianas y mujeres trabajadoras en todos los movimientos en pro del cambio social.
En la unidad de principios con causas múltiples está la fuerza.
Sólo una comprensión cabal de esta verdad teórica y práctica podrá brindarnos los mecanismos para la solidaridad y victoria duraderas. Y somos las mujeres trabajadoras las que tenemos la misión, por nuestra
posición socioeconómica única, de servir de batallón de vanguardia para forjar dicha solidaridad. Nosotras seremos las líderes porque lo tenemos que hacer y porque nadie necesita cambios sociales fundamentales tanto como nosotras, las mujeres de todas las razas y orientaciones sexuales, para sobrevivir.

Reforma o revolución

El origen y la profundidad de nuestra opresión como mujeres conlleva la solución. En el sorteo de subyugación, nosotras ganamos. Somos nosotras el grupo de seres humanos constantemente oprimidos más antiguo, grande y e internacional. Sólo una enorme rebelión social con una visión revolucionaria sin precedente en la historia humana podrá subvertir el sistema supremacista imperialista masculino, restaurar la igualdad económica y comenzar a reconstruir el perfil de la política sexual después de 5,000 años de distorsión y contrarrevolución.
El sexismo no es simplemente un tumor canceroso dentro del cuerpo capitalista. Es el cuerpo: el sexismo lo define, lo motiva y le da fuerza. Las raíces del sexismo, el ámbito del sexismo y la continua necesidad de sexismo se encuentran todas dentro de los confines del capitalismo.
La misión de las feministas revolucionarias es transformar la cuna del sexismo — el sistema de propiedad privada — en su opuesto y único enemigo — el socialismo, la tumba del sexismo. El progenitor burgués de la supremacía masculina debe ser derrocado y sustituido por la democracia matriarcal de la economía socialista y por una cultura humanitaria.
Para la gente de color, cuya explotación ha sido otra característica central y distintiva del capitalismo, derrocar el sistema de lucro es lógicamente mandatorio. Y para las mujeres de todas las razas y orientaciones sexuales, la conexión intrínseca entre el sexismo y el capitalismo debe estar bien clara. Los orígenes de la opresión se remontan a través de la historia a los principios de la propiedad privada y a la profunda división entre el trabajo privado, doméstico y no remunerado, y el trabajo social remunerado. Por lo tanto, la igualdad real de las mujeres exige, no sólo la muerte del capitalismo y de todos los sistemas de propiedad privada, sino la correspondiente erradicación de la familia burguesa exigida por el Estado, mecanismo que perpetúa dicha opresión.
Nuestra libertad sólo se puede lograr en una sociedad organizada comunalmente, democrática y cooperativa donde los bienes y servicios sean, una vez más, colectivos; o sea, cuya producción y propiedad pertenezca a todos y que sean distribuidos para el uso humano común y no para el lucro individual. La propiedad privada de plantas y productos industriales y el poder político que ocasiona, deben desaparecer. El absurdo conflicto entre el “individuo” y la “sociedad” dejará de existir entonces, porque serán de hecho interdependientes.
Los niños de todas las razas y de ambos sexos crecerán compartiendo todo lo que pueden proporcionar la tierra y el talento humano, libre de pobreza, guerra, explotación, brutalidad y represión.
Este tipo de mundo tiene un nombre: socialismo. Es factible únicamente a nivel internacional y su victoria global puede consolidarse sólo una vez que la revolución haya triunfado en los países capitalistas avanzados. Debido al papel crucial de los Estados Unidos en la economía mundial y su tecnología gigante, la revolución en Estados Unidos es la clave para un cambio fundamental duradero en el resto del mundo.
El capitalismo de Estados Unidos es, en realidad, internacional; abarca todo el mundo y roba tierra y recursos, y explota a las mujeres y a la gente del tercer mundo. Por esta razón, la revolución en “la panza de la bestia” es decisiva para el resultado de las luchas libertarias que realizan los pueblos oprimidos de todos los sitios. Toda revolución del planeta y cada batalla para la liberación nacional fracasará mientras que el imperialismo de los Estados Unidos tenga el poder de aniquilarlas cooptándolas, asfixiándolas o bombardeándolas. La revolución socialista en la patria de la contrarrevolución imperialista mundial proporcionará la garantía definitiva para la libertad de todo el mundo.
A pesar de la conexión básica y obvia entre el sexismo y el capitalismo, muchas voceras feministas declaran que en un futuro cercano será posible eliminar los errores sexistas dentro del sistema a través de reformas — y, de esa forma, la política revolucionaria será irrelevante.
Nosotras creemos que están equivocadas simple y rotundamente pues ignoran los orígenes de nuestra subyugación y prefieren considerar la supremacía masculina como un vestigio accidental de la cultura del pasado que simplemente desaparecerá cuando se enfrente a una justa indignación, a la presión legislativa, la reforma jurídica y a exigencias “razonables.” Su punto de vista de que la igualdad para las mujeres se acaba de convertir en una posibilidad debido a los avances tecnológicos que han hecho totalmente obsoletos el tamaño físico y la fuerza es, en efecto, la admisión de que las mujeres eran incapaces de
funcionar sobre una base igualitaria antes del advenimiento de la tecnología moderna. Éste es un disparate antropológico.
Esas intransigentes simpatizantes de la reforma del capitalismo se rehúsan a analizar seriamente las causas del sexismo debido a que el resultado de dicho análisis las haría acercarse a la política radical.
Como profesionales o mujeres que tienen el lujo de albergarse en el hogar o de un “éxito” potencial, temen y odian el radicalismo y la pérdida de la respetabilidad mucho más de lo que odian el sexismo. No se atreven a arriesgar su situación, ingresos ni prospectos.
Es vital organizarse para lograr reformas en cuestiones de sobrevivencia pero intentar acorralar a las mujeres insurgentes dentro de los partidos capitalistas, tales como el Partido Demócrata en los Estados Unidos o su equivalente en otros países, puede sólo frustrar, confundir y desmoralizar al movimiento. Esa degeneración fue el resultado de que las feministas de los primeros años del siglo XX acudieran al sufragio como el remedio absoluto para la opresión de las
mujeres. Es absurdo y auto-derrotista prometer a las mujeres la igualdad total por medio de la buena voluntad de los partidos principales cuya sobrevivencia depende precisamente de la clase capitalista y de la explotación de las mujeres en cada ámbito de la vida por parte de la misma clase.
¿Cuándo vamos a dejar de amar a nuestros amos y a unirnos a nuestros enemigos?
A medida que el movimiento feminista se ha polarizado en tendencias derechistas e izquierdistas, los líderes burocráticos del ala feminista liberal se han convertido en calculadoras defensoras del sistema y enemigas acérrimas de los intereses de las mujeres. Le temen más al radicalismo que a la reacción y por eso huyen de la derecha o intentan hacer tratos con ella, incluyendo a los opositores del aborto, convirtiéndolos así, en enemigos más osados de las mujeres.
Los devotos de las políticas reformistas acusan de rojas y persiguen con malicia a las Mujeres Radicales debido a nuestra ideología socialista, postura militante y, con frecuencia, estilos de vida relativamente no convencionales. Con todo el aplomo, ellos censuran y venden a las mujeres de color, las lesbianas declaradas y a las mujeres trabajadoras para proteger su propia “credibilidad” y respetabilidad en los círculos del establecimiento político.
Ellos intentan canalizar todas las protestas masivas contra los ataques a las mujeres en acciones puramente legislativas y en políticas de los partidos capitalistas, disipando así, el poder de la lucha. Dichos reformistas falsos, muchos de los cuales han ganado empleos y puestos políticos a expensas del movimiento, tienen sólo una función — la de obstruir cada vez más a las feministas militantes de base por medio de su oportunismo racista, anti-gay y contra los sindicatos.
Otros sectores del movimiento de mujeres simplemente rechazan la política, toda la política, por ser corrupta, por estar “dominada por los hombres,” y por ser una desviación del feminismo “puro.”
Ellas arguyen que conseguir el poder es justamente imitar la lucha de los hombres por el poder, y que las mujeres de alguna manera deben mantener la pureza moral que supuestamente nuestra propia falta de poder nos ha inculcado. O bien rechazan todas las luchas políticas contra nuestros opresores, declarando que la “adquisición de poder” espiritual o erótico es lo único que necesitamos.
A ellas nos dirigimos diciendo que la cuestión del poder — poder sobre nuestras propias vidas y el poder político y económico en la sociedad — es el meollo de la liberación de las mujeres. Ignorar esto es equivalente a rechazar la lucha contra lo que nos oprime, que es exactamente lo que nuestros opresores quisieran que hiciéramos.
El poder en sí no es malo. El problema es su centralización en las manos de la minoría rica que lo usa para explotar al resto de nosotros.
La única solución es quitarles el control construyendo un movimiento revolucionario de masas capaz de hacerse con el poder y de devolvérselo a las grandes masas de gente trabajadora.
Hay otra tendencia de feministas que está de acuerdo con las radicales en que el socialismo es, o debería ser, preferible al capitalismo pero que son sinceramente escépticas acerca de la probabilidad de alcanzarlo.
Consideran utópica la búsqueda del socialismo y prefieren gastar sus energías en objetivos a más corto plazo. Pero las reformas son escasas y se logran sólo con tremendos esfuerzos. Aunque se logre una reforma, dicho logro degenerará y creará una plétora de nuevos abusos a su paso si el movimiento de reformas no se radicaliza y continúa ejerciendo presión. Nada es menos realista, razonable o factible que el sueño utópico de alcanzar la igualdad de sexos dentro de este sistema.
De hecho, la peor trampa para las mujeres serias, aparte de las ilusiones reformistas, es el cinismo acerca del tremendo potencial de sus propias hermanas para reconstruir el mundo. Nuestros prospectos son tan ilimitados como nuestro espíritu y determinación.
Las mujeres deben aprender a creer en el poder de las mujeres.

Feminismo: Lucha de clases o lucha de sexos

“Feminismo radical” es la etiqueta adoptada por aquéllas que consideran a los hombres, y no al capitalismo, el enemigo de las mujeres.
Las feministas radicales decretan que, contrario a Engels, la opresión de las mujeres fue el resultado inevitable de lo que ellas describen como nuestra inferioridad física — nuestro tamaño más pequeño y nuestra fuerza física inferior. Las mujeres, argumentan ellas, fueron oprimidas históricamente por los hombres porque éstos eran más grandes y fuertes y podían manipular a las mujeres, y porque las mujeres, en virtud de su función reproductora, eran las esclavas de sus propios cuerpos.
Shulamith Firestone, en The Dialectics of Sex (La dialéctica del sexo), describe en detalle las supuestas agonías de las mujeres durante el parto en las sociedades primitivas y sus frecuentes enfermedades y muerte causadas por su biología inferior. Esta variación del falso principio de Freud de que “la biología es el destino” afirma que el conflicto entre los hombres y las mujeres es innato y que la supremacía masculina es y siempre ha sido el problema fundamental de la sociedad humana, sobrepasando a la clase y la raza en importancia.
Las feministas radicales consideran la búsqueda de la dominación una característica inevitable de los hombres, y no un fenómeno social relativamente reciente que surgió de las necesidades económicas de las relaciones de la propiedad privada.
Ellas declaran que la igualdad para las mujeres es sólo posible hoy día gracias al control de la natalidad. En su opinión, nosotras sólo podemos ser libres aboliendo nuestra función reproductora implicando así que el ser madre, en efecto, nos hace inferiores al hombre.
Lo que se necesita, afirman las feministas radicales, es una batalla con sesgo contra los hombres, todos los hombres, sobre la cuestión de quién dirigirá a la sociedad. Para ellas, la verdadera revolución es la revolución sexual en la cual las mujeres simplemente derrocarán el sistema de control masculino y lo sustituirán por — ¿el capitalismo dirigido por las mujeres? No dicen nada al respecto.
La conclusión lógica y extrema del feminismo radical es la separación femenina, la cual dicta que las mujeres se deberían desconectar completamente de los hombres. Las feministas radicales, sobre todo las separatistas, son sexistas, racistas y están contra el mundo laboral por su rechazo de alianzas con hombres gays, hombres de color y hombres trabajadores. Ellas se basan en estereotipos sexistas de las mujeres que las tildan de maternales e intuitivas; echan por tierra la teoría marxista por ser “masculina” y consideran que la experiencia personal es la forma suprema de análisis.
Irónicamente, con frecuencia las feministas radicales forman nexos sin principios con nacionalistas culturales, que consideran la raza o nacionalidad su primera causa. Las posturas sexista y antilaboral que son características del nacionalismo cultural tienen su paralelo en el feminismo radical. Lo que parecen alianzas extrañas entre las feministas radicales racistas y los nacionalistas culturales sexistas de hecho tienen cierta lógica pues comparten un antagonismo básico hacia el análisis de clase y las soluciones revolucionarias.
Al confundir la biología con la historia y la psicología con la cultura, las feministas radicales ignoran los fundamentos económicos de la explotación y la opresión históricas de las mujeres. Ellas arguyen que ningún sistema económico puede garantizar la igualdad para las mujeres pues ninguno puede garantizar los cambios en las actitudes y la cultura del chovinismo masculino.
Al igual que los líderes liberales, algunas voceras de las feministas radicales tienen una tal hostilidad hacia el feminismo revolucionario que se han alineado con la derecha, a la vez expresando su desaprobación de la izquierda y de los hombres socialistas, en particular.
Afortunadamente, las feministas radicales y separatistas están equivocadas: equivocadas en su análisis histórico y en sus conclusiones.
Las mujeres son y siempre han sido más adaptables y capaces de sobrevivir que los hombres. La relación que se desarrolló entre la procreación, la fuerza física y la opresión es un efecto de la propiedad privada y del sistema económico en el cual se basa. La clave para la emancipación de las mujeres nos es dada por la verdadera historia de las mujeres en las comunas primitivas donde se desconocían los juicios de valor modernos acerca de la maternidad y el tamaño físico y donde el valor social era determinado por la posición de la mujer en la fuerza laboral productiva de la sociedad.

