“Feminazis” (We Can Do It!). La moda extremista del pensamiento feminista postmoderno.

Por: Viviana Carrión
Fuente: http://www.critica.cl(04/12/2015)

“No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres sino sobre ellas mismas” (Mary Wollstonecraft)

El siguiente artículo plantea una crítica al pensamiento extremista de algunos grupos de activistas feministas que hoy en día van aumentando y se van poniendo de moda a la par del pensamiento postmoderno.

Primero, se analiza brevemente las ventajas que la Revolución industrial ha dado a las primeras luchas feministas racionales con el fin de equipararse a los varones en derechos, y cómo gracias a ésta ha surgido el feminismo masivamente y se ha expandido al mundo entero.

Para después, analizar lo absurdo y contradictorio de las peticiones de estos colectivos de feministas actuales que han sido llamadas por su radicalismo y simpleza “feminazis”.

Introducción

En este artículo se pretende exponer como el feminismo de hoy en día y de la mano con la moda postmoderna se ha convertido en uno de los más grandes absurdos de la actualidad, muy alejado de las necesarias peticiones de las mujeres de la Revolución Industrial.

La Revolución Industrial ha transformado la vida social particularmente de las mujeres, logrando que se pudieran equiparar a los varones en cuanto a derechos sociales como el sufragio, igualdad en el trabajo y en la educación. En estas condiciones surge el feminismo como movimiento social mayoritario donde amas de casa, trabajadores y mujeres en general lucharon por sus derechos elementales convirtiéndolas así en ciudadanas en igualdad de condiciones con los varones, condiciones que hasta ese momento habían sido desventajosas para ellas.

 

Las peticiones y exigencias de algunas corrientes feministas actuales, llamadas debido a su extremismo “feminazis”, oscilan entre “la valoración excesiva del cuerpo de la mujer”, llegando al extremo absurdo de ensalzar los fluidos corporales femeninos por considerar a la mujer y todo lo que venga de ella como sagrado e intocable y a todo lo masculino como perverso donde la victimización es la base de este pensamiento.

Breve caracterización de la Revolución Industrial

La Revolución Industrial que tuvo su origen en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, donde se comenzó a utilizar nuevas fuentes de energía y nueva maquinaria, generó una gran mejora en la productividad industrial, lo que condujo a la industria a gran escala y por ende a nuevas fuentes de trabajo. Fueron los descubrimientos tecnológicos de finales del siglo XVII los que dieron paso al proceso de industrialización, teniendo un rol protagónico la máquina de vapor.

Como parte del cambio industrial se dieron nuevas materias primas, nuevas fuentes de energía, maquinaría y transportes.

“(…) Ello generó una avalancha de bienes de consumo que, puestos al fin a disposición de la gran mayoría de la población, incrementaron de forma estable y duradera su bienestar por primera vez en toda la historia”. (Íñigo, 2012, p. 25)

Las sociedades preindustriales en cambio presentaban un escenario muy distinto:

“El hambre se extendía entonces, debilitando los cuerpos y convirtiéndolos en presa fácil de la enfermedad y la muerte (…) La sociedad preindustrial parecía incapaz de escapar de la invisible condena que pesaba sobre ella”. (Íñigo, 2012, p. 19-20)

Pues como lógica consecuencia la Revolución Industrial trajo cambios favorables no sólo a nivel industrial, sino a nivel de mejora de la vida humana en general; como mejora en la alimentación, mejora en la higiene, progreso científico, desarrollo en la medicina con la implementación de vacunas, lo que resulto en un porcentaje bastante alto de reducción de la mortalidad.

“En la caída de la mortalidad influyó decisivamente el descenso de una amplia gama de enfermedades contagiosas; a este descenso contribuyo el incremento de la higiene (…) La población europea creció durante todo el siglo XIX (…)” (Soto, 1989. p. 170)

Sin duda uno de los cambios fundamentales que consiguió la Revolución Industrial fue la mejora en la vida de la mujer, pues ésta añadió a su papel tradicional de esposa y madre una actividad laboral, que le permitió equipararse al varón a pasos lentos, primeramente en el ámbito económico y con el tiempo en todos los ámbitos de la vida social. Transformando las relaciones sociales de género de manera irreversible no únicamente en Europa y Estados Unidos, sino también llegando más tarde a nuestros países latinoamericanos.

Surgimiento del feminismo

El hambre y la enfermedad eran los principales componentes de la vida antes de la Revolución Industrial, como consecuencia parafraseando a Íñigo (2012), la humanidad apenas tuvo un progreso en esta época. Pues la única preocupación era la supervivencia, este era el objetivo último por lo tanto no había tiempo para ocuparse de otros asuntos que aunque importantes pasaban a segundo plano, como las desigualdades de la vida social y la condición social de la mujer.

