Por: Eric London
Fuente:WSWS.org/es
El 20 de agosto de 1940, León Trotsky fue asesinado por el agente estalinista Ramón Mercader en el suburbio Coyoacán en la Ciudad de México. El acceso de Mercader al gran revolucionario fue posible por su relación con Sylvia Ageloff, una miembro del Socialist Workers Party (SWP). En el periodo posterior al asesinato, Ageloff se presentó como una víctima inocente de la duplicidad de Mercader, una afirmación que nunca fue desafiada por el SWP.
Esta serie de artículos constituye la primera investigación sistemática de papel de Ageloff por parte del movimiento trotskista y continúa el trabajo de la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional del Comité Internacional de la Cuarta Internacional. Se publicará en cuatro partes.
Introducción
El agente estalinista Ramón Mercader asesinó a León Trotsky al final de la tarde del 20 de agosto de 1940, en el suburbio Coyoacán de la Ciudad de México. La noche siguiente, 26 horas después del ataque, el colíder de la Revolución de Octubre de 1917 falleció de la herida infligida por Mercader.
El de León Trotsky es el asesinato político de mayor consecuencia en el siglo veinte. Despojó a la clase obrera internacional de quien fue, a la par de Lenin, el máximo teórico marxista y líder revolucionario del siglo veinte. La muerte de Trotsky debilitó seriamente la Cuarta Internacional, tras haber tenido un papel decisivo en su fundación en 1938, y menoscabó el desarrollo del movimiento socialista mundial por décadas.
A pesar de las negaciones falsas por parte del régimen soviético estalinista, se asumió inmediatamente en todo el mundo que el asesino era un agente de la policía secreta de la Unión Soviética, la GPU. Pero, a lo largo de 35 años, el mundo sabía muy poco acerca de la gran escala de la conspiración y la red de agentes utilizados por el régimen estalinista para preparar y llevar a cabo el asesinato. La verdadera identidad del hombre que se hizo llamar “Jacques Monard” y luego “Frank Jacson” no se pudo establecer con seguridad hasta 1950.
El principal partido encargado de la seguridad de Trotsky —el Socialist Workers Party (SWP; Partido de los Trabajadores Socialistas), la sección estadounidense de la Cuarta Internacional en ese momento— no solo fracasó en llevar a cabo una investigación de fondo sobre los esfuerzos de la GPU para infiltrar el movimiento trotskista a nivel global en los años previos al ataque. El SWP también se rehusó a reconocer e incluso ocultó la evidencia de una penetración de alto nivel de la GPU en su propia organización. Los dirigentes del SWP denunciaron cualquier mención, ni hablar de una exposición, de la infiltración de espías de la GPU y el FBI en el movimiento trotskista, llamándola “persecución falsa de agentes” (“agent-baiting”).
En mayo de 1975, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) inició una investigación del asesinato de Trotsky. Sus hallazgos, publicados bajo el título Seguridad y la Cuarta Internacional, identificó la red internacional de agentes de la GPU involucrados en el asesinato, implicando a agentes que permanecieron por décadas en el SWP tras la muerte de Trotsky.
A pesar de los esfuerzos para sabotear el trabajo de la Cuarta Internacional, la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional prevaleció y produjo hallazgos extraordinariamente importantes.
Tras la decisión de lanzar la investigación, Alex Mitchell, un editor del Workers Press (el periódico de la sección británica del CICI), descubrió un conjunto crucial e inédito de documentos del Gobierno estadounidense relacionados al asesinato y conservados en el Archivo Nacional en Washington DC. En agosto de 1975, el trotskista estadounidense David North, en representación del CICI, encontró y fotografío a Mark Zborowski en San Francisco. En la década de 1930, antes de emigrar a EE.UU., en 1941, Zborowski desempeñó un papel central en suministrar la información que llevó al asesinato estalinista del hijo de Trotsky, León Sedov, dos de los secretarios políticos de Trotsky, Erwin Wolf y Rudolf Klement y un desertor de la GPU que se declaró en apoyo a la Cuarta Internacional, Ignace Reiss. Los resultados iniciales de la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional fueron publicados a fines de 1975 bajo el título How the GPU Murdered Trotsky (Cómo la GPU asesinó a Trotsky).
En diciembre de 1976, Mitchell y North viajaron a la Ciudad de México, donde entrevistaron a testigos de los eventos en torno al asesinato. El progreso de la investigación en Estados Unidos demostró que Sylvia Caldwell (de soltera Callen), quien fue la secretaria personal de James P. Cannon, líder del SWP, entre 1937 y 1940, era una agente de la GPU. El CICI descubrió documentos que establecían que Joseph Hansen, quien fungió como secretario de Trotsky en México de 1937 a 1940 y se convertiría en un líder clave del SWP hasta su muerte en 1979, había sido un agente de la GPU y luego un informante del FBI. Como podría esperarse de su actividad como espía e informante del Gobierno, Joseph Hansen fue el opositor más decidido de la “persecución falsa de agentes”. Sus medidas incluyeron calificar de “paranoicos” a todos los que defendieran la seguridad del movimiento trotskista frente a las actividades perturbadoras y asesinas de la GPU (conocida más adelante como KGB) y el FBI.
Los hallazgos iniciales de Seguridad y la Cuarta Internacional fueron publicados entre 1975 y 1978. Los acontecimientos posteriores, especialmente los documentos obtenidos a través de la demanda iniciada por Alan Gelfand contra el espionaje del Gobierno dentro del Socialist Workers Party, confirmaron plenamente los elementos más críticos de la investigación del Comité Internacional. La publicación de los documentos de la policía secreta GPU-KGB tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 ofreció una mayor corroboración.
Más recientemente, el trabajo de investigadores independientes que utilizaron los hallazgos de Seguridad y la Cuarta Internacional y varios documentos adicionales publicados por los archivos estatales en México revelaron más evidencia importante que posibilita tener un entendimiento sumamente detallado de cómo se planificó y llevó a cabo el asesinato de Trotsky.
Por medio del análisis de esta nueva información —en conjunto con una evaluación de los antecedentes personales de Sylvia Ageloff, sus actividades políticas mientras supuestamente era miembro del SWP y su relación estrecha con Ramón Mercader— el Comité Internacional es capaz de presentar de manera precisa el papel crítico desempeñado por Ageloff en preparar el asesinato de Trotsky.
Este informe desmiente la narrativa que lleva 80 años sin ser desafiada de que Ageloff fue una figura inocente e ingenua que fue utilizada por Mercader para obtener acceso a Trotsky. Esta caracterización pública fue inventada por la propia Ageloff y Mercader inmediatamente después del asesinato. Los hechos reales disimulados por el cuento patético de la “pobrecita Sylvia” nunca fueron investigados seriamente. Esta narrativa se convirtió en un mito. Pero este mito no tiene ningún fundamento real.
La aceptación de este mito exigía interpretar los aspectos más dudosos e incluso increíbles de la relación entre Ageloff y Mercader de la forma más inocente y apolítica. Era necesario considerarla una “boba de la suerte” —una mujer sin control de nada, deambulando ciegamente en la vida y tan monumentalmente estúpida como para ser incapaz de reconocer las contradicciones evidentes y extrañas en la misteriosa historia de vida y las actividades del hombre con el que se estuvo acostando por casi dos años—.
Pero, una vez que el mito es reemplazado por un análisis objetivo de los hechos, se arroja una luz totalmente diferente sobre la joven de Brooklyn. Entre 1938 y 1940, Ageloff adoptó un patrón deliberado de comportamiento que avanzó de forma tan consistente con los esfuerzos de la GPU para acorralar y asesinar a Trotsky que hace insostenible cualquier explicación inocente.
En cada etapa de la preparación del asesinato, fue Sylvia Ageloff quien cumplió la función decisiva de integrar a Mercader en el movimiento trotskista y, en última instancia, en la reforzada villa en Coyoacán. La conclusión alcanzada por esta investigación es que Ageloff era una agente de la GPU y cómplice de Ramón Mercader en el asesinato de León Trotsky.
En 1940, la policía mexicana llevó a cabo la única investigación contemporánea del asesinato y determinó que Ageloff fue cómplice en el asesinato de Trotsky. Los oficiales mexicanos la arrestaron y encarcelaron, acusándola de asesinato, y luego la enjuiciaron. Ageloff parece haberse salvado de una condena solo gracias a la intervención diplomática de las autoridades estadounidenses. Durante ese tiempo, el SWP no produjo reportes de la investigación mexicana de Ageloff en curso y mantuvo desinformados a los miembros del partido. El SWP nunca puso en tela de juicio la explicación con la que Ageloff buscaba eximirse de culpa en cuanto a su papel en la serie de eventos que llevaron al asesinato de Trotsky. La investigación actual, por ende, necesita arrancar con un análisis del mito de la “pobrecita Sylvia”.
El mito de Sylvia Ageloff
Según la versión convencional de los eventos, Sylvia Ageloff era una trabajadora social ingenua y poca atractiva de Brooklyn. La joven miembro del SWP, ostensiblemente desesperada por recibir afecto, fue pronto seducida por el apuesto Jacques Mornard, uno de los muchos alias utilizados por el asesino y el nombre que utilizó cuando se conocieron. Aprovechó cruelmente las vulnerabilidades emocionales de Ageloff y su falta de experiencia, engañándola eventualmente para que le diera la entrada en el hogar de Trotsky.
Mercader utilizó la apertura concedida inconscientemente por la despistada Ageloff para llevar a cabo el ataque. Según esta versión de los hechos, Ageloff no captó o ignoró a lo largo de un noviazgo íntimo de casi dos años las obvias contradicciones en la historia de Mornard, incluyendo el uso de múltiples nombres, mentiras abiertas sobre su pasado familiar, actividades de negocios misteriosas y un acceso inexplicable a grandes cantidades de dinero.
Como los tres monos sabios en una sola persona, Ageloff no vio, escuchó ni, ante todo, hizo nada malo.
Esta historia, que la absuelve de cualquier responsabilidad criminal por las consecuencias de sus acciones, fue inventada originalmente por el propio Mercader. “Sylvia no tiene ninguna culpa”, les dijo a los interrogadores de la policía tras su arresto. [1] Se mantuvo fiel a esta historia hasta su muerte en Cuba en 1978. Su hermano, Luis Mercader, luego diría sobre Mercader: “No traicionó a los suyos”. [2] Su abogado Eduardo Ceniceros, reconoció tras la muerte de Mercader, “Nunca confesó nada a pesar de que se le sometió al más tremendo de los tormentos”. [3]
La coartada que el asesino le suministró a Ageloff —aún cuando Mercader negaba tener algo que ver con la policía secreta estalinista— se convirtió en la base del patético retrato de la “pobrecita Sylvia”.
Se ha afirmado desde hace mucho que Ageloff se sorprendió tanto ante la traición de Mercader que se volvió histérica y no pudo responder a ninguna de las preguntas de la policía mexicana ni de los agentes federales estadounidenses que investigaron el ataque. Ageloff sostuvo que era una miembro leal del SWP y se vio enmarañada en un drama sin las aptitudes para entenderlo. Aparentemente traumatizada, Ageloff dejó el movimiento trotskista y nunca reemergió en la escena política radical. En el periodo inmediato tras el asesinato, nadie aparte del Gobierno mexicano —ni mucho menos el SWP— se mostró particularmente interesado en examinar críticamente la coartada ofrecida a Ageloff por el asesino.
Dos importantes películas sobre el crimen — El asesinato de Trotsky (1972) de Joseph Losey y El elegido (2016) de Antonio Chavarrías— colocaron este mito en el centro de su relato sobre el complot asesino. En cuanto a Ageloff, siguió adelante, viviendo 55 años más en una acomodada anonimidad. Tras mudarse eventualmente a un cómodo apartamento en Manhattan, falleció en 1995 a los 86 años sin dejar ninguna explicación detallada de cómo llegó a tener un papel tan fundamental en una tragedia del siglo veinte.
La cuidadosa reconstrucción de la conspiración para asesinar a Trotsky saca a relucir un hecho irrebatible: si se extrajera a Ageloff de la cadena de sucesos, no hubiera habido un asesinato el 20 de agosto de 1940. Sin la entrada ofrecida por su relación con Sylvia Ageloff, Mercader no hubiera podido ingresar en el recinto de Trotsky. Previo al asesinato, haber planteado “¿Quién es realmente el prometido de Sylvia?” habría desencadenado una cascada de interrogantes en torno a ambos, Mercader y Ageloff. Incluso la mirada más superficial a las credenciales de “Jacques Mornard-Frank Jacson”, una tarea ciertamente justificada por el intento fallido de asesinar a Trotsky por parte de agentes estalinistas el 24 de mayo de 1940, lo habría convertido en sospechoso, privándolo de cualquier acceso a Trotsky, y habría suscitado la pregunta, ¿por qué lo ha traído Sylvia Ageloff?
Esto lo admitió a medias el líder del SWP, James P. Cannon, en un discurso al pleno del SWP el 28 de septiembre de 1940, seis semanas tras la muerte de Trotsky:
Hay una cierta falta de cuidado en el movimiento como un residuo del pasado. No hemos investigado con suficiente profundidad el pasado de las personas, incluso en cargos dirigentes: de dónde provienen, cómo viven, con quienes están casados, etc. En el pasado, cuando se hacían tales preguntas —fundamentales para una organización revolucionaria—, la oposición pequeñoburguesa exclamaba, “¡Mi Dios, están invadiendo las vidas privadas de los camaradas!”. Sí, eso es precisamente lo que estamos haciendo o, más correctamente, lo que amenazamos con hacer. Nunca generó problemas en el pasado. Si hubiéramos revisado tales cuestiones con un poco más de cuidado, quizás pudimos haber prevenido algunas cosas malas en los días pasados. [4]
Las declaraciones de Cannon, quien no profundizó al respecto, fueron un reconocimiento de que el SWP había fallado en investigar a las personas cercanas a Trotsky en Coyoacán y en “cargos dirigentes” del partido.
Cannon afirmó que era necesario hacer más preguntas y “revisar tales cuestiones con un poco más de cuidado”. Esa declaración, como mínimo, se quedó corta. Mientras Cannon decía estas palabras, Sylvia Ageloff estaba siendo detenida por la policía mexicana bajo cargos de homicidio. Las acciones de Cannon no estuvieron a la altura de sus palabras. El SWP guardó un silencio total sobre Ageloff tras la muerte de Trotsky, permitiéndole refugiarse en anonimidad. El periódico del SWP, The Militant, no reportó su arresto tras el asesinato y, en 1950, cuando Ageloff rindió testimonio en el Comité de Actividades Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes, no informó sobre su testimonio.
Las contradicciones entre el mito y la realidad: ¿quién fue Sylvia Ageloff?
Esta investigación examina las cuestiones fundamentales relacionadas a Sylvia Ageloff: ¿cuáles eran sus antecedentes familiares?, ¿cuál fue su historia política?, ¿tenía contactos personales con los estalinistas, fuera por medio de amigos o familiares?, ¿cómo entró en el movimiento y cuáles fueron sus contribuciones, si alguna, que justificaron su proximidad a Trotsky?, ¿qué creían las autoridades mexicanas respecto a la culpabilidad o inocencia de Ageloff?, ¿cuadran los hechos con las coartadas de Ageloff?
Es posible responder a estas interrogantes ahora con base en el registro de los hechos, que incluye información relacionada al significativo entrenamiento académico de Ageloff, los reportes de la prensa, las observaciones contemporáneas de aquellos que conocieron a Ageloff y Mercader, las declaraciones de la familia Ageloff presentadas durante el juicio de Ageloff y Mercader en México, las publicaciones sobre el asesinato, los reportes del FBI descubiertos por la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional y otros materiales valiosos.
Esta investigación también utiliza estudios recientes realizados en español, incluyendo “Actuaciones ministeriales en el homicidio de León Trotsky” de Martín Gabriel Barrón Cruz (Instituto Nacional de Ciencias Penales de México, 2018). Esta obra contiene un análisis retrospectivo detallado de la investigación criminal más importante en la historia mexicana y reproduce varios documentos legales fundamentales en el caso penal contra Ageloff y Mercader. Un anexo contiene las transcripciones de los interrogatorios de testigos clave, incluidos Ageloff y Mercader.
Este ensayo también cita dos importantes libros en español: El cielo prometido: una mujer al servicio de Stalin, de Gregorio Luri (Editorial Ariel, 2016); y Ramón Mercader, el hombre del piolet, de Eduard Puigventós López (Now Books, 2015).
Es posible, basándose en este registro probatorio, equiparar a la Sylvia Ageloff del mito con la persona real.
La persistencia del mito de la “pobrecita Sylvia” requiere aceptar acríticamente la imagen de una trabajadora social ingenua y sin experiencia —a saber, el tipo de persona que le escribiría cartas a Miss Lonelyhearts [N. del T.: una columna de consejos de amor de la novela con ese nombre de Nathaniel West]— que el Socialist Workers Party tenía de ella y que se popularizó en la ficción cinematográfica. La persistencia del mito depende de que éste no sea cuestionado porque la imagen fabricada no tiene nada que ver con quien Ageloff era realmente.
La investigación comienza necesariamente con un examen de la familia Ageloff.
Samuel Ageloff
Sylvia Ageloff, nacida en 1909, era hija de Samuel Ageloff (1884-1972) y Anna Maslow (1881-1930), inmigrantes rusos que hablaban ruso en casa. Samuel nació en Lepe, Bielorrusia, y migró a EE.UU. alrededor de 1900, casándose con Anna en 1902. Después de la muerte de Anna, Samuel se volvió a casar.
Samuel Ageloff se convirtió en un adinerado empresario de bienes raíces en la ciudad de Nueva York. Según Roberta Satow, la autora de un relato ficcional de las vidas de las hermanas Ageloff intitulado The Two Sisters of Coyoacán (Las dos hermanas de Coyoacán):
Hasta 1917, le interesaba principalmente remodelar las viviendas de la familia, pero luego se volvió un pionero de la construcción de garajes públicos. También construyó viviendas en Coney Island y Bensohurst, y tiendas en la avenida Flatbush. Luego, construyó apartamentos residenciales en Williamsburg y comercializó alquileres de 99 años en edificios de oficinas, incluyendo un edificio para oficinas frente a la Academy of Music. [5]
Si bien el cuento de Satow es de ficción, la información que obtuvo de Samuel Ageloff es veraz. Su investigación descubrió que Samuel Ageloff construyó 48 casas en Coney Island, 65 en Bensonhurst y muchas tiendas en la avenida Flatbush en Brooklyn. Construyó dos Torres Ageloff, localizadas en las calles East Third y East Fourth de Manhattan, en 1929. [6]
“Esta era una familia muy rica”, le dijo Satow al World Socialist Web Site. [7] Además de ser empresarios exitosos, la familia incluía artistas y psicólogos. El WSWS habló con Amy Feld, pariente de los Ageloff y psicóloga de profesión, que dijo que las hermanas eran parientes del pintor francorruso Marc Chagall y el psicólogo de renombre internacional, Abraham Maslow, quien desarrolló la teoría de la “jerarquía de necesidades”.
Los Ageloff tuvieron cuatro hijas: Lillian (1902-1986), Hilda (1906-1997), Sylvia (1909-1995) y Ruth (1913-2009); así como dos hijos: Allan (1903-1997) y Monte (1907-1965). Sylvia creció en una familia sumamente politizada en la que tres de sus hijas participaron en la política socialista cuando eran jóvenes.
Hilda Ageloff
El 2 de septiembre de 1931, el Brooklyn Daily Eagle reportó que Hilda Ageloff había viajado a la Unión Soviética y entrevistado a la viuda de Lenin, Nadezha Krúpskaya, quien pertenecía a la Comisión sobre Educación Pública de la Unión Soviética. Este viaje ocurrió dos años después de que Trotsky se exiliara en Turquía, cuando sus seguidores estaban siendo perseguidos por el régimen estalinista en la Unión Soviética. Krúpskaya, quien había simpatizado con Trotsky, había sido obligada mucho tiempo antes a denunciar a la Oposición de Izquierda.
Según el Brooklyn Daily Eagle:
La Srta. Hilda Ageloff, 198 de la calle Westminster, conversó hoy sobre su entrevista a la Sra. Lenin, que fue la cúspide de su viaje de tres meses y medio en Rusia.
Dado que la Srta. Ageloff estaba llevando a cabo un estudio especial sobre los nuevos métodos de educación progresista en los prescolares y las guarderías para los niños en las granjas comunales y ciudades, tenía muchas preguntas para la Sra. Lenin…
No fue fácil agendar una entrevista. Muchos corresponsales de diarios extranjeros han sido rechazados… Pero las dificultades fueron solucionadas y un día, finalmente, la Srta. Ageloff pudo estar en la presencia de la esposa del hombre que Rusia venera como su salvador.
Hilda Ageloff le dijo al diario, “Cuando estaban comenzando este trabajo tras la revolución, no hubiera sido posible, pero la Sra. Lenin cree que se ha convencido a la gente sobre los principios del comunismo”.
El artículo concluye: “La misma Srta. Ageloff comparte algo del entusiasmo de la Sra. Lenin y dice que quiere volver a Rusia para trabajar más con el movimiento de la educación progresista”.
El 27 de diciembre de 1931, el New York Times publicó un artículo escrito por Hilda Ageloff, intitulado “El sóviet impulsa el trabajo prescolar: se reportan grandes avances”. Esta historia fue un artículo destacado en una serie publicada los domingos llamada “Las tendencias y mareas mundiales en la educación moderna”.
Su artículo fue una descripción proestalinista del sistema educativo del país y una glorificación de la burocracia estalinista. Fue el tipo de artículo que tan solo pudo haber sido escrito por un estalinista o un simpatizante de los estalinistas.
El reporte de Ageloff aclamó específicamente los avances hechos por las “autoridades” en la Unión Soviética “desde la destitución de Lunacharski como comisario de la Educación Pública”. Anatoli Lunacharski fue destituido de su cargo en 1929 como un esfuerzo de la burocracia para marginar a cualquier vinculado a Trotsky, quien había sido expulsado de la Unión Soviética.
El artículo de Hilda Ageloff aplaudió el hecho de que “las autoridades han emprendido ahora un programa fijo de construcción en los principales centros industriales y regiones de granjas colectivizadas”. Avanzando sin críticas la narrativa estalinista, escribió: “Las autoridades están luchando duro” y logrando “una labor grande y humanitaria”. Al estilo de Pravda, Ageloff escribió que el éxito del “próximo Plan Quinquenal” va a “depender de los comunistas jóvenes, los padres del futuro”.
Si bien algunos estadounidenses pudieron viajar a la Unión Soviética durante este periodo con fines profesionales y de intercambio cultura, organizar una reunión con la viuda de Lenin, una de las figuras más prominentes de la Unión Soviética, para discutir la política estatal en educación no era, como lo señaló el Brooklyn Daily Eagle, “fácil de agendar”. Hilda Ageloff no hubiera podido reunirse con la viuda de Lenin sin el visto bueno de los niveles más altos del Gobierno soviético, es decir, del propio Stalin. La familia Ageloff contaba con la confianza de las autoridades soviéticas que posibilitaron su viaje.
