Fuente: http://www.el laberinto.net
(libro 2, págs 501-502))
Introducción
«Parasitismo»: relación ínter-específica entre un organismo animal o vegetal, llamado parásito, y otro denominado huésped, de quien, el primero, saca, al menos en parte, las sustancias nutritivas que necesita para vivir. Por lo tanto esta convivencia, más que mutualista, es antagónica en cuanto que de ella el parásito saca ventajas y produce daños al huésped. En muchos casos de parasitismo se establece una especie de equilibrio entre los dos organismos, en el sentido de que el parásito busca no disfrutar excesivamente del huésped para poderlo explotar el mayor tiempo posible. El parasitismo puede ser temporal o permanente, facultativo u obligatorio, interno o externo. Parásitos facultativos son los que pueden vivir parasitariamente o no; por el contrario, son parásitos obligados los que no pueden desarrollar sus funciones sino parasitariamente. Particular interés presentan los casos de hiperparasitismo, es decir de parasitismo entre parásitos…
La Ciencia biológica conoce otras formas distintas de microorganismos parásitos obligados incapaces de vivir y de reproducirse fuera de su huésped mucho más complejos y de extremada virulencia. Llegan a causar la muerte de su huésped pero sobreviven si son capaces de agredir a otros futuros huéspedes. Los llamamos virus.
Es bastante sencillo comprender como las sociedades humanas han evolucionado hasta hoy sin poder deshacerse de sus propios agentes parasitarios. Han sido sociedades en las que unos hombres han explotado a otros hombres. Las relaciones sociales impuestas por la fuerza por los agentes parasitarios no fueron nunca mutualistas sino antagónicas. Terribles lacras que siempre han entorpecido y retrasado el proceso natural de la manera de vivir y progresar de los seres humanos. En el lenguaje popular, sanguijuelas.
Este antagonismo ha sido en los periodos florecientes enmascarado porque en ellos, se estableció una especie de equilibrio entre los agentes creadores de riqueza y sus parásitos. Es más, fueron periodos en donde los parásitos crecieron y engordaron en la medida que necesitaron crear más y más colonias de agentes en donde hospedarse. La generalización del trabajo asalariado les enriqueció.
En los periodos de crisis social este equilibrio se derrumba. Los agentes parásitos para sobrevivir devienen de tal virulencia que son capaces de acabar (y necesitan acabar) con los organismos de los que antes se nutrieron porque ahora se han convertido en «costos de producción» sustituibles por otras fuerzas productivas mucho mas innovadoras y eficaces. El proceso inevitable de matar y matar para sobrevivir deviene final y fatalmente en lo que comúnmente se llama: morir matando. Las leyes naturales de supervivencia de las especies son opuestas siempre a estos procesos. La vida ha sido siempre capaz de deshacerse de los organismos parasitarios que le conducen irreversiblemente a su desaparición.
La mayoría de los observadores y analistas de las Ciencias Sociales no pueden llegar a comprender como el capitalismo parasitario si ha alcanzado su punto mas elevado de virulencia es porque ya ha llegado al momento más álgido de su decadencia. Ni los que siempre despreciaron el enorme trabajo de Marx ni los que se reclamaron herederos de su inmensa aportación intelectual (¡sarta de parásitos entre los parásitos, estafadores, ladrones, guías y timoneles…!) que han entendido nada.
…»La condición esencial para la existencia y la dominación de la clase burguesa es la acumulación de la riqueza en manos privadas, la formación y la ampliación del Capital; la condición para la existencia del Capital es el trabajo asalariado» (Manifiesto Comunista. 1848).
El fin del trabajo asalariado es el fin del Capital. El Conocimiento humano convertido en técnica (la automatización, robotización, informatización, etc.) de amplios sectores productivos reduce constantemente la cantidad de «trabajo vivo» necesario para producir cualquier tipo de mercancía. Mientras cada día aumenta nuestra capacidad de producirlas disminuye al mismo tiempo la población que es capaz de consumirlas. La mercancía-dinero solo puede ser comprada por los que convierten su mercancía-trabajo en dinero (salario). Pero la fuerza de trabajo asalariado ya está abandonando el escenario de la Historia.
En las empresas estadounidenses trabajan hoy 2,1 millones de trabajadores menos que hace dos años. Sin embargo, desde 1995, la tendencia al crecimiento de la productividad ha sido del 2 al 3% anual frente al aproximadamente 0,7% de los anteriores 25 años. Solo los que no quieren entender, no lo entienden.
¡Inútiles serán los cánticos de la moribunda izquierda política reclamando «trabajo asalariado para todos»! ¡Ella también ya abandonado el escenario de la Historia! ¡Parásita que muere entre los parásitos!
Filed under: A9.- Capitalismo |
Deja una respuesta