El posmodernismo como sustento ideológico filosófico del neoliberalismo a fines del siglo XX

Por: Roberto Aruj*
Fuente: La onda digital

* politólogo argentino

1.- Contexto Referencial.

El elemento revolucionario constitutivo de la Modernidad, fue la ruptura con la cosmovisión teológica del orden social y la constitución de una nueva cosmovisión en la que la Razón como atributo del hombre, fue un instrumento de transformación del mundo, por el cual puede pensarse a si mismo en su subjetividad.

El lenguaje que estaba cargado de entelequias y desprovisto de certezas racionales comienza, con Newton y Kant, a depurarse, otorgándosele formas más transparentes, ordenándolo alrededor de lo matemático (lenguaje científico).

El sujeto pasa a ser conciencia, objetivo (matriz del Iluminismo), despojando a las cosas de cualquier misterio. Se funda a sí mismo y se vuelve autorreferencial, vinculado al pensamiento de la creación ex nihilo judeo cristiana.

El sujeto cartesiano nace sin raíces, la razón es su núcleo. Vervaliza su existencia a partir de la ratio.

Para el Renacimiento, la idea de perfección esta en el pasado que hemos extraviado (Nietzsche retomará esta idea a lo largo de su obra). Para los pensadores de las luces (Condorcet) la idea de perfección está adelante. La naturaleza le otorga al hombre conocer cada vez más la naturaleza humana buscando la perfección. Para la modernidad no hay límites. El hombre es el que construye el sentido de su propia acción. No hay una previa articulación externa. Los individuos son dueños de su propia acción.

Como reacción a la hegemonía cultural y científica de la Razón autónoma, se constituyeron dos corrientes de pensamiento:

Una que provenía del Neokantismo, la cual rompe con esta escuela (Nietzsche) proponiendo la postura del anti método en tanto abolición de la razón. En esta corriente encontramos a la filosofía de la sospecha, que duda de la certidumbre del racionalismo metódico y termina en una negación radical y absoluta de la racionalidad moderna (Heidegger, Derrida) . La otra, surge como reacción contra el método de la razón absoluta, instrumental y trascendental, proponiendo como alternativa la razón crítica, sustentada por Marx y sus continuadores (Gramsci y la Escuela de Francfort).

En este trabajo nos vamos a abocar al análisis de la Posmodernidad como sustento ideológico filosófico del Neoliberalismo. Nuestro punto de partida es la relación de las diferentes concepciones que pertenecen a la primera de estas corrientes desde la reflexión crítico metodológica de la segunda.

Para intentar comprender la situación socio económica y política por la que atraviesan las sociedades latinoamericanas en particular, y la sociedad planetaria en general, en su relación con el capitalismo del fin de milenio, debemos analizar la asociación entre el neoliberalismo como práctica política y económica y el posmodernismo como su sustento filosófico, los que han permitido que el sistema capitalista se halla mantenido pese a sus constantes crisis , importantes contradicciones y a las contingencias de la naturaleza.

El pensamiento posmodernista representa el correlato de la hegemonía que el discurso dominante neoliberal ha puesto en práctica a través de diferentes mecanismos.

Al mismo tiempo que identificamos esos mecanismos que representan las formas de control, disciplinamiento y subordinación, debemos desmitificar las supuestas diferencias éticas e ideológicas asignadas entre el liberalismo y el neoliberalismo.

2. Punto de partida.

El neoliberalismo, como corriente de pensamiento, comienza a configurarse en los años 40 con la obra de Friedrich Hayek, «El Camino de la Servidumbre» . Después de tres décadas de deambular por los ámbitos académicos, los sectores dominantes del poder político lo comienzan a asumir y lo pondrán en práctica en las principales naciones del capitalismo industrializado. Estos sectores vieron en esta nueva doctrina la posibilidad de poner en práctica los programas de ajuste y reestructuración necesarios para salir de la crisis de acumulación del régimen fordista y por ende del salvataje del sistema en su conjunto. Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania fueron los países que asumieron con mayor dinamismo el proceso de reestructuración política y económica que llevó progresivamente a la derechización de gran parte del mundo en la década de los 80 y 90. Nos encontramos ante un verdadero proyecto hegemónico de escala planetaria.

«La respuesta neoliberal es simplista y engañosa: promete más mercado cuando, en realidad, es en el propio mercado donde se encuentran las raíces de la exclusión y la desigualdad. Es en el mercado donde la exclusión y la desigualdad se reproducen y se amplían. El neoliberalismo nada nos dice acerca de como actuar contra las causas estructurales de la pobreza; por el contrario, él actúa intensificándolas».

