La crisis medio ambiental de nuestro tiempo. Una visión desde lo filosófico

Por: Neris Rodríguez Matos y Adriana Ortiz Blanco*
Fuente: http://www.revistasophia.com (06.06.11)

*Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Oriente, Cuba.

Introducción.

La temática que hoy nos ocupa es una problemática de extraordinaria contemporaneidad teórica y práctica. Resulta de gran interés su abordaje, porque se trata concretamente, de algunos de los problemas a los que se enfrentan las ciencias sociales, en nuestro tiempo, en el proceso para lograr una orientación correcta del carácter de las necesidades que la práctica plantea y de este modo responder al reto de la importancia social que la temática medio ambiental ha adquirido.

Estas cuestiones tienen mucho que ver con el estado general de elaboración teórica de la problemática medio ambiental como un problema ético filosófico y, consiguientemente, con las causas que engendran la crisis que al respecto hoy sufrimos, así como las perspectivas de la humanidad con el denominado desarrollo sostenible. Tratase pues, desde la ciencia filosófica, de responder a uno de los grandes dilemas a los que se enfrenta la especie humana en nuestro tiempo: Tantear a ciegas en el entorno natural y social, disponerse a sus evidentes consecuencias de acuerdo a su tendencia histórica, o actuar con toda la inteligencia y objetividad que la preservación de su presente y futuro demandan.

Es cierto que el último tercio del siglo XX ha evidenciado una dramaticidad sin par en el empobrecimiento del medio ambiente. Síntomas críticos como las lluvias ácidas, el deterioro de la capa de ozono, el efecto invernadero, la deforestación, la desertificación y las inundaciones, entre otras; ponen de manifiesto los disturbios que la actividad socioeconómica del hombre ha provocado al equilibrio dinámico del sistema ecológico y la acelerada contaminación al medio.

Las consecuencias de tales interferencias al medio, agudizadas por el desarrollo científico— tecnológico son incalculables. Hoy se asegura, por ejemplo, que la fuerza del hombre mueve más materiales que las fuerzas geológicas,[1] lo que puede dar una idea de las afectaciones que la acción humana ha ocasionado a toda manifestación de vida en el planeta y al espacio habitado por ella.

Ese peligro ha sido advertido por Fidel Castro Ruz desde la Conferencia de Río de Janeiro en 1992 cuando planteó: …»Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre.»[2] Aunque la intensidad y magnitud de la problemática se distingue por las particularidades de cada país y región del planeta, este proceso ha adquirido ya dimensiones globales.

Estudiar, investigar y enseñar las particularidades de estos fenómenos, por supuesto, constituye una necesidad del mundo de hoy, en ello están implícitos todos los niveles de la realidad social: lo político, social, cultural, filosófico en general.[3] Tal magnitud fenoménica se refleja en la esencia del problema medioambiental, que en un mundo unipolar y globalizado exige que las ciencias sociales y la filosofía desde una óptica marxista se coloque de frente a tan exigentes retos.

DESARROLLO[4]

Según se reconoce en la bibliografía existente, las causas de la Crisis medio ambiental que enfrenta la humanidad hoy día pueden ser formuladas como el resultado del incremento de la divergencia entre la acrecentada fuerza, el carácter y magnitud de la acción de la sociedad sobre los sistemas naturales de todas los niveles, por una parte, y la aplicación del mecanismo de la formación del medio circundante de un estado y calidad correspondiente, por la otra”.[5]

Claro que aquí se está analizando el problema de la sociedad en general. Si deseamos presentar una concepción coherente y científicamente fundamentada no debemos ignorar el papel de las diferentes relaciones de producción que están presentes en la sociedad y las correspondientes diferencias socio—económicas que en el mundo ellas generan, tal y como aprendimos de la concepción materialista de la historia elaborada por Carlos Marx y Federico Engels. Hacia esas causas más profundas van ahora dirigidas nuestras reflexiones.