Éste es todavía el caso, y es la razón por la cual el socialismo — no la reforma ni la separación — es el camino a la liberación para las mujeres modernas. Sólo el socialismo puede devolver a las mujeres una vez más la igualdad en la producción social y, de esta forma, la completa igualdad social, económica y personal.

Las mujeres y el socialismo

Las mujeres constituyen la mayoría de la población mundial. Somos, no sólo una mayoría absoluta, sino por lo menos la mitad de cada grupo étnico y de cada clase.
Somos la mayoría de los viejos y de los jóvenes; somos la mayoría de los pobres. Somos la mitad doblemente oprimida de cada minoría oprimida así como las trabajadoras más explotadas. Potencialmente somos la fuerza social y política más grande del mundo porque tenemos lo menos que perder a nivel económico, político y social en el statu quo y la más urgente necesidad de un cambio social revolucionario. Las necesidades y la fuerza de las mujeres son la realidad que debe dictar nuestras tácticas.
El capitalismo no puede erradicar el sexismo — ni el racismo, la pobreza, la guerra o la explotación salarial — sin aniquilarse a sí mismo.
En reconocimiento de esta realidad, la gente oprimida pugna por una solución socialista — una solución que puede surgir únicamente por medio de políticas revolucionarias, de un partido político extremadamente independiente que sea de la clase trabajadora y de todos los desposeídos de la tierra.
El feminismo — los derechos de la mujer — es inseparable del socialismo.
Pero el feminismo no es idéntico al socialismo. El socialismo es una forma de reorganizar la producción, de redistribuir la riqueza y de redefinir el poder del Estado de tal forma que los explotadores sean expropiados y que los trabajadores obtengan el control para que pueda nacer una nueva era de libertad cultural y emancipación humana en esta tierra. El feminismo, como todas las luchas de liberación de una forma específica de subyugación, es una razón para el socialismo, un catalizador para organizarse para el socialismo y un beneficio del socialismo. El socialismo es el prerrequisito económico de la emancipación de las mujeres y, al mismo tiempo, el feminismo es decisivo para el socialismo. Donde impere la supremacía masculina, no imperará el socialismo pues éste es por definición una forma más noble de relaciones humanas — basadas en la igualdad — de lo que puede existir bajo el capitalismo.
La Unión Soviética fue el primer país en el cual los trabajadores, campesinos, mujeres y grupos étnicos oprimidos vencieron al capitalismo nacionalizando la industria y la tierra bajo el control de los trabajadores y, de esta manera, embarcándose en el camino hacia el socialismo.
En los primeros años después de la Revolución rusa de 1917, los bolcheviques hicieron posibles enormes avances para las mujeres legalizando el aborto y la homosexualidad, facilitando el divorcio y creando instalaciones modelos de guarderías y cocinas colectivas.
Pero la extrema pobreza, la guerra civil y las invasiones militares por parte del mundo imperialista impidieron que el incipiente estado de trabajadores implementara sus programas socialistas y crearon las condiciones para la aniquilación de la revolución.
La devastación económica y la hambruna masiva alimentaron el crecimiento de una burocracia corrupta y privilegiada que contaba con el poder para decidir quién comía, quién recibía vivienda y educación decentes y quién recibía los empleos buenos.
Joseph Stalin representaba los intereses de dicha burocracia. Él consolidó el poder asesinando, encarcelando o exiliando a cualquiera que se opusiera a sus políticas que beneficiaban a los nuevos burócratas.
El programa de Stalin de “socialismo en un país” y “coexistencia pacífica con el capitalismo” desvió a las revoluciones a nivel mundial para proteger a los gobernantes soviéticos. Se utilizaron el antisemitismo, la homofobia y el chovinismo nacional en pro de los intereses de la burocracia. Las mujeres sufrieron grandes retrocesos; se les confinó en el hogar como sirvientas y procreadoras de niños para la gloria de la “familia nuclear revolucionaria” de Stalin.
La resistencia histórica al estalinismo fue fundada por Leon Trotsky, co-líder junto a Lenin de la Revolución rusa y gran simpatizante de la emancipación de la mujer. Trotsky, que fue exiliado y eventualmente asesinado por Stalin, pasó los últimos 12 años de su vida construyendo un movimiento internacional que defendía los logros de la Revolución rusa y exponía, se oponía y explicaba las capitulaciones
del Estado soviético ante el imperialismo y sus tremendamente titubeantes políticas en el escenario nacional y mundial.
Las Mujeres Radicales somos parte de un movimiento creado por Trotsky para preservar y luchar por los ideales socialistas de la Revolución rusa. El trotskismo defiende la democracia, el socialismo internacional y todos los derechos humanos. Como trotskistas, defendemos ardientemente a todos los estados de trabajadores contra el hostil ataque del capitalismo mundial. Es por eso que, por ejemplo, apoyamos de manera absoluta al pueblo revolucionario de Cuba en su lucha por el socialismo y el derecho a la auto-determinación contra la amarga enemistad y el brutal embargo del gobierno de los Estados Unidos.
El estalinismo, y su variante más reciente, el maoísmo, proporcionaron la base teórica para los estados de trabajadores de Europa Oriental, China, Cuba y Vietnam. A diferentes niveles, dichos estados reflejaban las políticas sociales estalinistas y la falta de democracia.
Pero también brindaron dramáticas mejoras en las condiciones de vida y la situación de las mujeres, los trabajadores, los campesinos y las minorías nacionales. Rusia y Cuba proveyeron el único apoyo material a los pueblos oprimidos en lucha para liberarse de la dominación colonial y semi-colonial.
Eventualmente, el constante ataque imperialista y la desilusión del pueblo soviético con los déspotas burocráticos dio como resultado la revolución política contra los estalinistas en toda la Europa Oriental.
A medida que las rebeliones desestabilizaron a los estados de trabajadores, el mundo fue testigo de impresionantes escalamientos hacia la democracia y hacia el socialismo genuino. Pero la clase trabajadora no contaba con el liderazgo que necesitaba para tomar el poder.
Las fuerzas pro capitalistas tuvieron éxito en desmembrar la Unión Soviética, el primer estado de trabajadores del mundo, y en volver a privatizar la economía. El resultado ha sido el dramático aumento del desempleo, de la gente sin casa, de la pobreza y la represión, siendo los más afectados las mujeres, los judíos y las minorías nacionales. A nivel internacional, el colapso del Estado soviético dio rienda suelta al gobierno de los Estados Unidos para minar las rebeliones a nivel mundial; para invadir Panamá, Granada y Somalia; y para hacer la cruenta guerra contra Iraq.
Tras la disolución de la Unión Soviética, las voces del imperialismo cantan por la “muerte del socialismo.” Pero la verdad es que el socialismo todavía tendrá que triunfar en todo el planeta. El socialismo genuino sólo puede existir como un sistema internacional; no puede nacer hasta que nos liberemos del estrangulamiento de la economía mundial por parte del capitalismo, recibiendo así, una era de liberación para las mujeres y para toda la humanidad.

Construyendo un futuro feminista socialista

En un principio, el comunismo primitivo y el feminismo estaban ligados; la sociedad estaba definida por su integración. Hoy día, el feminismo existe como movimiento. El socialismo verdadero, incorrupto e internacional existe también como movimiento. Pero existe una separación e inclusive una contradicción entre los dos movimientos.
Las radicales deben luchar para remodelar el socialismo y el feminismo
en su unidad primaria pero con un nivel histórico y cultural más elevado. La provocativa pregunta, “¿Cuál viene primero?” es sólo una provocación — no es una pregunta seria. El feminismo y el socialismo están relacionados indisolublemente como partes estratégicas de un todo. El socialismo auténtico y el feminismo de principios son consistentes, interdependientes y armoniosos en todos sus aspectos.
El feminismo revolucionario exige la intervención directa de las mujeres en la lucha de clases. Permanecer al margen y rogar por la necesidad de un cambio social sería sectario y autoderrotista. Las mujeres deben utilizar acciones laborales y la organización política como medios para crear reformas necesarias para la sobrevivencia. Es sólo con nuestra labor que los movimientos sindical, radical, de la gente de color, las minorías étnicas y de libertad sexual pueden ser presionados para que acepten nuestras causas, las cuales son también sus causas.
Además, debemos trabajar para radicalizar el movimiento feminista y para educar a las mujeres sobre la naturaleza de causas múltiples de nuestra lucha, lo cual significa instruirlas sobre la necesidad de crear una causa común con toda la clase trabajadora y con las políticas revolucionarias.
Como feministas trotskistas, imaginamos y nos organizamos para crear una sociedad feminista socialista internacional como no existe en ningún sitio del mundo de hoy. Esta tarea requiere no sólo que desarrollemos un análisis exhaustivo utilizando las herramientas teóricas más incisivas sino que seamos exponentes honestas y directas de las políticas revolucionarias.
El estalinismo y otras corrientes radicales oportunistas menosprecian al socialismo para ganar popularidad a expensas de su integridad política. Pero nosotras creemos que es inútil ocultar nuestra ideología para “acarrear a las mujeres lentamente” como si fueran corderos desorientados. Nos debemos encaminar hacia el socialismo ahora mismo, dado el alto nivel de consciencia actual de las mujeres y su gran interés, y el simple hecho de que la alternativa socialista es la única solución que tiene sentido. Éste materializa un objetivo que es lo suficientemente catalítico y fuerte como para movilizar a las mujeres más serias y para transmitirles la dedicación y resistencia. El liderazgo que surge de dicha fuerza y dedicación es capaz finalmente, a su vez, de galvanizar a las grandes masas de gente oprimida cuando estén preparadas para actuar en su totalidad.
Las mujeres no necesitamos puentes que nos conecten con la política radical. El que nos continúe diciendo que sí los necesitamos es, no sólo deshonesto, sino pueril y paralizante. Dichos “puentes” se convierten en centros de detención donde se impide el progreso de forma deliberada. A las mujeres se nos impide tener una comprensión total de las implicaciones políticas de nuestra propia opresión a través del liderazgo político manipulador y elitista que utiliza el movimiento de masas para reclutar individuos con “potencial.” Mientras tanto, el movimiento mismo se abandona a una actividad interminable en un camino oportunista que no conduce a ningún sitio. Las coaliciones formadas sólo con lazos del mínimo común denominador son telas de araña que se disuelven y se rompen; son un insulto para las mujeres, aun cuando son fomentadas — de manera inocente o deliberada — por otras mujeres.
Después de años de escuchar a los ingenieros sociales obsesionados con la “construcción de puentes” hacia las masas, las Mujeres Radicales nos preguntamos dónde se encuentran ahora todas sus “nuevas mujeres.” Desmoralizadas por la futilidad que han experimentado pues nadie les ofrecía una alternativa, muchas, desgraciadamente, se han desligado del movimiento. Ellas llegaron al movimiento radicalizadas por sus experiencias como mujeres, lesbianas o mujeres de color, sólo para encontrar un liderazgo político que no estaba dispuesto o no era capaz de ocuparse de dicha experiencia con una perspectiva radical correspondiente.
El flujo inicial de energía que todas experimentamos cuando obtenemos la consciencia feminista por vez primera debe ser contrarrestada con la teoría y la organización para poder soportar la larga y cruenta lucha futura. El liderazgo político oportunista que no reconoce que la experiencia femenina en sí misma es algo que nos radicaliza profundamente frena al movimiento por no aclarar las raíces causales de nuestra opresión, por no proponer soluciones ni ofrecer estrategias que puedan ayudar a alcanzar la plena liberación.
La verdad es que en las mujeres de todas edades y colores se alberga
un vasto potencial de fuerza y liderazgo revolucionarios — y en un momento de la historia en que la fuerza y el liderazgo se necesitan con urgencia. Si las mujeres no llegamos a asumir esta función de vanguardia para nuestro propio bien y en nuestro propio interés como mujeres, trabajadoras, gente de color, lesbianas, sería frenaremos al movimiento revolucionario y prolongaremos, no sólo nuestro propio sufrimiento, sino el sufrimiento de los pueblos oprimidos de todo el mundo.
Nosotras somos las herederas de una rica tradición de mujeres luchadoras y rebeldes: Ramona Bennett, Daisy Bindi, Tania Bunke, Ding Ling, Vilma Espín, Elizabeth Gurley Flynn, Clara Fraser, Emma Goldman, Fannie Lou Hamer, Lorraine Hansberry, Muriel Heagney, Jiu Jin, Helen Keller, Yuri Kochiyama, Lolita Lebrón, Rosa Luxemburg, Constance Markievicz, Gloria Martin, Eleanor Marx, Janet McCloud, Luisa Moreno, Sylvia Pankhurst, Rosa Parks, Lucy Gonzales Parsons, Nawal El Saadawi, Jessie Street, Emma Tenayuca, Sojourner Truth, Clara Zetkin y muchas más.18 Éstas son mujeres que dedicaron sus vidas a los derechos humanos y al progreso social. Son ellas mujeres que han comprendido el verdadero significado de la palabra “radical” — el cambio que se remonta a la raíz.
El futuro de la humanidad depende de nuestro compromiso para continuar esa tradición, haciéndonos responsables de dirigir la lucha para transformar el sistema capitalista en una democracia socialista para todos. Las mujeres, el socialismo, el internacionalismo — todos ellos están relacionados en la teoría y en la práctica.