En su viaje a Europa, Hilda estuvo acompañada por sus hermanas, aunque no está claro si la acompañaron a Rusia. Sin embargo, Gregorio Luri escribió en su biografía de la familia Mercader: “Las tres hermanas regresaron a Estados Unidos a finales de agosto de 1931, convencidas de que el futuro de la humanidad pasaba por la URSS”. [8] A ese punto, Sylvia tenía 22 años y Ruth apenas 18.
Ruth Ageloff
Ruth Ageloff, la hermana más joven de Sylvia, también vivió una vida política y se vinculó por medio de su matrimonio a otra familia políticamente complicada.
Según Christopher Phelps, el autor del libro Young Sidney Hook: Marxist and Pragmatist (La joven Sidney Hook: marxista y pragmatista), Ruth y Sylvia fueron instadas a unirse al American Workers Party (AWP; Partido Obrero Estadounidense), un partido izquierdista liderado por el pastor radical A.J. Muste, por los consejos de James Burnham y Hook, ambos profesores en la Universidad de Nueva York (NYU) cuando Ruth y Sulvia eran estudiantes ahí. [9] Cabe notar que Phelps indicó en un pie de página biográfico que las hermanas Ageloff “se han rehusado a conceder entrevistas desde entonces y rechazaron una entrevista para esta biografía”. [10]
Ruth Ageloff también fungió de secretaria de Trotsky en la Ciudad de México a partir de 1937, cuando tenía 23 años. No está claro cómo obtuvo este puesto. Lo más probable es que se ofreció como voluntaria. Dada la seguridad poco rigurosa mantenida por los trotskistas estadounidenses, su dominio del ruso fue suficiente para permitir que fuera enviada a México. Este era un método utilizado por los estalinistas para infiltrar a agentes en la pequeña plantilla del SWP. Apenas un año antes, en 1938, Sylvia Callen, una estalinista de Chicago, se mudó a Nueva York y se ofreció a trabajar en la oficina nacional del SWP. En cuestión de meses, se convirtió en la secretaria personal del líder del SWP, James P. Cannon.
En días más felices, León Trotsky habla con un reportero y Hilda y Ruth Ageloff (esta última es la exsecretaria de Trotsky), hermanas de Sylvia Ageloff, la pareja estadounidense del asesino.
El obituario de Ruth Ageloff (nombre de casada, Poulos) en el New York Times, publicado el 4 de febrero de 2009, dice:
POULOS—Ruth G., 13 de noviembre de 1913-31 de enero de 2009. Viuda de John G. Poulos, hija de los inmigrantes rusos Anna Maslow y Samuel Ageloff y la última de los hermanos Ageloff. Licenciatura en NYU y maestría en Columbia, graduada de la National Psychological Association for Psychoanalysis. En 1936 [sic], vivió en la Ciudad de México como secretaria de León Trotsky y de la Comisión de John Dewey. Con más de cincuenta años, se volvió psicoterapeuta y siguió su práctica hasta después de cumplir ochenta años. [11]
Trotsky no llegó a México hasta enero de 1937. Ruth trabajó para Trotsky en México y, según Sylvia, fue recomendada por James P. Cannon. El criminólogo mexicano Martín Gabriel Barrón Cruz escribió que después del asesinato la autoridad mexicana “cuestionó a Sylvia respecto a quién había recomendado a Ruth con Trotsky y confesó que había sido Cannon, ‘advirtiendo que siempre que alguna persona de los Estados Unidos desea relacionarse con el señor Trotsky, lo hacía por conducto del Socialist Workers Party [12] [y por este medio su hermana] logró una carta de presentación para el señor Trotsky’”. [13]
La vida política de Ruth continuó después de su trabajo en México. En junio de 1940, tras regresar de la Ciudad de México, Ruth se casó con John Poulos (1911-1980), un oficial sindical que ganó fama durante el movimiento huelguístico de la década de 1930, fue delegado del congreso fundador del Congress of Industrial Organizations (CIO; Congreso de Organizaciones Industriales) en 1938 y se volvió miembro del Comité Nacional del SWP. Poulos luego dejaría el SWP para unirse al Workers Party encabezado por Max Shachtman. Permaneció activo en el movimiento shachtmanista hasta su muerte y contribuyó regularmente a su publicación, Labor Action.
El hermano y estrecho colaborador de Poulos durante toda su vida, Constantine Poulos, fue contratado durante la Segunda Guerra Mundial por la Overseas News Agency, financiada por las agencias de inteligencia británicas y utilizada para obtener credenciales de prensa para los activos de inteligencia británicos. [14] También tuvo una historia política compleja y aparentemente fue estalinista. Durante la guerra civil en Grecia, Constantine Poulos fue el primer periodista estadounidense en incrustarse en la milicia EAM-ELAS, controlada por el Partido Comunista. Después de la guerra civil, fungió como mediador entre los negociadores estadounidenses y la cúpula estalinista de EAM-ELAS. Constantine fue expulsado de Grecia por el Gobierno monarquista por sus lazos con el Partido Comunista. En la década de 1950, John fue puesto en una lista negra y depuesto de su cargo en el sindicato automotor United Auto Workers (UAW). [15]
John Poulos y Ruth Ageloff permanecieron casados hasta su muerte en 1980. Su hijo Eric Poulos, quien ha dado entrevistas previamente sobre su madre y sus tías, fue contactado por este autor pero no respondió a la consulta.
Sylvia Ageloff
Sylvia Ageloff tenía 29 años en la primavera de 1938, cuando decidió viajar a Europa. Desde el viaje de su hermana Hilda a la Unión Soviética siete años antes, Ageloff había viajado extensamente, obtuvo un título profesional avanzado y se involucró profundamente en la política socialista.
Además del inglés, Ageloff dominaba por lo menos el francés y el ruso. Finalizó la secundaria con una especialidad en teatro. Aprovecharía sus aptitudes de actuación después del asesinato de Trotsky. Ageloff continuó su educación después de graduarse de la secundaria. En un tiempo en que no era común que las mujeres persiguieran una educación universitaria, ni mucho menos títulos avanzados, obtuvo su título de grado en psicología de la Universidad de Nueva York. Luego consiguió su maestría en psicología infantil de la Universidad de Columbia en 1934.
Un reporte del FBI fechado 3 de septiembre de 1940, preparado por el agente George J. Starr, hace un resumen detallado de la historia política de Ageloff, a partir de entrevistas con informantes.
Ageloff apoyó al reverendo radical A.J. Muste, tanto en el Congress for Progressive Labor Action (CPLA; Congreso para Acciones Laborales Progresistas) como en el American Workers Party (AWP), fundado en 1933. Luego, se unió al Workers Party (US), que fue el producto de la fusión en diciembre de 1934 entre el AWP y la trotskista Communist League of America (CLA; Liga Comunista de Estados Unidos).
El reporte del FBI explicó que Ageloff se había unido al AWP con sus hermanas.
El Workers Party (US) era una formación política amplia y heterogénea formada cuando la Gran Depresión y la ola huelguística habían radicalizado a sectores grandes de la clase obrera y la clase media. La unificación con el AWP buscaba darle al movimiento trotskista estadounidense un entorno más amplio para educar y ganar a las capas radicalizadas al marxismo auténtico.
El AWP estaba conformado por radicales y líderes sindicales que protagonizaron la huelga de 1934 en la empresa Auto-Lite de Toledo, así como la formación de consejos de desempleados por parte del partido, principalmente en la región industrial del medio oeste y en los empobrecidos Apalaches. El AWP tenía una composición social difusa, mientras que avanzaba eclécticamente la política socialista. Pero se oponía al estalinismo y ganó a muchos seguidores entre los trabajadores y desempleados.
La fusión con el movimiento trotskista molestó a la derecha del AWP, haciendo que líderes del AWP como Louis Budenz y Harry Howe rompieran con el Workers Party (US) y se unieran al movimiento estalinista. La unificación también molestó al sector de cristianos progresistas adinerados que apoyaban financieramente a Muste y al AWP con tal de que se dedicaran principalmente a defender radicalmente a los desempleados. Este apoyo financiero se desvaneció cuando Muste y su movimiento coquetearon con la política revolucionaria.
Pocos meses después de su formación en 1934, el Workers Party (US) tuvo una serie de conflictos en torno a la propuesta de los trotskistas de entrar en el Socialist Party (SP, Partido Socialista), cuya cifra de miembros estaba aumentando y cuya línea política se radicalizaba. Cuando los miembros trotskistas del Workers Party (US) entraron en el SP, en 1936, el Workers Party (US) dejó de existir.
Ageloff, primero dentro del SP y luego en el SWP, parece que era cercana al grupo de trotskistas neoyorquinos organizados en torno a Martin Abern, un exmiembro del sindicato IWW y exlíder del movimiento comunista juvenil en la década de 1920. Lo expulsaron del Partido Comunista en 1928 por apoyar a Trotsky y fue miembro fundador de la CLA junto a Cannon y Shachtman. Mientras que Abern asumió un papel valiente en la fundación de la CLA, su tendencia hacia formar camarillas lo volvió un polo de atracción para elementos pequeñoburgueses, especialmente en la rama del partido en Nueva York.
Ageloff se volvió en miembro del Socialist Workers Party en su fundación en enero de 1938, pero apoyó la tendencia minoritaria de oposición liderada por Shachtman y Abern durante la disputa entre facciones de 1939-40. En abril de 1940, dejó el SWP y se unión al Workers Party fundado por la minoría tras dejar el SWP.
El entrenamiento de Ageloff como una psicóloga experta
En su vida profesional, Ageloff era una psicóloga experta, entrenada para observar y escuchar meticulosamente a las personas. Su tesis de la maestría, intitulada, “Un estudio del ‘prestigio’ y los factores ‘objetivos’ en la sugestionabilidad en una comparación entre las diferencias raciales y sexuales”, sigue archivado en la Biblioteca Butler de la Universidad de Columbia.
La tesis de Ageloff trata de la susceptibilidad de las personas a ser engañadas por individuos que respetan. Llevó a cabo una extensa investigación y realizó pruebas sobre el tema de la “sugestionabilidad”. Su investigación la llevó a concluir que los individuos son psicológicamente susceptibles a abandonar su sentido común cuando los presionan personas que respetan. Es una curiosa área de especialidad para una mujer que afirmaría luego que fue engañada por Mercader.
La Asociación Psicológica Estadounidense (APA, por sus siglas en inglés) define la “sugestionabilidad” como “una inclinación a aceptar de buena gana y sin ninguna crítica las ideas, creencias, actitudes o acciones de otros”. La AP define la “sugestión por prestigio”, el tema en que Ageloff enfocó su tesis, como “un mensaje cuya fuerza persuasiva deriva de su proveniencia o atribución a una persona con un estatus reconocido”.
La tesis de Ageloff sometió a pruebas a estudiantes de escuela negros y blancos para determinar su susceptibilidad a declaraciones de una figura que respetan —su maestro— incluso cuando las órdenes del maestro se volvían cada vez más dudosas e inapropiadas. Ageloff resumió su abordaje: “Proponemos aquí estudiar las diferencias dentro de los mismos grupos raciales, específicamente el blanco y el negro, pero por medio de una serie de pruebas” que buscan medir “la influencia personal del investigador”. Anticipó que cuando un niño se ve influenciado por una figura respectada, “el sujeto puede mostrar una tendencia a formar criterios equivocados” o “actuar en forma de imitación o bajo la influencia de otra persona”, a diferencia de cuando un niño meramente recibe sugerencias por escrito o instrucciones orales de un extraño. [16]
Eric M. Gurevitch, un pariente de las hermanas de Ageloff y autor del artículo “Pensando con Sylvia Ageloff” publicado en 2015 por el Hypocrite Reader, fue la primera persona en solicitar la tesis de Ageloff en la biblioteca de Columbia. En una entrevista con este autor, Gurevitch dijo, “A veces la describen como una idiota engañada, a veces es una mujer sexualmente frustrada, fea y judía, o una variación de eso. Pero esos son solo clichés y tropos”. Luego adicionó: “Más allá de lo que uno piense que ocurrió, ella no era estúpida”. [17]
Gurevitch explicó, “La disertación, su tesis de maestría, claramente fue algo producido bajo la guía de psicólogos sociales realmente en la vanguardia. Tiene una verdadera percepción de este nuevo y emergente campo de la psicología social”.
“Su investigación trata de esta idea de ‘quién es ingenuo’”, dijo Gurevitch. “Lo gracioso de todo esto es que la historia es completamente de cómo te conformas a las cosas que otros quisieran inculcarte. Es curioso que eso sea algo en lo que ella realmente está interesada”.
Roberta Satow, autora de Two Sisters of Coyoacán, quien también es una psicoanalista por profesión, explicó, “La sugestionabilidad es una forma de seducción, por así decirlo. Y ella fue seducida, así que es fascinante que este fue el tema de su disertación”. [18]
La historia de que Ageloff fue “engañada” solo es factible si uno acepta que ella nunca consideró la posibilidad de que estaba siendo engañada. Pero, como lo muestra su tesis, Ageloff había estudiado a fondo el mismo fenómeno del cual aparentemente sería una víctima pocos años después.
El verano de 1938: Ageloff viaja a Europa para la conferencia fundacional de la Cuarta Internacional
El viaje de Ageloff a Europa en el verano de 1938, durante el cual conoció a Mercader (quien se hacía llamar “Jacques Mornard”), fue una experiencia crucial en su vida. Su viaje no era para vacacionar, como afirmaría luego. En cambio, al examinar su actividad en Europa, es evidente que Ageloff estuvo involucrada en trabajo político relacionado a la preparación de la conferencia fundador de la Cuarta Internacional, celebrado en septiembre de 1938. En su libro This is My Story [Esta es mi historia], el líder del Partido Comunista, Louis Budenz, quien estaba a cargo en 1938 de los esfuerzos de la GPU para infiltrar el SWP, se refirió a Ageloff como una “mensajera” para el movimiento trotskista.
El viaje de Ageloff a Europa tuvo como contexto el Gran Terror de Stalin y una campaña asesina de la GPU para exterminar a los miembros de la Cuarta Internacional en Europa. No era ni el momento ni el lugar para que un trotskista se tomara una vacación personal. El contexto de su viaje hace aún más inexplicable que haya elegido a la estalinista Ruby Weil como compañera de viaje.
En febrero de 1938, algunas semanas antes de decidir viajar a Europa, la red de la GPU había asesinado al hijo de Trotsky, León Sedov, en la Clinique Mirabeau de París. El agente de la GPU, Mark Zborowski, cuyo nombre partidario dentro del movimiento trotskista francés era Etienne, le dio a la GPU información fundamental para llevar a cabo el asesinato. Zborowski también estuvo involucrado en la preparación de tres otros asesinatos: 1) Erwin Wolf, secretario político de Trotsky, asesinado por la GPU después de entrar en España en julio de 1937; 2) Ignace Reiss, desertor de la GPU, asesinado en Suiza en septiembre de 1937; 3) Rudolf Klement, secretario de la Cuarta Internacional, asesinado en París en julio de 1938.
En medio de esta matanza de trotskistas a manos de estalinistas, Sylvia Ageloff viajó a París con alguien que sabía que era una estalinista activa: la agente de la GPU, Ruby Weil. [19]
¿Qué sabía Sylvia Ageloff en 1938 de su compañera de viaje, la agente de la GPU, Ruby Weil?
Ageloff luego afirmó que no sabía que Weil era una agente estalinista y acordó viajar con ella a Europa porque eran amigas. Su amistad se convirtió en un factor decisivo en la historia de fondo del complot estalinista para infiltrar a Mercader/Mornard en el entorno trotskista. Si le hubieran preguntado cómo se puso en contacto con el movimiento, habría explicado inocentemente que una conocida, Ruby Weil, le presentó a su amiga Sylvia.
Pero, si Sylvia Ageloff sabía que Ruby Weil era miembro del Partido Comunista, ¿por qué viajaría con Weil eventualmente para preparar una conferencia fundacional secreta de la Cuarta Internacional, especialmente durante el Gran Terror estalinista y cuando la GPU estaba asesinando a trotskistas en París y toda Europa?
Averiguar lo que sabían Sylvia Ageloff y sus hermanas sobre la familia Weil en el momento en que decidieron viajar a Europa juntas requiere una revisión de las declaraciones que hicieron después del asesinato de Trotsky.
En diciembre de 1950, Sylvia y Hilda Ageloff fueron citadas para rendir testimonio ante el Congreso sobre su conocimiento antes del asesinato de Trotsky y el papel de la GPU. Ambas hermanas declararon que no sabían que Weil tenía una participación activa en el movimiento estalinista: “Se rumoraba que se estaba uniendo al Partido Comunista”, dijo Sylvia Ageloff bajo juramento. [20]
En su testimonio, Hilda Ageloff explicó que conoció a Ruby Weil “en el American Workers Party”, al cual pertenecíamos alrededor de 1936. [sic: El AWP se unió a la CLA trotskista en diciembre de 1934 y dejó de existir como una organización independiente.] Ruby Weil trabajaba en el periódico con su cuñado, Harry Howe. Así es como la conocí. Después, abandonó el partido y dejó de trabajar en el periódico. Creo que Harry Howe también dejó el periódico”. [21]
Pero en 1940, durante un interrogatorio poco después del asesinato de Trotsky, Sylvia Ageloff le dijo a la policía mexicana que, cuando aceptó viajar con Ruby Weil, estaba consciente de la afiliación estalinista de Weil. Una transcripción de la entrevista policial dice: “sabe que un cuñado de estas [las hermanas Weil], llamado Harry Howe, perteneció al Partido Laborista Americano [AWP] y que más tarde se afilió a los Stalinistas; Howe vive actualmente en Nueva York aunque no se sabe su dirección”. [22]
Harry Howe no fue apenas un partidario de base de A.J. Muste. En 1935, Howe fue el editor adjunto del New Militant, el diario del Workers Party (US), formado a raíz de la unificación del AWP de Muste y la CLA trotskista. El nombre de Howe aparece junto al de Cannon en la lista de editores del periódico. [23] Howe fue un miembro prominente de la Escuela Sindical de Nueva York administrada por el CPLA dirigido por Muste, y aparece como profesor de un curso sobre periodismo sindical en 1932. [24]
Varias cartas privadas muestran que Howe fue sumamente hostil hacia la fusión con los trotskistas. Una carta de 1934 enviada por Howe a un compañero del AWP evidencia esta hostilidad hacia el trotskista: “Estamos dirigiéndonos hacia el sectarismo que hemos rechazado con tanto fervor”. El partido “se desplaza tan rápido hacia la izquierda… Me estoy hartando de competir con todos los otros grupúsculos por la pureza revolucionaria”. [25]
La biógrafa de Muste, Leilah Danielson, dice que Howe fue “uno de los líderes nacionales más importantes” del AWP. Después de integrarse con la CLA, Howe siguió a Budenz y renunció al Workers Party (US) en 1935. [26]
La esposa de Howe era la hermana de Ruby Weil, Marion Weil. Más tarde, en una comunicación fechada 25 de septiembre de 1940 desde el consulado en México al Departamento de Estado de EE.UU., se revela que Joseph Hansen le dijo al Gobierno estadounidense que Sylvia Ageloff estaba consciente, cuando decidió viajar con Ruby Weil, que su hermana Marion también era una estalinista y que posiblemente una tercera hermana Weil, Gertrude, también estuvo involucrada en organizar la reunión entre Ageloff y Mercader. Esta comunicación, hecha pública a través de la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional, dice:
El Sr. Hansen dio a entender que se podría obtener información valiosa de la siguiente manera: el Departamento recordará la mención en comunicaciones previas desde esta oficina de una Ruby Weil. Según Hansen, ella es una de tres hermanas, las otras dos se llaman Gertrude y Marian. [27] La primera está casada con un rabino y vive en Albuquerque, Nuevo México; nunca ha estado involucrada en política de ningún tipo, a pesar de que ella fue la que Marian mencionó en una carta dirigida a Sylvia Ageloff, en París, en 1938, en cuanto a estar interesada en que Sylvia conociera a Jacson. La explicación de Hansen sobre el uso del nombre de Gertrude en esta conexión es que Marian es una rabiosa y devota estalinista, y que, si se mostraba que ella era la interesada en el encuentro entre Jacson y Sylvia, Sylvia quizás habría sospechado de sus motivos. El Departamento tal vez pueda descubrir alguna información valiosa de Gertrude. Hansen dijo que la información fue comunicada por Sylvia a su hermano, Monte.
Hilda Ageloff luego atestiguaría que las hermanas Ageloff ya conocían a Marion Weil para cuando Sylvia Ageloff viajó con Ruby Weil. “Una vez llamé a Mario por teléfono, su hermana [de Ruby], y le pregunté cómo estaba, y me dijo que estaba bien”. [28]
Julio de 1938: Ageloff y “Jacques Mornard” se conocen en París
A inicios de julio en París, según la versión de la historia que no había sido cuestionada, Weil le presentó Ageloff a “Jacques Mornard”. Él la invitó generosamente e hizo que se enamorara de él. Mornard dijo que era un periodista deportivo, escribiendo para periódicos como La Nation Belge, Le Soir, Le Dernieres Nouvelles, Auto y Les Sports. [29] Tenía mucho dinero para gastar, dijo, porque era hijo de un diplomático belga que falleció en 1926.
En una declaración a la policía mexicana después del ataque, Ageloff explicó que ella nunca lo vio trabajar ni leyó ninguno de sus artículos publicados. Ella “aceptaba como cierto lo que Jackson le decía”, utilizando el nombre “Jacson” desde que llegó a Norteamérica en 1939. Él “siempre andaba con bastante dinero y frecuentaba los mejores lugares”, continuó Ageloff. [30]
La primera pregunta obvia es, ¿por qué Ageloff, una intelectual con un nivel alto de educación y supuestamente una revolucionaria socialista comprometida y a quien le confiaron responsabilidades de alto nivel dentro del movimiento trotskista, se involucraría irreflexivamente en una relación con un playboy rico cuya familia —si le creía a Mornard— tenía lazos estrechos con el reaccionario Estado belga?
De todos modos, era evidentemente obvio, desde la primera fase de la relación de Ageloff con Mornard, que su nuevo amante era un individuo sumamente sospechoso. Las circunstancias de su encuentro inicial eran improbables y había claras contradicciones en su historia personal. Además, dado el contexto político —los Juicios de Moscú, el terror estalinista en la Unión Soviética y los asesinatos de trotskistas en España (Erwin Wolf), Suiza (Ignace Reiss) y Francia (León Sedov y Rudolf Klement)— es imposible creer que Ageloff nunca consideraría la posibilidad de que Mornard fuera un agente estalinista.
Continuará…….
