Enfermos

Por: Josepg Maynou
Fuente: http://www.josepgmaynou.blogspot.es (14.08.11)

El gobierno británico ha añadido la palabra “enfermos” a la lista con la que Nicolás Sarkozy, en noviembre del 2005, definía a los jóvenes que hacían temblar las barriadas de los suburbios franceses: chusma, gentuza, bárbaros. Un paso más. Llenas las cárceles, ya piensan quizás en reabrir los psiquiátricos. O quizás un gran Guantánamo en donde marginados, excluidos, desempleados, pobres, hambrientos, desesperanzados, o lo que llaman “generaciones perdidas” puedan ser recluidos para salvaguarda de un mundo que a toda costa intentan perpetuar, sin estar seguros ni de cómo pueden posponer su defunción.

Todo ello aún con el beneplácito de los sectores sociales, ciegos a la realidad, que aún piensan poder conservar sus pocos privilegios de supervivencia dentro de un Estado policial: paz y orden para la futura sociedad de los ciudadanos empobrecidos. Todo ello con el perpetuo estupor de las izquierdas reformistas que esperan, de los seres humanos desahuciados, cordura y corrección ante situaciones de colapso social. Lo “políticamente correcto” ha ido pudriéndose poco a poco en las barriadas marginales de muchos lugares del mundo ante la ceguera de las organizaciones políticas que ven mermar constantemente su incidencia sobre las amplias capas de una exclusión social cada día más creciente.

Y todo ello con el angustioso silencio de numerosos estamentos implicados en la nueva revolución tecnológica en marcha, científicos, investigadores, librepensadores… hombres y mujeres sabedores que ya es posible hoy acceder a la sociedad de la abundancia, que tenemos los medios y conocimientos necesarios para alcanzarla y que el camino de la auténtica revuelta social está sobradamente gestándose en la batalla de “lo Común” frente a “lo privado”. La libertad para la creación de conocimientos, su transmisión y su generalización no tiene cabida en la sociedad en donde su limitación es la única fuente de renta para el Capital. La vieja sociedad del trabajo que rinde beneficios para el Capital no puede permitir que la nueva revolución científica la supere. La abundancia no debe superar a la escasez.

En esta batalla de supervivencia, que nadie tenga la menor duda, lo único que corresponde a su dictadura económica no será “más democracia” ni “más libertad”, sino más dictadura política. Los reformadores se equivocan.

Adjunto un escrito que publiqué a propósito de las revueltas acontecidas en Francia hace ya siete años. Para los que intentamos reflexionar sobre los acontecimientos sociales es bueno releer sobre lo que escribimos, repensar y poner en crisis constantemente nuestro pensamiento. En este caso, aunque ha transcurrido bastante tiempo y la crisis económica ha puesto más en evidencia el empobrecimiento general de la ciudadanía europea, el escrito en general, me parece, que tiene toda su vigencia.

Gentuza

Asumo como propia la lucha contra los auténticos motivos desencadenantes de la cólera de la llamada «gentuza» (calificada así por alguno de los gestionadores de las políticas de rapiña del Capital) que durante estas semanas está haciendo temblar los cimientos de la moderna y bienpensante sociedad francesa ; y tengo la certeza que son incautos y desdichados todos aquellos sectores de la sociedad que no alcancen a comprender las profundas razones de tal estallido de violencia y que, asustados, retrasen su apoyo y su participación en las revueltas que se avecinan. Son y serán aún muchas más las situaciones caóticas que se engendrarán en una sociedad en crisis que ha perdido su rumbo y que no puede ofrecer ninguna solución a los problemas que ella misma ha provocado. Estas, no son más que los síntomas del desmembramiento irreversible de todos los vínculos y valores sociales que hasta ahora cohesionaban e impregnaban la vida, la actividad y los idearios del conjunto de la sociedad. Cuando los seres humanos perdemos nuestro atributo de “seres sociales” nos podemos convertir en la más feroz de las bestias salvajes. La sociedad del Capital ha sucumbido en la tarea de hacer posible un orden social a su imagen y semejanza: solo ha creado caos, inseguridad, exclusión, miedo y desesperanza.