PLATAFORMA

La plataforma de las Mujeres Radicales es la aplicación viva de nuestra teoría en las áreas en las que estamos involucradas y que se encuentran en constante expansión. Nuestra teoría nos guía en nuestra evaluación de nuevas situaciones a medida que éstas surgen.
Nuestra intervención en los movimientos feminista, de la gente de color, homosexual y laboral constantemente pone a prueba y comprueba nuestro análisis feminista socialista, y enriquece y expande nuestra perspectiva acerca de dichas cuestiones.
Como feministas socialistas, sabemos que la mayoría de nuestras exigencias pueden, en el mejor de los casos, ser realizadas sólo parcial o temporalmente bajo el capitalismo. Nosotros nos hemos propuesto lograr esas reformas incompletas pero necesarias urgentemente para hacer posible que las mujeres luchen y sobrevivan. Además, la lucha por las reformas es una experiencia profundamente radicalizadora. Las mujeres que aceptan luchar en la batalla colectiva por sus necesidades aprenden a organizarse eficientemente y, al mismo tiempo, a ver la incapacidad del capitalismo para proporcionar una solución. Nuestra plataforma se basa en el concepto trotskista de exigencias transitorias — exigencias que surgen de las necesidades cotidianas y que claman por una solución, pero que nunca pueden ser alcanzadas completamente bajo el capitalismo — y por esta razón, exponen al sistema en descomposición.

Nuestra plataforma es un reflejo del amplio espectro de cuestiones de las que las Mujeres Radicales se han encargado a lo largo de los años, aunque no es en absoluto una lista completa de todos los principios que adoptamos a medida que intervenimos en las siempre cambiantes luchas de la gente oprimida de todo el mundo.

Derechos legales

En la mayor parte del mundo, las mujeres no son reconocidas por la ley como iguales a los hombres. Las leyes e interpretaciones judiciales actuales son sexistas. Por ejemplo, después de un siglo y medio de lucha, la Constitución de los Estados Unidos todavía carece de una Enmienda de Derechos Igualitarios y, de esta forma, no proporciona el fundamento legal a nivel nacional para la igualdad de las mujeres.
La ley debería proteger la vida y libertad humanas sobre la propiedad privada pero en el capitalismo la realidad es la contraria. Se sacrifica el reconocimiento justo y democrático de los derechos de las mujeres por la necesidad de capital de perpetuar la institución de la familia nuclear y la subordinación de las mujeres con respecto a sus maridos La condición resultante de segunda clase de las mujeres se refuerza a través de la legislación, los tribunales y las políticas del gobierno.

EXIGIMOS

• El tratamiento igualitario incondicional bajo leyes no sexistas para todas las mujeres sin importar su edad, estado civil, minusvalías, salud, raza, orientación sexual, tamaño y peso, situación migratoria, ideología política, estilo de vida o nivel de ingresos.
• El reconocimiento legal igualitario de todas las formas de relaciones con consentimiento, de parejas casadas y domésticas incluyendo a las lesbianas, gays, bisexuales y transexuales. Ningún trato preferencial a nivel fiscal con base en el estado civil. El derecho absoluto de las mujeres casadas para conservar sus propios nombres e identidades legales independientes. El divorcio otorgado en base a la incompatibilidad irrefutable por ambas partes. La resolución gratuita de las disputas de la patria potestad y de propiedad mancomunada por parte de una comisión de familias, financiada públicamente y compuesta de profesionales y civiles que sean aprobados por ambos padres. La separación de los asuntos de divorcio y patria potestad de los hijos del sistema judicial. El derecho de las mujeres y de los niños a la separación legal de sus familias.
• El mantenimiento y extensión de las libertades civiles para proteger
nuestro derecho a disentir, incluyendo el derecho a la libre expresión, la asociación y agrupamiento, y el derecho a la privacidad en todas las áreas — particularmente en el trabajo, donde los derechos civiles son suprimidos cotidianamente.

Igualdad económica

El regreso de las mujeres al mundo del trabajo remunerado en todos los niveles y en igualdad de circunstancias que los hombres es el elemento esencial para lograr la igualdad social. Sin embargo, la crisis económica del capitalismo descarga sus golpes más severos sobre las mujeres. La dependencia económica, sea con respecto a los hombres o a la beneficencia pública, es una contradicción fundamental a la libertad e independencia. Las mujeres tenemos que lidiar constantemente con prejuicios en las transacciones financieras debido
a nuestro supuesto “exceso de emotividad” y la consecuente “inestabilidad” y también porque a muchas mujeres no se nos paga lo suficiente para independientemente reunir los requisitos de muchas transacciones económicas. Para controlar nuestras vidas debemos controlar nuestro sustento.

EXIGIMOS

• La acción afirmativa y el reconocimiento de la antigüedad en el empleo y las promociones. Listas separadas de antigüedad por raza y/o sexo en las clasificaciones de empleos en que las mujeres y la gente de color se emplean con menos frecuencia. Cuotas aplicables legalmente para garantizar el acceso igualitario a todas las clasificaciones de empleos para las mujeres, la gente de color y las minorías étnicas.
• Pago igual por trabajo igual o comparable como un derecho de las mujeres, la gente de color, los minusválidos, los viejos, jóvenes y los trabajadores inmigrantes.
• Guarderías gratuitas durante las 24 horas que sean financiadas por la industria y el gobierno y administradas por la comunidad que se encuentren en el lugar de trabajo o cerca del mismo y que cuenten con instalaciones educativas, recreativas y médicas para los niños.
• Permisos con goce de sueldo por embarazo, cuidado de recién nacidos y enfermedades graves sin pérdida de beneficios, antigüedad ni nivel de empleo.
• Condiciones de trabajo seguras para todos. La erradicación de ambientes de trabajo peligrosos que afecten un número desigual de mujeres, sobre todo de mujeres de color e inmigrantes. Que se acabe con la utilización de condiciones peligrosas como excusa para excluir a las mujeres de ciertas áreas de trabajo. El derecho de todos los trabajadores a interrumpir su trabajo, con salario íntegro, en ambientes o prácticas de trabajo peligrosos hasta que se corrija el problema.
• Permiso por enfermedad ilimitado financiado por el empleador con salario íntegro. Seguro médico completo financiado por el empleador para trabajadores de medio tiempo y de tiempo completo donde el seguro médico no sea universal. Beneficios para las parejas domésticas financiados por el empleador.
• La nacionalización bajo el control de los trabajadores de las industrias que fracasen.
• Entrenamiento y colocación financiados por las corporaciones y el gobierno sin pérdida de salario para trabajadores lesionados y para aquéllos despedidos debido al cierre de plantas, automatización o incremento en la carga de trabajo.
• Acceso igualitario para las mujeres a programas de aprendizaje en diferentes oficios. Programas de entrenamiento en acción afirmativa en oficios no tradicionales. Que se ponga fin al hostigamiento y a los ataques físicos contra las mujeres en los oficios.
• El fin al desempleo instituido a través de una escala variante de horas con la duración del día de trabajo reducido de manera uniforme para que haya trabajo para todos remunerado de acuerdo a los índices de salario sindical de un día completo.
• Incrementos regulares y automáticos de salario que igualen el ascenso en el costo de vida.

Las mujeres y los sindicatos

Las trabajadoras y sindicalistas son clave para un movimiento laboral revitalizado. Por ser las trabajadoras con los sueldos más bajos, nuestras luchas contra la discriminación y en pro de nuestros derechos
aportan un nuevo dinamismo al movimiento laboral.

EXIGIMOS

• La totalidad de igualdad para las mujeres en los sindicatos y funciones de liderazgo. El liderazgo de los sindicatos debe ser un reflejo de los miembros en términos de raza, sexo y lenguas que hablen. Programas de aprendizaje patrocinados por el sindicato con procesos de empleo y entrenamiento de acción afirmativa.
• Campañas fuertes por parte de los sindicatos para organizar los sectores laborales tradicionalmente no organizados, los cuales son principalmente las mujeres y la gente de color. El movimiento laboral deberá luchar por la igualdad de todos los trabajadores, ocuparse de cuestiones sociales y dar prioridad a las exigencias de las mujeres, la gente de color, los inmigrantes y las lesbianas y gays.
• La democracia sindical: el derecho de los sindicalistas a decidir las metas y prioridades de sus sindicatos a través de discusiones plenas y del voto mayoritario. La libertad de expresión dentro de los sindicatos incluyendo el derecho de los radicales a ser escuchados.
• Acción laboral militante, incluyendo huelgas generales, en solidaridad
contra los ataques del gobierno y de las empresas hacia cualquier sector del movimiento laboral. Actos de solidaridad con trabajadores de otros países contra las acciones antisindicales de las transnacionales. Sustituir las campañas proteccionistas y nacionalistas dirigidas al consumidor por campañas de compra de productos de los sindicatos.
• Un partido laboral anticapitalista que actúe como voz política independiente para el mundo laboral y que termine con la eterna alianza de la burocracia sindical con los partidos pro-capitalistas.
• Acabar con el apoyo del AFL-CIO al Instituto Americano para el Desarrollo Libre del Trabajo y otros frentes de la CIA que desintegran los sindicatos del Tercer Mundo.