Son hoy muchos los investigadores que coinciden en reconocer al modo de producción capitalista como el causante fundamental (aunque no quiere decir que es el único) de los graves problemas que deterioran el medio ambiente. La mayoría de esos investigadores acentúan el elevado grado de conflictos en las relaciones naturaleza—sociedad, a partir del carácter antagónico de esas relaciones de producción indicando un conjunto de procesos y factores que condicionaran (sobre todo a partir de la II Guerra Mundial ) una presión complementaria sobre la naturaleza, tales como la militarización de la economía, la política neocolonialista y los bajos precios monopólicos de las transnacionales, así como las debilidades sociales en el control ecológico.[6]

Es común encontrar en distintas reflexiones teóricas de la contemporaneidad, de autores con diferentes posiciones ideológicas[7] tal posición señalada. Sin embargo no todas las argumentaciones fundamentan de manera nítida, de qué modo se inscriben esos procesos medio ambientales en los procesos socio—económicos de dicho sistema capitalista, y por qué es precisamente aquí donde se produce una presión complementaria del peso de la sociedad sobre la naturaleza llegando a grados traumáticos.

Una investigación a fondo, desde una perspectiva filosófica, la cual se propone argumentar en su raíz y esencia la causa de la crisis medioambiental de nuestros días la ofrece Enrique Leff[8].

Él argumenta cómo los efectos del proceso de producción del capital sobre la destrucción de los recursos naturales y sobre la degradación del medio ambiente ha generado distintas explicaciones desde perspectivas teóricas o ideológicas diferentes. No obstante ellos no han abordado lo suficiente en la inscripción de los procesos naturales en los procesos socio—históricos.

Para Leff resulta evidente que la base inicial de tal fundamentación teórica aparece analizada en “El Capital “ de Carlos Marx y que desde entonces acá, donde el propio proceso de acumulación ha generado complejísimas relaciones entre los procesos ecológicos y los económicos, resulta necesario aplicar de manera creadora los principios de la dialéctica materialista como modelos explicativos de la problemática ambiental. Ello — dice el autor —: …”es indispensable para fundar teóricamente la elaboración de estudios concretos sobre los modos de producción asociados a los procesos de transformación y de apropiación de la naturaleza por el efecto de las prácticas productivas de formaciones sociales específicas.”[9]

Se aprecia que el autor parte de la concepción materialista de la historia y argumenta cómo el conocimiento científico de las relaciones entre naturaleza y sociedad debe emprenderse a partir del análisis de sus relaciones e interdependencias mutuas. De esta forma fundamenta que la articulación entre lo natural y lo histórico no puede explicarse a partir de una categoría común que abarque la materialidad en ambos niveles. …“La materialidad de lo social — dice con toda razón Leff — , no puede reducirse a las leyes físico—biológicas de lo real, ni siquiera como un nivel epigenético superior de la evolución orgánica[10]. Para evidenciar su concepción se apoya en el estudio marxista del valor y la relación de valor propia de los productos del trabajo, en los que no interviene para nada la naturaleza física de éstos, sino que se trata de una relación social entre los hombres que reviste para ellos la forma fantástica de relación entre cosas.

Por ello Leff deduce que las relaciones del hombre con la naturaleza son el resultado de prácticas sociales concretas a partir de determinados tipos de relaciones de producción y por eso enfatiza que el aporte científico de Marx al respecto … “ consistió en fundamentar las leyes históricas y económicas que surgen de las relaciones sociales de la producción capitalista.”[11] .Tal cientificidad se refleja nítidamente al argumentar la estructura social del proceso económico capitalista en la que se convierte a la naturaleza en objetos y medios de trabajo, en valores de uso naturales capaces de ser incorporados al proceso de producción de valor y plusvalía. De ahí, más adelante resalta que … “ la conversión de la naturaleza en objeto de trabajo y de sus productos en mercancías ; el intercambio generalizado entre estos productos en función del tiempo de trabajo socialmente necesario — de su valor— , no es un simple presupuesto filosófico materialista, ni es el resultado de la dialéctica del proceso laboral de la historia humana en general. Estos efectos sobre los procesos naturales son generados por el proceso productivo de plusvalía a partir de las relaciones sociales de producción que enfrentan al trabajo asalariado con el capital “[12] Y para dejar clara su concepción , Leff la explica de modo más convincente, valorando la necesidad de explotación de recursos y de la fuerza de trabajo en el proceso de acumulación y expresión del capital, condiciona el funcionamiento, evolución y estructuración de los ecosistemas. De esta forma la reproducción del capital determina los procesos de transformación ecosistémica y su productividad primera, así, como las formas técnicas de apropiación de la naturaleza “[13]

En este análisis resalta a la vista una posición marxista consecuente en lo relacionado con la concepción materialista de la historia en su aspecto más general. El problema de la relación naturaleza y sociedad es analizado a partir de su profundo trasfondo ideológico—filosófico.

