Por: J.A. Pina
Funte: www.humanite-en-españoñ.com (20.10.08)
La cólera y la revuelta no bastarán. Es necesario decir lo que debe cambiar. Es preciso unirse a favor de otras opciones políticas, hasta volverlas inevitables.
Si un hecho debe soliviantar los ánimos, en la crisis que atravesamos, es la indecencia del sistema capitalista y de sus dirigentes. Ante el desastre provocado por el desorden financiero, mientras la inquietud de las familias, asalariados, empresas y en particular de las PYMEs es máxima; tanto las Bolsas como los accionistas solo tienen la mirada fija en un solo indicador: el valor de sus acciones y la cotización de sus títulos. Tanto si se hunde la Bolsa y la gente se desespera, como si sube y todos se alegran, tenemos una lección que extraer de la enorme crisis actual: Se trata de los peligros y el callejón sin salida de un Sistema financiero, que pretende medir la felicidad de la sociedad con el mismo rasero de sus valores bursátiles. ¿Inyectar centenas de miles de millones de euros en la maquinaria infernal de las finanzas?, vamos a plantear la única cuestión que importa realmente: ¿Para quién y para qué?
Los Estados sostienen con todas sus fuerzas un sistema agotado, “quemando” recursos considerables: nuestro dinero, nuestros ahorros, las riquezas creadas por el trabajo. Usando el poder de creación monetaria que corresponde al poder público quieren relanzar la maquinaria, pero, ¿qué maquinaria?, ¿para ir a dónde?, ¿quién pagará la factura?.
Incapaces de responder estas preguntas, para echar balones fuera. Nicolas Sarkozy y François Fillon, que tantas cosas nos habían prometido, nos cuentan ahora que no habrá factura, que nadie será el pagano. Pero, cuando se trata de gastar un solo euro suplementario para los salarios, para la escuela, para la salud, para la vivienda social, enseguida es esgrimida la amenaza de la bancarrota del país y de las finanzas públicas.
Se ríen de la gente, el pueblo sufre, se angustia ante las consecuencias de la crisis. Los dirigentes de la derecha niegan toda responsabilidad y pisan el acelerador de su política. Mientras tanto, los estragos sociales, causados por las finanzas del sistema y su lógica, son ya legión. Intentan hacernos creer que no habrá nuevas víctimas, y ¡encima pretenderán que les aplaudamos!, ¡que nos pongamos en fila tras la bandera de la “unión nacional”, colocada en lo alto de la Bolsa!. ¡Es indignante!
La rabia y la revuelta no bastarán. Es necesario decir lo que debe cambiar, preciso modificar el terreno de juego de los que deciden, imprescindible reunir una mayoría a favor de otras políticas, hasta hacerlas inevitables. Si no, las mismas lógicas destructivas se impondrán. Nicolas Sarkozy habla de hacer pagar a los responsables, como si las decisiones que han llevado a la catástrofe no tuvieran nada que ver con sus propias opciones políticas.
Pero, ¿Quién ha ido a buscar el reconocimiento de George Bush, alardeando de su modelo de gobierno del mundo?. ¿Quién ha defendido con uñas y dientes las orientaciones ultra-liberales de los tratados europeos, después del NO de los franceses en 2005, hasta forzar su reintroducción en el Tratado de Lisboa?. ¿Quién ha planteado en su presupuesto quinquenal el escudo fiscal, a favor de las grandes finanzas por un lado y, la reducción de los gastos y los empleos públicos por el otro?. ¿Quién hace escasas semanas ha dado luz verde al proyecto de privatización de Correos (La Poste), del cual hoy percibimos su aberración?. ¿Quién continúa queriendo preservar todas las directrices que se sustentan en la prioridad de drenar siempre más dinero para apoyar los mercados financieros?.
Otras políticas son posibles y este número especial de “Humanité Dimanche” les dedica un dossier completo. Pueden encontrar un eco y un apoyo ampliamente mayoritario estas soluciones nuevas y estos cambios de dirección indispensables, ayer vilipendiados por los que nos gobiernan en nombre de sus dogmas capitalistas. Agruparse en torno a estas ideas, para imponerlas en el debate público. Ir en contra de todas las falsas “buenas ideas”, que el gobierno se esfuerza por hacernos tragar, para salvar los beneficios de un capitalismo en crisis. Es ser útil para combatir la crisis.
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