Autodeterminación biológica

En el capitalismo, a las mujeres se les considera propiedad de los hombres, la Iglesia y el Estado. Para lograr el control de nuestras vidas, debemos recuperar nuestras mentes y nuestros cuerpos.
Nosotras somos las únicas que tenemos el derecho a determinar nuestra sexualidad; debemos definirnos a nosotras mismas. Fundamental a la liberación de la mujer es nuestro derecho como individuos libres a tener el control de nuestros propios cuerpos con base en nuestro criterio, sin coacción económica ni social. La procreación y crianza de los niños es sólo una parte de la vida de las mujeres. Los niños no deberían ser responsabilidad nuestra únicamente ni nos deberían poder forzar a procrear.

EXIGIMOS

• Que el Estado no interfiera en las decisiones reproductoras de la mujer ni en sus decisiones durante el embarazo.
• Información sobre el control de la natalidad de fácil acceso y la distribución de anticonceptivos gratuitos y seguros a todas aquéllas que los soliciten, sin importar su edad. El desarrollo y promoción de controles de la natalidad seguros y confiables tanto para hombres como para mujeres.
• Que no se nos obligue a la esterilización y que no se obtenga el “consentimiento” bajo presión o en la ausencia de información completa y que siempre se comprendan las consecuencias. Que no se efectúen experimentos en mujeres sin su conocimiento y sin un acuerdo informado que se realice sin coacción. Que se ponga fin al genocidio reproductor de las naciones indígenas y colonizadas, la gente de color, las minorías étnicas y la gente con minusvalías. Que se acabe con los programas de “control de la población” utilizados por el imperialismo para llevar a cabo el genocidio de países del Tercer Mundo.
• Abortos gratuitos, seguros y accesibles cuando los solicite cualquier mujer, incluyendo las mujeres de menos de 18 años de edad, sin notificación ni aprobación de los padres, del progenitor del feto o de los tribunales. Reconocimiento legal y médico de que la vida y el sustento de una mujer tiene precedente sobre el feto.
• Que se ponga fin a las normas hipócritas de moralidad sexual. El derecho de las mujeres casadas a tener relaciones extramaritales libres de la atroz etiqueta de “adulterio.” El derecho de las mujeres solteras de todas las orientaciones sexuales a disfrutar de la expresión sexual propia y de la libre vida sexual, sin interferencia de prejuicios sociales ni religiosos ni de las malévolas leyes reguladoras.
• La nacionalización de las compañías que desarrollen nuevas tecnologías reproductoras que garanticen que serán controladas y utilizadas a beneficio de las mujeres y no contra nosotras. La tecnología reproductiva deberá ser introducida después de que las mujeres hayan dado su consentimiento. La prohibición de agencias con fines de lucro en la industria de madres portadoras. Reconocimiento de los derechos de las madres portadoras como trabajadoras. Las madres portadoras deben tener el mismo derecho a cambiar de opinión y a quedarse con su hijo que una madre que ofrece a su hijo para adopción.
• Cuidado prenatal y de parto gratuitos y de calidad.
• Educación sexual obligatoria, no sexista y no homofóbica para los estudiantes de todas las edades.

Cuidado médico de calidad

No se nos debe forzar a poner nuestra salud mental y física en manos de un sistema médico insensible y con fines de lucro que se enriquece con nuestros males. El cuidado médico de primera calidad es un derecho humano básico.

EXIGIMOS

• Cuidado médico de calidad, informativo, preventivo y de rehabilitación
para todos sin costo alguno.
• La nacionalización de todos los sectores de la industria médica incluyendo las farmacéuticas, aseguradoras y de servicios de cuidado doméstico; que estén bajo el control de trabajadores de la industria médica y usuarios de los servicios médicos. Salarios a niveles sindicales para todos los trabajadores de la industria médica.
• El derecho a tratamientos de salud mental gratuitos y de calidad sin presión para adecuarse a las funciones sexuales tradicionales o a la heterosexualidad. Que se ponga fin a la “terapia” cuyo objetivo sea revertir la rebelión de las mujeres y mantenernos en “nuestro sitio” por medio de medicamentos nocivos, tratamiento de shock y otras formas de control social. Que se termine el tratamiento brutal de las mujeres por parte de los profesionales psiquiátricos y de pruebas psicológicas racistas y sexistas.
• Financiamiento completo para la investigación, prevención y tratamiento de enfermedades sin sesgo que afecten a las mujeres y a otras personas oprimidas. Que se termine la explotación de mujeres como “conejillos de indias” médicos, lo cual ha sido común sobre todo entre las mujeres de color y de las naciones del Tercer Mundo. Que se ponga fin a la utilización de estudios compuestos únicamente de hombres blancos para desarrollar tratamientos médicos contra enfermedades que afectan a todo el mundo.
• Financiamiento completo para la investigación, el tratamiento, la curación y la prevención del SIDA. Que todas las pruebas de medicinas sean gratuitas y accesibles a todos los pacientes de SIDA/VIH – incluyendo las mujeres, las cuales son excluidas de los protocolos de pruebas rutinariamente — y que se efectúen de manera informada y voluntaria. Pruebas gratuitas, voluntarias y anónimas del SIDA; pruebas no obligatorias. Que no haya cuarentena para la gente con SIDA y con VIH. Vivienda, guarderías, cuidado médico, consejería psicológica e ingresos garantizados para la gente con SIDA. Educación y materiales de sexo seguro gratuitos y culturalmente apropiados para todas las edades. Que no haya discriminación contra la gente con SIDA/VIH.
• El fin de la epidemia de cáncer de pecho con un completo financiamiento para la educación, investigación, tratamiento, curación y prevención. Que todas las pruebas de medicamentos sean gratuitas y accesibles. Que se limpie el medio ambiente de elementos cancerígenos. Que la mamografía más avanzada y de baja radiación sea accesible para todas las mujeres sin costo alguno.
Que todas las formas de tratamiento y detección —tradicionales y no tradicionales — sean accesibles gratuitamente a todos los pacientes de cáncer del pecho. Educación sobre el cáncer de pecho para todas las mujeres jóvenes en las escuelas. Vivienda, guarderías, cuidado médico, consejería psicológica e ingresos garantizados para todas las pacientes de cáncer.
• Que se legalicen las drogas bajo el control comunitario para acabar con las ganancias de los traficantes de drogas, para reducir el costo y, por consiguiente, disminuir los crímenes cometidos para financiar la drogadicción. Que se permita la regulación de la Calidad de los medicamentos. Que se ofrezcan jeringas gratuitas y estériles y programas de tratamiento voluntario sin costo, sin prejuicios y accesibles para drogadictos y alcohólicos. Que se establezcan programas educativos universales con consciencia cultural para ayudar a prevenir la drogadicción. Que no haya pruebas de drogas obligatorias.
• El derecho a tomar decisiones informadas acerca de nuestro propio cuidado médico, incluyendo la selección de un tutor legal, de ser necesario. El derecho a pedir o rehusarse a recibir tratamiento médico sin importar si la mujer está embarazada. El derecho a morir y el derecho legal al suicidio asistido.
• Totalidad de derechos civiles para la gente en centros para ancianos
e instituciones de salud mental.

Derechos de los niños

En la jerarquía de la familia nuclear, los hijos se encuentran en la parte inferior pues no tienen control sobre sus vidas, mentes ni cuerpos. Ellos reciben los golpes más duros debido al estrés, los conflictos y la desintegración de la familia nuclear en el capitalismo; sin embargo, no tienen escapatoria. La sociedad de clases priva a los niños de sus derechos legales, sociales, económicos y políticos a consecuencia de leyes frecuentemente arbitrarias y normas sociales que no consideran la capacidad individual y constantemente en expansión del niño. Los niños son el futuro de la humanidad y, por lo tanto, toda la sociedad debe asumir la responsabilidad de los jóvenes: para satisfacer sus necesidades, para protegerlos cuando sean vulnerables, para socializarlos y educarlos y para abrir la puerta de la prisión de la familia nuclear. Los niños deben tener la garantía de ser libres de la opresión de las relaciones familiares y los padres deben estar liberados de la responsabilidad única y aislante de criar a sus hijos.

EXIGIMOS

• El derecho de los niños a ser respetados como seres humanos capaces que pueden participar en la sociedad en un grado máximo según sus experiencias y habilidades.
• Guarderías gratuitas, de calidad, de control comunitario, financiadas por la industria y el Gobierno y atendidas por personal profesionalmente entrenado con salarios y condiciones a niveles sindicales, abiertas las 24 horas del día para todos los niños sin importar su condición social o la razón por la cual los padres los llevan a dichas guarderías.
• Garantía de condiciones de vivienda de calidad para los niños, incluyendo el total y gratuito acceso al cuidado médico, dental y EL mental, a la vivienda, al vestido y a una dieta nutritiva. Programas gratuitos de desayuno, almuerzo y cena para todos los escolares de bajos ingresos sin importar su condición migratoria.
• Completa protección de los niños contra el abuso físico y psicológico y contra la coacción sexual, hostigamiento y explotación por cualquier institución o individuo, incluyendo a los padres. Los tribunales y las agencias de beneficencia social deben tener como primera prioridad la protección de los niños contra padres abusivos en lugar de intentar “mantener la unión familiar.” Que se acabe con la costumbre de ignorar o descontar el testimonio infantil acerca del abuso sexual y de hacer de las madres chivos expiatorios; madres que no pueden ofrecer el suficiente cuidado o protección debido a factores económicos o sociales que no están bajo su control. El control comunitario de todas las agencias encargadas de actuar como defensores o protectores de los niños.
• El reconocimiento del derecho de los niños a estar activos sexualmente de acuerdo a su deseos y a su propio ritmo.
• Responsabilidad y distribución gubernamental de recursos gratuitos para los niños en el caso de problemas especiales como el SIDA, las minusvalías, la falta de casa y la drogadicción y el alcoholismo.
• La implementación de programas educativos para instruir a los padres, maestros y trabajadores de guarderías acerca de cómo guiar a los niños muy jóvenes para que se expresen por medio de juegos no sexistas.
• Que se ponga fin a la pobreza que sea la causa de que los padres ofrezcan a sus niños para adopción. Que se termine el lucro en las adopciones; los niños no deben ser vendidos.
• El derecho de los jóvenes a organizarse en beneficio propio.
• Que se elimine el hostigamiento y los perfiles raciales de los jóvenes por parte de la policía.

Educación

Las mujeres son discriminadas doblemente en la educación. Primero, se nos niega la igualdad de oportunidades en la libre elección de campos de estudio académico como resultado del acondicionamiento cultural y de la falta de acceso. Segundo, se ridiculiza o ignora nuestra propia historia como sexo en los programas actuales.

EXIGIMOS

• La igualdad de oportunidades en todos los campos académicos y en las escuelas de entrenamiento profesional, de servicios e industriales Igualdad de financiamiento para deportes femeninos y masculinos. Que se termine el sesgo racial y sexual en los exámenes.
Las mujeres y la gente de color deben tener representación en todos los comités de admisión a escuelas.
• La eliminación de los estereotipos en los materiales educativos y en la instrucción. Diversidad en el profesorado incluyendo a mujeres, gente de color, lesbianas y gays en todos los niveles de estudios. Las lesbianas, los gays, transexuales e izquierdistas deben tener el derecho a enseñar libres de hostigamiento y discriminación.
• La educación gratuita, de calidad, multilingüe, multicultural para todos, desde el nivel primario hasta el universitario en una atmósfera de libertad civil y de respeto por la disidencia y la no conformidad. Que se acabe la separación elitista, en una torre de marfil, de las universidades con respecto a las comunidades de la gente oprimida.
• El acceso a todos los niveles educativos a programas que representen el espectro total del quehacer humano, incluyendo las áreas frecuentemente omitidas como las artes creativas y escénicas, las lenguas, la educación sexual y la verdadera historia de todos los explotados y oprimidos. Que se termine el control corporativo de los programas educativos y de investigación. El establecimiento y financiamiento de estudios de la mujer, estudios étnicos, estudios de las minorías sexuales y estudios laborales con profesores calificados para explorar y enseñar la historia de la opresión y de la resistencia. Cursos obligatorios en estos campos sin importar la carrera.
• Que se expongan los mitos culturales y religiosos que proclaman que la “naturaleza inferior” de la mujer tiene su causa en la biología, sociología, psicología y antropología social. Una campaña internacional contra la ideología sexista en las escuelas.
• El pago de los gastos de mantenimiento para todos los estudiantes. Cuidado infantil gratuito, bilingüe y multicultural en todas las universidades.
• Cursos acelerados y de transición y excepciones a los requisitos normales de admisión para mujeres que regresen a la escuela después de años de no estudiar.
• Control de las escuelas por parte de la comunidad, los maestros, los padres y los estudiantes. Los administradores y directores deberán implementar políticas establecidas por la comunidad y no imponer su voluntad a estudiantes y maestros.
• El derecho a la privacidad, a la libertad de expresión y de asociación y el derecho a que los maestros y estudiantes se organicen a todos los niveles de estudios. Que se haga ilegal el castigo corporal en las escuelas.