SEGUNDA PARTE
El verano de 1938: surgen contradicciones en la historia de Mornard mientras financia la estadía de Ageloff
En su libro Ramón Mercader: el hombre del piolet, publicado en 2015, Eduard Puigventós López escribió, “Un día, Jac [Jacques Mornard] avisó a Sylvia de que tenía que regresar precipitadamente a Bélgica, pues sus padres habían tenido un accidente (lo que contradecía el hecho de que dijo su padre hubiera muerto en 1926)”. [31]
En julio de 1938, precisamente cuando Rudolf Klement desapareció en París, Mornard suspendió su contacto con Ageloff bajo pretexto de que debía viajar a Bruselas. Cabe notar que Ageloff le diría luego a la policía mexicana: “fue también a Bruselas por su espontánea decisión, y a pesar de que había dirigido un telegrama a Jackson, con propósito de encontrarlo allí, sin embargo no lo encontró, siendo todo esto en agosto de 1938”. [32] El momento de la desaparición de Ageloff de París correspondió al período en que la policía seguía buscando el cuerpo de Klement y en que el movimiento trotskista investigaba el papel de la GPU en su desaparición.
En París, Ageloff nunca conoció a ninguno de los amigos de Mornard, pero ella le presentó a sus contactos en el movimiento trotskista. En la declaración de Ageloff a la policía mexicana, dijo que él “había suspendido relaciones” con sus amigos. El reporte policial añade que “tan solo frecuentaba al mismo grupo de amigos de la declarante [Ageloff], sus camaradas americanos y franceses”. [33]
Mornard comenzó a pagarle a Ageloff por hacer traducciones. Marie Craipeau, la esposa del trotskista francés Yvan Craipeau, influyente en ese entonces, y muy cercano a Ageloff cuando estuviera en Francia, comenzó a tener sospechas. Craipeau explicaría luego:
Sorprendentemente, él propuso que ella tradujera artículos sobre psicología del inglés al francés para una agencia, y yo le ayudé a Sylvia a mecanografiar sus textos. Recibimos un buen salario por esto. Luego, un día en que estábamos trabajando, me detuve de repente con mis dedos sobre el teclado y le dije, ‘Escucha, Syvia, esto no tiene sentido. No existen trabajos como este que sean tan bien pagados’. Así que nos sentamos ahí en la cama, prendimos un cigarrillo y lo analizamos. Él no estaba interesado en la política… No participaba en nuestras discusiones… ¿Entonces? Pensamos que él estaba tan enamorado que no quería que ella se fuera. Esa fue nuestra conclusión. [34]
Más tarde en el verano, Mornard le propuso a Angeloff que aceptara otro trabajo, esta vez escribiendo artículos de psicología para una empresa llamada “Argus Press”. Es ese empleo, Ageloff recibió tres mil francos por mes directamente de Mornard, no a través de la propia firma y no le permitían saber dónde iban a publicarse ni leerlos en su formato final. [35]
El autor Gregorio Luri (El cielo prometido: una mujer al servicio de Stalin) “No había psicólogo en Francia que cobrara esa cantidad, por famoso que fuera. Pero Sylvia no sospechaba nada”. “Si analizamos los hechos fríamente, es decir, de manera desapasionada, que, obviamente, no era la de Sylvia, descubrimos pronto que los datos que le ofrecía Ramón de sí mismo eran poco coherentes”. [37]
Julio-septiembre de 1938: Ageloff les presenta Mornard a los delegados en Europa que asistirían a la próxima conferencia fundacional de la Cuarta Internacional
Ageloff había viajado a Europa para ayudar en los minuciosos preparativos del movimiento internacional trotskista para su conferencia fundacional en París. La conferencia inicialmente estaba planeada para cuando Ageloff llegó a Francia, pero se postergó hasta inicios de septiembre debido a preocupaciones cada vez mayores de seguridad.
En el periodo previo a la conferencia, la campaña de la GPU contra el movimiento trotskista alcanzó un punto culminante. En julio, poco después de que Ageloff llegara a París, la GPU asesinó a Rudolf Klement, secretario de la Cuarta Internacional, cuyo cuerpo apareció en la orilla del río Sena, sin cabeza ni extremidades. Poco antes de la desaparición de Klement, la GPU le había robado un maletín a Klement con documentos relacionados a los planes de la conferencia fundacional.
Los trotskistas franceses cercanos a Klement sabían que era homosexual. Creían que un hombre con quien había iniciado una relación íntima era, de hecho, una planta de la GPU, que ayudó a armar su asesinato. [38] A pesar de que esto expuso el método de la GPU de atraer a víctimas a través de relaciones personales, Ageloff no solo continuó su relación con el desconocido Mornard, sino que pronto ya le estaba presentando a los líderes trotskistas que se preparaban para asistir a la conferencia fundacional de la Cuarta Internacional.
En su juicio criminal en México, Mercader declaró que Ageloff le había presentado a “Yvan”, en referencia a Yvan Craipeau, un delegado de la conferencia con quien estrechó lazos tanto que lo llamaba por su primer nombre. Él añadiría luego:
[…] en septiembre de 1938 ya sabía que Sylvia Ageloff era trotskista y en relación con los trotskistas, y miembro del partido trotskista, si bien sobre esto último no recuerdo que Sylvia se lo hubiera dicho específicamente; que unas veces solo con Sylvia y otras con sus compañeros o camaradas hicieron ambos numerosas excursiones, fuimos a Chateau Thierry, [sic] a Verdun, a Metz, a Touts, a Blois, a Chartres, a Dauville, etcétera; que entre los camaradas amigos trotskistas de Sylvia, que recuerda se contaban, Manni, Waltha, Naty, Frank, Elizabeth y otros. [39]
Los reportes del FBI de las semanas que siguieron al asesinato de Trotsky muestran que hubo informantes confidenciales que reportaron que Mornard-Mercader “fue invitado a cenar a la casa de Manuel Garrett”, un representante estadounidense en la conferencia fundacional ese mes de septiembre. [40] Este era el “Manni” a quien se refirió Mercader en su juicio en México.
El “Naty” mencionada por Mercader era la trotskista estadounidense Nathan Gould, quien también asistió a la conferencia fundadora como representante del Socialist Workers Party.
Ageloff también estaba conectada con Mark Zborowski.
Según el ex general soviético e historiador ruso Dmitri Volkogonov, cuyo acceso a los archivos confidenciales de la GPU le permitía tener una vista única de las actividades de la policía secreta estalinista en Europa en ese momento, Ageloff “era conocida por Zborowski a través de su trabajo conjunto en el secretariado”. [11]
El libro francés de historietas de no ficción e histórico, Les Amants de Sylvia (Los amantes de Sylvia), de Gani Jakupi se basa en gran medida en entrevistas con Marie Craipeau y afirma que Zborowski estuvo presente cuando Weil y Ageloff conocieron a “Mornard”. [42] En su testimonio confidencial de 1956 ante el subcomité del Senado de EE.UU. sobre el alcance de las actividades soviéticas en EE.UU., Zborowski reconoció que conocía a Ageloff, pero alegó evasivamente que sufría una pérdida de memoria y no ofreció más detalles. [43]
Septiembre de 1938: Ageloff invita a Mornard a la conferencia constituyente de la Cuarta Internacional
Cuando la conferencia se abrió a inicios de septiembre en una propiedad suburbana de París y propiedad de Albert y Marguerite Rosmer, Ageloff se encontraba dentro trabajando como traductora al ruso junto a Zborowski, el delegado de la sección rusa de la oposición.
El historiador Robert Jackson Alexander describió las amenazas mortales en torno al evento y explicó las precauciones de seguridad para la conferencia fundacional:
La reunión que constituyó formalmente la Cuarta Internacional se produjo en plena crisis de Múnich, en un momento en que el peligro de una nueva guerra mundial parecía inminente. Los trotskistas tuvieron que tomar medidas extremas de seguridad para cumplir su misión de manera segura. No solo tenían que protegerse de la posible interferencia de la policía francesa, sino, lo que era más importante, los intentos de la GPU soviética para afectar la reunión y quizás asesinar a algunos o a todos los participantes…
Aquellos que asistieron la reunión buscaron ser lo más precavidos posibles sobre los lugares a los que iban y sobre lo que iban a hacer. Asimismo, tomaron varias rutas distintas para llegar a la casa de Rosmer… Debido a las consideraciones de seguridad, era necesario la reunión no podía durar más que un día. [44]
La dirigencia del movimiento estaba tan preocupada de no vulnerar los viajes de los delegados ni la seguridad de los anfitriones que, “finalizada la reunión, se anunció que la Conferencia Fundacional de la Cuarta Internacional se había celebrado ‘en alguna parte de Suiza’”. [45]
A pesar de los peligros para los delegados, Ageloff llevó a Mornard a la ubicación de la conferencia, y el futuro asesino de Trotsky se quedó afuera sentado en el patio durante el evento, observando a los asistentes y conversando con ellos durante los recesos.
Luri escribió:
Sylvia Ageloff colaboró en el encuentro como traductora. Ramón la acompañaba hasta la casa de los Rosmer, pero como decía no sentir ni el más mínimo interés por las discusiones políticas que tenían lugar en el interior, se limitaba a esperarla en el jardín y a hablar en los descansos de temas irrelevantes con los participantes. Tenía facilidad para relacionarse con desconocidos… [46]
Puigventós explicó de manera similar que Mornard “se quedó en los jardines, fumando y pasando el rato. Conocía a algunos de los delegados, porque eran amigos de su chica…” [47]
La GPU “cubrió” la conferencia constituyente. Todos los delegados internacionales regresaron a sus países de origen y la GPU les informó prontamente a sus espías y asesinos locales.
La decisión de Ageloff de llevar a Mornard a la conferencia fue una irresponsable falta de seguridad que debió haber resultado en su expulsión del partido. Trágicamente, el Socialist Workers Party, reflejando la inmadurez política del movimiento obrero estadounidense, permitió tales incidentes sin escrutinio. Esta debilidad política tendría consecuencias devastadoras para la seguridad personal de León Trotsky.
Habiendo asesinado a muchos de los aliados más competentes de Trotsky en Europa occidental y con un aislamiento cada vez mayor del propio Trotsky en México, la atención de la GPU cruzó el Atlántico, donde una red de agentes en la Ciudad de México y Nueva York se estaban acercando a Trotsky. El SWP, que se había vuelto la organización con la mayor responsabilidad sobre la supervivencia física de Trotsky, no estaba políticamente preparado para esta amenaza.
Varios meses tras la conferencia constituyente, a principios de 1939, Ageloff regresó a Estados Unidos. Se había convertido en un componente fundamental de la conspiración de la GPU para asesinar a Trotsky.
Septiembre de 1939: Mornard cambia de identidad y viaja ilegalmente a Nueva York
Para cuando Mornard llegó a Nueva York en el barco de vapor Ile de France el 3 de septiembre de 1939, la próxima etapa de la campaña de la GPU ya estaba en plena marcha. Ya no se haría llamar “Jacques Mornard”, sino “Frank Jacson”. Estaba utilizando un pasaporte canadiense falso, afirmó, indicando que estaba escapando del servicio militar obligatorio en las fuerzas armadas belgas. Se descubriría luego que la GPU le entregó el pasaporte de Tony Babich, un voluntario canadiense que había fallecido en la guerra civil española.
No era fácil emigrar de Europa a EE.UU. en ese momento. Tras la invasión de Polonia por parte de Hitler el 1 de septiembre de 1939, miles y miles intentaron dejar Europa pero no pudieron entrar en EE.UU. debido a las restricciones migratorias estrictas del Gobierno de Roosevelt. Apenas tres meses antes, el Gobierno estadounidense se rehusó a permitir que desembarcaran en EE.UU. los 900 refugiados judíos alemanes a bordo del HMS St. Louis.
Después el asesinato de Trotsky, el FBI se mostró interesado en averiguar que “Frank Jacson” pudo entrar en EE.UU. durante ese tiempo por medio de una “orden ejecutiva”. Un reporte del FBI señala: “Le permitieron entrar en Estados Unidos por medio de lo que se conoce como una ‘orden ejecutiva’, lo que significa que lo autorizó una orden de la sede del Servicio de Inmigración en Washington DC”. [38] J. Edgar Hoover le envió de inmediato este reporte al secretario adjunto de Estado, Adolf Berle y al contraalmirante Walter Anderson, titular de Inteligencia Naval. [49] No existe ningún otro registro público sobre el significado de la “orden ejecutiva” para Mornard ni cómo obtuvo esta orden viajando con el pasaporte falso de un miembro fallecido el Partido Comunista canadiense.
En Nueva York, Ageloff presentó sus camaradas en el SWP a “Jacson”. Una de ellas era Lillian Pollak, quien describió a Ageloff en una entrevista en 2011 como “una de mis amigas más cercanas”. Pollak, quien pertenecía al SWP y también visitó a Trotsky en México, sospechó inmediatamente de Jacson-Mornard:
Vino a visitarla, y el día en que llegó, un amigo y yo caminamos al lugar donde ellos [se estaban quedando], y él estaba sentado afuera solo. Le dije a mi amigo, “Pasemos caminando…”. Cuando lo pasamos, dije, “Tenía una mirada tan oscura en su cara, me asustó”. ¿Este es el tipo que acaba de venir de Europa a ver a su novia? Comencé a cantar esta canción de Fred Astaire y Ginger Rogers, era muy popular: “Un extraño romance, mi amigo, esto es/Un extraño romance, sin besos”. [50]
Pollak, quien siguió siendo amiga de Ageloff hasta que falleció en 1995, escribió una memoria/novela autobiográfica en 2008 intitulada The Sweetest Dream: Love, Lies, and Assassination (El sueño más dulce: amor, mentiras y un asesinato), que incluye a un personaje llamado Sylvia Ageloff. Escribió que cuando los tres se encontraban en Nueva York en 1939, Ageloff le dijo a Pollak que Jacson-Mornard “me acompañó a la casa de los Rosmer cuando tuvimos la reunión de la Cuarta Internacional, solo que se quedó afuera y no quería entrar. Yo quería que conociera a Shachtman y Cannon y Etienne…”, dijo, sugiriendo que tenía una relación más cercana con Zborowski y un deseo de que Jacson-Mornard se congraciara con los líderes del SWP. [51]
Jacson-Mornard tuvo una breve estadía en EE.UU. y luego fue a la Ciudad de México. En diciembre de 1939, Ageloff obtuvo una carta de un doctor que decía que tenía un problema en sus senos nasales que requería un clima más cálido. [52]
El historiador Bertrand Patenaude consideró esto un pretexto: “Cuando se acercaban las vacaciones navideñas, Sylvia simuló enfermarse para dejar su trabajo como trabajadora social en la ciudad de Nueva York, contando con una nota médica que decía que sufría dolor en sus senos nasales y necesitaba un clima cálido para recuperarse”. [53] Asimismo, Puigventós afirma, “Sylvia lo explicó, años más tarde, dejando entrever que había exagerado algo su dolencia para tener una buena excusa para ir junto a Jac”. [54]
Le concedieron las vacaciones en el trabajo y viajó a México en enero. La red de la GPU estaba acercándose a Trotsky en México. El año 1940 sería su último.
Enero de 1940: Ageloff y Jacson-Mornard se reúnen en la ciudad de México; lo introducen en la casa de Trotsky
Ageloff llegó a la Ciudad de México, donde se había establecido una red de agentes de la GPU.
Poco después de su llegada en México, Ageloff comenzó a visitar el complejo habitacional de Trotsky, utilizando la relación que sus hermanas habían desarrollado con Trotsky y su esposa Natalia Sedova para congraciarse como “amiga” de la casa.
En 1950, el jefe del servicio secreto de la policía en la Ciudad de México, el general Leandro Sánchez Salazar escribió un libro con un exlíder del POUM, Julián Gorkin, que intitularon Así asesinaron a Trotski, detallando el asesinato y varios aspectos de la investigación mexicana. Un capítulo del libro escrito por Gorkin explica los métodos de la GPU en infiltrar personas como Ageloff y Jacson en la casa de Trotsky:
Sin embargo, todas las intuiciones psicológicas del mundo no bastan a descubrir al agente del enemigo cuando éste se presenta como un compañero y un amigo. De otra manera, no habría espías ni agentes provocadores en el mundo o no los habría en tan gran número. Todas las policías cuentan con ellos en cierta abundancia, sobre todo en un periodo como el actual. Pero nadie ha igualado jamás a la Gestapo y a la G.P.U. en el arte diabólico de preparar a los suyos, de introducirlos en el lugar que les conviene y para la misión específica determinada por sus necesidades.
Es posible, incluso, que en este arte la G.P.U. superara a la Gestapo. Sus agentes no son tan sólo mercenarios corrompidos por el dinero o seducidos por el espíritu de aventura, sino fanáticos siempre dispuestos a sacrificar su libertad y su vida por lo que creen su más alto y absoluto deber. Además de que saben que del cumplimiento de ese “deber” depende su propia existencia. En este sentido, son espías siempre espiados, terroristas sobre los que pesa eternamente la amenaza del terror. En Moscú y en Leningrado existen, desde hace largo tiempo, escuelas o colegios de preparación de militantes extranjeros o con destino al extranjero, llamados a ser, en caso general, agentes activos o colaboradores de la G.P.U. Esas escuelas las conocía perfectamente Trotski, puesto que en realidad contribuyó a crearlas. [55]
La “amistad” de Ageloff con la familia Trotsky seguía el patrón de la G.P.U. En Francia, en 1937, una suiza de 29 años llamada Renata Steiner se volvió amiga de León Sedov y su esposa, Jeanne Martin des Palliers. Steiner era una agente de la GPU que no solo vigilaba y reportaba sobre Sedov, sino también sobre Ignace Reiss. Los esfuerzos de Steiner para rastrear a Reiss y su esposa, Elisabeth Poretsky, ayudaron a la GPU a encontrar y asesinar al desertor de la GPU en septiembre de 1937, en las afueras de Lausana, Suiza. Así es como Poretsky recordó a Steiner:
[Steiner] iba a conocer a los Sedov, quienes estaban en vacaciones en Antibes, en el sur de Francia. No era mucho trabajo a cambio de una visa [a la Unión Soviética] y no era algo desagradable. Se quedó en un cuarto junto al de los Sedov. Le dieron dinero y ropa, y lo único que tenía que hacer era reportar los movimientos de los Sedov. [56]
Mientras tanto, en la ciudad de Nueva York, otra agente de la GPU —Sylvia Franklin (de soltera Callen)— comenzó a trabajar como secretaria de James P. Cannon en 1938. Se había vuelto amiga personal de Cannon y particularmente de su esposa, Rose Karsner, quien fue descrita por Louis Budenz como una “amiga cercana” de la agente de la GPU. [57] Por nueve años, Sylvia Franklin compartió toda la correspondencia de la Cuarta Internacional en el escritorio de Cannon con sus supervisores de la GPU en la ciudad de Nueva York.
En el caso de Ageloff, Luri escribió que, en los primeros meses de 1940, “Sylvia estuvo varias veces en la casa de Trotsky en Coyoacán. En su primera visita contó que Jackson [ sic ] había entrado en Estados Unidos con un pasaporte falso, pero nadie encontró mucho interés por él y no le pidieron más detalles”. [58]
Entre enero y mediados de marzo, cuando Ageloff estaba visitando el recinto, Jacson-Mornard hizo sus primeras apariciones cuando iba a dejar a Ageloff. A pesar de que no entraba en la casa de Trotsky, platicaba con los guardias de Trotsky y con los policías mexicanos estacionados fuera.
Durante estos meses, Ageloff y Jacson-Mornard desarrollaron una relación estrecha con Alfred y Marguerite Rosmer, los anfitriones de la conferencia fundacional de la Cuarta Internacional, quienes se había mudado con Trotsky en Coyoacán.
Puigventós explicó, “Sylvia tenia muy buena relación con los Rosmer, principalmente con Marguerite, a quien le confiaba sus preocupaciones y dudas”, mientras que “Ramón caía en gracia a los Rosmer” también. “Los conoció hablando con ellos en la puerta de casa de los Trotsky… Estos le tomaron confianza rápido, intercambiaron algunas palabras y se dejaron invitar por Jacson a almorzar o a pasear… Las buenas relaciones venían, sobre todo, por parte de Marguerite, que lo veía como un muchacho atento y considerado, generoso, de trato afable y muy guapo”. [59]
El compañero de Ageloff “comenzó a congraciarse con los miembros de la casa de los Trotsky”, hacer mandados para los Rosmer y ofrecer su Buick para ayudarles a los de la casa. [60]
Pero Jacson-Mornard aún no había entrado en la residencia y no se había dado a conocer a Trotsky. Ageloff prolongó su estadía en la ciudad de México informándole a su empleador que seguía enferma y necesitaba más tiempo de descanso. Luri explicó:
El 26 de febrero, Sylvia envió un telegrama al Departamento de Bienestar Social de Nueva York, comunicando que, aunque su permiso por enfermedad expiraba el 1 de marzo, se veía obligada a retrasar su regreso debido al agravamiento de su estado. Anunciaba que en los días siguientes enviaría un certificado médico. Efectivamente, el 1 de marzo solicitó oficialmente la prolongación de su permiso de enfermedad hasta el 1 de abril y adjuntaba un certificado firmado por el doctor A. Zollinger de México D.F. el 24 de febrero. Ese doctor daba fe del agravamiento de su sinusitis y recomendaba que permaneciese en un clima como el de México al menos un mes más. Es, al menos, curioso que recurriera al doctor Zollinger, porque su especialidad era la ginecología. Fue él también quien provocó el aborto a Frida Kahlo en su tercer embarazo. [61]
Marzo de 1940: el incidente en el edificio Ermita
En marzo, hubo incidente que, según las declaraciones de Ageloff a la policía mexicana tras su arresto, le generó inquietudes sobre el carácter de las actividades de Jacson-Mornard.
Ageloff sabía que Jacson-Mornard tenía una oficina de negocio, donde él decía que realizaba trabajos de importaciones y exportaciones.
Según Sylvia, cuando le preguntó dónde se ubicaba su oficina, le respondió que su dirección era el apartamento 820 del edificio Ermita en la colonia de Tacubaya.
Ageloff dijo que, cuando no pudo comunicarse con Jacson-Mornard más tarde por teléfono, le pidió a su hermana Hilda, quien también estaba en la ciudad de México en ese momento, que visitara el Edifico Ermita. Hilda era la hermana que había pasado tres meses y medio en la Unión Soviética en 1931.
Luri, resumiendo la declaración de Ageloff, explicó:
De esta manera Hilda hizo el sorprendente descubrimiento de que en el Edificio Ermita no existía el apartamento 820. Cuando se lo comunicó a Sylvia, las dos estuvieron intentando buscar una explicación a ese hecho tan inesperado. Se plantearon la hipótesis de que Ramón estuviera en realidad colaborando secretamente con el gobierno británico… Sylvia le contó todo esto a Margarita Rosmer, incluyendo sus temores de que Ramón fuese un agente británico. Margarita la tranquilizó. [62]
Ageloff dijo que le pidió a Jacson-Mornard que le explicara por qué le dio una dirección incorrecta. Le respondió que el apartamento era el 620, no 820, y que lo dijo equivocadamente. Según información obtenida por el abogado de Trotsky y miembro del Comité Nacional del SWP, Albert Goldman, “Marguerite Rosmer fue al edificio y de hecho encontró a un recadero de oficina que le dijo que esa era la oficina de Jacson”. [63]
Después del intento de asesinato contra Trotsky el 24 de mayo, pero bastante antes al ataque en agosto, se volvió información pública que el apartamento 620 del Edificio Ermita había sido alquilado por David Alfaro Siqueiros, el líder de la brigada de asesinos. [64]
Esta extraña historia, que la propia Ageloff le contó a la policía, es sumamente incriminatoria. Establece que Ageloff ya tenía sospechas sobre la credibilidad de Jacson-Mornard para marzo de 1940, cinco meses antes del asesinato. Es más, ¡dijo estar preocupada de que fuera un agente británico! Si tenía estas sospechas, ¿por qué continuó Ageloff su relación con este hombre? La preocupación de que él quizás fuera un agente la instaba a sospechar que Jacson-Mornard la estaba utilizando para algún propósito ciertamente criminal.
