Por: Luis Casado
Fuente: http://www.g80.cl (21.05.09)
Si te vas a mirar el diccionario verás que el sustantivo “farándula” está definido como la profesión de los farsantes. Un farsante es una persona que se dedica, profesionalmente, a la representación de farsas o de comedias.
Desde la Antigüedad algunos enteraíllos han sostenido que la mejor manera de dominar a la plebe y de mantener el orden público no es el uso y el abuso de la ley de seguridad interior del Estado, sino la sutil y oportuna utilización de la farándula.
“Panem et circenses” (literalmente, “pan y juegos del circo”) es una locución latina de uso actual, un pelín peyorativa, que describe la práctica de los gobiernos que para mantener tranquilo al personal u ocultar hechos controvertidos, proveen a las masas de alimento con criterios asistencialistas (un bono por ejemplo) y entretenimientos de baja calidad.
El truco es viejo como el mundo. Etienne de La Boétie escribió en el año 1549, a la tierna edad de 18 años, una obra cuya actualidad y pertinencia asombran: “El discurso de la servidumbre voluntaria”.
En ella, entre otras cosas muy apañadas, La Boétie describe el método empleado por Ciro, fundador del imperio Persa, para mantener tranquilitos a los Lidios. ¡Atento el personal!
“El ardid de los tiranos que consiste en embrutecer a sus vasallos nunca fue tan evidente como en la conducta de Ciro hacia los Lidios después de que se hubo apoderado de su capital y tomado cautivo a Creso, su riquísimo rey. Lleváronle la noticia que los habitantes de Sardes se habían rebelado. No tardó en someterles a la obediencia. Pero, no queriendo saquear una ciudad tan bella ni verse obligado a mantener allí un ejército para dominarla, se le ocurrió un admirable método para asegurarse de su posesión. Estableció burdeles, tabernas y juegos públicos, y publicó un mandato que obligaba a los ciudadanos a asistir a ellos. Encontróse tan satisfecho de los resultados que nunca más tuvo que sacar la espada contra los Lidios. Esos miserables se dedicaron a inventar toda suerte de juegos de modo tal que de su gentilicio los Latinos formaron la palabra con la cual designaron lo que llamamos pasatiempos, y que ellos llamaron Ludi por deformación de Lidia”.
Hoy por hoy, afirmar que la farándula es lúdica es un tópico, y no te la estoy jugando esdrújula.
Lúdica, lúdica, lo que se llama lúdica tal vez no tanto, visto que pasar una hora frente al televisor es dramático. Y si lo enciendes, derechamente patético.
No obstante, surte efecto.
El siglo XX aportó su cuota de modernidad, un significativo mejoramiento en el que tal vez pensó Ciro, pero del cual -lamentablemente- Etienne de La Boétie no nos dice nada: ahora, para embrutecerte con la farándula, tienes que pagar.
En lo que conviene designar como un paso de gigante para la humanidad, una de las pocas enseñanzas dignas de encomio de las técnicas del marketing dice que el mejor modelo de negocio consiste en cobrar algo a cambio de nada.
En esto, como en otras estafas, en Chile no hemos inventado nada. Ni siquiera en eso de vender la idea de poner un(a) farandulero(a) a la cabeza del país: Ronald Reagan y Silvio Berlusconi demuestran, por si fuese necesario, que quienes manejan la manija en el primer mundo ya habían leído a Etienne de La Boétie.
Luis CASADO – 20/05/2009
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