La cólera de los millones de hombres y mujeres que ya no podemos ni queremos aguantar más, será el común denominador de las próximas décadas. Cientos de miles son los jóvenes desesperanzados que habitan en los suburbios de las ciudades europeas, pero son millones los que también se encuentran en idénticas o peores condiciones de pobreza y marginalidad en todas las ciudades de África, Asia o América Latina. Ni los guetos estadounidenses escapan de estas situaciones de miseria. La desilusión y desespero de los jóvenes de las barriadas de París es idéntica a las de Londres, Detroit, Rotterdam, Chicago… de la madrileña Lavapiés o del Raval barcelonés.

Que nadie espere cordura ante estas situaciones de colapso social si los seres humanos no sabemos encontrar una salida constructora a la que pueda sumarse la gran mayoría de la Humanidad. Que nadie espere buenas maneras y buenas razones de unos seres humanos acorralados y desahuciados.

Me sumo a sus motivos de cólera porque entiendo muy bien su exasperación e impotencia cotidiana, que es también la mía, para poder cambiar un ápice el rumbo de nuestra vida; para hacer mínimamente posible algún pequeño sueño de felicidad y esperanza en el futuro; para hacer de nuestras capacidades creativas individuales los puntos de apoyo de proyectos de convivencia y de colaboración sociales y que estas sean valoradas, estimadas y deseadas por pequeñas que sean; para dejar de ser seres humanos cada día más insignificantes, desvalorizados, inútiles e inservibles como moneda de cambio en un gran mercado fantasmagórico en donde ya no tenemos cabida. Para dejar de pertenecer a esta gran sociedad de hombres y de mujeres infelices e impotentes me sumo a vuestra cólera aunque debo decir con claridad que ni los vehículos de nuestros convecinos, ni el mobiliario urbano, ni las cabinas telefónicas, ni las escuelas, ni los comercios… son nuestros enemigos. Nuestra ira y nuestra cólera deben llevar otra dirección.

En las sociedades occidentales, los sectores que ven aún con temor y desconcierto este estallido de violencia y de desmoronamiento del orden establecido estarán inevitablemente cada día mas cerca de comprender que este orden (que aún creen deben seguir defendiendo) está plagado de basura moral, de injusticia y de desigualdad. Este orden es en realidad un auténtico caos social que solo puede mantenerse por un Estado mafioso y policial. Todo aquello que aún piensa que pueden conservar viviendo arrodillados y sometidos de espaldas y ciegos a la realidad del mundo que les rodea, también lo perderán. No hay, ni habrá nunca más un puesto de trabajo tal como lo hubo en periodos anteriores, no habrá ya mas Estado benefactor. Su desposesión será mucho más terrible que su ceguera. Fueron primero a por los jóvenes porque eran los más débiles, y luego irán a por ustedes. Todo lo que ustedes traguen y sumisamente cedan, pagarán y cederán con creces sus hijos y sus nietos. Y ellos maldecirán su rendición. Los gobiernos, los políticos, las mafias sindicales que ustedes no sean capaces de echar serán sus propios verdugos. En nombre de la libertad y de la democracia ustedes, si renuncian a resistir, terminarán también engrosando la gran sociedad de esclavos empobrecidos mientras que el Capital seguirá sumando beneficios espectaculares, enormes fortunas, disparatados intereses de su insaciable pillaje. Todo aquello que a modo de promesas y esperanzas de futuro les será dicho por los que creen en el capitalismo de rostro humano, en la posibilidad de reformas, en nuevos liderazgos mas honrados… serán promesas una y otra vez incumplidas. No habrá Plan Marshall para la “chusma” que ya no necesitan para producir mercancías ni aún para los esclavos sumisos que volverán a trabajar de sol a sol para apenas poder seguir sobreviviendo hacinados en los suburbios. El modelo de saqueo y de pillaje de la sociedad del Capital no es, señor Ignacio Ramonet, un simple «error en la gestión» que puede desaparecer cuando los Gobiernos lancen por fin un verdadero plan Marshall para los suburbios… (¡Vaya impostor!) sino que es el desenlace histórico inevitable de un sistema de relación social en su periodo de decadencia y de colapso. Así ha sido en el agotamiento de todos los sistemas sociales. Solo con la fuerza pueden detener la cólera de los desposeídos. ¡Que nadie dude que la usarán sin el menor titubeo y con la mayor brutalidad¡ No tienen otra respuesta. Los Gobiernos de uno u otro cariz (no importa cual) son solo los encargados de cumplir el cometido que el Capital financiero les tiene asignado. No desmantelando el Estado como así lo creen algunos ilusos sino fortaleciendo el Estado en su forma más pura: El Estado represor.