Lo que ha permitido que este sistema siga funcionando en la cotidianeidad, fue la construcción de una serie de representaciones que introyectan en los sujetos un imaginario socio cultural que los condiciona. De tal manera se produce esa influencia, que los hace operar con el sentido común como valuarte de un conocimiento vago y fragmentado, sin consistencia, acrítico y superficial. Estas representaciones, manipuladas por los mensajes mediáticos, dirigen las conciencias por caminos que generan el consenso rutinario, trazados por la tecnocracia que sirve a los fines de la elite dominante.

El imaginario social instituye significaciones para cohesionar a los sujetos sociales, guiando las subjetividades para construir realidades y crear de esta manera personalidades dependientes y sumisas, seguidoras del proyecto impuesto, quienes desempeñarán papeles que pertenecen al guión escrito por otros, dejándose llevar por los acontecimientos.

En esta situación la actividad individualista supera cualquier posibilidad de construcción colectiva, manifestándose a través de la ruptura con el otro, el narcisismo y la vinculación enajenante con el medio, entre otras cosas.

En palabras de Blas de Santos , «La incertidumbre por el porvenir rechaza la conexión con todo proyecto que desborde la certeza en la salida por la propia iniciativa y la desconfianza en los proyectos colectivos. Estos últimos han quedado asimilados traumáticamente al fracaso de las economías populistas y a la despiadada represalia que desencadenó el paso a la acción directa, cuando grandes masas creyeron que había llegado el momento de tomar el problema en sus manos, sin esperar soluciones de quienes no los padecieran».

Aquí podemos vincular la realidad impuesta con el sustento filosófico que le ha dado vida a través del posmodernismo, el nihilismo filosófico, la desconstrucción e incluso el destruccionismo Heideggeriano.

3. Heidegger y la Deconstrucción

Heidegger es el pensador que ha desarrollado una filosofía de carácter acrítica que elimina al sujeto histórico como reconstructor de la realidad, como reconstructor de la historia. Lo elimina en base al razonamiento de que la filosofía dominante ha aniquilado la realidad. Los sujetos no existen sino que hay seres que devienen. Ser, en tanto ente envuelto en un devenir en el cual el sujeto es un receptor de esa dinámica.

De esta forma se elimina a los grandes protagonistas del modelo hegeliano. Pero realmente lo que se está eliminando es la posibilidad de la construcción de la historicidad y la concepción filosófica de la libertad. El discurso triunfante en este presente nos indica vivir sin tener en cuenta la historia y esperando la llegada de la muerte. En esta espera se debe vivir lo cotidiano de una manera individual, tratando de recoger para sí todo aquello que esté a la mano. Otro de los mecanismos que se implementan es la despolitización de este sujeto individual, actor, individuo, para lo cual los medios de comunicación juegan un papel fundamental para lograr ese proceso.

Se vive en función de lo inmediato, no se piensa en perspectiva, el mundo no tiene futuro, «el futuro ya llegó». La historia no tiene sentido en relación a lo que vendrá.

Si lo conectamos con la desconstrucción, planteada por J. Derrida, con el ser que mira, que observa lo que pasa y no participa por ser un simple espectador anónimo, con el ser contemplativo de Heidegger, podemos vislumbrar con mayor seguridad el triunfo del proyecto político y económico del neoliberalismo, el cual se ha ocupado de impedirle a los sujetos que puedan recomponer sus lazos de solidaridad, proyectar en función de una transformación, controlando todas sus acciones, insentivando la fragmentación que gobierna al mundo en todos sus planos.

Este fenómeno lo podemos observar a través del discurso que impone el concepto de globalización desde la fragmentación, estimulando esta idea, como propuesta neoliberal, en la instancia actual, como filosofía estructurada en el posmodernismo.

4. Globalizar para Gobernar.

El proceso de globalización es definido por Nestor García Canclini como la transición de identidades modernas a identidades posmodernas. Las primeras se las caracteriza como territoriales y monolinguísticas y suponen la subordinación de las regiones y etnias. Las segundas en cambio, «se estructuran menos desde la lógica de los Estados que de los mercados, en vez de basarse en las comunicaciones orales y escritas que cubrían espacios personalizados y se efectuaban a través de interacciones próximas operan mediante la producción industrial de cultura, su comunicación tecnológica y el consumo diferido y segmentado de los bienes».

Esta posición es descriptiva y ecléctica y no refleja la realidad de este proceso, más aun, introduce elementos que llevan a la confusión.