Además, si sospechaba que él quizás era un agente, ¿solo consideró la posibilidad de que estaba trabajando para la inteligencia británica? ¿Por qué no se le ocurrió que Jacson-Mornard podía ser un agente de al GPU, lo que era mucho más probable?
La afirmación de que Jacson-Mornard quizás era un agente británico habría sido consistente con la posición de la burocracia estalinista en ese momento. En marzo de 1940, el pacto entre Hitler y Stalin ya estaba en vigor y la máquina propagandista global de los estalinistas pasó de tildar a Trotsky de agente de la Alemania nazi a agente del imperialismo británico. El Partido Comunista Mexicano, en particular, estaba denunciando violentamente a Trotsky y exigiendo su expulsión del país por ser “un agente de los servicios de inteligencia británicos”. [65]
El recuerdo de Sylvia Ageloff —si era del todo verdadero— también suscita preguntas sobre el papel de Marguerite Rosmer. ¿Por qué “tranquilizó” a Ageloff en vez de advertirle fuertemente que no debía continuar una relación con un individuo sospechoso? ¿Por qué no le informó Rosmer a Trotsky y Natalia Sedova sobre las inquietudes que Ageloff le comunicó supuestamente sobre su compañero personal?
Más allá, la confirmación de que el apartamento en el Edificio Ermita que Jacson-Mornard dio era el mismo utilizado por Siqueiros, que fue reportado ampliamente por la prensa mexicana tras el intento de asesinato del 24 de mayo, no dejó lugar a dudas de que el amante de Ageloff era un agente estalinista. Después del asesinato, el trotskista mexicano Octavio Fernández confirmó que Ageloff nunca les dijo ni a Trotsky ni a sus guardias que Jacson-Mornard tenía una dirección en el Edificio Ermita, incluso después de que se hiciera pública la dirección de Siqueiros en el mismo lugar y de que se volvieran obvios sus vínculos con la GPU. [66]
Persiste una interrogante más: ¿Por qué Ageloff le contó esta historia a la policía mexicana? ¿Estaba intentando demostrar, para respaldar su alegato de inocencia, que tuvo sospechas sobre Jacson pero que la veterana política Marguerite Rosmer la había tranquilizado? Las respuestas a estas preguntas están ocultas en el complicado entramado de mentiras, medias verdades y coartadas desarrollado después del asesinato.
Marzo de 1940: ¿asistió Ageloff a un mitin estalinista con Mercader?
Ageloff le contó a la policía sobre otro incidente tras su arresto, explicando que había asistido a una reunión estalinista en el centro de la Ciudad de México ese mismo mes de marzo. Luri resumió la declaración de Ageloff a los oficiales:
En el mes de marzo, los comunistas mexicanos organizaron una conferencia en el Teatro de Bellas Artes con un marcado carácter antitrotskista. Sylvia quería ir a escucharla. Aunque Ramón se resistió, finalmente accedió a acompañarla. Hablaba James Ford, un estadounidense negro al que el PCUSA había presentado a las elecciones presidenciales como vicepresidente en 1932 y que había visitado España durante la guerra civil. Atacó tan duramente a Trotsky que Sylvia quiso rebatir sus argumentos públicamente, pero Ramón la frenó en seco, sujetándola del brazo e impidiéndole hablar. [67]
Si Ageloff realmente asistió ese mitin, habría sido algo extremadamente peligroso para cualquier trotskista solo, especialmente uno que estuvo visitando la residencia de Trotsky. Los estalinistas repetidamente emplearon la violencia contra los trotskistas en reuniones públicas.
Además, si Ageloff fue a un evento estalinista con Jacson-Mornard, es probable que los cuantiosos exiliados catalanes estalinistas que vivían en México lo habrían reconocido como Ramón Mercader. El hijo de Caridad del Río, una estalinista catalana prominente, habría sido fácilmente identificado por los miembros de la ola de inmigrantes comunistas que dejaron España y se asentaron en México tras la victoria de Franco. El presidente Cárdenas les concedió un asilo general a todos los refugiados de la España republicana.
Después del ataque, cuando comenzaron a aparecer fotografías del asesino den la prensa mexicana, la comunidad exiliada de estalinistas españoles no dudó por un minuto la verdadera identidad del asesino. Luri escribe que “Rossend Cabré, que había sido camarada de Ramón desde los tiempos del Partido Comunista de Cataluña, lo identificó en cuanto abrió los periódicos. ‘¡Ése es Ramón Mercader!’, exclamó. La noticia circuló de boca en boca entre los exiliados españoles”. [68]
Luri citó a otro estalinista catalán exiliado, Arturo García Igual, que dijo: “Cuando la prensa mexicana especulaba sobre la identidad de quién destrozó la cabeza de Trotsky con u piolet, ‘¿Jackson, Mornard?’, sabíamos todos que era Ramón Mercader, del PSUC [Partido Socialista Unificado de Cataluña]”. [69]
Si Ageloff asistió realmente a la reunión, quizás por descuido, ¿consideraba que necesitaba crear una historia en caso de que alguien la vio ahí y se lo iba a comunicar a los investigadores? O bien, ¿inventó la historia para intentar apuntalar sus credenciales como una trotskista auténtica, mientras presentaba al mismo tiempo a Jacson-Mornard de forma favorable?
Finales de marzo, 1940: Ageloff lleva a Jacson-Mornard a la casa de Trotsky antes de viajar a Nueva York
Ageloff dejó la Ciudad de México y regresó a Nueva York a fines de marzo. Hasta este momento, Jacson no había entrado en casa de Trotsky y solo había dejado a Ageloff fuera. Pero antes de que Ageloff se fuera, llevó a Jacson-Mornard al interior de la casa, su primera vez dentro.
Luri escribió: “El 26 de marzo, Sylvia regresó a Nueva York, pero antes acudió a despedirse de Trotsky acompañada por Ramón, que de esta manera pisó por primera vez el interior de la casa”. [70]
Ageloff le diría luego a la policía mexicana que, antes de irse a Nueva York, le ordenó a Jacson-Mornard no visitar la casa de Trotsky sin ella. [71]
Si fuera cierto, significaría que sus sospechas de este hombre eran tan serias que lo consideraba una amenaza para la vida de Trotsky. ¿Por qué, entonces, lo habría llevado a la residencia de Trotsky justo cuando sus sospechas aumentaban? Si comenzaba a desconfiar de él, ¿por qué no le comunicó esto a Trotsky o a sus guardias? El incidente en torno al apartamento de Jacson-Mornard en el Edificio Ermita ocurrió ese mismo mes. ¿Por qué decidió llevar a un hombre que creía que era un agente británico a la casa de Trotsky? ¿Por qué darle la oportunidad de inspeccionar el interior del recinto? ¿Fue utilizada esta información para que los atacantes de mayo se hicieran una idea del interior de la residencia? ¿Ponía a prueba Ageloff la voluntad de los guardias a permitirle entrar?
Con la partida de Ageloff a Nueva York, Jacson-Mornard se mudó a los apartamentos Shirley Court, donde permanecería hasta junio. Se ubicaban en la calzada Manuel Villalongín 139, apenas al norte del Paseo de la Reforma en el centro de la Ciudad de México, a nueve cuadras de calle Dinamarca 55, donde la GPU había establecido una sede operacional en la ciudad.
Durante este periodo, Jacson-Mornard se reunió repetidamente con su madre y con Leonid Eitingon, un oficial de alto rango de la GPU encargado de manejar los aspectos mexicanos del asesinato. Marguerite Rosmer también visitó repetidamente los apartamentos Shirley Court en este período. [72]
El ataque del 24 de mayo de 1940
En la madrugada del 24 de mayo, un grupo de atacantes armados, encabezados por el pintor estalinista David Alfaro Siqueiros, entró en el recinto de Trotsky. Cuando llegaron al patio, abrieron fuego pero no hirieron ni a Trotsky ni a sus guardias. Solo pudieron impactar al pequeño nieto de Trotsky, Sieva, en el pie.
Los atacantes también intentaron prender fuego a los archivos y documentos de Trotsky. Marguerite y Alfred Rosmer, quienes habían llegado a la residencia poco antes del ataque, habían traído a la Ciudad de México muchos documentos importantes de los archivos europeos de Trotsky.
Según Dmitri Volkogonov, los Rosmer “se habían estado quedando algunas semanas, después de traer consigo un gran número de libros y cartas, y parte de los archivos de Trotsky” [73] Volkogonov cita material archivado de la inteligencia soviética que indica que los Rosmer también habían legado a México para defender a Mark Zborowski. Alfred Rosmer “‘garantizó con su vida la fiabilidad de él [Zborowski]’ y ‘presentó de la mejor manera su carácter’”, escribió Volkogonov, citando los documentos de inteligencia. [74]
A pesar de que fracasó, el asalto del 24 de mayo reveló que los atacantes tenían un conocimiento íntimo del interior de la residencia y pudieron neutralizar a los guardias disparando desde varios puntos decisivos.
El papel de Robert Sheldon Harte
El guardia de Trotsky, Robert Sheldon Harte, les permitió a los atacantes entrar en el recinto de Trotsky. Después del ataque, los atacantes se llevaron a Harte y posteriormente lo asesinaron.
Después de la disolución de la Unión Soviética, varios cables descifrados de la GPU —“Los documentos de Venona”— establecerían que Harte era, de hecho, un agente de la GPU. Inmediatamente después del ataque del 24 de mayo, ya abundaba la evidencia de la complicidad de Harte, incluyendo el testimonio de un policía que vio a Harte huir con la GPU por cuenta propia, así como una declaración del padre de Harte que su hijo tenía un póster de Stalin en su cuarto en Nueva York.
Trotsky declaró públicamente que la muerte de Harte a manos de la GPU “es un argumento convincente” de que no era un agente. No obstante, Trotsky no descartó la posibilidad de que Harte fuera un cómplice en el ataque. El 25 de junio de 1940, escribió:
En realidad, la infiltración de un agente de Stalin en mi hogar solo pudo haber indicado que la GPU había logrado engañar a mis amigos en Nueva York, quienes me recomendaron a Bob Sheldon. Toda persona informada sabe que la GPU inunda las organizaciones obreras y las instituciones estatales con sus agentes en todo el mundo. Para este propósito, gasta anualmente decenas de millones de dólares (subrayado nuestro). [75]
El investigador de la policía mexicana Leandro Sánchez Salazar, quien consideró desde el principio que Harte era un operador de la GPU, dedujo las implicaciones de reconocer que Harte participó en el ataque del 24 de mayo. Escribió: “Además, si se reconocía que Sheldon era un agente de la G.P.U. había que plantear el problema de las responsabilidades de los jefes trotskistas norteamericanos que se lo enviaron a Trotski”. [76]
Pero el SWP confió sin vacilar en la inocencia de Harte y no realizó ningún otro intento de revisar cuidadosamente el procedimiento para autorizar la entrada de individuos en la residencia en Coyoacán y el acceso a Trotsky. Una investigación seria sobre los antecedentes de Harte habría revelado sin duda sus conexiones con el movimiento estalinista. La exposición de esta desastrosa falla de seguridad bien pudo haber instado al SWP a completar una investigación sobre todos los individuos que tenían permiso de entrar en la villa de la avenida Viena. Es difícil creer que tal investigación no habría planteado preguntas sobre Frank Jacson-Jacques Mornard y Sylvia Ageloff.
Después del ataque del 24 de mayo: la nueva tarea de Jacson-Mornard
En Moscú, el atentado fallido del 24 de mayo fue visto como un desastre político. Cuando le informaron a Stalin, según Volkogonov,
Las noticias del fracaso del intento de asesinato hicieron entrar a Stalin en un episodio de rabia. El jefe de la GPU, Lavrentiy Beria tuvo que aguantar sus palabras iracundas, mientras que aquellos vinculados con la operación podían esperar algo parecido a Shpigelglas, [77] quien fue arrestado. Ahora todo dependía del desempeño de un solo operador individual que se había instalado hace mucho en México y que estaba preparando llevar a cabo su misión. [78]
Jacson-Mornard no conocía su tarea hasta después del ataque fallido del 24 de mayo. Volkogonov afirmó:
Al principio, el joven español no esperaba tener que ensangrentarse las manos con el asesinato de Trotsky, pero el 26 o 27 de mayo de 1940, pocos días después del intento fallido de matar a Trotsky, Eitington se encerró con Mercader en un lugar privado y le dejó clara la situación. Le dio a entender que meramente iba a “llevar a cabo una sentencia justa” emitida en Moscú, y que este enorme honor lo convertiría en un héroe por siempre. Mercader no podía desobedecer. Ya había visto en España el resultado de la desobediencia. Cuando hubo sospechas de que uno de sus conocidos republicanos en Cataluña tenía vínculos con el POUM, desapareció sin dejar rastro. Mercader descubrió que esta era la ley de la revolución: los débiles y poco fiables son liquidados. [79]
No está claro la medida en que Eitington le explicó a Jacson-Mornard su nueva misión en estas fechas. Sin embargo, dos semanas después, Jacson-Mornard viajó a Nueva York para reunirse con sus supervisores de la GPU y es probable que le explicaron en más detalle el verdadero significado de su nueva tarea.
Otro jefe de la GPU, Pavel Sudoplatov, a quien le asignaron junto a Eitington el complot para asesinar a Trotsky, confirmó que Mercader recibió su nueva tarea después del 24 de mayo. Sudoplatov describió una conversación con Mercader en Moscú en 1969, nueve años después de su liberación de la prisión mexicana.
Mercader le dijo a Sudoplatov que no esperaba verse involucrado en un plan para asesinar a Trotsky hasta los días posteriores al ataque fallido del 24 de mayo. Hasta ese momento, Mercader estaba siendo preparado como un activo de largo plazo de la GPU dentro del movimiento trotskista. “Como era natural, Ramón sabía que él era un miembro de un equipo para combatir el trotskismo en México”, escribió Sudoplatov, “pero no esperaba que él fuera el asesino” hasta después del 24 de mayo. [80]
28 de mayo de 1940: Jacson-Mornard conoce a Trotsky por primera vez
Según la esposa de Trotsky, Natalia Sedova, “Nuestra primera reunión con el esposo de Sylvia Ageloff, ‘Jacson’, ocurrió el 28 de mayo, nueve de la mañana”. [81]
En El profeta desterrado, la tercera parte del tríptico biográfico de Trotsky, el historiador polaco Isaac Deutscher escribió que esta primera reunión se arregló por medio de otro pretexto sumamente útil:
Fue el 28 de mayo, unos cuantos días después del asalto, que el asesino estuvo en persona con Trotsky. El encuentro no pudo haber sido más casual. Los Rosmer estaban a punto de irse de México y partir de Veracruz en barco; y “Jacson” había ofrecido llevarlos en su carro, pretendiendo que tenía que ir a Veracruz de todos modos para un viaje regular de negocios. Fue a recogerlos temprano y le pidieron que esperara en el patio hasta que estuvieran listos. Cuando entró, se topó con Trotsky, quien aún estaba en las madrigueras dándoles de comer a los conejos. [82]
Ese día, Sedova también viajó con Jacson-Mornard a Veracruz para dejar a los Rosmer. [83] Posteriormente, escribió Puigventós, Sedova recordaría que “se extrañó de que Jacson tuviera que pedir algunas indicaciones para ir a Veracruz, dado que había dicho que iba a esa ciudad frecuentemente”. [84]
Según Luri, los Rosmer dijeron que iban a viajar a París pasando por la ciudad de Nueva York, a pesar de que en ese momento los ejércitos de Hitler se acercaban a París antes de tomar la ciudad el 14 de junio. [85] Los Rosmer permanecieron en Nueva York y se reunieron con Ageloff y Jacson-Mornard, cuando este último viajó ahí en junio para reunirse con sus supervisores de la GPU. [86] En esa ventana de tiempo, otros agentes estalinistas en México convergieron en Nueva York, donde se reunirían con Jacson-Mornard. Caridad del Río arribó a Nueva York el 21 de mayo, partiendo desde la Ciudad de México y pasando por Cuba. [87]
El 11 de junio de 1940: Jacson-Mornard se reúne con Cannon y Dobbs
En México, el 11 de junio, Jacson-Mornard se reunió con varios líderes del SWP, incluyendo a James Cannon y Farrell Dobbs, que habían viajado para preparar la seguridad de Trotsky después del atentado de mayo. Como escribió David North en “El último año de Trotsky”:
En el transcurso de su viaje a Coyoacán, los líderes del SWP inspeccionaron la villa y aprobaron obras de construcción que fortalecerían el recinto contra ataques. A pesar de su sincero compromiso con la defensa de Trotsky, sus esfuerzos se vieron socavados por un inquietante nivel de descuido personal. Aunque quedaron preguntas sin respuesta sobre el papel de Sheldon Harte en el asalto del 24 de mayo, no hay indicios de que los líderes del SWP estuvieran adoptando una actitud más cautelosa hacia sus asociaciones personales. Dada la continua campaña contra Trotsky en la prensa estalinista, los líderes del SWP debieron haber tenido claro que el ambiente político en la Ciudad de México era peligroso y que la capital estaba plagada de agentes de la GPU que intentaban eliminar a Trotsky.
Sin embargo, la noche del 11 de junio, James P. Cannon y Farrell Dobbs aceptaron una invitación a cenar en el Hotel Geneva, seguida de unas copas en otro local. El anfitrión de los dos líderes del SWP fue Jacson-Mornard. Este encuentro fue informado por Cannon en el curso de una breve investigación interna llevada a cabo por el liderazgo del SWP después del asesinato. Sin embargo, esta información se ocultó a los cuadros del partido. [88
]
A pesar de que Sylvia Ageloff no estaba en México en el momento de esta reunión, es posible que organizó que Jacson-Mornard conociera a Cannon y Dobbs. Lillian Pollak recordó que Ageloff le dijo en 1939 que quería que Cannon y otros líderes del SWP lo conocieran. Es posible que ella ya los había presentado cuando Jacson-Mornard visitó Nueva York en el otoño de 1939. Durante ese viaje, Ageloff lo presentó a varios camaradas del SWP ahí, y ambos, Cannon y Dobbs, estaban en la ciudad en ese momento.
Si no los habían presentado antes de 1940, habría sido consistente con el comportamiento de Ageloff que les sugiriera a Cannon y Dobbs que llamaran a Jacson-Mornard cuando llegaran a México. Ella siempre fue la persona que presentó Jacson-Mornard a los líderes de la Cuarta Internacional. En París, Ageloff presentó Jacson-Mornard a los delegados de su conferencia constituyente. En Coyoacán, lo llevó al recinto y le presentó a sus residentes. Cannon y Dobbs no habrían salido con un total desconocido. Lo habrían presentado como el novio de Sylvia. Nuevamente, ella fue el vínculo para profundizar la integración del asesino de Trotsky en el movimiento trotskista.
Jacson-Mornard estaba a punto de viajar a Nueva York. Pero antes de tomar su vuelo ahí, dejó su carro en la casa de Trotsky, lo que le daría el pretexto para volver ahí y recogerlo al regresar a la Ciudad de México. [89]
12 de junio de 1949: Ageloff facilita la entrada de Jacson-Mornard en EE.UU.
El 12 de junio, el Consulado estadounidense en la Ciudad de México le concedió a Jacson-Mornard el permiso para entrar en EE.UU. El siguiente día, tomaría un vuelo a Nueva York.
En junio de 1940, seguía siendo sumamente difícil que un extranjero entrar en Estados Unidos. La invasión de Francia por parte de Hitler estaba en marcha y un éxodo de refugiados huía del continente europeo. El Gobierno de Roosevelt había puesto vigor estándares migratorios altamente restrictivos.
Para viajar a EE.UU., Jacson-Mornard tuvo que presentar varias referencias de ciudadanos estadounidenses que avalaran la veracidad de su solicitud. A pesar de contar con esas referencias, Jacson-Mornard no obtuvo recibió un permiso para permanecer extensamente. Su entrada tenía únicamente el propósito de cruzar hacia otro país y lo obligaron a presentar evidencia que había comprado pasajes para dejar EE.UU. Tan solo le permitieron quedarse lo suficiente para alcanzar su vuelo de conexión fuera de EE.UU. Lo obligaron a presentar una dirección en EE.UU. donde se quedaría durante la breve conexión.
Un memorando del FBI fechado 24 de agosto de 1940 y enviado por J. Edgar Hoover bajo el nombre, “Asunto: Frank Jacson, Sylvia Ageloff, espionaje” muestra que las referencias de Jacson-Mornard eran Sylvia Ageloff y los miembros del SWP, Henry Schultz y Evelyn Reed. [90] Reed se casaría posteriormente con George Novack, quien fue líder del SWP por mucho tiempo y le ayudó al agente de la GPU, Mark Zborowski, entrar en EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando solicitó su visa, Jacson-Mornard dijo que planeaba quedarse en Nueva York por tan solo dos días antes de viajar a Montreal, Canadá. En la solicitud, escribió que su dirección permanente era calle St. Denis 1269, en Montreal. [91] Jacson-Mornard no tenía ninguna intención de viajar a Montreal y “calle St. Denis 1269” no existía.
Un reporte separado del FBI escrito por J. Edgar Hoover comenta sobre la solicitud del permiso de viaje de Jacson-Mornard:
Su intención era permanecer en Estados Unidos por aproximadamente dos días donde su dirección era calle Livingston 50, Brooklyn, Nueva York. Proporcionó como referencia lo siguiente:
Sylvia Ageloff, calle Livingston 50
Brooklyn, Nueva York
… Al solicitar el certificado de tránsito mencionado arriba, Jacson presentó una carta de la Vía Mexicana de Aviación fechada 12 de junio de 1940 que indicaba que Jacson había depositado dinero de antemano para un pasaje de avión a Montreal, Canadá, y que se había realizado una reservación para este viaje. [92]
El mismo 24 de agosto, Hoover envió otro memorando a B.E. Sackett, agente especial a cargo de la oficina del FBI en la ciudad de Nueva York. Hoover repitió los nombres y las direcciones de Ageloff, Evelyn Reed y Henry Schultz. Aparentemente creyendo que una investigación de los individuos que facilitaron los viajes de Jacson-Mornard llevaría al descubrimiento de agentes de la GPU en EE.UU., Hoover declaró lo siguiente:
El Buró desea que se lleve a cabo meticulosa y exhaustivamente una investigación sobre esta cuestión en el área cubierta por su oficina de campo [en Nueva York]. No se deben escatimar esfuerzos para obtener toda la información disponible sobre los antecedentes de Jackson, sus asociados y actividades. Como se le aconsejó previamente, el Buró desea que se tomen todas las precauciones necesarias para evitar cualquier tipo de publicidad en cuanto a esta investigación. [93]
Hoover no quería que los agentes de la GPU que pensaba que estaban a su alcance recibieran previo aviso. Exigió que la agencia procediera con su investigación en secreto
.