Por lo mismo las sociedades preindustriales se caracterizaban por tener un fuerte espíritu tradicional, pues no había cambios sociales importantes ya que la mentalidad estaba estancada entre la fe y la moral, muy distanciada de la razón y la ciencia.

“Eran también todas ellas, sin excepción alguna, sociedades tradicionales en el pleno sentido de la palabra, pues eran las tradiciones, antes que las leyes, las que regían la vida cotidiana (…) No es insólito, pues, que fuera la fe, antes que la razón, la rectora principal de los actos”. (Íñigo, p. 20-21)

Como se ha mencionado, la Revolución Industrial dio un gran vuelco a la vida humana, pues por un lado con la apertura a la ciencia moderna se modificó la manera de pensar, los códigos morales dejaron de ser tan estrictos, lo que trajo consigo una amplitud en la forma de pensar de la sociedad en general, pero sobre todo en las mujeres, que hasta el momento habían llevado una vida restringida a la visión conservadora de la época, sus roles se limitan a abnegadas amas de casa, esposas y madres, que aunque en algunos casos se desenvolvían en trabajos fuera del hogar para ayudar al sustento familiar, estos trabajos no contaban con las mismas ventajas que los de los varones, ya que eran considerados inferiores, ésto debido a la división sexual del trabajo relacionada con la diferencia de fuerza e intelecto entre hombres y mujeres, lo que tenía como consecuencia que ciertos trabajos o tareas podían ser realizadas únicamente por uno de los géneros, los varones se ocupaban de tareas con mucho mayor prestigio social, en cambio las mujeres estaban limitadas a trabajos del hogar y/o trabajos manuales.

“Los oficios cuya materia prima es la seda o la hebra de oro, están en París reservados a las mujeres: hilanderas de huso grande y pequeño, tejedoras de seda, de cofias de seda, hilanderas de sombreros con pasamanería de oro. En el siglo XV el más importante de los oficios reservados exclusivamente a las mujeres es el de las lenceras” (Kandel, 2006)

Este escenario desventajoso para las mujeres en gran medida se modificó, aunque durante muchos años después de la Revolución Industrial las mujeres seguían recibiendo menor remuneración económica por su trabajo y sus condiciones laborales no eran las mejores, la brecha con el sexo masculino se hizo cada vez más corta y poco a poco se pudieron equiparar al varón.

Otro aspecto importante de la Revolución Industrial es que sustituyó la unidad productiva doméstica por la factoría y la empresa industrial en gran escala, lo que permitió a las mujeres la movilización necesaria para conseguir su admisión en la vida profesional.

En este contexto surgió el feminismo como movimiento masivo en Inglaterra y Estados Unidos. Si bien mucho antes de la Revolución Industrial se daba pequeños grupos de mujeres que organizaban protestas a favor de sus derechos, fue la Revolución Industrial la que les permitió tener más tiempo libre, ya que la tecnología facilito los quehaceres del hogar, lo que trajo como consecuencia que pudieran organizarse y expandirse a más lugares.

“Las amas de casa de clase media, contando con tiempo libre y poco que hacer, además de la situación de reducción de posibilidades para encontrar trabajo fuera del hogar, se organizaron en movimientos feministas, dando calor y legitimidad a la lucha feminista” (Aponte, 2005)

De tal manera que la revolución feminista a partir de la Revolución Industrial centró su lucha en la admisión en las universidades, en la vida profesional, posteriormente la lucha se dio por el derecho al sufragio, custodia de los hijos y control de sus propiedades. Ya que a principios del siglo XIX la situación de las mujeres en Europa y Norteamérica era muy precaria: las mujeres no eran personas, no eran ciudadanas, es decir, no tenían derecho al sufragio, no podían hacer un contrato y eran como menores de edad o infantes a los ojos de la ley. Hasta que se casaban estaban bajo el poder del padre y a partir del matrimonio, todos los derechos sobre ellas pasaba al poder del marido.

Por supuesto la condición de la mujer en Latinoamérica no era mejor que en Europa, como lo cita Vélez (2010):

“Privadas de asistencia médica ginecológica y de acceso masivo a la educación elemental, salvo que se educaran mediante el sacrificio de su libertad al ingresar a alguno de los conventos de monjas de la región centroamericana, muchas de esas mujeres dependían de los hombres de su casa —padres, hermanos, esposos, cuñados— para escribir o leer documentos personales y judiciales”.