La globalización no es más que un nuevo rótulo que asume la ya tan conocida transnacionalización de la economía que hoy somete a la política y a la cultura en todos sus matices.

El discurso de la globalización construye un imaginario que introyecta la ilusión de un mundo mejor en el cual hay una seudo libertad, consumismo, hedonismo y la búsqueda constante y posible de una mejor calidad de vida por un camino individual.

El proyecto neoliberal de la globalización, tiene como premisa lograr el desarrollo de la humanidad sin tener en cuenta los costos que ello implique, apuntando a que un sector (aquellos que detentan el poder y algunos de sus seguidores) subsista hasta el final del camino.

Para ello ha desplegado una serie de instrumentos que junto con el desarrollo de la tecnología le han permitido una mayor eficiencia para lograr y mantener ese control.

Esta elite dominante tiene un conjunto de funcionarios (orgánicos del consenso), que intentan mantener su condición a través de una competencia que no tiene límites en su desarrollo y que ha sido asumida como parte de nuestro engranaje social. Asumen su condición en la medida que puedan satisfacer sus necesidades individuales. Se dan cuenta de lo que sucede pero deben negarlo para poder operar dentro del sistema. Su fin último es no quedar fuera, por lo cual hacen todo lo necesario, incluso aceptando las reglas que les imponen y que los controlan sin abrir ningún tipo de juicio crítico ni reflexivo.

Dentro de este cúmulo de personas que sostienen el sistema, se seleccionan a los más capaces cooptándolos para luego prepararlos para ocupar los puestos gerenciales tecnocràticos necesarios para mantener a la sociedad disciplinada.

Estos mandatos que condicionan a los sujetos están constituidos por factores externos e internos. Los primeros son el producto de la influencia que ejercen las políticas de ajuste, privatización y de subordinación a los organismos internacionales de control económico (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y el BID), que se manifiestan a través de la flexibilización laboral por ejemplo, creando las condiciones de competencia necesaria donde la exclusión surge como un fantasma que atemoriza, sobre todo a aquellos sectores que han logrado observar y tener contacto con el paraíso del consumismo capitalista.

Este proyecto ha logrado intervenir en el Sistema Educativo, último bastión del contradiscurso, lo que le permite un mayor control sobre las generaciones futuras, las cuales estarán condicionadas aún más que las que interactúan en las circunstancias descriptas.

Por otro lado, los factores internos son aquellos que se producen como consecuencia de las relaciones intersubjetivas las cuales dan cuenta de una serie de conflictos no resueltos que impiden la posibilidad de comprender lo que le está sucediendo al individuo afectado por los condicionamientos sociales y a la vez elaborar respuestas alternativas para superar las condiciones de sumisión en que se encuentra. La situación de alienación con la que debe convivir es alimentada constantemente para impedirle un reencuentro consigo mismo, una toma de conciencia de su situación y una reflexión profunda que le permita escapar de la estructura que lo oprime y domina.

Es indudable que la producción de tecnócratas y de consumidores va acompañado de la producción de excluidos, sin los cuales sería inconcebible el desarrollo de la humanidad desde las posturas neoliberales y del darwinismo social.

Solo llegaran aquellos que puedan incorporarse y adaptarse a la dinámica que imprime el sistema aguantando los embates de la depuración. El resto desaparecerá.

Un ejemplo muy claro de esta situación se puede encontrar en el Continente Africano, donde la vida de millones de personas no vale nada, y podría preguntarse por que los países mas desarrollados del planeta no hacen ningún esfuerzo para modificar esa situación.

Malthus hace ya bastante tiempo había prevenido sobre esta situación de desigualdad, marcando los tiempos de la humanidad en torno a quienes serían los herederos del mundo y quienes quedarían en el camino.

El incremento de la pobreza masiva (actualmente llamada pobreza critica), la mortalidad infantil, las enfermedades endémicas y pandémicas nuevas (SIDA) y viejas (cólera, paludismo), las guerras o la disminución de la tasa de consumo, aparecen como algunos de los indicadores de las perturbaciones que el neoliberalismo imprime con su proyecto a gran parte de la población mundial.

La profundización de los conflictos en todo el mundo marcan una crisis del capitalismo, que han logrado sobrellevar debido al desarrollo constante de un cúmulo de tácticas y estrategias organizadas, estructuradas y dirigidas por intelectuales y técnicos que incluso pertenecen o pertenecieron a las filas de los grupos contestatarios del sistema en otra época de la historia.