Continuará….
TERCERA PARTE.
13 al 30 de junio de 1940: Jacson-Mornard en Nueva York para reuniones con GPU
Después de haber ayudado a Jacson-Mornard a ingresar a los EE. UU., Ageloff se quedó con él en el hotel de Brooklyn donde sus controladores de GPU ayudaron a construir la coartada que usaría en caso de su arresto.
Ageloff y Jacson-Mornard permanecieron juntos en el Hotel Pierrepont del 14 al 30 de junio. Leonid Eitingon también viajó a Nueva York. Mientras estuvo en Nueva York, Jacson-Mornard mantuvo reuniones con su madre, Caridad del Rio, así como con Gaik Ovakimian de la GPU. [94] Además, Ageloff y Jacson-Mornard se reunieron con los Rosmer, que habían llegado recientemente de Veracruz.
Luri escribió:
El 14 de junio, Frank Jacson (Ramón Mercader) y su esposa (Sylvia Ageloff) se registraron en el Hotel Pierrepont, en Brooklyn, como “F. Jacson y esposa «. Ocuparon la habitación 737 por quince dólares a la semana y permanecieron allí hasta el día 30. Durante este tiempo tuvieron la oportunidad de reunirse con los Rosmer, quienes habían venido para quedarse en Nueva York por unos días. [95]
En un capítulo de Asesinato en México escrito por Julián Gorkin, el exlíder del POUM explicó que un propósito central del viaje a Nueva York era componer la coartada del asesino, que se plasmó en la carta de «confesión» que Jacson-Mornard entregó a las autoridades. después de su arresto.
En esta carta, la GPU expuso el supuesto motivo de Jacson-Mornard para matar a Trotsky. Era un trotskista que se enfureció con Trotsky cuando éste le ordenó abandonar a su esposa Sylvia, viajar a Shanghai y dirigir un equipo de trotskistas que entrarían en la URSS, sabotearían la industria soviética y asesinarían a los principales funcionarios del gobierno. Después de su arresto, el investigador policial Sánchez Salazar consideró altamente sospechoso que Jacson-Mornard no pudiera repetir el contenido de la carta y declaró inverosímilmente que escribió la carta en los Bosques de Chapultepec en la Ciudad de México. [96]
Gorkin explicó la importancia de la carta de «confesión» a la GPU, incluyendo cómo y dónde se produjo:
Sí, todo son mentiras y engaños sobre este robot humano. Sobre todo, la carta que se le encontró. No hay duda de que fue escrito en Nueva York, examinado, discutido y reescrito. Para encubrir este hecho, el asesino tuvo que inventar una máquina de escribir fantástica. Lo prueba la firma y la fecha escrita a lápiz en el último minuto, y el hecho de que en su declaración no recordaba muy bien su contenido. Los agentes de la GPU en Nueva York lo habían redactado con mucho cuidado, como si se tratara de un documento de alta política del que dependiera el futuro de Rusia, un documento más cuidadoso para ellos que todas las teorías del Komintern. Había una gran preocupación en la mente de sus compositores: dar satisfacción a los líderes y, sobre todo, al líder supremo.
Mientras Jacson-Mornard lo llevaba consigo, bien escondido, como una bomba a punto de explotar, sin duda se había enviado una copia a Moscú. En la valija diplomática, naturalmente. De acuerdo con los hábitos de la GPU, esta carta tenía como objetivo matar dos pájaros de un tiro: por un lado, presentar a Trotsky como el enemigo jurado del pueblo ruso y como el organizador del asesinato de Stalin, y, por el otro, para destruir el trotskismo, tanto moral como políticamente. Se quedaría sin líder. Uno de sus miembros había sido «desilusionado» por él y lo había matado. En casi todas las gestas de la GPU se encuentra la misma duplicidad y la misma traición: no le basta con asesinar; luego debe deshonrar a la víctima y arrojar la culpa sobre otra. Pero por la misma muestra de este torpe maquiavelismo, la GPU muestra su marca, su propio sello particular. Esta carta es una estupidez monumental: primero, por el simple hecho de haber sido escrita y, segundo, aún más por su contenido. Es como si la tarjeta de visita de la GPU hubiera sido puesta en el bolsillo del asesino. [97]
La importancia de construir esta falsa narrativa explica por qué la visita de Jacson-Mornard a Nueva York duró dos semanas completas. Claramente, se requirió un secreto extremo para discutir, escribir y reescribir esta falsa confesión. Durante este período crítico, Jacson-Mornard vivía con Ageloff en la habitación 737 del Hotel Pierrepont.
Gorkin explicó que la carta tenía otro propósito: evitar que el propio Jacson-Mornard revelara algo sobre cómo se planeó el asesinato:
No hay duda de que se preparó con la esperanza de que este último [es decir, Jacson-Mornard], a su vez, fuera asesinado. Así, la GPU se halagó de poder matar tres pájaros de un tiro: su agente también moriría, y este sería su «testamento». El hecho de que Trotsky, herido de muerte, hubiera impedido que sus secretarios mataran a su asesino, había sido una maniobra sumamente inteligente de su parte; había conservado su razonamiento político hasta el final. Así se pudieron desvelar todas las mentiras, todas las traiciones, o casi todas. [98]
30 de junio de 1940: Ageloff ayuda a Jacson-Mornard a regresar a México.
Al final de la estancia de Ageloff y Jacson-Mornard en Nueva York, la GPU dispuso que Jacson-Mornard volviera a entrar subrepticiamente a México. Desde su habitación de hotel y con Ageloff presente, Jacson-Mornard llamó a Eastern Airlines y organizó su viaje de regreso. [99]
No volaría hasta la Ciudad de México, a pesar de que el dinero no fue un obstáculo para él. En cambio, compró boletos de avión a Nueva Orleans y luego a San Antonio. Desde San Antonio viajaría a la frontera entre Estados Unidos y México en Laredo, donde cruzaría a pie. [100] Desde el lado mexicano de la frontera, debía tomar un tren a la Ciudad de México.
Cuando Jacson-Mornard llegó a San Antonio, llamó a Ageloff y le informó que estaba a punto de ingresar a México. [101] Los registros del FBI confirman que salió de Nueva York “a través de Eastern Air Lines el 30 de junio de 1940 hacia Laredo Texas. En Laredo, afirma haber cruzado el Puente Internacional y haber tomado el Ferrocarril Nacional Mexicano a la Ciudad de México ”. [102]
Informe del 4 de septiembre de 1940 a J. Edgar Hoover
Un informe separado del FBI señaló:
Al cruzar el Puente Internacional en Laredo y usar la tarjeta de turista original para viajar a la Ciudad de México en tren [es decir, la tarjeta de turista que adquirió en su primera entrada a México], pudo regresar a la Ciudad de México sin ningún registro. En cuanto a su reingreso, ya que los guardias del tren no registran a los turistas que exhiben sus tarjetas de turista para viajar. [103]
Este complejo plan le permitió ingresar a México sin ser detectado y sin inspección aduanera. Como resultado, no habría ningún registro oficial de inmigración de que estuviera en México cuando iba a ocurrir el asesinato
.
Julio de 1940: Jacson-Mornard muestra un comportamiento cada vez más errático.
Según Volkogonov, las implicaciones de la nueva misión de Jacson-Mornard «enviaron un escalofrío por la columna vertebral de Ramón» y él sufrió «una breve depresión en junio». [104] Después de su viaje a Nueva York, Jacson-Mornard se dio cuenta de que el éxito de su misión era una cuestión de vida o muerte para todos los involucrados, incluidos él mismo, su madre, Caridad del Río y Eitingon. Volkogonov escribió:
Se intentó un golpe en mayo, pero un milagro salvó al líder del Partido Mundial de la Revolución Social. Eitingon sabía que no podía haber más errores de este tipo. En juego no solo estaba la vida del hombre que se había atrincherado en su villa mexicana, sino la de Eitingon y la de su familia. Tenía que encontrar una manera de infiltrar a su hombre en la casa de Trotsky. … [105]
Los documentos ahora disponibles en el Archivo General de la Nación de México dejan en claro que la nueva asignación de Jacson-Mornard lo había puesto en crisis.
Se desconoce la fecha exacta de la llegada de Jacson-Mornard a la Ciudad de México. No se registró en su nuevo hotel en la capital hasta el 5 de julio. Puigventós escribió:
“Según diría Jac más tarde, se había enfermado en un pueblo cercano a Puebla, donde descansaba”. [106]
Puigventós explicó:
Luego de regresar a México, según información obtenida por la Policía de la Ciudad de México, Ramón Mercader no se instaló en el hotel donde antes se había hospedado con Sylvia, el Hamburgo, ni en los departamentos de Shirley Courts, donde había tenido varios encuentros o conversaciones. con Eitingon y su madre. Se alojó en otro, el María Cristina, en el que primero dejó su equipaje y se instaló definitivamente a partir del 5 al 14, 16 y 18 al 9 de julio [de agosto]. [107]
La investigación posterior al asesinato realizada por la policía mexicana confirma que Jacson-Mornard estaba actuando de manera errática. No regresó a su hotel las noches del 15 y 17 de julio, y el personal del hotel Maria Cristina explicó que Jacson-Mornard se aisló de la comunicación externa. Un informe policial decía:
“No estaba recibiendo correspondencia dirigida a él, ni llamadas telefónicas, ni visitas. La única circunstancia fue que durmió durante el día y se fue por la noche. Estaba acostumbrado a regresar todos los días entre las 4 y las 5 de la mañana. [108]
Las cartas de Ageloff en ese momento reflejan el hecho de que estaba nerviosa por las acciones de Jacson-Mornard durante el mes de julio y principios de agosto. La GPU no pudo dar cuenta de su agente ni de la declaración de confesión que había llevado consigo. Puigventós escribió:
“Durante las siguientes tres semanas [después de que se fue de Nueva York], Sylvia no recibió ninguna noticia de él y se preocupó”. [109]
Julio-principios de agosto de 1940: sospechas en el complejo de Trotsky
Después de su regreso de Nueva York, el extraño comportamiento de Jacson-Mornard generó preocupación entre los miembros de la casa de Trotsky. Deutscher escribió eso al enterarse de su asignación:
Incluso este maestro disimulador (que durante los veinte años de su encarcelamiento frustraría a todos los investigadores, jueces, médicos y psicoanalistas que intentaban descubrir su verdadera identidad y sus conexiones) comenzó a perder los nervios a medida que se acercaba la fecha límite. Regresó de Nueva York, donde probablemente recibió la última sesión informativa sobre su asignación, de un humor melancólico. Por lo general, robusto y alegre, se puso nervioso y sombrío; su tez era verde y pálida; su rostro se contrajo; sus manos temblaron. Pasó la mayor parte de sus días en la cama, en silencio, encerrado en sí mismo, negándose a hablar con Sylvia. Luego tuvo ataques de alegría y locuacidad que sobresaltaron a los secretarios de Trotsky.
Se jactó de sus hazañas alpinistas y de la fuerza física que le permitió «romper un enorme bloque de hielo con un solo golpe de piolet». En una comida, demostró la «habilidad quirúrgica» de sus manos al cortar un pollo con una destreza inusual. (Meses después, los que presenciaron esta “demostración” recordaron que él también había dicho que conocía bien a Klement, Klement cuyo cadáver había sido encontrado desmembrado con tal “habilidad quirúrgica”) [110].
Se desconocen las fechas y circunstancias exactas de las visitas de Jacson-Mornard a los secretarios de Trotsky en julio de 1940. Además de este comportamiento provocativo, los guardias del complejo de Trotsky no entendieron por qué no regresó para recoger el automóvil que había dejado antes de su viaje a Nueva York. Puigventós escribió:
En la casa de la Avenida Viena también se dieron cuenta [de su extraño comportamiento] rápidamente. En primer lugar se preguntaron por su larga ausencia. Todo indicaba que luego de regresar a México se demoró muchos días en recuperar el auto que les había prestado. ¿Estaba realmente enfermo? ¿Le estaba jugando una mala pasada su nerviosismo? ¿Había comenzado los preparativos para un ataque? [111]
Puigventós luego citó una declaración hecha por Natalia Sedova a la policía:
Sin embargo, regresó solo un mes después, aproximadamente. Parecía muy flaco y parecía enfermo. Le preguntamos por qué había tardado tanto y nos dijo que había regresado de su viaje anterior, pero que tenía que viajar dentro del país. Agregó que sufrió una crisis hepática. Su presencia fue muy breve, tomó su auto y se fue. [112]
Hay indicios claros de que la GPU comenzaba a dudar de la fiabilidad de Jacson-Mornard. Había pasado más de un mes desde su regreso a México, pero Jacson-Mornard no había tomado ninguna medida para cumplir con su misión. Trotsky todavía estaba vivo, trabajando duro para exponer el papel de la GPU en el atentado contra su vida el 24 de mayo. Moscú estaba impaciente.
El 7 u 8 de agosto Jacson-Mornard recibió un telegrama en inglés, que Puigventós cree que procedía de Eitingon.
El telegrama contenía el tipo de mensaje que ningún agente de la GPU quería recibir. Decía: «POR FAVOR VUELVA A NUEVA YORK DE INMEDIATO». [113]
8 al 9 de agosto de 1940: Ageloff vuela a la Ciudad de México
No se sabe si Jacson-Mornard respondió a este telegrama ni cómo, pero Ageloff partió a la Ciudad de México de inmediato. Puigventós escribió:
«Supuestamente entonces él [Jacson-Mornard] le había pedido a Sylvia que viajara a la Ciudad de México para reunirse con él y cuidarlo». [114]
La abrupta decisión de Ageloff de volar a la Ciudad de México subraya la urgencia de su viaje. En 1940, el servicio de vuelo de Nueva York a la Ciudad de México era prohibitivamente caro y demoraba más de 16 horas. Pero Ageloff no escatimó en gastos para llegar a la Ciudad de México lo más rápido posible, aunque el costo es difícil de cuadrar con el salario de su servidor público de la era de la Depresión. Consiguió tiempo libre del trabajo y se fue un jueves, sin esperar ni siquiera al final de la semana laboral. En este punto, ya había pasado tres meses fuera de su trabajo ese año.
Es imposible creer que su regreso urgente a la ciudad de México, a un gran costo, fue simplemente para brindar consuelo a un hombre adulto que padecía malestar estomacal o mal de altura, como ella afirmaría más tarde.
No fue hasta febrero de 1940 —seis meses antes del viaje de Ageloff— que se estableció una ruta de vuelo relativamente rápida entre las dos ciudades. En febrero, dos de las aerolíneas más grandes, Eastern y Pan American, inauguraron una empresa conjunta para establecer un servicio nocturno entre las dos ciudades. En 1940, los vuelos nacionales de ida y vuelta a través de los Estados Unidos costaban hoy el equivalente a 4.500 dólares. [115] Los viajes internacionales en una nueva ruta pueden haber costado aún más.
El nuevo servicio viajado por Ageloff, llamado “Mexican Flyer”, fue inaugurado con gran fanfarria, atrayendo la atención de las noticias nacionales. [116] The Washington Evening Star informó el 26 de febrero de 1940:
“Las ceremonias de apertura del servicio aéreo nocturno entre Washington y la Ciudad de México a través de Brownsville, Texas, se llevarán a cabo en el aeropuerto de Washington el miércoles a las 9 pm Miembros del cuerpo diplomático y el Departamento de Estado se espera que asistan funcionarios «. [117] El embajador de México en Estados Unidos también asistió y su hija «bautizó el primer avión».
Los documentos del FBI establecen que Ageloff viajó a través del servicio «Mexican Flyer» de Eastern-Pan Am. Partió de la ciudad de Nueva York el 8 de agosto a las 7:15 pm en un avión de Eastern Airlines DC-3, con escala en Washington DC, Atlanta, Nueva Orleans, Houston, Corpus Christi y Brownsville, Texas. Llegó a Brownsville a la mañana siguiente, a las 8:10 am, y fue trasladada a un vuelo de Pan American que salía de Brownsville a las 9:10 am, con escala en Tampico, México antes de llegar a la Ciudad de México a las 12:35 pm [118] Una lista de pasajeros del vuelo mostró que solo había otros 10 pasajeros en el vuelo de Ageloff a la Ciudad de México, lo que indica el carácter exclusivo de esta nueva línea nocturna. [119]
En comparación con los costosos viajes que Ageloff hizo para lo que ella afirmó que era un viaje “personal”, los líderes del SWP que viajaban para visitar a Trotsky por razones políticas generalmente conducían a la Ciudad de México desde Minneapolis o Nueva York, una distancia de más de 2,000 millas. Durante el enjuiciamiento de los líderes del SWP en el juicio por sedición de Minneapolis de 1941, los fiscales del gobierno presentaron pruebas de un taller de reparación de automóviles de Texas que mostraban que el viejo Pontiac de la delegación del SWP se había averiado en el camino en un viaje, dejando a los líderes del SWP varados. [120]
Poco después de enterarse de que Ageloff planeaba venir a México, Jacson-Mornard regresó al complejo de Trotsky y le dijo a Sedova que Sylvia regresaba y quería visitar a los Trotsky. Trató de programar una hora para que la pareja se reuniera con ellos. Sedova explicó en una entrevista policial después del asesinato:
Dos días después [es decir, después de haber recogido el auto] regresó para decirnos (en el patio) que Sylvia tenía vacaciones y que iba a pasarlas en México en avión, para disfrutar del buen tiempo. Este día también trajo una bonita caja de dulces, diciendo que Sylvia los había enviado y que lamentaba haberlos olvidado durante su primera visita. A mi marido le trajo un libro llamado Hitler y Stalin , cuyo autor no recuerdo ahora. Nos dijo también que Sylvia tenía que venir al día siguiente y preguntó si podíamos recibirla el sábado. Este día era imposible y propusimos una visita para el lunes o martes. [121]
A la llegada de Ageloff, Jacson-Mornard se mudó del hotel Maria Cristina. La pareja se registró en un nuevo hotel, el Hotel Montejo, aproximadamente a la 1:30 pm [122] Según registros policiales de fines de agosto de 1940, “Durante su estadía, Jacson no recibió visitas ni tarjetas”. [123]
El 10 de agosto, al día siguiente de su llegada a la Ciudad de México, Ageloff visitó la casa de Trotsky. Cuando la policía mexicana le preguntó más tarde el propósito de esta visita, ella dijo: «Solo para saludar y hacerles saber que estaba en la ciudad». [124] Después de la llegada de Ageloff a la Ciudad de México, explicó Sedova más tarde, Jacson-Mornard «comenzó a visitarnos cada vez con más frecuencia». [125]
A principios y mediados de agosto de 1940: Ageloff le dice falsamente a Sedova que ella y Jacson-Mornard están casados o comprometidos.
Durante una de estas visitas iniciales, Ageloff le dijo a Sedova que los dos estaban comprometidos para casarse. Luri escribió eso a su llegada a la Ciudad de México:
Sylvia encontró a Ramón muy deteriorado. A su hermana Hilda le escribió: «Jac tiene diarrea o algo peor». Parecía agotado, había perdido peso y parecía muy irritable. Sin embargo, su vida romántica parecía ir bien. Le confesó a Natalia Sedova que Jac le había pedido que se casara con él. Natalia aprovechó la ocasión para ofrecer sus consejos sobre la vida matrimonial. [126]
Según las declaraciones posteriores de Sedova, parece que Ageloff le dijo a Sedova que ella y Jacson-Mornard ya se habían casado, no que estuvieran comprometidos. Sedova escribió que Jacson-Mornard “fue recibido por nosotros ante todo como el esposo de Sylvia Ageloff , quien a nuestros ojos era completamente confiable (énfasis en el original)”. [127]
El hecho del matrimonio de Ageloff fue de vital importancia para Sedova al aceptar reunirse con Jacson-Mornard en agosto. Pero la declaración de Ageloff fue una mentira. En su entrevista con la policía después del asesinato, Ageloff dijo que ella y Jacson-Mornard no estaban casados. La transcripción de la entrevista la identifica como «soltera». Marie Craipeau dijo que Ageloff le dijo antes de regresar de París a Nueva York en febrero de 1939 que estaba comprometida. [128] Esto fue más de un año antes de que ella le dijera a Sedova esta «nueva» información.
Al hacer esta falsa declaración a Sedova en agosto, Ageloff reforzó la buena fe de Jacson-Mornard precisamente en el momento en que estaba bajo una creciente sospecha.
Ageloff lleva a su «marido» al interior del complejo
Una semana antes del ataque del 20 de agosto, Ageloff llevó a Jacson-Mornard al interior del complejo de Trotsky para lo que se convertiría en la única discusión política entre Trotsky y el asesino. Sedova escribió que ella y Trotsky estaban preocupados por las visitas cada vez más frecuentes de Sylvia y su «marido» en el período inmediatamente anterior a la muerte de Trotsky:
LD [Lev Davidovich — Trotsky] no estaba dispuesto a sacrificar su período de descanso por «Jacson». Era bien sabido que para un debate serio, el día y la hora debían concertarse con LD con antelación. «Jacson» nunca pidió esto. Llegaba siempre sin previo aviso, siempre a la misma hora. La única discusión política que tuvo lugar, para su información, ocurrió una semana antes del crimen. Había concertado conmigo la visita de su esposa, Sylvia Ageloff. Configuré la misma hora, es decir, las 5 en punto, como la más conveniente. Pero Sylvia no vino sola sino con su marido ; nos reunimos con ellos en el patio y los invité a tomar el té en el comedor.
Esta fue la primera y la última ocasión en que tuvo lugar una conversación política. Sylvia Ageloff defendió la posición de la minoría con vehemencia y entusiasmo. LD le respondió con calma y amabilidad. Su marido intervino con algunos comentarios no muy astutos y jocosos. Todo esto no tomó más de 15 minutos. LD se disculpó; tenía que hacer sus quehaceres, alimentar a los animales. Todos nos levantamos. Los «Jacson» se despidieron y se alejaron apresuradamente, diciendo, como de costumbre, que tenían un asunto urgente. No los detuvimos, ni siquiera por cortesía. Sabíamos que estas “visitas” estaban a punto de terminar ya que “Jacson” se iba de México. … Si no es hoy, mañana, y mentalmente nos dijimos: «Déjalo ir, cuanto antes, mejor (énfasis agregado)». [129]
Esta discusión, en la que Ageloff argumentó «acaloradamente y con entusiasmo» las posiciones de la minoría shachtmanita, le dio a Jacson-Mornard la capacidad de presentarse como un marxista «ortodoxo».
17 de agosto de 1940: ¿el “ensayo general” de Jacson-Mornard o un intento fallido?
Unos días después, el 17 de agosto, Jacson-Mornard apareció en la casa de Trotsky sin previo aviso, afirmando que quería que Trotsky revisara un artículo que había redactado sobre la lucha de facciones con la minoría pequeñoburguesa shachtmanita dentro del SWP. Este artículo, explicó Jacson-Mornard, fue producto de la reciente discusión con Ageloff, Sedova y Trotsky. La breve discusión del 17 fue la primera vez que Jacson-Mornard y Trotsky se encontraron solos.