No existen naturaleza y sociedad en general… “El modo de producción capitalista se articula con el ambiente en que se producen sus relaciones sociales de producción por la apropiación de los recursos naturales, que como materias primas, son consumidos en el proceso de valoración del capital”[14]

Aunque las citas continuas pueden abrumar el entendimiento, cuando éstas expresan una concepción de principios, por si solas deben colocarse en el lugar correspondientemente esclarecedor. Veamos la importante conclusión a la que arriba el autor como consecuencia de sus reflexiones anteriores: “La transformación de los ecosistemas naturales aparece de esta forma como un efecto sobredeterminado por las condiciones históricas de los procesos de producción social. Las leyes de la dinámica de las estructuras ecosistémicas y de su productividad primaria no pueden surgir de una ecología pura, puesto que no existe ningún ecosistema natural cuyo funcionamiento no esté afectado, sobredeterminado, por la historia de las formaciones sociales que se han asentado en ellas, y de las leyes de producción , acumulación, expansión y reproducción del capital a escala internacional, cuyos efectos se transmiten a todos los ecosistemas en el proceso de apropiación de sus recursos naturales a través de su articulación con las formaciones sociales no capitalistas. A su vez, la dotación de recursos abióticos y las condiciones de la reproducción biológica de los diferentes ecosistemas, afectan las formas de apropiación de los recursos naturales y establecen ciertos límites a la expansión y a la reproducción del capital”.[15]

Por lo visto la investigación de Leff se ha centrado de lleno en un análisis filosófico— económico de profundas dimensiones. Al surgir el hombre, la humanidad en general, la relación sujeto — objeto comienza a manifestarse en todo su devenir histórico. Los clásicos del Marxismo — Leninismo argumentaron que los hombres (sujetos), actúan a través de la práctica social, la cual es condicionada históricamente. Se trata concretamente de la comprensión de la naturaleza socio — histórica de esas relaciones, y por tanto, las peculiaridades que la misma adquiere. Así, ya no es sólo un problema de la natural relación del hombre con el medio, sino de relaciones sociales históricas que condicionan los vínculos existente entre ellos.

Una posición semejante asume el profesor Newyorkino Joel Kovel cuando plantea:

«Necesitamos poder llamar a las cosas por su nombre si queremos cambiarlas. En éste sentido, encontrar el nombre exacto de algo es seguir el método de Marx que aparece en los Grundrisse, donde escribe acerca de la importancia de hallar el nivel de abstracción adecuado con vistas a captar la naturaleza concreta de las cosas»[16]De manera que al analizar la naturaleza y peculiaridad de esa relación, el fondo social del problema emerge con claridad.

Así podemos concluir junto a Leff lo siguiente:

La explotación de unos hombres por otros, de unas naciones por otras más poderosas es el resultado de las relaciones sociales de producción en las que se insertan los procesos productivos.

Las condiciones del proceso de acumulación y reproducción del capital a escala internacional ha determinado los ritmos de extracción de materia prima, las formas de utilización de los recursos y los procesos de transformación del medio natural[17]; erosión de los suelos, pérdida de la fertilidad de las tierras, destrucción de la capacidad de producción de los ecosistemas etc., son resultado de esas relaciones sociales , y, evidentemente , en aquellas regiones donde históricamente han predominado el colonialismo y el neocolonialismo, la situación se hace mucho más crítica. Eso esclarece que la actividad depredadora del hombre hacia el medio no se inicia con el capitalismo, como señalamos anteriormente. De lo que se trata es , tal y como se ha demostrado, que la intensidad de explotación a la que se somete a la naturaleza es mayor que la propia capacidad de resarcir los daños por sí misma en igual período de tiempo.

Por lo anterior, el vínculo naturaleza— sociedad reflejado hoy día entre las relaciones de la sociedad capitalista con el medio ambiente no sólo pueden entenderse a partir de las formas históricas de las prácticas productivas que se han implantado a los diferentes ecosistemas. Así esa relación tiene que analizarse… » como una articulación entre las leyes ecológicas que rigen el proceso de transformación ecosistémica en cierto territorio y los procesos socio—históricos y culturales que dan lugar a las prácticas productivas que afectan los modos de apropiación de la naturaleza, es decir, la evolución, la estructuración o la destrucción de los ecosistemas»[18].

