La poesía para qué o para quien

Por: Rafael Febles Fajardo
Fuente: http://www.debatecultural.net (Marzo 2007)

rafaelfebles@yahoo.com

En el oriente llanero se transmite de generación en generación una frase lapidaria si se cree de esta manera. Son las cosas que nacen de las entrañas del pueblo y se quedan en sus conciencias y a cada oportunidad la expresan sin inmutaciones de ninguna índole y ajenos a cualquier sesgo agresivo y menos peyorativo “De músicos, poetas y locos, todos tenemos un poco”. Semejante y tajante determinación solo nos coloca en la duda acerca de que hasta que punto el músico lo es, el poeta lo escribe y los demás se refieren a los primeros excluyendo de una sola vez. Tres categorías que trato de entender y aún no encuentro de que se trata. O en todo caso, indica que si somos músicos algo de locos nos toca; de poetas escribir del algo que no se ve nos califica de igual manera, entonces podemos solemnemente concluir que la locura es innata al hecho de ser poeta o músico, o que sencillamente, es el decir de no decir nada, para que en la chanza calificar o descalificar por sus conductas al que de verdad loco le corresponde.

Todo esto lo traemos a colación en virtud de algo que siempre me ha preocupado y entiendo a quienes escriben poesía, narrativa o lo que sea, producto de la imaginación y la creación, acaso, es verdad que la lujuria por escribir de la musa y sus entuertos tiene un ingrediente del “antinormal” ser que somos, porque se hace para que nos escuchen porque no lo podemos decir de otra manera, o lo hacemos para quienes la virtud de entender semejantes mensajes se traduzcan en hechos de vida, de existencia pueril y vanidosa, o es que además el poeta vive en un mundo aparte cuando se hace por arte y se espera que alguien te diga , que bien lo haces, que bonito, me tocó el alma, eso si que es verdad, se parece a fulano o a sutano, le encaja perfectamente al loco aquel, en fin, infinidad de destinatarios que lo puedan recoger, aunque dudo que alguien, alguna vez, comience a vivir de nuevo porque leyó algún escrito que lo hizo modificar su conducta y ver la luz del túnel, tan solo una prueba tangible, necesito para asegurarme que escribir poesía en verdad llega a donde llegue y por supuesto se quede.

Narrar la historia de una vida, sucesos, eventualidades, leyendas, del mundo como lo vemos, de la gente que nos creemos, de los demás que si entienden o de otros que dicen que lo hacen porque enseña, es pura esencia de lo que ha tocado vivir, de la experiencia hecha letra, de la vorágine de la experticia por conocernos mejor, de las debilidades y flaquezas con que se encuentra el ser humano sumido, de las grandezas de otros, de los triunfos heráldicos del pasado inquisidor, todo, todo apunta a decir, que jamás el ser humano encontró para relatar otros temas como el del hombre y la naturaleza, porque empezamos y terminamos en la tierra, no hay nada divino en trasladar lo que vemos y sentimos a la expresión pura del cuento hecho narración, o de la narración como un cuento.

La poesía que todos llevamos dentro, es manifiesto de que algo anda siempre subyugando nuestros pensamientos y haciendo de la creación el arte de decir lo que otros no pueden o no quieren hacer, de eso se trata, la poesía es la extensión en vida y de la vida hecha resonancia de lo que nos ocurre o vemos en otros, de la sabia naturaleza que siempre cobra su espacio infinito. El ser humano es dulce o amargo, no hay medias tintas, el temperamento, el odio, la felicidad, la envidia, el amor, el desamor o la pena, la tragedia, el orgasmo, el beso, la infidelidad, hasta el trabajo es objeto de referencia para escribir o plasmar lo que se nos ocurra acerca de todos ellos, el asunto entonces está en disfrutar lo que se crea, no como un mensaje reparador sino como estrategia para cambiar el modo de ver y la factura por cobrar, porque con relación a esto último, nos acostumbramos al hacer, al crear para ser reconocidos como poetas, y para mi lo es, sólo el que se olvida de lo que ha escrito, he allí, que generalmente ningún poeta toca casi nunca el mismo tema y de la misma manera, es lo evolutivo, es lo nuevo que tiene que aprender de si mismo, de lo que lo rodea (seres y no seres).

La plusvalía de escribir un contenido poético, no es que lo recites, no es para mejorar a otros, es básicamente para extirpar la soledad de quien lo escribe, no es la soledad física del acompañamiento que no está , es la soledad que toca sufrir cuando se observan las injusticias, cuando la sociedad está al revés y no nos atrevemos a la lucha social, es el atrevimiento a pisar otro mundo desconocido de las luchas entre los hombres y mujeres que cada día se encuentran con cada aflicción que nos interrumpe el pensamiento y la respiración.

Para qué o para quién es la poesía, es el descubrimiento que hace falta, quizás sea un poeta el que lo descubra y de cierto que ha de llamarse Cristoforo y si no lo es, sería el más sublime y atrevido ser humano que sin escribirla se atrevió a jurungar un nicho que no le pertenecía, seguramente porque no sabía que existía, o dicho de otra manera se lo encontró porque necesitaba de ello. Que bella es la poesía cuando no es patrimonio de nadie, es la apertura a la creación, al invento diario, a la irradiación de luz y sombra, de espacio sin medida, en fin, de la vida misma.

La inspiración cubre el manto de la creación, motivos encontrados o accidente para llevarlos a la pantalla del ojo escrutador, cual episodio humano en divino se convierte, cuando se traza en esa raya invisible que jamás se verá y a la que todos quieren llegar, el tema es escogido en el biombo y al azar, aunque digamos por ejemplo “es parte de mi” o le sucedió a aquel.

Otra cosa muy distinta es la poesía cuando social la solidaridad trae y la sensibilidad nos atrae, volvemos a la carencia de equidad en los seres humanos, gobernantes sin desparpajo alguno hacen de las suyas y la humanidad es presa de sus ambiciones, esa oda si es manifiesto de verdad, reflejo de la realidad, cien años declaró el poeta mayor cuando de libertad se trata y lo infinito de la solución está en la conciencia, no del que escribe sino el de las armas tomar para tratar de solucionar semejante desigualdad social. En este caso particular, si y solo así, interpretamos lo que la gente común suele decir cuando de vivencias peculiares la vida y su ritmo ha de disertar, en un mundo repleto de vaguedades y la felicidad pura y simple lleva en su lento andar.

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