La utilización de la imprenta a vapor que produjo la impresión y circulación de textos a gran escala, otro punto que contribuyo favorablemente al feminismo, a que cada vez más mujeres se informaran de sus derechos y a que contaran con mayor accesibilidad a la educación.

Surgieron en esta época importantes mujeres que tuvieron roles protagónicos para lograr los derechos de la mujer, en Inglaterra Harriett Taylor Mil (1807- 1858) en su publicación “La emancipación de la mujer “abogó por el derecho al voto y a la ciudadanía.

La estadounidense Lucy Stone (1818-1893), con su ejemplo de superación influyo a muchas mujeres ya que fue una de las primeras mujeres estadounidenses que logró un grado académico, además fundo el periódico “Woman’s Journal”, de publicación semanal.

Por su parte Elizabeth Stanton (1815 -1902) igualmente estadounidense, fue más allá de los derechos al sufragio, lucho por los derechos parentales, de propiedad, leyes de divorcio y control de natalidad por parte de las mujeres.

Estas mujeres junto a muchas otras lograron cambiar las relaciones sociales entre mujeres y varones, otorgándole a la mujer las bases para el desarrollo pleno de sus derechos y la libertad de decidir la dirección de sus vidas.

Feminazis

Se entiende por feminismo a la igualdad en derechos y oportunidades entre mujeres y varones, así define el feminismo el diccionario de La Real Academia Española:

“Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”. (2015)

Para entender el porqué del uso del término “feminazis” es necesario primeramente hablar del postmodernismo.

A partir de más o menos los años 60-80 se dio una fuerte inclinación hacia el posmodernismo, teoría que le confiere la posibilidad de deconstrucción a absolutamente todo ya que todo es ilusorio. Mansilla (2005) señala que “El pensamiento postmodernista deja de lado todo enfoque crítico y elabora una apología de la cultura de masas y del populismo. Mediante el argumento fácil y ahora tan celebrado de que no hay que disociar el mito de la razón y lo popular de lo culto” (p.4)

Estas teorías han tomado impulso igualmente en el ámbito feminista, sus radicales postulaciones están muy lejos de su definición original de igualdad y de las justificadas peticiones de los comienzos de estos movimientos, que como se ha visto han sido el derecho al voto, a la educación y al acceso a las fuentes de trabajo.

Las primeras feministas lucharon racionalmente por ganar esos derechos necesarios y esenciales y poner a la mujer a la par de los varones en cuanto a oportunidades en la vida social y a la valoración como personas.

Penosamente, el feminismo se ha convertido en una de las modas más absurdas y triviales de los últimos años, con un creciente número de partidarios en una visión sesgada típica del pensamiento posmoderno y dejando de lado cualquier posición crítica, ya que cualquier pensamiento que esté en contra de estas posturas es considerado misógino y retrogrado por no estar a favor de “los derechos de la mujer y la reivindicación femenina”, derechos y reivindicaciones que hoy en día ya están dados.

A estos movimientos de feministas radicales se les ha dado el título de “feminazis”. Si bien éste no es un término de acepción de la lengua española, este adjetivo se expresa cada vez más principalmente en las redes sociales. El término fue popularizado por el estadounidense Rush Limbaugh en los años 90 para denominar a las mujeres que defendían el derecho al aborto (Periodico Cataluma, 2014), la expresión que en su inicio estuvo fuera de lugar, actualmente se utiliza para designar a los colectivos feministas, no por sus peticiones al aborto seguro, sino por su postura rígida y totalitaria que llega a extremos patéticos.

Principalmente son tres los aspectos que defienden estas activistas. En primer lugar buscan ponerle la etiqueta de diabólico a todo lo masculino y la de víctima a lo femenino, en segundo lugar y contradictoriamente a su manifestado odio hacia los varones, quieren equiparar a ellos incluso en aspectos biológico-físicos, y en tercer lugar hacen una absurda exaltación de lo femenino, esto incluye incluso desechos corporales, además de justificar cualquier acción que venga de una mujer, en la creencia de lo que la antropología conoce como “el mito del buen salvaje”(1), en este caso, la mujer como la bienhechora de la historia.

A continuación se desarrollan estos tres aspectos con ejemplos;

El primer punto y eje central del actual discurso feminista que es el victimismo lo podemos encontrar en frases de algunas mujeres académicas activistas que han dado o dan cátedra en importantes universidades en el extranjero, su influencia en el feminismo radical es notable.

Andrea Dworkin fue una literata estadounidense, su visión generalizadora sobre la “naturaleza satánica y abusiva de los varones” se la aprecia en la siguiente frase:

“Bajo el patriarcado, cada hijo de cada mujer es su traidor potencial y también el inevitable violador o explotador de otra mujer” (2).