Siempre se ha asumido que el 17 de agosto fue un «ensayo general» para el próximo ataque. Pero, ¿podría haber sido el propósito de esta visita llevar a cabo el ataque en sí? ¿Es posible que Jacson-Mornard se pusiera nervioso el 17 de agosto, cuando llegó sin avisar, sin Sylvia? En este día soleado, Jacson-Mornard trajo el impermeable que tres días después usaría para esconder su pistola y su daga, así como la culata que usaría para llevar a cabo el ataque. ¿Por qué llevar la gabardina y la detección de riesgos solo para un ensayo general?
Jacson-Mornard pudo reunirse solo con Trotsky. Era una oportunidad que era poco probable que volviera a presentarse, sobre todo considerando las sospechas que ya existían sobre su verdadero papel. Deutscher explicó que incluso antes de la reunión del 17 de agosto, Trotsky ya sospechaba de la actividad de este hombre:
[Jacson-Mornard] habló del “genio financiero” de su jefe comercial y se ofreció a realizar con él algunas operaciones en bolsa para ayudar a la IV Internacional. Un día, observando con Trotsky y Hansen las “obras de fortificación” en [la casa de Trotsky en] Avenida Viena, comentó que no valían nada porque “en el próximo ataque la GPU usaría un método muy diferente”; y preguntó qué método podría ser ese, respondió encogiéndose de hombros.
Los miembros de la casa recordarían estos y otros incidentes similares sólo tres y cuatro meses después, cuando se dieron cuenta de lo siniestros que habían sido. Por el momento no vieron en ellos nada peor que los signos del temperamento errático de “Jacson”. Solo Trotsky, que lo conocía tan poco, se sintió aprensivo. … La charla de «Jacson» sobre su jefe, el «genio financiero», y las especulaciones bursátiles que emprendería para el «movimiento» hicieron que Trotsky se erizara. [130]
Deutscher cita el libro de Natalia Sedova La vida y muerte de Leon Trotsky :
“Estas breves conversaciones”, dice Natalia, “me desagradaron; Leon Davidovich también quedó impresionado por ellos. «¿Quién es este jefe muy rico [de Mercader]?» él me dijo. Uno debería averiguarlo. Después de todo, tal vez sea algún especulador del tipo fascista, tal vez sea mejor para nosotros no recibir más al esposo de Sylvia ‘”. [131]
La reunión del 17 de agosto profundizó las sospechas de Trotsky y lo llevó a declarar categóricamente que no quería volver a ver al “marido de Sylvia”. Deutscher escribió:
De mala gana pero obedientemente, Trotsky invitó a «Jacson» a que lo acompañara al estudio. Allí se quedaron solos y discutieron el artículo. Después de sólo diez minutos, Trotsky salió perturbado y preocupado. Su sospecha aumentó de repente; le dijo a Natalia que ya no tenía deseos de ver a “Jacson”. Lo que le molestó no fue lo que el hombre había escrito — algunos clichés torpes y confusos — sino su comportamiento. Mientras estaban en el escritorio y Trotsky miraba el artículo, “Jacson” se sentó en la mesa y allí, colocado sobre la cabeza de su anfitrión, ¡permaneció hasta el final de la entrevista! ¡Y todo el tiempo se puso el sombrero y se apretó el abrigo! Trotsky no solo estaba irritado por la descortesía del visitante; volvió a sentir un fraude.
Tenía la sensación de que el hombre era un impostor. Le comentó a Natalia que en su comportamiento «Jacson» era «bastante diferente a un francés», pero se presentaba como un belga criado en Francia. ¿Quién era él realmente? Deberían averiguarlo. Natalia se sorprendió; le parecía que Trotsky había percibido algo nuevo sobre “Jacson”, pero aún no había llegado, o mejor dicho, no tenía prisa por llegar a ninguna conclusión. Sin embargo, la implicación de lo que había dicho era alarmante: si «Jacson» los estaba engañando acerca de su nacionalidad, ¿por qué lo hacía? ¿Y no los estaba engañando también sobre otras cosas? ¿Acerca de? [132]
En su relato de “El año pasado de Trotsky”, David North citó una entrevista grabada que realizó en 1977 con el destacado periodista mexicano Excelsior Eduardo Tellez Vargas. Este último recordó su último encuentro con Trotsky, ocurrido el 17 de agosto de 1940, apenas tres días antes del asesinato.
Sintiendo una sincera admiración por el gran revolucionario, Téllez Vargas se sintió profundamente preocupado por lo que le dijo Trotsky. Téllez Vargas relató a North: “Llegó un momento en que Trotsky no confiaba absolutamente en nadie. No confiaba en nadie. No especificó ni nombró nombres, pero sí me dijo: ‘Me matará uno de ellos aquí o uno de mis amigos de afuera, alguien que tenga acceso a la casa. Porque Stalin no puede perdonarme la vida ‘”.
Dado que esta visita también tuvo lugar el 17 de agosto, es probable que Jacson-Mornard fuera uno de los que Trotsky sospechaba. [133]
Jacson-Mornard no mató a Trotsky el 17 de agosto. En cambio, el asesino actuó de una manera que aumentó las sospechas de Trotsky y lo llevó a afirmar que «ya no tenía deseos de ver a ‘Jacson'». Con esta comprensión, la trama de la GPU recibió lo que debería haber sido un gran revés. Pero, sorprendentemente, no sería la última oportunidad que tendría Jacson-Mornard para asesinar a Trotsky.
La mañana y la tarde del 20 de agosto de 1940
Luri explicó que en la mañana del 20 de agosto, Jacson-Mornard salió del Hotel Montejo a las 9 de la mañana, pero «regresó al mediodía con la mente alterada». [134] Ageloff afirmó más tarde que Jacson-Mornard estaba en la embajada de Estados Unidos planeando su viaje de regreso a Estados Unidos. «Sylvia le preguntó por qué llegaba tan tarde», escribió Luri. “Respondió que se había encontrado con largas filas” en la embajada. “Ella sugirió que salieran a caminar para calmar sus nervios. Podrían ir a tomar una copa mientras esperan el almuerzo «. [135]
Mientras caminaban por el centro de la ciudad, la pareja se encontró con Otto Schüssler y su esposa e hizo planes para reunirse con ellos para cenar. Schüssler, uno de los guardias de Trotsky en México desde principios de 1939, tenía una historia más larga con Trotsky que casi cualquier otro residente del complejo. [136]
Nacido en 1905 en una familia de clase trabajadora en Alemania, Schüssler se desempeñó como secretario de Trotsky en 1932 cuando este último se exilió en la isla turca de Prinkipo, y en noviembre de ese año viajó con Trotsky a Copenhague como su secretario y como parte de su seguridad. detalle. Pierre Broué señala que Schüssler se desempeñó nuevamente como secretario de Trotsky entre noviembre de 1933 y abril de 1934, cuando este último se exilió en Barbizon, Francia.
Schüssler fue entrevistado por la policía después del ataque del 20 de agosto. Explicó:
Alrededor de la 1 de la tarde del día 20 y cerca del Palacio de Bellas Artes, el declarante [Schüssler] se topó con Frank Jackson [sic] y Silvia [sic] Ageloff [137] a quienes saludó y comenzó a charlar. Silvia le dijo al declarante que al día siguiente regresaban a Estados Unidos y por ello esta tarde se dirigían a Coyoacán para despedir al señor Trotsky y su esposa, explicando que estaban haciendo el viaje [a Estados Unidos, afirmó] porque Jackson estaba enfermo debido a la altitud de la ciudad y la comida. [138]
Ageloff quería saber si Schüssler estaría en la casa de Trotsky esa noche. Les dijo a Ageloff y Jacson-Mornard que planeaba estar fuera del complejo. Ageloff respondió invitándolo a cenar. Schüssler intentó rechazar la invitación y la animó a que fuera a la casa de Trotsky al día siguiente, cuando él estaría presente, pero Ageloff insistió en que organizaran la cena esa noche. La declaración continuó:
Incluso cuando dicho individuo [Schüssler] dijo que podía hacer una visita al día siguiente, Silvia respondió que no era posible debido a la hora en que salía su avión y tenían que recoger sus maletas. Ella le preguntó al declarante si iba a estar en Coyoacán esta noche para despedirse, él [Schüssler] respondió que como era su día libre estaría aquí en la ciudad, en cuyo caso Silvia le preguntó si le gustaría reunirse. ellos para cenar esa noche. Ante la invitación, Jacson dijo que estaba de acuerdo en que podría encontrarse por la noche. Habiendo aceptado la invitación para reunirse a las 7:30 pm en la esquina de la Av. Francisco Madero y San Juan de Letrán, Jackson dijo que no tenía tiempo para seguir hablando y se fue. [139]
Luri explicó que durante la interacción con los Schüssler:
Él [Jacson-Mornard] siguió actuando con nerviosismo. De repente comentó que se había olvidado de algo importante, se dio la vuelta y se fue. Sylvia trató de justificar su rudeza por su mala salud: “Su salud es débil, sin duda por la altura y la comida que come. Por eso nos vamos «. [140]
Hecho el arreglo, Jacson-Mornard y Ageloff regresaron al Hotel Montejo. La transcripción de un interrogatorio policial que luego se tomó de Ageloff dice lo siguiente:
En respuesta a la pregunta de qué hora era la última vez que vio a Jacson ese día, dijo que eran aproximadamente 10 minutos después de las 2 de la tarde, y señaló que cuando él se puso de pie ella le preguntó si usaría su impermeable, él respondió que sabía si lo estaba tomando o volviendo a buscarlo, y finalmente decidió ir al armario donde estaba y tomarlo. [141]
Oculto en la gabardina estaba la culata usada para cometer el crimen, así como una daga y una pistola.
Schüssler intenta llamar a la casa de Trotsky
Más tarde esa noche, a las 6:30 pm, Schüssler y su esposa llegaron al restaurante Swastica donde habían acordado encontrarse con Ageloff y Jacson-Mornard. Schüssler luego le dijo a la policía mexicana:
Pasados unos 15 o 20 minutos llegó Silvia, informándole [Schüssler] que no sabía qué le pasaba a Jackson [sic] pero que después de haber comido juntos se había ido explicando que tenía un asunto urgente con el señor Alfredo Viñas… y que había Acordó que volvería más tarde para hacer la visita para despedirse de Trotsky y luego luego ir a cenar como habían acordado previamente. [142]
Jacson-Mornard no estaba cenando porque estaba en Coyoacán. Ya había llegado solo al recinto. Le dijo a Trotsky y a los guardias que Ageloff llegaría en breve para despedirse antes de que la pareja se fuera al día siguiente. [143] Los guardias le dejaron entrar. Después de todo, Sylvia solía venir a despedirse antes de irse a Estados Unidos. Basándose en sus acciones pasadas, la visita de Jacson-Mornard parecía natural.
Mientras tanto, en el centro de la ciudad con Ageloff, Schüssler se preocupó más por la ausencia de Jacson-Mornard. Pudo obtener la dirección de Viñas de ella. Este hombre evidentemente trabajó en 1329 o 1331 Paseo de la Reforma. [144] Schüssler le dijo a la policía que Ageloff le instó a no llamar a la casa de Trotsky para preguntar si Jacson-Mornard estaba allí:
Debido al aparente nerviosismo de Ageloff, él [Schüssler], sugiere que llamen a la casa de Trotsky para saber si Jackson se ha ido a despedir. Sin embargo, Sylvia le dice: «No hagas eso porque estoy segura de que no estará allí, ya acordamos ir juntos». [145]
Schüssler llevó a Ageloff a la dirección donde afirmó que estaba ubicada la oficina del Sr. Viña, pero la dirección no existía. Los llevó a otras direcciones, pero Jacson-Mornard no pudo ser localizado.
Schüssler finalmente llamó al complejo y se enteró de que Trotsky había sido atacado. Al informarle, Schüssler explicó: «Sylvia se puso muy nerviosa y comenzó a llorar». [146] Tomaron un taxi hasta la calle Viena 55 en Coyoacán.
De regreso a la casa de Trotsky, llegó la policía mexicana y Trotsky fue trasladado de urgencia al hospital. Según el guardia mexicano de Trotsky, Melquiades Benítez Sánchez, la fuga de Trotsky al hospital se retrasó porque Joseph Hansen ocupó el teléfono e «intentó sin éxito llamar a la Cruz Verde». [147] Finalmente, otro miembro de la guardia, Charles Cornell, fue enviado corriendo a buscar un médico, que llegó 20 minutos después. Se había perdido un tiempo crítico.
Ageloff, ahora en el complejo, pareció entrar en pánico. Luri escribió:
Sylvia, perpleja, corrió por las habitaciones. Llevaba una camisa blanca, al estilo de un marinero, con un abrigo marrón de cuero viejo. Había algo en su figura que era muy infantil, subrayado por esta ropa, que no sintonizaba con las circunstancias. Era como una niña perdida en el desorden de su propia vida. De vez en cuando interrumpía gritando: «¡Solo me han usado!» [148]
Ageloff puesto bajo arresto
Los mexicanos no estaban comprando la actuación de Ageloff. Octavio Fernández, un destacado trotskista mexicano y organizador del hogar en el exilio de Trotsky, le dijo a la académica mexicana Olivia Gall lo que sucedió cuando Ageloff llegó al complejo de Trotsky: “Después de que la ambulancia llevó a Trotsky a ‘México’ [el hospital], el comandante Galindo le dijo a Sylvia: ‘Estás detenida’ ”.
Fernández explicó que creía que Ageloff trabajaba para la GPU. Él explicó:
Lo convencí [Comandante Galindo] de que me dejara montar en el carro de la policía en el que la estaban haciendo subir. El conductor, Sylvia y yo, detrás de nosotros estaba el comandante Galindo y dos agentes. Conocía a Sylvia desde 1934. Empecé a intentar hablar con ella. Ella lloraba, sufría un ataque de histeria, y solo repetía y repetía, «¿por qué dejaron entrar a Jacson?» «¿Por qué dejaron entrar a Jacson?» y dije: «Pero Jacson es tu marido, ¿no?» «Sí, repitió sin detenerse, pero ¿por qué lo dejaron entrar?» Entonces supe que ella entendía algo, que sabía al menos una razón por la que no deberíamos haber permitido que Jacson entrara en la casa. Ella no podía responder a mis preguntas excepto con la misma respuesta: que sabía que él estaba metido en “cosas sospechosas” con un tipo llamado Bills o algo así, que estaba ubicado en el edificio Ermita. … “Pero si sabes que, si después del juicio [de Siqueiros, por el intento de mayo] publicaron que Siqueiros tenía una oficina en el edificio Ermita, ¿por qué no avisarnos?”. Ella no respondió. Llegamos al recinto, se la llevaron y ya no pude hablar con ella. [149]
Después del ataque: Ageloff finge histeria
Después de arrestar a Ageloff y Jacson-Mornard, la policía mexicana los separó e intentó interrogar a cada uno individualmente. Al emplear esta táctica policial estándar, las autoridades esperaban comparar los dos conjuntos de respuestas para determinar si las historias de los sospechosos se ajustaban entre sí y utilizar las inconsistencias como pistas para avanzar en la investigación.
Tras su arresto, la respuesta inmediata de Jacson-Mornard al interrogatorio fue negar cualquier conexión con la GPU y afirmar que era un trotskista descontento que atacó a Trotsky cuando este último se opuso a su matrimonio con Ageloff. Una vez más, el nombre de Sylvia aparece en el centro de su mentira.
Sylvia Ageloff no respondió cuando la policía intentó interrogarla. Luri escribió: “Sylvia pasó los días posteriores al ataque en la cama, sin quitarse la blusa blanca de marinero. Cuando alguien entraba en la habitación, ella inmediatamente gritaba y giraba el hombro «. [150]
El FBI y la policía mexicana intentaron entrevistarla, pero fue en vano. El 22 de agosto, George Shaw, del Consulado de Estados Unidos en México, «intentó hablar con ella, pero cayó en una crisis nerviosa». [151]
La policía mexicana creía que estaba fingiendo su histeria para evitar responder preguntas y bloquear la investigación. El doctor Moisés Orozco, el funcionario médico asignado para atender a Ageloff mientras estuvo detenida, dijo al diario mexicano Novedades el 24 de agosto que no tenía ninguna duda de que Ageloff era «un gran comediante». El doctor Orozco explicó que la frecuencia cardíaca de Ageloff no se incrementó cuando fingió pánico, lo que demostró que estaba mintiendo, ya que las personas que sufren estrés extremo, ansiedad o ataques de pánico ven un aumento en la frecuencia cardíaca. [152] El doctor Orozco dijo a Novedades :
Ella es profesora de psicología. Con sus conocimientos sabe cómo evitar los interrogatorios y cómo presentarse como víctima. Ella conoce la psicología de quienes la interrogan mejor que ellos la de ella, eso es lo que debes entender. Su pulso es normal cuando llegan los ataques, lo que demuestra que es exclusivamente un truco. [153]
El 26 de agosto Novedades publicó otro artículo en el que explicaba: “A medida que pasan los días, y considerando la extraña actitud adoptada por esta mujer, sus supuestos ataques de histeria y las circunstancias que concurren en la vida y milagros del asesino del ex comisario rojo. de los soviéticos, cada vez es más difícil creer en su inocencia «. [154]
Las histéricas de la tienda de diez centavos de Ageloff estaban claramente escenificadas. Ella retrasó la investigación policial y obstruyó sus esfuerzos para confrontar a Jacson-Mornard con su versión de los hechos. Esto le dio a Jacson-Mornard tiempo para controlar sus nervios y armar la coartada que había desarrollado con sus controladores de GPU en la ciudad de Nueva York.
Entrevistas iniciales de Ageloff con la policía mexicana
Ageloff finalmente comenzó a responder preguntas. La investigación fue supervisada por Leandro Sánchez Salazar, quien realizó varias entrevistas con Ageloff y tuvo la oportunidad de estudiar su comportamiento y comparar sus respuestas con los hechos producidos en las primeras etapas de la investigación.
Se convenció de su culpabilidad como cómplice de Jacson-Mornard en la GPU. Luri explicó:
El coronel Leandro Salazar, que estaba a cargo de la investigación, ordenó a un guardia que vigilara a Sylvia Agleoff como si hubiera sido cómplice del asesinato. Pensó que no podía haber alguien tan ingenuo que no entendiera lo que estaba sucediendo a su alrededor. ¿Cómo podía creer que Ramón era un periodista deportivo que ni asiste a competiciones deportivas ni escribió una línea sobre deportes? ¿Cómo no sospechaba que el hombre que en París había pasado por periodista había intentado en México, dadas las circunstancias, hacerse pasar por ingeniero mecánico, ingeniero de minas especializado en diamantes (como le dijo a Natalia Sedova) o un azúcar y aceite? vendedor (como le dijo a Otto Schüssler)? ¿Cómo no podía dudar de él con todas sus diversas identidades e historias inverosímiles? como el de la agencia Argus? Sylvia respondió a todas estas preguntas de una manera completamente desconcertada. [155]
Otros policías que lideran la investigación comenzaron a sacar las mismas conclusiones. El 26 de agosto, el Palm Beach Post, en idioma inglés, “informó que, según el jefe de policía, José Manuel Núñez, ella [Ageloff] estaba ‘probablemente’ implicada en los hechos ‘” [156]. la detención sería de mayor duración.
El 30 de agosto, el empleador de Sylvia Ageloff la despidió por su papel en el ataque. William Hodson, jefe del Departamento de Bienestar Social de Nueva York, “comunicó oficialmente que había rescindido su contrato de trabajo porque sus vacaciones habían concluido seis días antes y no había noticias sobre su regreso al trabajo, y por la publicidad que rodeaba lo que ocurrió en México. Hodson declaró a la prensa que esto era lo que tenía que pasar, dada la baja vileza moral de Sylvia «. [157]
El enfrentamiento cara a cara de Ageloff y Mercader
En una ocasión, como parte de su investigación, la policía llevó a Ageloff y Jacson-Mornard a la misma habitación para probar cómo responderían al verse cara a cara por primera vez desde el 20. Cuando se enfrentaron, Jacson-Mornard hundió la cabeza entre las manos y le rogó a la policía que se lo llevara. Ageloff volvió a ponerse histérico y se negó a hacerle preguntas sobre su relación ni a explicarle las mentiras que le había dicho a lo largo de su tiempo juntos. Ella también exigió que se pusiera fin a la reunión.
Si ella hubiera estado interesada en exponer sus vínculos con la GPU, Ageloff habría utilizado su interacción cara a cara para confrontarlo sobre los muchos casos que ahora habrían demostrado inequívocamente que era un agente de la GPU. De todas las personas del SWP que lo conocían, ella estaba en la mejor posición para presionarlo sobre las inconsistencias de su historia. Ella podría haberle preguntado sobre el incidente de Ermita, sobre la manifestación estalinista de marzo de 1940 a la que afirmó haber asistido con él, sobre su presencia en la conferencia de fundación de 1938 de la Cuarta Internacional, sobre Argus Press, o sobre sus padres y su acceso a dinero. Ella podría haberlo confrontado por las personas que conocía y que también podrían haber estado involucradas. Todo esto habría beneficiado enormemente a la investigación policial y habría proporcionado pistas críticas a las autoridades mexicanas.
Pero en cambio, gritó: “Quítame a este asesino. ¡Mátalo! ¡Ha asesinado a Trotsky! ¡Mátalo! ¡Mátalo!» [158]
Esto fue consistente con el objetivo de los estalinistas, quienes, según Gorkin, escribieron la declaración de confesión falsa de Jacson-Mornard con la esperanza de que incitaría a los guardias de Trotsky a matarlo y evitar que hablara. Inmediatamente después de clavar el alpinista en el cráneo de Trotsky, el mismo Jacson-Mornard dijo a los guardias de Trotsky: “¡Mátenme! Mátame de una vez por todas. No merezco vivir. Mátame. No lo hice por orden de la GPU, pero me mato «. [159]
Al exigir su muerte, Ageloff no solo impidió la investigación, sino que también actuó de una manera que era completamente inconsistente con la forma en que un miembro del movimiento trotskista se habría comportado bajo las circunstancias.
Para 1940, Ageloff tenía una historia de seis años en la política socialista y se presentaba como una trotskista leal. Su actividad abarcó los años del Gran Terror estalinista, cuando el movimiento trotskista denunció el método estalinista de asesinar sistemáticamente a los oponentes políticos y lo caracterizó como una expresión de la naturaleza contrarrevolucionaria de la burocracia estalinista. El movimiento trotskista se opuso a estos métodos no con el terrorismo, la violencia y la retribución física, sino con los métodos de exposición política y educación. Por esta razón, el propio Trotsky ordenó a sus guardias que mantuvieran vivo a su agresor después del ataque para que el papel de la GPU quedara al descubierto: “Dile a los chicos que no lo maten. … Debe hablar «. [160]
Ageloff, por el contrario, exigió que lo mataran y lo silenciaran. Esta grandilocuencia se parecía mucho más a la respuesta de un estalinista que a la de un miembro del movimiento trotskista. No fue la respuesta de alguien interesado en obtener información sobre quién era realmente el asesino y con quién estaba trabajando.