Se debería pensar si esto que se viene produciendo desde hace un tiempo en forma no tan sistematizada, no se ha transformado en una constante.

Pese a todos los conflictos los medios de comunicación muestran un mundo, otro mundo, de bienestar de lujos de exuberancia al cual podemos y debemos acceder. Un mundo de grandes ganadores en donde los perdedores también ganan y no se resignan sino que siguen compitiendo (algunos programas de televisión, llamados de entretenimiento, son un ejemplo de este tipo de actitudes).

La erosión del principio de realidad que preanuncia Vattimo , es la ilusión que la banalidad del discurso mediático descarga permanentemente haciendo creer posible la realización del deseo por la liberación del principio de placer.

5. Ilusión y Sumisión.

El progresivo deterioro de la calidad de vida de grandes sectores de la población en América Latina, se contradice con el discurso de progreso y desarrollo (como declara Menen que la Argentina es un país del Primer Mundo) que manifiestan diferentes núcleos de poder. Éstos, han logrado introyectar en gran parte de la población la ilusión de que se puede acceder a los bienes de consumo y a un alto nivel de vida, compitiendo en un mercado abierto en donde las oportunidades están a disposición de todos.

Este proceso se ha logrado progresivamente, dirigiendo las conciencias, aplacando los impulsos y negando la posibilidad de pensar en algo que sea diferente a lo programado por los grupos que la dominan para la sociedad en su conjunto. En todo caso, y si fuera necesario, la ley es un buen recurso para encausar a aquellos que se descarrilan o a los infractores del «bien común» impuesto por el sistema. Pero si la «ley» no alcanzase, la represión y/o la militarización siempre están preparadas para actuar y llegar a tiempo para mantener el orden. Existe tanta impunidad dentro del sistema para los grupos dominantes, que estas formas de gobernar aparecen como un derecho constituido para que la sociedad siga el curso trazado y nadie pueda poner en duda los puntos centrales del proyecto capitalista.

Para mantener a la población tranquila y creída de que las libertades individuales se respetan y toda las críticas no son más que parte del «discurso anacrónico de los marxistas en extinción», el discurso político hegemònico transmite en todos los países en donde su influencia es importante una imagen falsa de los acontecimientos, ocultando y manipulando la información, es un discurso adaptativo e ilusorio que muestra hacia el exterior una realidad falseada por los intereses particulares de los sectores dominantes locales .

La humanidad está atrapada por el ejercicio cotidiano de la sumisión, enajenados por el discurso político hegemónico que nos plantea que debemos competir para no pertenecer al grupo de los excluidos presentes y futuros marginados o desaparecidos del mundo que se está construyendo para el próximo siglo. De cada uno de los individuos que habita la fas de la tierra depende esta premisa, pero de cada uno como individuos separados de los otros, ya que el otro es un competidor que quiere y puede, si se lo propone, ocupar el lugar que le toca al otro en el reparto de lo escaso, sobre todo en aquellas sociedades condenadas a la exclusión.

Así es que aunque muchos manifiesten su descontento, a la hora de participar, de movilizarce de proponer o apoyar algún tipo de transformación, el vacío de la voluntad colectiva los lleva a la paralización, desarrollándose una aniquilación progresiva de su subjetividad y los convierte en «actores» que se dejan llevar por los acontecimientos.

La frase de Peter Drucker sirve de ejemplo para mostrar el carácter de lo necesario para esta época. «El paso del saber a los saberes ha dado al primero el poder de crear una nueva sociedad; pero esta sociedad tiene que estructurarse sobre la base de que el saber tiene que ser especializado y las personas con saber tienen que ser especialistas.» Todos aquellos que no se especialicen están condenados a realizar tareas de segunda categoría o quedar excluídos del sistema. Es claro en la afirmación de este autor la fragmentación que se produce entre aquellos que pueden acceder y aquellos que no. Las especialidades son un privilegio de todos aquellos que tienen las posibilidades de especializarse.

En este contexto, los individuos dejan de invertir energía en lo que desean y comienzan a operar como se les reclama, esto es técnica, rapidez, eficacia. La disciplina se encuentra en pleno funcionamiento. Se trata de hacer más dóciles a los sujetos, con el fin de hacerlos más útiles. Para esto se pone en marcha la distancia entre lo deseado y lo realizable que Foucault entiende como una serie de mecanismos que tiendan a desarticular y desgranar, esto es disociar al sujeto. El poder debe tener el absoluto dominio, debe poder controlar todos los movimientos, pero debe ser a la vez invisible; vigila pero no se lo puede vigilar.