Un ejemplo explícito y textual del odio irracional hacia los varones se puede encontrar en la “celebre” frase de Robin Morgan:

“Siento que el odiar a los hombres es un acto político viable y honorable” (3)

Igualmente la autora Valerie Solana, considerada una de las feministas más radicales de su tiempo, en la publicación de su “Manifiesto Scum” de fines de los 60, muestra el rencor y el odio hacia los varones:

“En otras palabras, el hombre es una mujer inacabada, un aborto andante en estado de gen. Ser macho es ser deficiente, emocionalmente limitado; la masculinidad es un error orgánico y los hombres son lisiados emocionales. El hombre es completamente egocéntrico, atrapado dentro de sí mismo, incapaz de sentir empatía o de identificarse con otros, de sentir amor, amistad, afecto o ternura”.

Si bien esta mujer, como lo muestran sus biografías ha sido víctima de abusos y ha tenido una vida desdichada, su manifiesto no puede ser considerado más que un relato personal desde la perspectiva cegada del rencor. No obstante sus palabras son una inspiración para algunas feministas, como lo afirma Gornik (1971):

“Tal vez el éxito de esta pequeña obra se deba a que “muchas mujeres a lo ancho del mundo comprendemos muy bien la desesperación y rabia que inspiraron a Valérie Solanas. Probablemente muchas sentimos esa sed de venganza – que la cordura mantiene a nivel de fantasía – y que causa esa hilaridad liberadora que ha convertido el SCUM en un libro tan popular en los ambientes feministas.”

Otra importante influyente es la austriaca Sheila Jeffreys, su publicación más conocida es “La industria de la vagina” realizada en el año 2009. En una de sus frases más populares se puede notar como esta autora en su afán de victimizar a las mujeres anula inclusa el propio erotismo femenino por reducirlo a una simple “artimaña de patriarcado”.

When a woman reaches orgasm with a man she is only collaborating with the patriarchal system, eroticizing her own oppression”. (En Michael Crane, 2004, p.250)

Su traducción:

“Cuando una mujer alcanza un orgasmo con un hombre está colaborando con el sistema patriarcal, erotizando su propia opresión”.

El segundo de los aspectos que defienden estos colectivos feministas es la abogacía por la igualdad entre mujeres y varones, no únicamente en derechos sociales, sino en aspectos irrelevantes y absurdos como por ejemplo en la igualdad en la micción, mediante un artefacto en forma de cono las mujeres pueden miccionar de pie al igual que los varones, estos conos llamados “los conitos Donna Haraway” llevan el nombre de una feminista y postmoderna profesora de la Universidad de California, en su “Manifiesto Ciborg” afirma que “No existe nada en el hecho de ser ‘mujer’ que una de manera natural a las mujeres” (p. 9).

Si bien no se puede negar la función higiénica y posiblemente práctica de dicho artefacto, la absurdez de su uso deriva en el hecho de enorgullecerse de éste mostrando así una obsesión por haber logrado la “igualdad con los varones” en este aspecto tan banal.

En cuanto al tercer punto, la exaltación del cuerpo femenino, las protestas por parte de estos colectivos de mujeres semidesnudas ya son algo usual, la nueva tendencia va mucho más lejos, pues en contra del opresor sistema patriarcal algunas feministas han decidido mostrarle al mundo su menstruación para liberarse de las “ataduras machistas”, esto lo hicieron un grupo de mujeres en España, pero la moda se expande, igualmente artistas chilenas y argentinas han montado escenarios con la misma temática (en Vargas, 2014), donde se utiliza el fluido corporal como motivo de orgullo contra el logro de la “equidad de género” . Incluso en las redes sociales existe un movimiento llamado “Free Bleeding” en contra del uso de toallas higiénicas.

Conclusión

Anteriormente a la Revolución Industrial y el surgimiento de las demandas por los derechos de las mujeres, la mentalidad estaba alejada de la razón, casi tres siglos después parece que hay una tendencia de retorno a este estado. Pues son las creencias feministas radicales postmodernas sobre “el total estado de opresión patriarcal y la búsqueda inagotable de la liberación femenina”, que se han convertido en populares, antes que la razón las que lo que está ganando importancia. Este es un estado típico de la posmodernidad ya que parafraseando a Mansilla (2005) la posmodernidad no diferencia la razón del mito, es más, se enorgullece de su fusión.