Continuará……
CUARTA PARTE
La investigación mexicana del asesinato
Con las entrevistas iniciales de Ageloff y Jacson-Mornard, la investigación mexicana comenzó en serio.
El asesinato de Trotsky todavía se considera en México como el caso de asesinato más importante en la historia moderna del país. El gobierno mexicano llevó a cabo la única investigación contemporánea seria sobre el asesinato. Incluyó un examen del papel de Ageloff en la trama. Sus coartadas egoístas, ataques de histeria y proclamaciones de inocencia no disuadieron a los investigadores mexicanos de evaluar críticamente las acciones de Ageloff sobre la base de los hechos.
El gobierno de Lázaro Cárdenas y la Policía de la Ciudad de México vieron la investigación como un asunto legal de suma importancia. El asesinato de un refugiado de alto perfil por parte de agentes extranjeros, especialmente uno que tenía tanto respeto en la clase trabajadora como Trotsky, fue un desafío a la soberanía nacional de México. El gobierno asignó a sus investigadores policiales y fiscales más destacados para manejar el caso. Su investigación fue objetiva y profesional. Los funcionarios realizaron decenas de entrevistas y emplearon métodos avanzados que todavía se les enseñan a los criminólogos mexicanos contemporáneos. Los responsables de la investigación, incluido el afamado criminólogo mexicano Alfonso Quiroz Cuarón, demostraron un nivel de preocupación por el asesinato y sus participantes que faltaba en la respuesta del SWP. [161]
Los investigadores mexicanos comenzaron entrevistando a Ageloff y Jacson-Mornard. En el curso de su investigación preliminar, los fiscales comenzaron a acumular poderosas pruebas circunstanciales que creían que refutaban su afirmación de inocencia.
La investigación preliminar mexicana
Cuando Ageloff comenzó a responder a preguntas, la policía y los fiscales tuvieron la oportunidad de observar su comportamiento y comparar sus explicaciones de lo ocurrido con las declaraciones de Jacson-Mornard y las declaraciones de otros testigos. Con base en la información que habían reunido sobre los antecedentes de Ageloff y sus acciones, determinaron que su afirmación de haber sido engañada no era creíble.
La evidencia circunstancial inicial que respalda esta determinación incluyó lo siguiente:
Las autoridades mexicanas creían que el papel de Ageloff en la organización de la cena con Schüssler hacía sospechar mucho sobre ella. Creían que Ageloff y Jacson-Mornard hicieron planes con los Schüssler para asegurarse de que Schüssler permaneciera ausente del complejo de Trotsky, facilitando así el asesinato.
• Ageloff admitió que tenía familia en Rusia. Se consideró que esto planteaba dudas sobre si la GPU podría ejercer presión amenazando con violencia contra los de Rusia.
• Ageloff admitió que en una ocasión vio que “cuando [Mercader] le escribió a su jefe lo hizo en código”. Ella dijo que le preguntó sobre el código, «y luego hizo una serie de señales de código en una hoja de papel y luego lo rompió de inmediato». [162] Los fiscales creían que si ella había visto esto, el hecho de que no lo informara a Trotsky indicaba su participación en la conspiración criminal.
• De igual manera, la investigación supo que “Sylvia afirmó que Jackson nunca le permitió revisar su correspondencia, la cual mantuvo sellada, y además cuando llegó de Nueva York a México, Jackson nunca se separó de una maleta que tenía en sus manos. » [163] El hecho de que Ageloff no le informara estos detalles a Trotsky también implicaba que ella estaba involucrada en el complot pero que estaba intentando crear una historia de fondo para presentarse a sí misma como inocente.
• Para la fiscalía, el hecho de que Jacson-Mornard proclamara la inocencia de Ageloff fue una prueba más circunstancial de que los dos estaban colaborando. Durante una audiencia, Jacson-Mornard dijo al juez: “Habiendo leído y releído el texto de la parte relativa de dicha orden; Encuentro que todo lo que dice la orden sobre Sylvia no me convence; y que si yo hubiera sido el juez, la habría dejado en libertad ”. [164]
• El fiscal Francisco Cabeza de Vaca dijo que la historia de Jacson-Mornard -que él y Ageloff estaban enamorados y que el asesino mató a Trotsky porque interfirió en su relación- era “absolutamente absurda, lo que usted ha declarado hasta ahora es inaceptable, no funcionaría en el cerebro de cualquier persona razonable ni en el cerebro de un niño; no podemos aceptarlo ni lo aceptaremos «. [165] Cabeza de Vaca dijo que Jacson-Mornard “debe reconocer que este argumento es completamente despreciable, que es inaceptable, que el sentido común lo rechaza y que por última vez les estoy dando la oportunidad de decir la verdad”. [166]
Los trabajos de Ageloff y el acceso al dinero
La policía y los fiscales también se enteraron en su investigación que Jacson-Mornard le había proporcionado a Ageloff una serie de trabajos en París y que él le había dado miles de dólares en el transcurso de su supuesta relación. Los investigadores mexicanos establecieron que Ageloff recibía sólo $ 103 mensuales de su trabajo como psicóloga infantil en Nueva York y, como señaló Barrón Cruz, “obviamente, las autoridades le preguntaron cómo consiguió los recursos económicos para seguir haciendo viajes” a Europa y México. . [167]
Según Barrón Cruz, Cabeza de Vaca creía que era muy incriminatorio que “Sylvia mencionó que Jackson le había dado $ 3,000 en Nueva York y lo depositaron en un banco en Broadway, del cual no recordaba el nombre; en este sentido, Jackson la corrige y dice que en realidad fueron $ 3,500 ”. [168] Ajustado a la inflación, $ 3.000 en 1940 equivalen aproximadamente a $ 55.000 en la actualidad. La policía mexicana cree que Ageloff gastó este dinero como gasto de trabajo relacionado con el espionaje para visitar Jacson-Mornard en México.
La investigación del FBI
Los investigadores mexicanos no fueron los únicos en sacar conclusiones sobre la responsabilidad de Ageloff en el asesinato de Trotsky. El FBI realizó una investigación por separado y llegó a las mismas conclusiones que los mexicanos.
En particular, el FBI consideró la transferencia de $ 3,000 como evidencia altamente probatoria de que ella era una agente de la GPU.
5 de septiembre de 1940 Informe del FBI «Re: Asesinato de Trotsky en México»
En un informe del FBI del 5 de septiembre de 1940, el agente JB Little comunicó las opiniones del agente Raymond E. Murphy, quien explicó que en otros casos de espionaje soviético, los co-conspiradores de la GPU instaron a sus socios a «depositar $ 3,000» en su nombre. «Señor. Murphy informó que el depósito de $ 3,000 por parte de estas personas parece ser uniforme en relación con la operación de los agentes rusos, y estaba llamando la atención de la Oficina para su consideración «. [169] Ageloff afirmó que los $ 3.000 que recibió fueron «dejados [Jacson-Mornard] por su madre cuando ella murió». [170]
Los documentos de la investigación del FBI enumeraban a “Mornard” y “Ageloff” como cómplices del crimen. El 29 de agosto de 1940, el FBI informó sobre los resultados de su tercera entrevista con ella. El informe indica que el FBI estaba presionando a Sylvia Ageloff y su familia para alentarla a que se sincerara y dijera la verdad, que los agentes sospechaban que Ageloff estaba escondiendo. El FBI estaba interesado en saber qué sabía Ageloff sobre el funcionamiento interno de la GPU. El informe dice:
Se tuvo una entrevista con Monte Ageloff, hermano de Sylvia Ageloff, y le impresionó que su hermana estaba realmente en problemas y que las autoridades mexicanas creían que ella estaba protegiendo al asesino Jacson, y que probablemente la enviarían a la cárcel. Tribunal Penal como cómplice, y que si podía tener alguna influencia sobre ella, debería persuadirla para que dijera toda la verdad. El escritor estuvo presente en la primera entrevista entre Monte y su hermana, y lo escuchó darle los consejos que el escritor le había dado. A pesar de este consejo, una entrevista posterior con ella revela que se mantiene firme en la propuesta de que no tenía idea de que Jacson tenía la intención de cometer el crimen que cometió, y ella no tenía idea de quiénes podrían ser sus cómplices. [171]
Extracto del informe del FBI del 29 de agosto de 1940.
El informe sugiere que la «Oficina de Nueva York» del FBI lleve a cabo una entrevista con Hilda Ageloff y los Rosmer, pero no hay registros públicos de esas entrevistas. Contradiciendo sus afirmaciones de haber sido engañada, el informe del agente del FBI concluyó: «Si bien esta chica es muy experta en provocar ataques histéricos en el momento adecuado, ella, en mi opinión, es una clienta dura y es posible que nunca diga todo lo que sabe que podría ser». útil para determinar qué había detrás del asesinato de Trotsky por Jacson «. [172]
Valoración de Whittaker Chambers de la familia Ageloff
A raíz del asesinato, el SWP solicitó la opinión de Whittaker Chambers sobre el papel de Ageloff en el asesinato.
Chambers tenía un conocimiento profundo del funcionamiento de la GPU. De 1932 a 1938 se desempeñó como líder de un grupo de espías clandestinos de la GPU que trabajaban dentro del gobierno de Estados Unidos. La participación de Chambers en esta red, conocida como el «grupo Ware» en honor al fundador de la red, Harold Ware, le dio acceso a información de alto nivel sobre el papel de los agentes de la GPU en los EE. UU.
Temeroso por los asesinatos estalinistas de Ignace Reiss y su amiga y compañera estalinista Julia Stewart Poyntz en 1937, Chambers rompió con el Partido Comunista alrededor de 1938 y se ocultó. En 1939, Chambers comenzó a brindar información al gobierno de Estados Unidos.
En 1948, Chambers se convirtió en un nombre familiar cuando testificó ante el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes y enumeró los nombres de los miembros del Partido Comunista que integraban el Ware Group. Esto incluyó a Alger Hiss, el funcionario del Departamento de Estado que negó ser un espía, pero que fue condenado en 1950 por perjurio. Chambers se convirtió en un destacado neoconservador de la posguerra.
Poco después de su ruptura con el Partido Comunista, Chambers mantuvo una discusión secreta con un miembro destacado del SWP para proporcionar información al movimiento trotskista. Esta discusión fue transcrita por el SWP y conocida como el «Memorando W». La conclusión de Chambers sobre la familia Ageloff fue la siguiente:
No puedo creer la inocencia de las chicas Ageloff. Solo un idiota podría vivir con un agente de GPU y no ser consciente. La conducta actual de Sylvia no fue decisiva para cambiar de opinión; puede estar tratando de salvarse a sí misma, o estar arrepentida (pero no lo suficiente como para contarlo todo), o incluso desempeñando un papel. Cualquiera de estas tres posibilidades es más probable, dice, que su inocencia. La configuración de la casa Ageloff le recuerda decenas de otras similares empleadas por GPU: dos o tres miembros de una familia en el movimiento (qué grupo en movimiento no es importante), mientras que otros no tienen ninguna conexión con el movimiento, pero también sirven a GPU . Cuando dije que papá está en el sector inmobiliario, se rió. Dice que ese es el negocio tradicional. «El trabajo de GPU se desarrolla en dinastías familiares». Y especialmente familias judías en ciudades de grandes comunidades judías. Considera la combinación sistemática de todas las fases de la familia Ageloff como una de las dos pistas principales. [173]
El SWP tomó en serio la comprensión de Chambers sobre la dinámica de la GPU. De lo contrario, no se le habría acercado para indagar sobre el papel de Sylvia Ageloff. En respuesta, Chambers le dio al SWP una respuesta clara sobre cómo la actividad de Ageloff se ajustaba a un patrón de actividad de la GPU. Sugirió cómo el partido podría comenzar a investigar la probabilidad de una «dinastía familiar» de la GPU, y dejó en claro que sus sospechas no fueron disminuidas por la histeria de Ageloff, que consideró indicaba que ella estaba actuando. Lo menos posible, dijo, era que su conducta demostrara que era inocente.
Aunque la discusión con Chambers fue confidencial y tenía el propósito de facilitar la propia investigación del SWP sobre el asesinato, Joseph Hansen divulgó este valioso material al Departamento de Estado en septiembre de 1940, sin la aprobación del SWP. El FBI tomó en serio las sugerencias de Chambers y amplió su investigación. En contraste, el SWP respondió a la información de Chambers negándose a realizar una investigación sobre los vínculos de Ageloff y su familia con la GPU.
Juez y fiscal mexicanos reciben amenazas de muerte
La causa penal en la Ciudad de México fue asignada al juez Raúl Carrancá Trujillo en el Juzgado Sexto de lo Penal de Coyoacán. Bajo la ley penal mexicana en 1940, la decisión de condenar o absolver a un acusado recaía en el juez y no en un jurado.
Para la GPU, el arresto de Ageloff y Jacson-Mornard representó un inmenso riesgo de exposición. Con el asesino bajo custodia policial mexicana, no sería tan fácil silenciarlo como lo hicieron con Sheldon Harte. La detención de Ageloff, un ciudadano estadounidense, complicó aún más las cosas al amenazar con exponer sus redes estadounidenses.
El juez Carrancá comenzó a recibir amenazas de muerte de estalinistas, advirtiéndole que no exponga a la red de la GPU detrás del crimen. Una de esas cartas, ahora en los archivos nacionales de México, dice:
Cualesquiera sean las gestiones que dé en el juicio de Jacques Mornard por el asesinato de Trotsky que tiendan a hacerle declarar que es un agente de la GPU y por tanto aclarar un tema internacional de profunda y seria importancia, las pagará muy caro. Recuerde que la poderosa acción de una organización se ha infiltrado en una casa que se creía inalcanzable. [174]
Esta amenaza en sí admitió un complot más amplio y confirmó que la GPU era responsable de infiltrarse en “una casa que se creía inalcanzable”. Otra amenaza decía: “Ten mucho cuidado Raúl que muy pronto la GPU te meterá en el maletero”.
El fiscal Cabeza de Vaca recibió amenazas similares. Víctor Serge señaló que “Francisco Cabeza de Vaca había sido amenazado de asesinato en varias ocasiones”. [175] El nieto de Cabeza de Vaca, Daniel Cabeza de Vaca (quien fue Fiscal General de la República de México de 2005 a 2006), luego explicaría que las amenazas estaban relacionadas específicamente con su decisión de investigar a Ageloff y que su abuelo fue “amenazado en varias ocasiones por no permitir la liberación de Sylvia Ageloff «. [176]
Fiscal exige la detención de Ageloff y la acusa de asesinato
A pesar de estas amenazas, cuando concluyó la averiguación previa, el fiscal Cabeza de Vaca acusó a Ageloff y Mercader de asesinato. Exigió que ambos fueran encarcelados en espera del resultado del caso penal.
Su presentación, redactada en una prosaica forma jurídica propia del procedimiento penal mexicano, desarrolló la prueba circunstancial descubierta por la investigación y presentó el siguiente argumento en contra de Ageloff:
no tenía trabajo conocido, había utilizado un pasaporte falso y también le había proporcionado direcciones que también eran falsas, todo ello indicando que la mencionada Sylvia no era leal a León Trotsky, ya que no comunicó sus sospechas sobre su amante, y sin poder alegar ignorancia porque es una persona educada que dice tener un título universitario. [177]
Los abogados de Ageloff se opusieron a esta moción, pero el juez Carrancá accedió a la solicitud del fiscal, acordó que los argumentos de Cabeza de Vaca eran correctos, manifestó su incredulidad sobre el argumento de que ella podía ser inocente y ordenó la detención de Ageloff y Jacson-Mornard.
Esta orden no fue una mera formalidad previa al juicio. Barrón Cruz escribió que el 31 de agosto “la jueza Carrancá Trujillo decidió ejercitar un decreto de prisión formal contra Frank Jacson y Sylvia Ageloff, encontrando pruebas suficientes del delito de homicidio para acreditar la responsabilidad de ambos (énfasis agregado)”. [178]
La prensa mexicana informó ampliamente sobre el encarcelamiento de Ageloff. La Prensa escribió: “Fue una gran sorpresa cuando se recibió la noticia de que el juez había decretado prisión formal” para Ageloff. [179]
Los abogados de Ageloff presentaron otra moción para asegurar su libertad. El fiscal Cabeza de Vaca presentó entonces una respuesta exigiendo que permaneciera en prisión en espera de la decisión final del juez sobre el cargo de asesinato. La respuesta de Cabeza de Vaca a los abogados de Ageloff, nuevamente escrita en el extenso formato legal mexicano, resumió el caso mexicano contra Ageloff:
Por el medio político en el que se desenvolvía el señor León Trotsky… ninguno de los simpatizantes y amigos que lo visitaban evitaba con frecuencia la peligrosa situación de esta persona, quedando expuesto en todo momento de ser víctima de nuevas agresiones… en estas condiciones, los que se refirieron unos a otros como amigos del difunto tenían una excesiva desconfianza en analizarse unos a otros sobre la seguridad del difunto al tratar con ellos, y es lógico suponer que una actitud un tanto extraña de estos amigos, por supuesto, despertaría en otros … una sospecha que no podría no ser reprimido. … Sylvia Ageloff … sabía que él [Jacques Mornard] no tenía antecedentes como marxista y mucho menos como partidario y miembro de la Cuarta Internacional; No es posible suponer que cuando el sospechoso se mudó de Europa a América y cambió su nombre a Frank Jackson, la extraña impresión que tal actitud debió causarle a Sylvia la dejó sin explicar. … Las falsedades de Mornard con respecto a las actividades en las que afirmó estar involucrado en las Américas, sabiendo que estas [deben haber] fortalecido las sospechas de Sylvia con respecto al verdadero propósito de Mornard para vivir misteriosamente … aún más, Sylvia no podría haber dejado de exigirle a su amante una satisfacción satisfactoria. explicación después de comprobar que a veces no había proporcionado su dirección real en esta ciudad.
La excesiva desconfianza de un amigo leal al señor Trotsky no pudo haberse quedado callada cuando Sylvia vio a su amante Mornard en la casa del difunto. … es imposible asumir que, si Sylvia hubiera sido leal al fallecido, no le habría comunicado sus sospechas sobre las verdaderas intenciones del sospechoso. Si la propia Sylvia acepta que encontró sospechosa la actitud de Mornard cuando mostró un gran interés en el destino de dos espías que fueron arrestados. ¿Por qué no informó a alguien de sus sospechas y advirtió al difunto del peligro que representaba estar en contacto con alguien que se comportaba de manera poco sincera? ¿Cómo se explica que ella siguió siendo su amante?
Solo hay una explicación lógica: Ageloff conocía las verdaderas intenciones de Mornard con respecto al intento del 20 de este mes. No hay ninguna razón para considerar a Sylvia una fiel amiga del fallecido, ya que los registros no demuestran que haya realizado ninguna acción que evidencie tal lealtad. El hecho de que la mujer sospechosa ahora finja un gran dolor por la muerte de Trotsky y un profundo odio hacia su asesino no debería dar una impresión positiva en absoluto a nadie que la juzgue.
No hay explicación posible para el hecho de que Sylvia podría haber vivido y viajado cómodamente desde Estados Unidos a México con un modesto salario mensual de 124 dólares, sin aceptar dinero de Mornard, quien la utilizó en México para realizar los planes homicidas, con Sylvia sabiendo esta situación. Para demostrar que existió un entendimiento previo entre Sylvia y Mornard sobre las acciones que él perpetró, y que llama a ambas detenciones, basta mencionar que ella vino a México:
1) en enero de este año con el propósito de pasar unas cortas vacaciones y, sin embargo, se quedó hasta marzo, tiempo que corresponde más o menos al que Mornard comenzó a visitar la casa del señor Trotsky; 2) que el día de los hechos ambos detenidos invitaron a cenar a Schüssler, muy probablemente para mantenerlo alejado de la casa del fallecido; 3) el hecho de que Sylvia no fue con Mornard a la casa de Coyoacán el día veinte de este mes, ausencia que favoreció los planes de Mornard y es inexplicable dada la amistad que Ageloff disfrutaba en esa casa; y 4) el viaje planeado por ambos al día siguiente de la agresión. [180]
A pesar de las continuas amenazas de muerte en su contra, el juez Carrancá estuvo de acuerdo con esta presentación y se negó a ordenar la liberación de Ageloff.
Septiembre de 1940: Fiscal se prepara para acusar a Hilda Ageloff
Según el Brooklyn Daily Eagle , el padre de Ageloff viajó personalmente a la Ciudad de México para intentar arreglar la liberación de su hija. La edición del 24 de agosto de 1940 señala que Samuel Ageloff «debía llegar hoy» y «se informó que había volado desde Washington». También le escribió al presidente Cárdenas y le exigió que interviniera para liberar a su hija.
Menos de dos semanas después, el Daily Eagle informó que los abogados de Ageloff temían que Hilda también fuera arrestada por las autoridades mexicanas como cómplice del asesinato. La edición del 4 de septiembre de 1940 dice:
Los abogados defensores de la señorita Sylvia Ageloff, mujer de Brooklyn detenida por complicidad en el asesinato de Leon Trotsky, presentaron hoy una demanda en el primer tribunal penal de la capital para una orden judicial para evitar el arresto de su hermana, Hilda, quien llegó hoy en avión desde Nueva York. . Los abogados explicaron que la medida fue de precaución. … La señorita Hilda Ageloff podría ser detenida como cómplice si el interrogatorio revela que alguna vez tuvo sospechas de Frank Jackson, el amigo de su hermana, acusado de asesinato.
En noviembre, con Sylvia Ageloff aún detenida a la espera del fallo del juez sobre el cargo de asesinato, Cabeza de Vaca amenazó con arrestar a Hilda y ampliar la investigación sobre la familia Ageloff. En este momento, Samuel Ageloff emitió declaraciones públicas instando al gobierno de los Estados Unidos a ayudar a asegurar la liberación de Sylvia.
El 19 de noviembre de 1940, el Daily Eagle publicó un artículo titulado «Ageloff busca ayuda estadounidense para liberar a su hija». El artículo explicó:
Samuel Ageloff, de 76 Remsen St., cuya hija, Sylvia, está detenida en un hospital de la Ciudad de México acusada de complicidad en el asesinato con piqueta de Leon Trotsky, apeló a Washington en busca de ayuda del Departamento de Estado para obtener la liberación de su hija. , Anunció hoy Alfred F. Ritter, abogado del padre.
Diciembre de 1940: Ageloff sale de la cárcel.
El caso ejerció una tremenda presión sobre el gobierno mexicano, tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética. En diciembre, aparentemente a través de canales diplomáticos, finalmente se llegó a un acuerdo para asegurar la liberación de Ageloff sin condena.