Se acabaron las reformas, se terminaron las sociedades en donde el Estado enmascaraba su condición de instrumento de poder de los sectores explotadores por el del garante de la concordia social y del valedor del bienestar. El Capital que debe seguir obteniendo beneficios solo precisa de un Estado garante del pillaje y de unos políticos gestionadores de su rapiña. Es ahora tiempo de finanzas; de compras y absorciones espectaculares; de movimiento de capitales ahora para aquí, mañana para allá; de concentraciones bancarias y financieras; de guerras de piratería por los recursos y primeras materias; de deslocalizaciones allá en donde una nueva fuerza de trabajo primeriza en el mercado del Capital puede ser exprimida hasta sus últimas consecuencias; de enormes inversiones en ingenios militares y represivos. Al Capital que debe seguir rindiendo beneficios (ayer en la producción de mercancías hoy en la piratería) no tiene escrúpulos: la vida de los seres humanos, de los desposeídos, de los jóvenes excluidos, de los niños que mueren de inanición… no cotizan en Wall Strett. Aquí está Nicolas Sarkozy para recordarlo: somos solo chusma, gentuza, bárbaros.

Pero nosotros sabemos bien en donde está la chusma y la gentuza de la peor ralea: la de cuello blanco, la de los maletines, la que desde despachos enmoquetados y palacios feudales deciden sin escrúpulos la vida de millones de seres humanos, la que escupe la peor droga en nuestros barrios y luego blanquea el dinero en las grandes entidades financieras mundiales, la que sigue organizando guerras de pillaje y luego lloriquea por que otros bandidos más fuertes que ellos les arrebaten sus antiguas zonas de pirateo, la que organiza Cumbres contra el hambre para hacer más hambrientos, los que perdonan la deuda para terminar definitivamente con el pillaje de sus recursos, los que hablan de democracia mientras gestionan sus negocios desde el secretismo y la secta.

Creo y defiendo intelectualmente, dentro de mis posibilidades, la etapa constructora que la Humanidad puede emprender en este periodo histórico en donde el conocimiento científico ha alcanzado un progreso extraordinario. Estoy en la certeza que hemos superado con creces la posibilidad de librarnos de jornadas agotadoras de trabajo y que nuestra capacidad de producción de todo cuanto nos es perentorio para la vida puede estar al alcance de cualquier colectividad humana. Hay suficientes muestras de que esta sociedad constructora está en marcha no solamente en cuanto a una posibilidad futura sino en su realización inmediata. Los seres humanos necesitamos hacerla posible, necesitamos participar como miembros activos en su realización y ser el sujeto de sus íntegros beneficios. Pero ésta no puede germinar con plenitud ahogada en un terreno infértil, abrupto e infectado de saboteadores y piratas, en donde el beneficio privado (basado en la propiedad privada) esté considerado como la ley moral imperante por encima de la vida y del bienestar colectivo. Debemos deshacernos de ellos. Debemos vencerlos y echarlos de nuestras sociedades. Debemos dirigir nuestra cólera hacia ellos.

No es tiempo de verdades filosóficas, es tiempo de acción en donde no caben rendiciones. Los que apuesten solo por la verdad y la justicia, por la paz y la concordia y se olviden de que solamente con la fuerza y la acción decidida de los desposeídos podremos vencerlos, están condenados al fracaso. Esta mafia política gestionadora de la rapiña del Capital debe ser vencida y expulsada. Los hechos irán demostrando una y otra vez que su palabrería moralista apoyada en los grandes valores civilizatorios de occidente solo se convierte en represión a sangre y fuego al servicio del Capital. Solo el Poder Social podrá sustituirlos.

Debemos echarlos para construir una sociedad a la medida de nuestras necesidades y de nuestros sueños. Ellos: los gobiernos, los partidos políticos, los sindicatos, los instrumentos de coacción y represión, las mafias religiosas,… son los que deben estar, como los defensores de la perpetuación de esta sociedad caduca, en el punto de mira de nuestras acciones. Nuestra cólera solo tiene un camino a recorrer: la revolución SOCIAL. Si no fuera así, si nuestra revuelta no estuviera impregnada de un gran espíritu constructor quizá también la Historia nos podría llamar, tal vez acertadamente, solo gentuza.

Josep

Este escrito fue publicado en la web ellaberinto.net en Noviembre 2005

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