6. Posmodernismo, Discurso y Consenso.

Que es lo singular del discurso hegemónico que hoy expresa la dominación? Lo que aparece como nuevo es algo bastante antiguo. La descontextualización racional del discurso se manifiesta a través de la imposición de la palabra. Palabra vacía, consigna paralizante, filosofía inactiva, pasividad que los lleva a la muerte, sin entender porque estamos en el mundo o haciéndonos creer, y creyendo que el mandato divino nos puede permitir encontrar una salida a la angustia que produce la incertidumbre.

Otra de las formas aparentes, se manifiesta en la ambigüedad de los políticos y en el discurso demagógico con el que nos quieren mantener la esperanza. Pero, en realidad, ese discurso está ocultando la violencia socio económica que impide a grandes sectores sociales el acceso a bienes y servicios de primera necesidad restringiendo las posibilidades para procurarlos.

La jerga, palabra vacía con la que se manejan los representante de los intereses del neoliberalismo, paraliza cualquier tipo de acción alternativa, es un envío movilizante paralizante, es un mensaje que indica el hacer, el quehacer y el pensar. La masa obedece las palabras y sus consignas, y luego las repite.

«Quien domine la jerga no necesita decir lo que piensa, ni siquiera pensarlo rectamente; de esto le exonera la jerga, que al mismo tiempo desvaloriza el pensamiento».

Para Heidegger «el futuro es el recurso heroico del pasado» , que futuro, que pasado?

Afirma que para comprender lo que sucede aquí en la base de la escalera en el siglo XX la época en la que la filosofía ha agotado sus posibilidades » hemos de liberarnos de la interpretación técnica del pensar» .

Para Rorty como para Dewey, «la búsqueda de la certeza» es nuestra noción del objeto del pensamiento. A menos que podamos hacer evidente el objeto de nuestra indagación, conseguir un pensamiento claro y distinto, directamente presente al ojo de la mente, y conseguir el acuerdo sobre el particular por parte de todas las personas cualificadas para ello, estaremos lejos de nuestra meta».

Esta es la raíz del actual pensamiento posmodernista.

La filosofía neoliberal está complementada por la existencia de una filosofía negativa que exalta la irracionalidad y la destitución de la razón como argumento de construcción y reconstrucción de la dominación.

El Posmodernismo y los intelectuales del neoliberalismo han intentado justificar todos sus argumentos a través de cierta fraseología que ignora toda una cantidad de estudios que han demostrado que la historia y la razón critica en su dimensión dialéctica son necesarias para interpretar, comprender y superar las contradicciones que expresa el sistema en el que vivimos.

El Discurso Político Hegemónico nos cuenta una realidad que no existe, generando un consenso rutinario convincente. Sustituye lo real por lo mediático, ósea la fantasía se transpola a lo que la imagen transmite.

El Capitalismo no necesita disimular la exclusión. El excluido es tal porque es un incompetente para asumir las nuevas reglas del mercado, el sistema nos da todas las opciones para incluirnos.

La filosofía de la sospecha reivindica un individuo contemplativo, que absorbe el mundo exterior en forma pasiva, imponiéndosele los objetos que vienen desde afuera acrílicamente. El sujeto no pregunta, y si lo hace, sabe que la respuesta ya ha sido formulada.

Los Posmodernistas sostienen desde la «filosofía de la sospecha», el fin del humanismo, del dominio del sujeto trascendental al que identifican con la razón metódica y la destrucción de la subjetividad. Construyen una salida antirracional, en donde el «nuevo hombre liberado», es un ser pasivo, débil, fragmentado y sin proyecto, que vive en función del devenir de la «circulación mercantil de los sentidos».

No es ignorancia, no son ingenuos, lo que se produce es un correlato ideológico con intereses políticos concretos. Lo que han intentado hasta ahora con estos argumentos, es dejar de lado todo aquello que no este de acuerdo con los enunciados que el sistema capitalista mundial propone.

«Si en otro tiempo las ideas de una clase dominante (o hegemónica) configuraron la ideología de la sociedad burguesa, actualmente los países capitalistas desarrollados son un campo de heterogeneidad discursiva y estilística carente de norma. Unos amos sin rostro siguen produciendo las estrategias económicas que constriñen nuestras vidas, pero ya no necesitan (o son incapaces de) imponer su lenguaje; y la posliteratura del mundo tardocapitalista no refleja únicamente la ausencia de un gran proyecto colectivo, sino también la cabal inexistencia de la vieja lengua nacional».

LA ONDA DIGITAL

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