• Financiamiento total para campañas de alfabetización en las lenguas tanto mayoritarias como minoritarias. La garantía para todos del derecho a aprender a leer y escribir en las lenguas de su elección. Permiso de ausencia con pago pleno para adquirir dichos conocimientos.

• Que se incremente el nivel de los sueldos de maestros y el financiamiento para escuelas por medio de la imposición fiscal a las corporaciones.

Política

El ganar el derecho al voto fue un logro progresista de las mujeres pero no nos ha conferido la igualdad política. Los partidos capitalistas atraen el voto de las mujeres ya sea defendiendo las “virtudes” de la familia nuclear y de los valores tradicionales o presentándose como defensores de los derechos y de la igualdad de la mujer. Pero ningún partido capitalista puede luchar genuinamente o alcanzar la totalidad de los derechos de la mujer porque todos ellos están dedicados a un sistema que cosecha enormes ganancias gracias a la condición inferior de las mujeres.
Las mujeres, la gente de color, las minorías sexuales y los trabajadores deben apoyar sólo a candidatos laboristas socialistas o anticapitalistas y construir un partido de la clase trabajadora para realizar una acción política afín a nuestros propios intereses. Sólo un partido de esas características nos permitirá eliminar los confines del Estado burgués y crear, en su lugar, una nueva sociedad igualitaria y socialista.

EXIGIMOS

• El derecho a la igualdad en la participación en la vida política y en todas las funciones sociales, políticas y económicas de liderazgo.
• El derecho democrático para todos los grupos oprimidos de formar comités dentro de todas las organizaciones.
• Acción responsable de acuerdo a los intereses de su sexo por parte de todas las legisladoras.
• Igualdad de acceso a las boletas electorales, tiempo en los medios de comunicación y recursos financieros para partidos menores.

Gente de color, minorías nacionales/étnicas y naciones indígenas

El mismo sistema que oprime a las mujeres es responsable de la subyugación de la gente de color, de los indígenas y de las minorías étnicas. Todos estamos acostumbrados a que se nos explote para producir ganancias para el capitalismo. El movimiento en su totalidad debe saber que no podemos lograr una unidad significativa procurando a los elementos más privilegiados de la lucha ni permitiendo que la homofobia ni el antisemitismo nos separen.
Las mujeres de color y las mujeres de minorías nacionales/étnicas experimentan las más intensas formas de opresión pues se les discrimina por tres razones — su etnia, su sexo y su clase. Las lesbianas de color también tienen que lidiar con la homofobia. Ellas representan y reflejan las necesidades de toda la gente oprimida. Nadie puede lograr la verdadera igualdad hasta que las lesbianas de color sean libres e iguales.
La función de liderazgo de las mujeres de color, mujeres indígenas y mujeres de las minorías nacionales/étnicas es decisiva para la inminente revolución. Ellas son las que más tienen que ganar y menos que perder de la destrucción del sistema de propiedad privada.
Son su seriedad y dedicación, nacidas de años de lucha contra la clase dirigente racista y sexista, las que les proporcionarán la energía y dirección hacia la unidad y la eventual liberación.

EXIGIMOS

• El fin a todas las formas de discriminación racial y étnica: social, legal, política, cultural, lingüística y económica. La igualdad de participación para todos en todos los aspectos de la sociedad.
• La acción afirmativa en la contratación, promoción y las oportunidades educativas para toda la gente de color y minorías étnicas, particularmente las mujeres.
• Que se destruyan todas las leyes migratorias que limitan la admisión de gente de color, que discriminan a los trabajadores indocumentados y a los ciudadanos de color, y que contraponen a los trabajadores nativos contra los inmigrantes — los cuales son, de hecho, aliados en la lucha contra los capitalistas. Que se abran todas las fronteras al libre tráfico internacional.
• Que se acabe la denegación abierta e indirecta del derecho al voto de la gente de color, las minorías étnicas y los inmigrantes.
Que sean obligatoriamente multilingües las boletas electorales, los materiales de votación y la información sobre campañas.
• El cese inmediato de la brutalidad policiaca y el hostigamiento y terrorismo racistas, y los homicidios de gente de color y minorías étnicas. El establecimiento de consejos de revisión policiaca elegidos y controlados por la comunidad que sean independientes de la policía con poder para disciplinar y despedir a los policías que hostiguen, traten brutalmente y maten a gente de color, jóvenes, homosexuales, trabajadores y mujeres. Los policías son los agentes armados de la clase gobernante y son incapaces de gobernarse a sí mismos.
• La autodeterminación para todas las naciones oprimidas e indígenas, incluyendo a los Nativos americanos, aborígenes australianos, maoris, kanaks de Nueva Caledonia, kurdos, puertorriqueños y palestinos.
• Que desaparezca la violencia y las víctimas de las actitudes racistas, anti-inmigrantes y antisemitas.
• El fin a toda discriminación lingüística. Todas las instituciones estatales deben ser totalmente multilingües.

Minorías sexuales

Las lesbianas, los homosexuales, bisexuales, transexuales y travestíes sufren una discriminación extrema debido a que sus vidas son una amenaza directa a la “santidad” de la familia nuclear. Con el advenimiento de la crisis del SIDA, la victimación histérica de los homosexuales ha causado un fuerte incremento en la discriminación y
violencia dirigida contra todas las minorías sexuales.
Toda la gente oprimida debe abrazar las exigencias de las minorías sexuales para la total liberación de manera que todos podamos obtener nuestra libertad. Las lesbianas se tienen que enfrentar con las formas más graves de sexismo y las lesbianas de color tienen la carga adicional del racismo. La experiencia vital de sobrevivir en una sociedad brutalmente opresiva y hostil ha producido, entre las lesbianas, un gran número de mujeres independientes, fuertes y capaces. Estas mujeres llevan dentro un vasto potencial para dedicarse al liderazgo feminista capaz de proporcionarle la fuerza a todo el movimiento.

EXIGIMOS

• El fin a la discriminación social, política, moral, legal y económica contra las lesbianas y todas las minorías sexuales. La creación de legislación exhaustiva para hacer ilegal la discriminación contra las minorías sexuales.
• El alto inmediato al hostigamiento, la brutalidad y los homicidios policiales de las minorías sexuales.
• El derecho de las minorías sexuales a cuidar y criar a sus hijos y a ser padres adoptivos o tutores. Que se termine la discriminación con base en la orientación sexual, el estado civil o la raza contra los adultos que deseen adoptar niños.
• La anulación de las leyes migratorias que impiden la entrada a las minorías sexuales o a cualquier persona que sea sospechosa de tener SIDA.
• Que se termine la manera maliciosa y destructiva en que se presenta a las minorías sexuales en los medios. La imagen de las lesbianas como enfermas y amargadas que repudian a los hombres ha sido utilizada consistentemente para dividir al movimiento feminista. Denunciamos esas mentiras y tácticas de difamación.
• La igualdad de acceso para las minorías sexuales y mujeres independientes a beneficios y seguro médicos y ausencias con goce de sueldo en caso de muertes y enfermedades graves. Leyes de parejas domésticas que le permitan a toda la gente — gays y heterosexuales — reclamar sus beneficios en caso de todas las relaciones familiares que cada quien defina como tal. Que se proteja el derecho de las parejas domésticas a la privacidad.
• Que se acaben las leyes contra la sodomía y todas las demás leyes que limitan las prácticas sexuales con consentimiento.

Mujeres mayores

La suerte de las mujeres mayores de nuestra sociedad es una intensificación de la discriminación y explotación con que tienen que lidiar todas las mujeres. Los testimonios hipócritas acerca de la supuesta condición respetable de las mujeres mayores no puede ocultar el hecho de que las mujeres de más de 65 años de edad son el sector más empobrecido de nuestra sociedad.
El trabajo arduo y la pobreza que tienen que soportar las mujeres jóvenes tiene como resultado justamente más pobreza y aislamiento social cuando éstas envejecen. Los bajos salarios de las mujeres trabajadoras dan como resultado, a la vez, beneficios de Seguridad Social, médicos y de jubilación raquíticos que les causan más estragos debido al incremento de los gastos de cuidado médico y el siempre ascendente costo de vida.
El poco reconocimiento que se les otorga a las mujeres por sus servicios domésticos y de procreación desaparecen después de que sobrepasan la edad de procreación y son marginadas fríamente por el resto de la sociedad porque ya no son útiles. La cruel pobreza y aislamiento que sufren las mujeres mayores son un insulto a todas las mujeres y un componente crucial de nuestra lucha por la liberación.
Las mujeres mayores son una parte muy importante del movimiento de las mujeres. Sus años de lucha por sobrevivir contra la incesante opresión han producido una sabiduría invaluable para las mujeres más jóvenes que apenas se están conscientizando acerca de la ruda realidad de la existencia de la mujer. El movimiento feminista es resultado de su arduo trabajo y dedicación y es reforzado por su continua participación y liderazgo.

EXIGIMOS

• Una pensión a nivel de salarios sindicales y garantizada que permita la supervivencia.
• Un cuidado médico que sea completo, respetuoso y considerado
Cuidado médico y doméstico gratuito, con personal competente, multicultural y multilingüe. Que se ponga fin al deshumanizado cuidado de custodia con fines de lucro. Que se ofrezcan gratuitamente todas las técnicas, dispositivos de ayuda personal, ejercicio y terapia para mejorar la calidad de vida.
Transporte gratuito y accesible. Comidas nutritivas y de calidad con entrega a domicilio sin costo alguno.
• El derecho a una vida útil y productiva sin importar la edad. Que se termine la jubilación obligatoria y la discriminación por la edad en las contrataciones. Empleos y entrenamiento para la gente mayor que no desee jubilarse. Derechos de antigüedad y normas de salud y seguridad para proteger a los trabajadores mayores.
• Recursos sociales y de recreación gratuitos y de calidad controlados por la gente mayor.
• Que se termine la violencia y las amenazas contra las mujeres mayores.
• Que se acaben los estereotipos de las personas mayores en los medios — y sobre todo de las mujeres mayores — como infantiles, inútiles y dependientes. Que se termine la moral sexual represiva contra las mujeres y los hombres mayores.

Mujeres jóvenes

Las mujeres jóvenes son doblemente oprimidas a causa de su género y de su edad pues son prisioneras de sus familias y su educación.
Son sometidas a una intensa socialización en cuanto a sus funciones por ser mujeres, lo cual limita sus capacidades, restringe sus oportunidades y destruye su sentido de auto-estima. Se les niega el derecho básico de determinar el curso de sus vidas. Su sexo automáticamente las destina a la opresión y su juventud las hace relativamente indefensas contra dicha opresión.
En el capitalismo, las mujeres jóvenes son objetos utilizados según lo estiman conveniente sus padres o dueños. Su lucha contra las limitaciones de la familia nuclear — y la dinámica de liderazgo que desarrollan como consecuencia — son esenciales para la liberación de
todas las mujeres.

EXIGIMOS

• El derecho de las mujeres jóvenes a desarrollarse física, intelectual, política y sexualmente libres de la represión sexista de sus familias, escuelas y otras instituciones sociales. El inmediato alto a la intimidación e institucionalización de las mujeres jóvenes debido a sus actividades sexuales y su rechazo de la pasiva “función femenina.”
• El establecimiento de hogares colectivos donde los jóvenes puedan vivir y crecer con sus compañeros y con adultos compatibles.
El reconocimiento legal del derecho de los jóvenes a entrar y abandonar una familia u hogar colectivo.
• Que se termine la intensa explotación de los jóvenes como mano de obra barata. Empleos y entrenamiento para los jóvenes, especialmente los de color y mujeres jóvenes que son víctimas de una doble y triple discriminación en el lugar de trabajo.
Igualdad de salarios y protección sindical para los jóvenes que opten por trabajar. Que se terminen los estereotipos sexuales en entrenamientos u oportunidades de empleo.
• El alto a la explotación y el abuso de las mujeres jóvenes y niños por parte de las industrias de la publicidad y la pornografía.
• El derecho de las mujeres jóvenes a tomar sus propias decisiones reproductoras, incluyendo el derecho al aborto, y el apoyo social y económico de mujeres adolescentes. Educación de calidad y cuidado infantil para las madres jóvenes que deseen continuar sus estudios.