La falta de sentido crítico lleva a que estos colectivos en su afán de ver a las mujeres como las víctimas de la historia, idealicen su activismo creyendo que el momento de la revancha ha llegado, sin darse cuenta que victimizar a las mujeres en países donde los instrumentos para la igualdad ya están dados, es quitarles toda su capacidad pensante y de decisión, poniendo a los varones como los únicos dotados de razón y como los autores del condicionamiento femenino. Como dice la escritora Doris Lessing de las feministas modernas: Las Feministas No Han Entendido Nada!

Lo que cabe preguntarse es ¿qué hace por las mujeres la moda feminista radical o “feminazi”? únicamente ridiculizarlas con los absurdos alardes que hacen de aspectos biológicos, como si las mujeres no tendrían cosas más importantes e interesantes por las que enorgullecerse y por otro lado lo que hace es restarle importancia a temas que realmente vale la pena discutir desde la posición de denuncia crítica de la vida de la mujer como la situación de injusticia en la que se encuentran mujeres en países como Somalia, India, Pakistán donde las niñas y mujeres son obligadas a matrimonios forzadas desde los 8 años o menos, además de ser violadas y utilizadas como armas de guerra. Según un informe de American Journal of Public Health [1] en el año 2011 en la República Democrática del Congo aproximadamente 1.552 mujeres son violadas al día y su acceso a la educación es nulo, por dar algunos ejemplos.

Notas

(1)    De la inversión estética/ética del discurso rousseauniano a la apropiación del buen salvaje por la etnología, sólo hay un paso: la antropología dotada del exotismo romántico ve en el salvaje, el campesino, el marginal a la sociedad, la constatación de los valores de bondad humana y de armonía cultura/naturaleza. La imagen romántica se invierte al pasar de la literatura, del placer textual, a la ciencia, el mito contemporáneo, que cual bricolage continúa funcionando tras un verosímil hecho trozos (Gonzales, 1987).

 

(2)    Traducción de Diego Hernán Cecchini (en versión artículo digital) de algunos fragmentos del libro “Ice and Fire” 1987, de Andrea Dworkin.

 

(3)    Extraído de “Una Europa abducida por el feminismo radical”, 2014. Periódico digital “El librepensador”.

 

 

 

Bibliografía

 

Aponte Sánchez, Elida (2005). “La revolución feminista” Artículo publicado en la revista digital Frónesis: Seccion de Antropología. Instituto de Filosofía del derecho. Universidad de Zulia. Maracaibo, Venezuela.

Crane, Michael (2004). “The Political Junkie Handbook”. Edited and complied by Michel Crane. New York.

Gonzales Alcantud, José Antonio (1987). “El buen salvaje de Rousseau. Inflexión de la antropología y de la estética”. Universidad de Granada. Gazeta de antropología nr. 5. Artículo 3. Revista digital.

Gornik, Vivian (1971). Prólogo de la segunda edición de SCUM, publicada por Olympia Press, Londres.

Haraway, Donna (1984). “Manifiesto Ciborg El sueño irónico de un lenguaje común para las mujeres en el circuito integrado” Traducción de Manuel Talens con pequeños cambios de David de Ugarte.

Ínigo Fernandez, Luis (2012). “Breve historia de la Revolución Industrial” Ediciones Nowtilus. Madrid.

Kandel, Ester (2006). “División sexual del trabajo ayer y hoy: Una aproximación al tema”. Buenos Aires, Argentina. Editorial Dunken.

Mansilla H.C.F. (2005). “La abdicación del pensamiento ante el horizonte del presente. La inalterable de un espíritu crítico en filosofía y política” Versión electrónica de la Universidad Complutense. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas.

Romero Lourdes. (2011). “Los 5 peores lugares para ser mujer” Englobal, periódico digital.

Solanas, Valerie “Manifiesto Scum” (1967). Traducción de Diego Luis San Román en Universidad Complutense. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas.

Soto Carmona, Álvaro (1989). “El trabajo industrial en la España contemporánea (1874-1936)” Barcelona. Ed. Anthropos.

Revilla Olave, Gustavo. (2014). “Una Europa abducida por el feminismo radical” Periodico digital “El librepensador”. España.

  • Vargas,Vanessa (2014). “Las feministas que desafiaron el pudor de la menstruación” (2014) Periódico electrónico editado en Chile por Ediciones y Publicaciones El Buen Aire S.A.

Vélez, Anarella (2010). “El movimiento sufragista en América Latina y Honduras”. En: Estudiosdelamujer´s Blog. Disponible en: http://estudiosdelamujer.wordpress.com/418-2/

 

[1] En “Los 5 peores lugares para ser mujer”, 2011. Englobal, periódico digital.

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