Después de la izquierda

Por. Josepgmaynou
Fuente: http://www.josepgmaynou.blogspot.es (22.05.09)

¿Qué viene después de la izquierda?

Siguiendo el hilo del discurso de Robert Kurz sobre la pregunta que deberíamos hacernos cuando el capitalismo parece que haya alcanzado sus límites: “¿Qué viene después del capitalismo?”, cabría, a mi entender, también plantearnos la pregunta: ¿Qué viene después de la izquierda?

No soy de los que sienta perplejidad o pesadumbre por la crisis de lo que se viene a llamar la variopinta, numerosa y despistada izquierda. Por el contrario, me alegra profundamente y creo entenderla muy bien. La crisis de la izquierda es inseparable de la crisis del Capital y del modo de producción capitalista.

Me alegra la crisis de la izquierda anclada en los discursos del siglo pasado; la que aún sueña en el asalto de los palacios de invierno, en la dictadura de la clase productora en una sociedad sin apenas productores, en la dictadura del Estado en un estadio en donde las fuerzas productivas ya superaron las barreras de los Estados-Nación; la que aparece y desaparece como los ojos del Gaudiana pero conserva siempre su “revolución permanente” de inconfundible oportunismo reformista; la que sin rumbo está enfangada en los movimientos ecologistas más reaccionarios, movimientos antiglobalizadores, religiosos, organizaciones pacifistas, indigenistas, ongs…; la vinculada a los movimientos nacionalistas e independentistas; la postmodernista que confunde la Humanidad con las multitudes; la también llamada izquierda libertaria tan olvidadiza de los idearios de sus grandes pensadores, navegando al son de primitivistas, animalistas, verdes o defensores del decrecimiento; y la que ya ha alcanzado las poltronas del poder, cuyo discurso populista, antiimperialista y social-reformista… haría enrojecer al propio Kautsky y que se presta a gestionar el nuevo capitalismo con rostro humano. Me cabe la duda entre si son tal vez ingénuas o tal vez cínicas.

Curiosamente la crisis de la derecha del Capital anda a la par con la crisis de la izquierda del Capital. Las dos tienen un nexo concordante inseparable: la defensa y resurrección del trabajo asalariado.

Que la derecha del Capital ande despistada y asustada por la crisis del trabajo asalariado tiene sus razones. La nueva revolución tecnológica que a duras penas llegan a controlar y que necesariamente están obligados a implementar, expulse y sustituya a la fuerza de trabajo que hasta ahora era la única fuente de plusvalor para la revalorización del Capital, es preocupante. Que el camino de la ingeniería financiera (la que hace dinero solo del dinero) sea el atajo que solo lleva a nuevos precipicios y cada vez más peligrosos, también. Lo saben muy bien. Que el Capital pueda revalorizarse decreciendo sin cesar la actividad productiva, aumentando el desempleo, dejando de subsidiar a sus esclavos, desmontando el Estado que reponía la salud, la educación, el bienestar… de su actual y futura fuerza de trabajo, es una quimera impensable hasta para los propios capitalistas. Inundar de papel moneda los mercados, aumentar el endeudamiento… eternamente, sin posibilidad material de que esta inmensa deuda futura sea pagada de la única manera que se puede saldar, es decir con la continuidad de la explotación de la fuerza de trabajo, es otra quimera. Probablemente los gurús de la derecha del capital sean mucho más entendedores de este laberinto sin salida que los de la izquierda. Mientras ellos esperan un milagro salvador, la izquierda cree firmemente de que el milagro es posible.

Mucho me temo pues que toda esta palabrería de moda del “nuevo capitalismo” o del “nuevo modelo productivo” sea pura fanfarria. Ahora, más que nunca, la nueva revolución tecnológica es un terrible handicap para el Capital. Cuando más implementen los nuevos descubrimientos científicos que haga la producción menos costosa y más eficaz, más y más ahondarán las contradicciones del sistema. Es por ello que cabe esperar un freno al desarrollo científico, al desarrollo tecnológico, a los presupuestos de educación e investigación. La desvalorización de los salarios y de la cualificación profesional de los profesionales dedicados a la Ciencia ya es un hecho en muchos países desarrollados así como el recorte presupuestario destinado a Investigación. Toda esta inversión está siendo desviada a la industria armamentista o a la construcción de grandes infraestructuras y colosales proyectos suntuarios (de los que yo llamo “construir pirámides”) en un vano intento de ofrecer un plato de lentejas de subsistencia a los esclavos desempleados. Y cabe también esperar la agudización de un férreo control en la apropiación privada de los conocimientos, de las patentes industriales, del secretismo científico… y de los instrumentos de comunicación, que ya hemos alcanzado, que permitirían una difusión y generalización universal rapidísima del saber.

Las actuales limitaciones al libre acceso y difusión de contenidos culturales en la red es un hecho muy significativo. Cuando ya hemos creado las herramientas capaces de universalizar cualquier contenido cultural fuera de las leyes de la sociedad de la mercancía y del dinero (¡música gratis!) el Capital nos niega que las podamos usar. ¡Que ingenuidad!
¡Y que más ingenuidad seguir pensando que habiendo ya creado herramientas enormemente eficaces para universalizar las patatas, los tomates, las vacunas, las nuevas fuentes energéticas, los conocimientos científicos… fuera de las leyes de la sociedad de la mercancía y del dinero, el Capital alcance poderlo evitar¡
La sociedad oscurantista es el único devenir del Capital cuando éste alcanza sus límites: un enorme freno al desarrollo de las fuerzas productivas.

Pero, para la izquierda, ¿qué sentido tiene este enfangamiento en favor de la defensa y la supervivencia del trabajo asalariado? ¿Por qué sigue siendo la jacobina y eterna defensora del trabajo asalariado, la “conciencia obrera”, la “salvadora del trabajador” que rinde beneficios al Capital, la “buena futura gestora” de un capitalismo con rostro humano…?
La crisis del Capital no es más que la crisis de una forma específica de la explotación del trabajo humano; la única que define claramente un modo de producción: el capitalismo.

¿Por qué entonces tanto temen, llegado ya este momento, lo que nuestros ancestros llamaron revolución social?

Después de la izquierda germinará, sin duda, un movimiento ciudadano mundial capaz de poner en jaque los cimientos de la sociedad de la mercancía y del dinero. Un movimiento ciudadano mundial que comprenderá perfectamente que tenemos las herramientas suficientes para alcanzar un estadio de prosperidad y de bienestar generalizable; que la Ciencia, el motor de nuestra Historia, nos ha acercado ya a tal posibilidad; que las leyes de la propiedad privada que rigen la vieja sociedad de la mercancía y del dinero son una barrera infranqueable para que lo hagamos posible; que la sociedad constructora debe seguir bajo las leyes del rigor científico (y no de dominación política e ideológica) su camino a favor de la vida; que el desarrollo productivo alcanzado ya ha roto con estados nacionales y fronteras para acercarnos a un mundo global en donde la unificación de la Humanidad es una meta ya a nuestro alcance.

Me alegra profundamente la crisis de la izquierda y la de mundo caduco que se obstinan en salvar.

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