Mujeres minusválidas

La gente minusválida constituye una minoría importante. Por ejemplo, una cuarta parte de la población de los Estados Unidos entre 22 y 64 años de edad tiene algún grado de minusvalía física o mental.19 Los tres causantes de minusvalías principales — la guerra, las condiciones laborales peligrosas y la pobreza — están directamente asociadas con el capitalismo. Los minusválidos se tienen que enfrentar a la discriminación y segregación en todas las fases de la vida.
Las mujeres minusválidas, en particular, se vuelven invisibles y llevan el estigma de ser deformes, inútiles y asexuales. Aunque se niega su sexualidad, también son blancos importantes del abuso sexual, especialmente si tienen minusvalías mentales o viven en una institución.
Las mujeres y hombres minusválidos sufren una explotación extrema en el trabajo. Se les paga mucho menos que a otros trabajadores o se les usa como mano de obra gratuita. El sistema fuerza a los minusválidos al aislamiento social reforzando de esta manera su condición de segunda clase. Se gasta más dinero en programas destinados a la dependencia que en estrategias para incrementar la autonomía y autosuficiencia y para hacer posible que la gente minusválida sean miembros activos de la sociedad.

EXIGIMOS

• La completa integración de los minusválidos a la sociedad, incluyendo derechos legales completos y protección de la discriminación.
Financiamiento gubernamental y corporativo para proveer la ayuda tecnológica más avanzada a toda la gente con minusvalías.
• Que los transportes, edificios e instalaciones públicas tengan acceso para minusválidos. Transporte gratuito.
• Cuidado médico gratuito, de calidad y universal.
• Entrenamiento y empleo laboral no discriminatorio. Cuotas de acción afirmativa para emplear a gente con minusvalías. Modificación de las herramientas y edificios para los minusválidos. Empleos con salarios a niveles sindicales que permitan vivir bien.
Que no se excluya a los empleadores de minusválidos de la obligación de pagar el salario mínimo. Condiciones laborales seguras y saludables para todos. Que se sindicalicen las fábricas explotadoras donde con frecuencia se fuerza a trabajar a los minusválidos. Ingresos garantizados a niveles sindicales para todos aquéllos que no puedan trabajar.
• Igualdad en el ámbito educativo para los minusválidos incluyendo instalaciones modificadas cuando sean necesarias.
Financiamiento completo para programas a todos los niveles educativos para la instrucción de niños con minusvalías de aprendizaje.
• Que se acaben los estereotipos sociales y de los medios que hacen hincapié en las minusvalías de la gente e ignoran sus capacidades.
• Financiamiento gubernamental para proporcionar traducción para gente con minusvalías auditivas en todos los acontecimientos culturales, educativos y políticos.
• Entrenamiento acerca de cuestiones de derechos de los minusválidos
para aquéllos que trabajen con el público. Que se elimine la burocracia que impide a los minusválidos recibir la asistencia necesaria.

Mujeres y pobreza

La escasez de oportunidades ha forzado a muchas mujeres, especialmente a las mujeres solteras, a volverse dependientes de la beneficencia pública para su supervivencia económica. Éste es sobre todo el caso de las mujeres de color que, a causa del racismo y sexismo, cuentan con menos oportunidades para la educación y para empleos con salarios decentes.
La clase trabajadora luchó por la beneficencia y triunfó para proteger a sus miembros del desempleo y de la pobreza permanentes que son intrínsecos al capitalismo. Este importante logro ha sido desvirtuado y convertido en un sistema que crea y perpetúa la dependencia, impotencia y el cinismo, alienando a las mujeres de las experiencias laborales que proporcionan fuerza y autosuficiencia. Si se espera que las mujeres logren la igualdad algún día, deben contar con entrenamientos y con independencia económica.
En su lugar, a muchos se les niegan aun beneficios limitados. En Australia, por ejemplo, muchos padres solteros son eliminados de la beneficencia pública si se sospecha que tienen una relación sexual.
En los Estados Unidos, un número creciente de madres y de gente sin casa carecen de beneficios para sostenerse a sí mismos. La epidemia de la pobreza extrema y la falta de vivienda en los países capitalistas avanzados es una fuerte sentencia contra el sistema.

EXIGIMOS

• La garantía de ingresos para todos a niveles sindicales que permitan la supervivencia.
• El cese inmediato del trabajo forzado y de los programas de “entrenamiento”
que utilizan la intimidación económica para obliga a las mujeres a aceptar empleos indeseables con salarios por debajo del promedio. Tales programas utilizan a las mujeres de la beneficencia pública como mano de obra barata para destruir el movimiento sindical y producir grandes cantidades de lucro para las grandes empresas.
• Igualdad de acceso a la educación y programas de entrenamiento en todas las ocupaciones, no sólo en los campos típicos “de mujeres.”
• Procedimientos justos para quejas con apoyo legal gratuito para todos los que reciben la beneficencia pública. Y que se deje de espiar a las personas que reciben beneficencia pública.
• Cuidado infantil gratuito las 24 horas al día con transporte y tres comidas completas diarias para los niños.
• Que se haga colectivo el trabajo doméstico, de cocina y de crianza de los niños como empleos remunerados que son responsabilidades sociales, no individuales. Mientras que dichos empleos socialmente necesarios sean la responsabilidad particular de las mujeres en la casa, el Gobierno debe pagar salarios a aquéllas personas que desempeñen dicho trabajo.
• Vivienda de calidad para los pobres con subsidio del Gobierno.
El alto a la discriminación en la vivienda para los que reciben beneficencia pública. Que se acabe el peligroso e inhumano “almacenamiento” en refugios de la gente sin casa. Alimentos nutritivos para todos.

Mujeres en la cárcel

Las prisiones son instituciones de control social y castigo inhumano y no centros de rehabilitación. La raza, el sexo, la sexualidad e ideología política y clase social del acusado con frecuencia tienen más peso en las condenas y sentencias que las pruebas de culpabilidad.
Las mujeres, en particular, son encarceladas con frecuencia por “crímenes” de desesperación económica o por defenderse contra maridos o novios brutales. Cuando están en la cárcel, las mujeres son sometidas a condiciones de vida degradantes y a hostigamiento físico, psicológico y sexual.

EXIGIMOS
• El derecho al asesoramiento legal gratuito y de calidad. Que se acabe el racismo y el sexismo al dictar condenas. Que se eliminen todas las formas de discriminación contra los prisioneros o ex-prisioneros.
• Que se acabe la pena de muerte que es racista y que perjudica a la clase trabajadora y a los radicales.
• La libertad para todos los prisioneros políticos. Que se eliminen las unidades especiales de control que utilizan la privación sensorial y que se usan especialmente contra los prisioneros políticos.
• El derecho de los prisioneros a organizarse con protección contra represalias.
• Cuidado médico de calidad y condiciones decentes de vivienda en la prisión. Que se termine la experimentación y pruebas médicas con prisioneros. Que no haya condenas ni tratamiento discriminatorios para prisioneros con SIDA o VIH. Condones y jeringas estériles gratuitos para todos los prisioneros.
• Entrenamiento y educación laboral en la prisión, incluyendo entrenamiento en oficios no tradicionales. Que se ponga fin a la explotación de los prisioneros como mano de obra barata. Empleos para los prisioneros con salarios a niveles sindicales.
• El derecho de los presidiarios a mantener la patria potestad de sus hijos y a decidir si quieren que sus hijos vivan con ellos en la prisión. Instalaciones adecuadas para los niños para que permanezcan con sus madres. El derecho de todos los prisioneros a tener visitas ilimitadas y sin control de amigos, parientes y amantes, sin importar su orientación sexual ni estado civil.
• Que se ponga fin al hostigamiento sexual de todos los prisioneros, sobre todo de las lesbianas y hombres gays. El alto a la violencia racista y sexista contra los prisioneros. El alto a los cacheos y a las violaciones en la prisión.

Legalización de la prostitución

La prostitución es el corolario de la monogamia burguesa, de la moral de la clase media y del puritanismo. Dada la necesidad del statu quo de preservar a la familia monógama de dominación masculina — y el tabú del sexo fuera del matrimonio — la prostitución seguirá existiendo
hasta que las relaciones y los valores morales se transformen.
Una vez más, las mujeres son las víctimas. Por carecer de entrenamiento, habilidades y educación laborales, algunas mujeres se ven forzadas a volverse prostitutas, un papel que las hace tener que lidiar con una abrumadora opresión económica, legal y moral. La ilegalidad de su oficio las hace vulnerables a la violencia de sus clientes, a la explotación extrema por parte de sus jefes padrotes, y al constante hostigamiento de la policía y los tribunales, quienes las tratan como al peor de los criminales.
A la vez que luchamos por poner fin al capitalismo y su comercialización del sexo — en la forma de prostitución o cualquier otra — al mismo tiempo exigimos la protección de los trabajadores del sexo que hayan sufrido abusos y maltratos.

EXIGIMOS

• La inmediata e incondicional legalización de la prostitución. Con “legalización” queremos decir la total descriminalización de la misma de manera que los trabajadores del sexo no sean sometidos a ninguna forma de hostigamiento legal, multas, persecución o regulación. Al contrario, deben ser defendidos por la ley contra la violencia y la intimidación de los padrotes, policías y clientes. El derecho de las prostitutas a la protección policial.
• La integración de las prostitutas a la clase trabajadora, con salvaguardas laborales básicas y el derecho a sindicalizarse. El derecho de las prostitutas a controlar sus propios ingresos, libres del parasitismo de los padrotes. Un salario mínimo garantizado a niveles sindicales para las prostitutas.
• Cuidado médico y revisiones gratuitos para las prostitutas cuando ellas los soliciten.
• El derecho de las prostitutas a la patria potestad de sus hijos.
• Que se ponga fin a las causas de la prostitución: la pobreza, el racismo y el sexismo. Entrenamiento y colocación laboral gratuitos para las mujeres que opten por dejar la prostitución por otra profesión.

Violencia contra las mujeres

Como mujeres, experimentamos la violencia todos los días de nuestras vidas. Nuestras mentes y nuestros cuerpos son constantemente sometidos a los caprichos arbitrarios y sin escrúpulos de los hombres que tienen el poder sobre nosotras — nuestros jefes, maridos, padres, compañeros de trabajo, policías y oficiales del Gobierno.
La violación es una extensión del control masculino, una forma de terrorismo para mantenernos en nuestro “sitio.” Cualquier mujer es una víctima fácil para un violador. Cuando se nos viola y protestamos con las autoridades, se nos acusa de haberlo “pedido.” El insensible tratamiento de las víctimas de asalto sexual por parte de la policía, los profesionales médicos y los tribunales proviene de esa misma mentalidad violadora — se encuentra oculta detrás de las apariencias
de oficialidad y es sancionada por el Estado.
Una expresión extrema de la actitud general de culpar a la víctima — sobre todo a las mujeres de color — que se defiende exitosamente contra la violencia, es el hecho de que se les procesa y encarcela.
La violencia doméstica ha alcanzado dimensiones epidémicas que penetran todos los ámbitos raciales y de clase. Con frecuencia, la policía considera los asaltos maritales como un simple altercado, dejando a la mujer indefensa contra los ataques que pueden llegar al homicidio.
Habitualmente la economía y el sistema judicial fuerzan a las mujeres golpeadas a regresar a su situación mortal.
El hecho es que el patriarcado depende de la explotación violenta e inhumana de las mujeres para mantener su dominio. Nosotras nos podemos liberar de la violencia sólo uniéndonos, tomando el poder y construyendo una sociedad libre de brutalidad psicológica y física.