La comprensión materialista de la historia, descubierta y argumentada por Carlos Marx y F. Engels sienta las bases para entender el proceso de articulación entre la naturaleza y la sociedad como forma de inscripción de los procesos naturales en la producción, acumulación y reproducción del capital. «Son los conceptos marxistas de valor y plusvalía los que permiten entender las determinaciones que generan el proceso de producción sobre la transformación de la naturaleza, a través de las formas de apropiación y uso de los recursos.»[19]

Consideramos desde una visión filosófica marxista que ,el carácter de la relación de la sociedad con la naturaleza y sus resultados se determinan, dicho de modo convencional por tres grupos de factores: Primero, aquellos que en forma inmanente median la relación hacia la naturaleza y emergen de las principales regularidades sociales de la sociedad; segundo, por las particularidades del desarrollo político y económico del mundo en una etapa concreta; tercero, por la capacidad de las clases y grupos sociales, de pueblos y estados de colocar bajo su control la actividad transformadora de la naturaleza en permanente ensanchamiento, intensificación y diferenciación que se relaciona fundamentalmente con el incremento de la producción material»[20]

Referencias.

[1] Ver: Thalía Fung y Carlos Delgado: Ecología y Sociedad. Estudios. Editorial CENIC, La Habana, 1997, p.14

[2] Fidel Castro Ruz : Discurso en la Cumbre de Río de Janeiro , Junio de 1992. Revista Bohemia No. 25, 19 de Junio de 1992 , p. 1.

[3] Robert P, Guimaraes: Contexto y Prioridades de la cooperación internacional para el desarrollo sustentable en América

Latina. Revista Síntesis No 20 1994. España. P. 15—47.

[4] El contenido esencial que aquí se expone forma parte de la Monografía “Sociedad y desarrollo sostenible” que fue un resultado obtenido en el Proyecto Nacional del CITMA del mismo nombre, dirigido por la autora y concluido en el año 2001.

[5] Colectivo de autores:—Problemas globales de nuestro tiempo. Editorial Progreso. Moscú, 1984, p 273.

[6] Ver . Op. cit p.272—288

[7] Al respecto puede consultarse : Manuel Monereo. Ideas para otro desarrollo. Fundación de investigaciones Marxista.

Madrid,1994 ; Manuel González de Molina : De la economía ecológica a la ecología política. Cuadernos Africa, América

Latina. SODEPAZ. No 11 2da de 1993 , R. Meadows. Más allá de los límites del crecimiento. El País — Aguilar, 1992 ;

James O’Connor : Las dos contradicciones del capitalismo, Ecología política No 3. Editorial FUHEM. Icaria , Madrid. En

esta misma publicación pude consultarse de Albert Recio : Las dos contradicciones de J. O’Connor ; Lucio Capalbo : El

planeta subdesarrollado, Asamblea espiritual de los Baha’is de Argentina, 1995 ; Guillermo Castro Herrera : América Latina

ante la crisis global de la biosfera : Elementos para un programa de trabajo, Revista Cuadernos Africa America latina No 11

1993. Roberto Guimaraes : Desarrollo con equidad. ¿Un nuevo cuento de hadas para América Latina ? Revista Síntesis no

10 ; Victo M. Toledo : Comentario 1 :La crisis ecológica :¿Segunda contradicción del capitalismo ?, en :Revista Marx Ahora

No. 3 de 1997. En ese mismo número ver :Adriana Viachou :Comentario 3 :Interacción contradictoria de capitalismo y

naturaleza.

[8] Enrique Leff. Ecología y Capital. :hacia una perspectiva ambiental del desarrollo

[9] Enrique Leff. Ecología y Capital . OPOCIT.p.16

[10] Enrique Leff. OPOCIT.p.17

[11] Enrique Leff. .OPOCIT,p,20

[12] Leff OPOCIT p22

[13] Leff . OPOCIT .p 27

[14] Leff . OPOCIT .p 26

[15] Leff . OPOCIT .P.26

[16] Joel Kovel: «El enemigo de la naturaleza», en: Cuba Verde OPOCIT P. 220

[17] Ver :Leff. OPOCIT. P.29

[18] Enrique Leff : Biosociología y Ecodesarrollo, en «Memorias del primer simposio sobre Ecodesarrollo» .Asociación

Mejicana de Epistemología .Méjico. 1977.

[19] Enrique Leff : Ecología y capital. opocit., p. 33.

[20] .— Al respecto puede ser consultado: C. Marx : Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política. Obras

Escogidas en Tres Tomos, tomo 1, Editorial Progreso, Moscú, 1974, p. 518.

FUENTE: http://sociedadlatinoamericana.bligoo.com/anteriores

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