EXIGIMOS

• El derecho a vivir libremente sin temor a insultos o ataques sexuales. El derecho legal a la autodefensa contra todas las formas de violencia sexual. Que no haya hostigamiento sexual en el trabajo.
• La total protección policiaca y legal para las víctimas de violaciones y violencia doméstica. Investigaciones inmediatas de todos los crímenes contra las mujeres que sean reportados. Que se contrarreste la suposición legal de que el atacante es inocente hasta que se pruebe su culpabilidad con un compromiso de primera prioridad de proteger a la víctima de más abusos o daños.
• El procesamiento de todos los violadores y que la responsabilidad de las pruebas esté en las manos de las autoridades, no de las víctimas. Que se haga ilegal la violación conyugal. El derecho de las víctimas de crímenes violentos a dirigir sus propios pleitos legales, si es que así lo desean.
• Cuidado médico gratuito y considerado para todas las víctimas de asaltos sexuales. Que se dejen de someter a las víctimas de asaltos a juicios morales hipócritas por parte de una sociedad que creó el problema en primera instancia.
• Refugios para mujeres que huyan de la violencia doméstica financiados por el Estado. Entrenamiento y colocación en trabajos para mujeres golpeadas.
• Compensación para supervivientes de violaciones o violencia por pérdida de ingresos, consejería psiquiátrica, cuidado médico y cualesquiera otros gastos que sean resultado de dichos ataques.

El medio ambiente

La globalización capitalista está destruyendo la tierra. Al vivir bajo las riendas de una clase dispuesta a arriesgar nuestras vidas y las generaciones futuras por ganancias fáciles, somos bombardeados con
químicos en nuestros alimentos, agua y aire, y con venenos en el lugar
de trabajo, nuestras casas y nuestras comunidades. Las mujeres sufren debido a las peores condiciones de trabajo y nuestros cuerpos pueden también ser especialmente susceptibles a ciertos venenos ambientales.
Las mujeres han dirigido la lucha contra los pesticidas, desperdicios tóxicos y nucleares, la deforestación y otras formas de destrucción ambiental. La tecnología en manos de los trabajadores puede ser utilizada para el progreso humano pero la clase dirigente la utiliza en contra de nosotros.

EXIGIMOS

• Financiamiento y educación para preservar y proteger el medio ambiente y para reciclar o restaurar los recursos naturales.
• Que se abran los libros de contabilidad de los magnates de la energía. La nacionalización de las industrias de energía y petroquímicas bajo el control de los trabajadores. Que se creen formas
de energía seguras y abundantes que preserven y mejoren el nivel de vida a nivel mundial.
• El inmediato cierre de todas las plantas nucleares. Que se acabe la construcción de armas nucleares. Que no se tiren contaminantes nucleares y que se implemente un programa seguro para la destrucción de los desperdicios radioactivos existentes supervisado por la comunidad. Que las corporaciones se hagan totalmente responsables de volver a entrenar y a emplear a los trabajadores de la industria nuclear.
• Que se limpie el medio ambiente y el lugar de trabajo de pesticidas nocivos, venenos y desperdicios peligrosos. La total responsabilidad corporativa del costo de limpieza de los tiraderos y de reparar los daños al medio ambiente en lugar de usar los dólares de los impuestos de los trabajadores para limpiar el desastre.
• Que se termine la explotación minera abierta, especialmente la de uranio cancerígeno. El alto al hurto de las tierras de indígenas para explotar depósitos mineros o cualesquiera otros recursos.
• La estricta aplicación de normas de seguridad y salud para todos los trabajadores, sobre todo para aquéllos que limpian los desastres ambientales.
• Que las corporaciones dejen de tirar basura y de transferir industrias peligrosas a comunidades pobres, reservaciones de Nativos y a países del Tercer Mundo. Estrictas normas internacionales para impedir que las industrias de las naciones imperialistas contaminen otros países.
• El trato humano de los animales y la total protección de las especies en peligro de extinción y sus hábitats, incluyendo el bosque lluvioso, la tundra y los océanos. La supervivencia de la vida animal y vegetal es necesaria para el progreso humano y no debe competir con nuestro bienestar.

Medios y cultura

El radio, la televisión, los videojuegos, la prensa y las películas transmiten prejuicios malignos contra las mujeres. A las mujeres se nos presenta como vacías, frívolas, tontas ineptas, seductoras manipuladoras o como objetos sexuales de mentalidad simple que nos encanta que se abuse de nosotras violentamente; se nos utiliza para vender de todo con nuestro “atractivo sexual.”
El chauvinismo masculino está bien enraizado en la cultura contemporánea.
La mayoría de los hombres lo aceptan y se dejan llevar por él automáticamente de la misma forma que lo hacen muchas mujeres a pesar de su obvia confusión, frustración y miseria. Al mismo tiempo que proliferan los estereotipos sexistas, la verdadera información acerca de nuestras vidas se censura y se oculta con frecuencia.

EXIGIMOS

• El fin a la imposición en el público de las imágenes mórbidas, distorsionadas y menospreciativas que crean los medios de las mujeres y de la gente de color. El cese a perpetuar los modelos de la belleza blanca, delgada y frágil, los cuales discriminan abiertamente a las mujeres con otros tipos de cuerpos y de otros colores.
• Que se impida a los publicistas utilizar a mujeres y niños como atracción sexual para ventas. Que se termine con la práctica de emplear imágenes violentas contra las mujeres para estimular la compra de productos. Que no haya más anuncios dirigidos a crear una mente consumista en los niños y a promover productos nocivos para su salud o sus actitudes acerca de los demás.
• Que se proporcione cobertura seria en los medios acerca de la lucha en pro de los derechos de las mujeres y movimientos de toda la gente oprimida. El fin de la censura de nuestra historia e información acerca de la problemática femenina. Acceso gratuito a los medios para todos los puntos de vista políticos. Programación que refleje la total diversidad de la experiencia y estilos de vida humanos, incluyendo a la gente de color y las minorías sexuales. La abolición de las imágenes estereotípicas de todo índole en los medios.
• Que se elimine la explotación violenta de las mujeres y los niños por la millonaria industria pornográfica internacional.

El ejército y la conscripción

Nos oponemos a la conscripción obligatoria que fuerza a los trabajadores a defender al imperialismo y a matar a sus hermanas y hermanos de clase. Pero también protestamos contra la exclusión sexista de las mujeres de la conscripción en muchos países.
A las mujeres se les niegan las oportunidades de entrenamiento militar y sufren debido a los estereotipos de función de su sexo y la discriminación económica en las fuerzas armadas. Somos conscientes de la necesidad que tenemos las mujeres y demás gentes oprimidas de contar con capacitación militar para nuestra propia autodefensa.

EXIGIMOS

• Que no haya conscripción. Ni una vida humana ni fondos públicos para la guerra imperialista. Donde existe la conscripción que no exista la exclusión de las mujeres de matricularse para la conscripción.
• El fin a los prejuicios y la discriminación en el trabajo contra las mujeres, la gente de color, las minorías sexuales y las madres en el ejército.
• El derecho de todo el personal militar a salarios sindicales y a organizar sindicatos. Programas de entrenamiento y colocación en empleos después del servicio militar.
• Entrenamiento militar gratuito y voluntario para todos.
• El retiro de todas las tropas y asesores imperialistas en todo el mundo. La eliminación del presupuesto militar y la utilización de esos fondos para servicios sociales.
• Que no haya ninguna intervención de Estados Unidos en otros países. La abolición de la Escuela de las Américas patrocinada por los Estados Unidos, la cual entrena a los escuadrones de la muerte y ejércitos de derecha para aniquilar la democracia y las rebeliones populares. Completo apoyo a las luchas antiimperialistas y al derecho de todas las naciones a la autodeterminación.

El derecho a la autodefensa

Apoyamos el derecho de todos los pueblos oprimidos a defenderse contra la violencia. Ya sea que el peligro provenga de los escuadrones
de la muerte de derechas, de la represión policiaca, de los maridos fuera de control, de los supremacistas blancos, de los criminales racistas, de aquéllos que propinan palizas a los gays, de los nazis o de los Estados policiacos, creemos que la autodefensa organizada comunitariamente es una cuestión de supervivencia y de sentido común.
No recomendamos a la gente de color que “ponga la otra mejilla” al asalto racista ni a los activistas antinazis que sean atacados por los matones fascistas. No aconsejamos a los campesinos de América Central que entreguen sus armas a los estados represivos que han asesinado a tantos de ellos. Apoyamos a las mujeres que se defienden
a sí mismas y a sus hijos contra las violaciones o los asaltos, a las minorías sexuales que organizan escuadrones de defensa contra los propinadores de palizas a los gays y a los trabajadores que protegen sus piquetes contra los rompehuelgas anti-sindicalistas.
La cuestión de la no violencia es una cuestión táctica, no un principio absoluto. No defendemos la aventura desbocada ni la provocación de enfrentamientos con la policía, los nazis o rompehuelgas cuando haya poco que ganar por medio de enfrentamientos físicos.

EXIGIMOS

• El reconocimiento legal del derecho de la gente oprimida a la autodefensa, incluyendo la movilización organizada comunitariamente contra la brutalidad policiaca, los asaltos racistas y nazis, los ataques contra las clínicas de aborto, las palizas a homosexuales, las redadas para destruir sindicatos y otras formas de violencia o terrorismo represivos.

En pro de un frente unido contra la derecha y el fascismo

La crisis económica del capitalismo da valor a la derecha conservadora
y a los fascistas. Su objetivo es el de preservar el lucro, sin importar el costo. Para evitar la revolución socialista, el sistema está dispuesto a recurrir al fascismo en su máximo esplendor, con su racismo genocida, antisemitismo, sexismo y homofobia. Una vez en el poder, el fascismo destruye todos los sindicatos y las organizaciones comunitarias de la clase trabajadora y elimina los derechos democráticos de todos los oprimidos.
El movimiento feminista está en la vanguardia de la batalla contra la ultraderecha, sobre todo en cuestiones de derechos del aborto. El feminismo es sometido a malévolos ataques porque desafía la supremacía de la familia nuclear. Por otra parte, las mujeres tienen la capacidad de unir a todos los movimientos atacados y crear un poderoso frente unido contra el fascismo y la derecha.
Un frente unido tiene por definición liderazgo y un programa que representa los intereses de la clase trabajadora. Cuando las organizaciones pequeño-burguesas o burguesas tienen el liderazgo, se menoscaba la función del frente unido y se convierte en lo opuesto, o sea en un “frente popular” oportunista y colaborador. Los frentes populares pugnan por mantener el statu quo y siempre acceden a la clase gobernante — la misma clase que financia y respalda a los reaccionarios.
En un movimiento destinado a vencer al fascismo no hay lugar para sectarismo, sexismo ni prejuicios. Los frentes unidos deben ser organizaciones de plataforma amplia que abarquen más allá de la izquierda organizada e incluyan también los sindicatos, la gente de color, los judíos, las feministas, los libertarios civiles y las minorías sexuales.

EXIGIMOS

• Organizaciones de frentes unidos administrados democráticamente en las cuales los miembros sean los que toman las decisiones.
Que cada organización participante mantenga su propio programa y esté de acuerdo en colaborar en actos específicos contra los reaccionarios.
• Que no contemos con la policía para defendernos de los fascistas.
La autodefensa contra los nazis y el Ku Klux Klan. La confrontación de los fascistas de alguna manera con tácticas específicas determinadas por la relación de fuerzas y el grado de autodisciplina de nuestras filas. Que no se encamine a la gente a batallas arriesgadas e imposibles de ganar.
• La solidaridad en la acción contra los reaccionarios. Un daño a uno es un daño a todos.

ESTRUCTURA Y PRINCIPIOS ORGANIZATIVOS

Las Mujeres Radicales somos una organización seria, democrática y estructurada.
Nuestra estructura interna es el producto directo de nuestra necesidad
de solidaridad ante la opresión, de nuestro programa positivo en pro de la liberación de nuestro sexo, de nuestra creencia en la necesidad del liderazgo de las mujeres y nuestra convicción de que la liberación de las mujeres es una cuestión decisiva en el movimiento general en pro de un mundo socialista revolucionario.
Para poder existir, sobrevivir y ser tomadas en serio, el movimiento de las mujeres debe servir como modelo de la dinámica relación entre la libertad del individuo y la función colectiva del grupo en su totalidad. Esto nos crea una gran responsabilidad para garantizar derechos democráticos completos y prácticas organizativas disciplinadas dentro de nuestro propio movimiento. Nosotras consideramos la democracia y la estructura, no como contradictorias sino como complementarias e interrelacionadas.
Una organización verdaderamente democrática es aquélla en la cual los miembros son el cuerpo supremo en la toma de decisiones.
Dado que las alianzas de individuos independientes y no conformistas raramente logran la unanimidad en todos los aspectos, los miembros imponen su voluntad por medio del voto mayoritario para decidir acerca de una política unificada para el grupo. Pero el votar no tiene ningún significado a menos que exista una discusión libre, abierta e intensiva sobre las cuestiones en disputa. Sólo cuando ésta ha tenido lugar entre los miembros se puede votar y decidir acerca de las políticas.
En relación con cualquier cuestión, la minoría tiene derecho al total respeto de sus opiniones, a la consideración flexible de su punto de vista y a solicitar la reapertura del diálogo sobre una cuestión cuando sientan que dicha discusión es necesaria y productiva para la organización.
La unidad pública en la acción se hace posible sin la violación de los derechos individuales; esto se logra por medio de una estructura organizativa a dos niveles: el interno y el público. Se establecen los principios a través de discusiones internas y las cuestiones en disputa no se discuten públicamente. Las opiniones de la minoría no pueden ser presentadas como la política de la organización. En público, los miembros deben presentar los puntos de vista de la mayoría de la organización; de otra forma, las opiniones de las Mujeres Radicales se
malinterpretarían y distorsionarían y la mayoría se vería privada de sus derechos. Los miembros, por supuesto, tienen la libertad de expresar opiniones personales acerca de cuestiones no directamente relacionadas con el ámbito del programa de las Mujeres Radicales. Esta política de unidad en la acción y completa democracia dentro de la organización se denomina centralismo democrático.
El liderazgo es una parte necesaria y vital del proceso democrático.
Las Mujeres Radicales exhortamos a todas nuestras miembros a hacerse líderes. Toda miembro deberá asumir la responsabilidad personal de garantizar que el programa se implemente correcta y consistentemente.
El examen y análisis individuales de cada aspecto de la organización, desde las cuestiones teóricas y programáticas hasta los detalles administrativos, proporcionan la base del verdadero liderazgo colectivo.
Nuestro principio ético supremo es la ayuda mutua y el apoyo del grupo. La cooperación y las relaciones de respeto son indispensables para proyectar una imagen clara de nuestra identidad y nuestro propósito. Este tenor y esta aproximación gobiernan la discusión interna, las diferencias y los debates y su mejor caracterización es la “camaradería.”
En nuestro trabajo aspiramos a la democracia, la racionalidad y objetividad. La disciplina sensata se basa en el respeto mutuo y la prestancia para estar dispuesto a experimentar, innovar y recapacitar acerca de todos los aspectos de nuestro programa y nuestra estructura.
Nos consideramos un movimiento de desarrollo en medio de un orden social cambiante, y nos proponemos combinar la necesidad de reglas con la flexibilidad para adaptarlas a las circunstancias cambiantes.
La democracia total en el proceso de la toma de decisiones y la completa solidaridad en la administración de la organización representan nuestra norma y nuestro principio organizativos.
Las Mujeres Radicales somos una organización autónoma de mujeres. Nuestro programa exhorta a mujeres y hombres a que se nos unan para oponernos al capitalismo y para crear un mundo nuevo.
Nuestra táctica para alcanzar dicha unidad es la organización independiente en que las mujeres puedan reunirse por separado,
construir su propio liderazgo y el de las demás, y volverse a relacionar con otros movimientos de oprimidos para luchar contra nuestro enemigo común desde una posición de fuerza. La autonomía no es separatismo, pues éste último eleva la separación a un principio y la adopta como una solución política a la discriminación.
Debido a que las Mujeres Radicales y el Partido de Libertad Socialista concordamos en los principios del feminismo socialista y en la necesidad del liderazgo de las mujeres de color en el movimiento revolucionario, existe una relación formal de camaradería y cooperación entre las dos organizaciones. Las Mujeres Radicales y el Partido de Libertad Socialista están afiliados y colaboran en muchas áreas. Estamos orgullosos de esta alianza y la defendemos. Las Mujeres Radicales agradecemos el liderazgo proporcionado a las Mujeres Radicales por los miembros del Partido de Libertad Socialista, algunos de los cuales fueron fundadores de las Mujeres Radicales.

NOTAS

1 Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el estado (Biblioteca Virtual Espartaco/Marxists Internet Archive, 2000).

2 Lewis H. Morgan, Ancient Society (New York: Henry Holt & Co., 1878).
3 Evelyn Reed, Women’s Evolution: From Matriarchal Clan to Patriarchal Family (New York: Pathfinder Press, 1974), p. 128.
4 Op cit., p. 127.
5 Engels,
6 Op cit.,
7 Op cit.,
8 Op cit.,
9 Op cit.,
10 Op cit.,
11 Op cit.,
12 U.S. Census Bureau, Statistical Abstract of the United States: 1999 (119th ed.) (Washington, DC, 1999), Chart 72: p. 61; Chart 661: p. 418.
13 Engels,
14 Carlos Marx, El capital: crítica de la economía política, vol. 1 (Fondo de Cultura Económica, 1946), p. 410.
15 Engels,
16 Stepin Fetchit fue el nombre de artista del actor afroamericano de vaudeville, Lincoln Perry (1902–1985). Aunque actuó en 49 películas, los papeles que tuvo ejemplifican el estereotipo de los negros como gente simple, deshonesta y sumisa.
17 Shulamith Firestone, The Dialectic of Sex: The Case for Feminist Revolution (New York: Bantam Books, 1971).
18 Ramona Bennett (1938 – ) es defensora de los niños Nativos americanos. En 1976, como Directora de la Tribu Puyallup, dirigió una ocupación armada de siete días de duración del Centro Juvenil Cascadia para reclamar el edificio al Estado de Washington.
Daisy Bindi (ca. 1904 – 1962), aborigen australiana, ayudó a dirigir una huelga histórica de trabajadores rancheros aborígenes, estableció la primera escuela indígena y la primera cooperativa aborigen en Australia Occidental.
Tania (Haydeé Tamara) Bunke (1933 – 1967) fue una comunista germano-argentina judía. Inspirada por los prospectos revolucionarios de América Latina, se unió al ejército guerrillero del Che Guevara y fue asesinada en una emboscada por parte del ejército boliviano.
Ding Ling (1904 – 1986), revolucionaria china, novelista y crítica cándida del sexismo. Fue encarcelada a causa de su feminismo por los Nacionalistas en los años 30 y por los comunistas influidos por Stalin durante la Revolución Cultural.
Vilma Espín (1930 – ) se unió a la lucha de liberación cubana cuando era estudiante en 1952 y prestó sus servicios en el Ejército Rebelde que triunfó en 1959. Es presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas y líder del Partido Comunista Cubano.
Elizabeth Gurley Flynn (1890 – 1964) es celebrada en la canción de Joe Hill, “La chica rebelde”. Era oradora callejera para los Obreros Industriales del Mundo (IWW) y activista en pro de la libertad de expresión y de los trabajadores inmigrantes en ambas costas de los Estados Unidos; posteriormente se unió al Partido Comunista de los EE.UU.
Clara Fraser (1923 – 1998) fue una revolucionaria judía de la clase trabajadora, talentosa organizadora e iniciadora del feminismo marxista en los EE.UU. Fue una teórica visionaria y fundadora de las Mujeres Radicales y del Partido de Libertad Socialista.
Emma Goldman (1869 – 1940), fue una inmigrante ruso-judía en los EE.UU. y destacó como agitadora en pro del anarquismo, los sindicatos, el libre amor, el control de la natalidad y los derechos de los homosexuales.
Fannie Lou Hamer (1917 – 1977) se convirtió en una inspiradora líder del movimiento de los derechos civiles a la edad de 47 años después de perder su sustento como granjera por tratar de votar. Fue vicepresidenta del Partido de Libertad Democrático de Mississippi.
Lorraine Hansberry (1930 – 1965), aclamada dramaturga, ensayista y activista afroamericana que relacionó la lucha contra el racismo al feminismo, a los derechos gays y a la revolución. Una de las primeras miembros del grupo pionero lésbico, Daughters of Bilitis.
Muriel Heagney (1885 – 1974) fue pionera de la lucha en pro de salarios decentes para los obreros australianos, el pago justo para las mujeres, la ausencia por maternidad y los contratos sindicales para trabajadoras domésticas.
Ju Jin (1875 – 1907) se opuso con valor a la dinastía Manchu, al colonialismo y a la subordinación de las mujeres en China y Japón. Formó una asociación de mujeres revolucionarias chinas y fue ejecutada por conspirar para derrocar al Gobierno.
Helen Keller (1880 – 1968) perdió la vista y el oído a los 19 meses de edad pero se graduó de la universidad y se convirtió en una renombrada y radical defensora de los minusválidos, del voto femenino, del trabajo y del movimiento socialista de los EE.UU.
Yuri Kochiyama (1921 – ), organizadora comunitaria japonesa-americana, se hizo radical mediante su involucramiento en la lucha por la libertad de los negros. Es una activista empedernida en pro de los asiático-americanos, los prisioneros políticos, la liberación de Puerto Rico y el socialismo.
Lolita Lebrón (1919 – ) dirigió un asalto armado a la Cámara de Diputados de EE.UU. en 1954 para atraer la atención mundial a la cuestión de la colonización de Puerto Rico. La liberaron después de 25 años de prisión y es todavía hoy defensora de la libertad de Puerto Rico.
Rosa Luxemburg (1871 – 1919), polaca, judía y minusválida, fue una brillante pensadora marxista. Fue fundadora del Partido Comunista Alemán y el Grupo Spartakist. Fue asesinada después de ayudar a dirigir una insurrección fallida en Alemania.
Constance Markievicz (1868 – 1927) luchó por la liberación de Irlanda y fue la segunda al mando de una unidad militar durante la Rebelión de la Pascua en 1916. Como miembro de Sinn Féin, fue la primera mujer elegida al Parlamento Británico.
Gloria Martin (1919 – 1995), fue una astuta e irreverente libre-pensadora, una de las primeras activistas en pro de los derechos civiles en St. Louis, Missouri, organizadora comunitaria y revolucionaria feminista. Fundadora de las Mujeres Radicales y faro guía del Partido de Libertad Socialista.
Eleanor Marx (1855 – 1898) fue una revolucionaria dedicada y la hija menor de Karl Marx. Es considerada una de las mejores oradoras de Inglaterra. Fue escritora, líder huelguista, defensora de las obreras y una figura importante en los círculos socialistas internacionales.
Janet McCloud (1934 – ), miembro de la Tribu Tulalip, fue pionera en pro de los derechos y la soberanía del derecho a la pesca por parte de los indios del Noroeste del Pacífico y es conferencista internacional en cuestiones de mujeres indígenas y libertad de los Nativos.
Luisa Moreno (1907 – 1990?), nacida en Guatemala, pasó tres décadas como organizadora sindical y defensora de los derechos de los Latinos en los Estados Unidos. Fue deportada de los EE.UU. en 1950 y vivió en México, Cuba y Guatemala.
Sylvia Pankhurst (1882 – 1960) soportó la cárcel y huelgas de hambre como parte del movimiento británico por el sufragio. Una fuerte socialista y opositora a la Primera Guerra Mundial, pasó cinco meses en la cárcel por su sedicioso apoyo a la Revolución Rusa.
Rosa Parks (1913 – ) motivó el boicot de autobuses en Montgomery, Alabama y el movimiento en pro de los derechos civiles de los negros en 1955 rehusándose a ceder su asiento a un hombre blanco en un autobús urbano. Fue modista y secretaria del National Association for the Advancement of Colored People local.
Lucy Gonzales Parsons (1853 – 1942), revolucionaria negra y chicana, fue una fuerte vocera y movilizadora de mujeres, obreros, gente pobre y gente de color. Su marido fue uno de los Mártires de Haymarket ejecutados por el Estado de Illinois.
Nawal El Saadawi (1931 – ), médico egipcia y escritora militante en temas de la mujer árabe, la sexualidad, religión y política. Sus libros fueron prohibidos en Egipto y fue encarcelada de 1980 a 82 por criticar al Gobierno.

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