No está claro exactamente cómo se aseguró la liberación de Ageloff. Sin embargo, los informes del FBI implican que se llegó a un acuerdo entre los responsables de la toma de decisiones de alto nivel. El FBI, que tenía pocas dudas sobre la culpabilidad de Ageloff, creía que era más probable que les dijera lo que sabía sobre las operaciones internas de la GPU si no enfrentaba la posibilidad de que sus admisiones pudieran usarse para condenarla a una larga sentencia de asesinato. Que las discusiones de canal de retorno entre el gobierno estadounidense y mexicano sobre la mejor manera de lidiar con Ageloff estaban en progreso fue establecido por un informe del FBI, que decía:
Se entiende confidencialmente que la niña permanecerá detenida posiblemente una semana o dos más, y luego será dada de alta por el Juez de la Corte en Coyoacán, y se le permitirá regresar a los Estados Unidos. Es posible que el interrogatorio adicional de ella en los Estados Unidos se desarrolle más de lo que se ha desarrollado en el difícil interrogatorio de ella en México (énfasis agregado). [181]
Cabeza de Vaca continuó abogando por el encarcelamiento y el enjuiciamiento de Ageloff por asesinato, convencido de que estaba descubriendo una red de GPU con lazos profundos dentro de Estados Unidos y México.
Pero finalmente, Carrancá, cediendo a la presión de alto nivel, la liberó de la prisión y dictaminó que no era culpable de asesinato. En su breve decisión escrita, Carrancá dijo que basó su fallo en el hecho de que “Jacson y Ageloff siempre han dicho que la mencionada Sylvia no participó” en el asesinato. [182] No proporcionó ningún razonamiento adicional para su decisión.
Esta fue una decisión política que carecía de credibilidad jurídica. Carrancá y todos los involucrados sabían que esta lógica carecía de justificación lógica, porque Jacson-Mornard estaba mintiendo en ese momento sobre cada elemento de su papel en el asesinato. Incluso su verdadero nombre no se conocería hasta 1950. Sin embargo, se ejerció suficiente presión para que Ageloff fuera liberado. Regresó a Nueva York en diciembre de 1940.
Diciembre de 1940: Sylvia Ageloff se niega a aportar pruebas contra Jacson-Mornard.
De regreso en la ciudad de Nueva York, miembros de la prensa le preguntaron a Hilda Ageloff si Sylvia o algún miembro de su familia estaban dispuestos a testificar contra Jacson-Mornard, cuyo juicio aún estaba en curso en la Ciudad de México. La respuesta de Hilda en nombre de su hermana fue: «En lo que a nosotros respecta, el caso está cerrado». [183]
Esta reacción solo sirvió a los intereses de los estalinistas. Un partidario de Trotsky habría instado a una exposición del verdadero papel de Jacson-Mornard. En ese momento, la GPU mantuvo que no estaba involucrada en el asesinato de Trotsky y la prensa estalinista internacional publicitó la afirmación de Jacson-Mornard de ser un trotskista descontento para desacreditar al movimiento trotskista. Si Sylvia Ageloff hubiera sido simplemente una víctima inocente, nadie hubiera estado mejor posicionado que ella para ayudar a la investigación a exponer los vínculos con la GPU de Jacson-Mornard.
Pero para los Ageloff, el caso estaba cerrado. Al negarse a proporcionar información al SWP o las autoridades, Hilda y Sylvia estaban ayudando al asesino de Trotsky y protegiendo a la GPU.
Diciembre de 1940: comunicado de prensa de Sylvia Ageloff
A su regreso a la ciudad de Nueva York en diciembre de 1940, Sylvia Ageloff emitió un comunicado de prensa a través de la oficina de bienes raíces de su padre. Decía:
Quiero aprovechar esta oportunidad para aclarar algunos de los informes confusos impresos en los periódicos. Nunca le presenté a Jacson a Leon Trotsky. Este hecho está claramente establecido por la evidencia que se ha reunido y puede ser corroborado por cualquiera que desee tomarse la molestia de hacerlo.
Además, las pruebas y los testimonios establecieron en forma abrumadora, como afirmó el propio juez en su veredicto, que yo era víctima de una cadena de circunstancias que desconocía por completo y sobre las que no tenía control.
Yo era un admirador y amigo personal del Sr. y la Sra. León Trotsky. No tengo afiliaciones políticas.
Mi mayor deseo ahora es tratar de poner lo que sucedió en el pasado. Quiero intentar volver a la vida de un ciudadano común. Lamento estar demasiado enfermo en este momento para conceder entrevistas personales. [184]
Sylvia Ageloff estaba mintiendo entre dientes. No había ni una pizca de verdad en esta declaración.
No había nada «distorsionado» en los informes de los periódicos que hicieran referencia al hecho de que la policía y los fiscales mexicanos la acusaron del asesinato de Trotsky y la acusaron de ser agente de la GPU.
De hecho, presentó a Trotsky a su futuro asesino. Ageloff arregló que Jacson-Mornard y Trotsky se encontraran cara a cara en agosto de 1940, una semana antes del ataque, cuando ella lo llevó al complejo sin previo aviso, sorprendiendo a Sedova, quien creía que había acordado reunirse solo con Sylvia. A raíz de la discusión que tuvo lugar con Trotsky en esta fecha, Jacson-Mornard redactó el “artículo” que Trotsky estaba revisando cuando el alpenstock le aplastó el cráneo.
Además, Ageloff presentó falsamente a Jacson-Mornard a los Trotsky como su «marido» en los días previos al asesinato. Sedova declararía más tarde que el asesino fue «recibido ante todo como el marido de Sylvia». La mentira de Ageloff solidificó la buena fe de Jacson-Mornard y le permitió entrar al recinto el día del ataque. Además, esta falsa afirmación de matrimonio se convertiría en un elemento central del motivo ficticio del asesino para cometer el asesinato, es decir, que Trotsky se había opuesto a su «matrimonio» con Ageloff.
Más allá de los eventos que precedieron inmediatamente al asesinato, la declaración de Ageloff de que ella no presentó a Jacson-Mornard a Trotsky fue un burdo encubrimiento de su papel en el transcurso de su colaboración de dos años.
En cada etapa, Ageloff fue el vínculo crítico, integrando a Jacson-Mornard cada vez más en el movimiento trotskista y, en última instancia, en la casa de Trotsky. En el verano de 1938, lo presentó a la dirección del movimiento trotskista internacional y lo llevó a la conferencia de fundación de la IV Internacional, donde lo presentó a los delegados. Ageloff lo presentó a sus amigos en el SWP en Nueva York en 1939, a los Rosmer en la Ciudad de México a principios de 1940, lo llevó dentro de las paredes del complejo por primera vez en marzo y, se puede suponer legítimamente, lo presentó. a los líderes del SWP que viajaron a la Ciudad de México ese mes de junio.
La siguiente afirmación de Ageloff -que la jueza Carrancá afirmó que las pruebas presentadas durante el proceso penal en México “establecieron abrumadoramente” que ella era “víctima de una cadena de circunstancias de las que yo ignoraba por completo y sobre las que no tenía control” – también fue una mentira.
El texto de la decisión de la jueza Carrancá ya está disponible públicamente y no hace declaraciones en ese sentido. Su afirmación de que el proceso penal la encontró «completamente ignorante» de las verdaderas intenciones de Jacson-Mornard fue incluso desmentida por su propio testimonio , en el que reconoció que hubo varios casos en los que dijo que, de hecho, había sido alertada sobre la situación de Jacson-Mornard. comportamientos sospechosos. Cuando fue arrestada, su afirmación no fue que ella fuera «completamente ignorante», sino que pasó por alto las inconsistencias en su historia porque estaba cegada por el amor. De regreso en los Estados Unidos y más allá de la jurisdicción de las autoridades mexicanas que estaban sobre ella, podía darse el lujo de protegerse distanciándose aún más de la verdad.
La afirmación de Ageloff de haber sido simplemente «un admirador y amigo personal del Sr. y la Sra. Trotsky» que no tiene «afiliaciones políticas» fue otra mentira destinada a presentarse a sí misma como la tonta de la fortuna. Todos los involucrados en la investigación, incluidas las autoridades mexicanas, el FBI y el SWP, sabían que Ageloff había estado activa en la política socialista desde 1934, que estaba presente en la conferencia de fundación de 1938 de la Cuarta Internacional y que había sido miembro de el SWP. Pero el SWP nunca desafió estas mentiras, y Ageloff desapareció del ojo público.
Abril de 1943: La GPU asesina al fiscal Cabeza de Vaca.
Francisco Cabeza de Vaca, fiscal de Ageloff, no tuvo tanta suerte. En abril de 1943, Jacson-Mornard fue condenado a 20 años de prisión, retroactivo a la fecha del crimen. Poco después de que terminara la audiencia de sentencia de Jacson-Mornard, Cabeza de Vaca salió a la calle en el centro de Coyoacán y, según su familia, fue asesinado. El nieto de Cabeza de Vaca, Daniel Cabeza de Vaca, que es un prominente abogado del gobierno y se desempeñó como fiscal general de México de 2005 a 2006, escribió en la introducción a la revisión de la investigación de Barrón Cruz:
Entre todos los demás que intervinieron en la investigación del asesinato de León Trotsky, poco o nada se ha dicho públicamente sobre Francisco Cabeza de Vaca Acosta. Hoy su repavimentación es muy merecida. …
Cuando éramos niños, mis hermanos, primos y yo, mi abuela nos contaba con gran sentimiento sobre nuestro abuelo. En particular, nos dijo que teníamos que honrar la herencia del amor por la justicia que nos había dado un hombre que había muerto por este amor. Relatando una anécdota, pero con los ojos enrojecidos, nos contaba que a mi abuelo lo habían amenazado con detener la investigación que había demostrado mucho antes lo que más tarde se conocería y reconocería, y que ahora es historia: la verdadera identidad del asesino y la responsabilidad de la GPU soviética en el asesinato de Trotsky.
Mi abuela se refirió al asesinato de Trotsky como una conspiración y dijo que los mismos asesinos habían asesinado a mi abuelo. Nos contaba cómo se despedía de ella mi abuelo; dijo que los mismos asesinos de Trotsky le habían inyectado algo en la piel cuando salía de un restaurante en el centro de Coyoacán, que lo habían envenenado y que no existía un antídoto; le dio copias del expediente del caso y luego murió. Posteriormente descubrieron los artefactos y el veneno que usaban los asesinos estalinistas.
En ese tiempo la única prueba que tenía mi abuela eran las copias de la investigación que secretamente le había entregado a su muerte, y el hecho de que ella, a los treinta años y con seis hijos, tuvo que salir de su casa en Coyoacán para refugiarse con su familia en la ciudad de León, Guanajuato ”. [185]
Daniel Cabeza de Vaca agregó:
Desde el inicio de su compleja labor como responsable de la investigación de Trotsky, tuvo la firme convicción de que Ramón no podía haber actuado solo, sino que trabajaba y se formaba con una compleja tapadera. Lamentablemente él, mi entrañable abuelo, luego de haber sido amenazado en varias ocasiones por no permitir la liberación de Sylvia Ageloff -la exnovia de Ramón que le permitió fatalmente acercarse a Trotsky- murió en circunstancias sospechosas, exactamente el mismo día que el Se publicó sentencia contra Ramón, horas después de haber sido aparentemente pinchado con una sustancia extraña ..
Por todas estas razones, bien podría ser que el caso de Sylvia sea similar o paralelo al de Robert Sheldon Harte, quien fue exculpado en ese momento por el propio Trotsky, por su participación en el primer atentado contra su vida con David Alfaro Siqueiros y su hermano. en derecho Luis Arenal y otros; porque Robert, al igual que Sylvia, se benefició de la cercanía y la confianza de Trotsky y su familia. Pero como demostró el tiempo, paradójicamente, Robert había actuado de hecho bajo las órdenes de Leonid A. Eitington, jefe de la NKVD en España, quien había sido amante de Caridad [del Rio, la madre de Mercader] y más tarde jefe de Sylvia y Ramón. . [186]
El nieto del fiscal concluyó:
“En este sentido, la apertura de información y los descubrimientos recientemente descubiertos deben servir para plantear nuevas hipótesis sobre el papel real que desempeña Sylvia, así como las diferentes personas con las que se relaciona”. [187]
Diciembre de 1950: Ageloff testifica ante el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara.
Diez años después del asesinato, en diciembre de 1950, Hilda Ageloff, Sylvia Ageloff y Ruby Weil fueron citadas y comparecieron ante el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara (HUAC). La audiencia se tituló “Aspectos estadounidenses del asesinato de León Trotsky”, y las tres mujeres fueron llamadas a testificar sobre su conocimiento del papel de la GPU en la preparación del asesinato. [188]
El HUAC no estaba interesado en el asesinato de Trotsky desde el punto de vista de castigar a los responsables del asesinato de su adversario revolucionario. En 1950, los investigadores del gobierno de los Estados Unidos estaban muy conscientes de la intersección, en términos de personal crítico, entre la operación de la GPU para asesinar a Trotsky y el espionaje atómico posterior en tiempos de guerra y posterior a la Segunda Guerra Mundial. La única razón por la que HUAC llamó a Sylvia Ageloff como testigo fue que tenía motivos para creer, o sabía definitivamente, que poseía información importante sobre el espionaje soviético en los Estados Unidos.
La audiencia de diciembre, la última de cuatro audiencias que investigan «Aspectos estadounidenses del asesinato de León Trotsky», tuvo lugar después de que el HUAC hubiera celebrado tres audiencias sobre la participación del Partido Comunista Estadounidense en un complot fallido para lavar dinero a México para asegurar la liberación de Jacson-Mornard de una prisión mexicana. Aparte de los Ageloff y Weil, otros ocho presuntos agentes de la GPU testificaron públicamente como parte de la investigación.
Seis meses antes de la audiencia, en junio de 1950, la editorial Harper and Brothers publicó el segundo libro de Louis Budenz, Men Without Faces , que apuntaba a la existencia de una red de GPU mucho más amplia. Budenz dijo que un agente de la GPU llamado «Helen» estaba trabajando dentro del SWP, y describió cómo había reclutado a Ruby Weil para convertirse en agente de la GPU, enviándola a Europa, donde ella y Sylvia Ageloff conocerían a Mornard-Jacson.
Tres semanas antes de la audiencia de diciembre de 1950 con los Ageloffs, HUAC colocó una declaración jurada presentada por Budenz en el expediente. La declaración jurada incluía detalles específicos de los agentes de la GPU con los que había trabajado para infiltrarse en el movimiento trotskista y organizar el asesinato de Trotsky. Por primera vez, Budenz nombró a “Helen” por su nombre. Ella era Sylvia Franklin (de soltera Callen), la secretaria de James P. Cannon. También mencionó que mientras estaba en el Partido Comunista, tenía «varios agentes del grupo estalinista plantados en el campo trotskista». [189]
Budenz explicó que había muchas más personas a las que estaba dispuesto a nombrar públicamente como agentes de la GPU si surgía la necesidad. “También había un gran número de personas, además de las mencionadas, a quienes presenté” al líder de la GPU, el Dr. Gregory Rabinowitz, escribió. [190] La última oración de su declaración jurada decía: “En caso de que se requieran otros detalles sobre este caso trotskista, y hay algunos que no he cubierto, siempre me mantengo dispuesto a prestar el servicio que pueda al Congreso. » [191]
Fue en este contexto que Sylvia Ageloff testificó ante HUAC. La audiencia real del 4 de diciembre de 1950 duró sólo 75 minutos, de 11 am a 12:15 pm La audiencia en sí fue precedida por repetidas entrevistas entre los llamados a testificar e investigadores del gobierno de Estados Unidos. Como reconoció Ruby Weil, antes de testificar en la audiencia, había «contado esta historia varias veces a la gente del Gobierno». [192]
La transcripción del testimonio de Sylvia Ageloff tiene solo seis páginas. Fue tratada con el respeto cortés que los congresistas y los abogados de planta reservaban a los ex agentes que se habían convertido en informantes. Decidieron cortésmente no mencionar que Ageloff había sido arrestado y acusado del asesinato de Trotsky en México.
Ageloff testificó que su viaje a Europa en 1938 fue «solo un viaje de placer». [193] Cuando conoció a Jacson-Mornard, dijo, «en primer lugar, no le dije que era trotskista». [194] Ageloff le dijo al comité que no tenía «información de primera mano» sobre cómo el asesino accedió a la casa de Trotsky. [195] Dijo que no tenía indicios de que Jacson-Mornard fuera un agente de la GPU. [196]
Un abogado del personal del comité le preguntó: «¿Sintió de alguna manera que había estado involucrado en esto involuntaria o sin saberlo?» Ella respondió: “Estuve involucrada en la medida en que supongo que si nunca lo hubiera conocido, supongo que no habría podido entrar a la casa en absoluto. Sin embargo, debo decir para que conste que nunca lo traje a la casa. … La Sra. Trotsky lo confirmó «. [197] Cuando se le preguntó: «¿Trabajó para León Trotsky en la Ciudad de México?» ella respondió: “No. Fui a visitarlo. Estuve allí una vez durante exactamente media hora «. [198] El testimonio de Hilda Ageloff se ajustó a la versión contada por Sylvia.
HUAC sabía que estas declaraciones eran falsas y, evidentemente, a Ageloff no le preocupaba que fuera acusada de perjurio por mentir bajo juramento. El juicio mexicano y la propia investigación contemporánea del FBI habían establecido que Ageloff había presentado a Jacson-Mornard a todos sus amigos del movimiento trotskista, que visitó la casa de Trotsky no una vez, sino en múltiples ocasiones entre enero y marzo de 1940 y entre el 9 de agosto. y el 20 de agosto. Además, había llevado a Jacson-Mornard al complejo a fines de marzo, antes de regresar a los Estados Unidos, y nuevamente cuando regresó a la Ciudad de México en agosto.
Significativamente, durante su testimonio, Ageloff utilizó dos veces el término despectivo «trotskista», un término utilizado por los estalinistas. Debido a su asociación con asesinatos en masa y fraudes, era un término que aquellos asociados con el movimiento trotskista nunca emplearían.
Después de que se completó su testimonio, HUAC publicó un resumen oficial del testimonio:
Con referencia al testimonio de las hermanas Ageloff, se señala que, como resultado de la mención de sus nombres en relación con este asunto por otras fuentes, han sufrido penurias. El comité quisiera declarar en su nombre que cooperaron plenamente con el comité y proporcionaron información valiosa durante esta investigación en particular, a pesar del riesgo personal que implicaba. [199]
Las “otras fuentes” a las que se hace referencia en el resumen fueron los otros agentes de la GPU a quienes el gobierno entrevistó durante su investigación. El registro muestra que esto incluyó al ex reclutador de la GPU Louis Budenz y varios agentes de la GPU involucrados en el intento de sacar a Jacson-Mornard de la prisión en la Ciudad de México. Lo más probable es que también incluyera a algunos de los agentes que Budenz había señalado. Si el comité hablara con Whittaker Chambers, que probablemente se debió a su colaboración constante con HUAC, les habría dicho su opinión de que Sylvia Ageloff era una agente. Estas fuentes habían «mencionado» los nombres de las hermanas Ageloff «en relación con este asunto». En otras palabras, varios agentes de la GPU le decían a HUAC que Sylvia Ageloff era ella misma una agente de la GPU que participó en la ejecución del asesinato de Trotsky.
El resumen también indicó que Ageloff «cooperó plenamente» y «proporcionó información valiosa» al comité. La información sería valiosa solo en la medida en que avanzara el propósito expreso de la investigación del comité, que era descubrir a los agentes de la GPU involucrados en la conspiración del asesinato de Trotsky. Su testimonio del 4 de diciembre de 1950 no pudo haber sido valioso para el gobierno, porque era solo una repetición de su conocida afirmación de haberse enamorado de Jacson-Mornard, quien permanecía preso en México. La valiosa información que proporcionó debe haber sido proporcionada en privado, y debe haber incluido los nombres de los agentes de la GPU que conocía.
El resumen del comité también hace referencia al “riesgo personal” que enfrentaron las hermanas como resultado de su colaboración con el gobierno de Estados Unidos. Esto no podría haber sido una referencia al SWP, que no mostró interés en desenmascarar a los agentes estalinistas que operaban entre ellos y no informó sobre la audiencia en la prensa del partido. La única explicación razonable es que HUAC estaba haciendo referencia al «riesgo personal» que las hermanas Ageloff podrían enfrentar por parte de la GPU.
En los años que siguieron al testimonio de Ageloff, el gobierno utilizó la información que adquirió en estas primeras investigaciones para enjuiciar a muchos agentes de la GPU que habían estado involucrados en actividades «antitrotskistas» en las décadas de 1930 y 1940. El gobierno de los Estados Unidos se interesó en esos agentes cuando pasaron del espionaje antitrotskista al espionaje militar y atómico después del asesinato de Trotsky. Jack Soble fue arrestado en 1957, Mark Zborowski en 1958 y el hermano de Soble, Robert Soblen, en 1960. La secretaria de James P. Cannon, Sylvia Franklin (de soltera Callen), y el miembro del SWP Floyd Cleveland Miller fueron nombrados co-conspiradores no acusados en el enjuiciamiento de Soblen.
Cuando se llevaron a cabo estos juicios, solo habían pasado 20 años desde el asesinato de Trotsky. Aunque la acusación y los veredictos de culpabilidad confirmaron que miembros de alto nivel del movimiento trotskista habían sido agentes de la GPU, los juicios y su resultado no fueron informados en la prensa del Partido Socialista de los Trabajadores. El FBI estaba realizando investigaciones, pero el SWP no.
Veintiséis años después, el FBI y J. Edgar Hoover continuaron monitoreando de cerca la discusión sobre la complicidad de Ageloff. El 17 de octubre de 1966, Hoover recibió una carta de un individuo cuyo nombre está redactado en archivos del FBI publicados posteriormente. El individuo hace referencia al libro Mind of an Assassin de Isaac Don Levine y pregunta:
¿Puede tal vez informarme por qué el gobierno mexicano nunca solicitó extradición y juicio en ese país a las dos niñas estadounidenses que contribuyeron a que el asesino convicto pudiera ingresar a la casa de León Trotsky en la Ciudad de México? El libro no menciona esto. ¿Hasta qué punto son responsables estos cómplices del asesinato, ya sea aquí o en México?
Hoover respondió personalmente el 20 de octubre de 1966:
Con respecto a su consulta, el asunto al que se refirió no fue una violación dentro de la jurisdicción de investigación del FBI y, por lo tanto, no puedo comentar de la manera que usted desea. Dado que el asesinato de León Trotsky ocurrió en México, cualquier enjuiciamiento de los involucrados tendría que ser iniciado por las autoridades de ese país.
En esta respuesta, Hoover retuvo el hecho de que Sylvia Ageloff fue procesada por las autoridades en México y que la fiscalía también quería acusar a Hilda Ageloff. La omisión de Hoover parece haber tenido como objetivo impedir que el investigador se enterara de cómo se aseguró la liberación de las hermanas Ageloff.
El destino de Ramón Mercader y Sylvia Ageloff
Ramón Mercader fue liberado de la prisión de México en mayo de 1960. Fue puesto bajo la custodia de diplomáticos checos y transportado a la Unión Soviética vía Cuba, donde el asesino fue recibido como un héroe en el aeropuerto de La Habana por la guerrilla pequeñoburguesa. líder y virulento anti-trotskista, Che Guevara.
En enero de 1977, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional publicó información, basada en una investigación realizada en México por David North y Alex Mitchell (entonces editor de News Line, publicado por el Partido Revolucionario de los Trabajadores Británicos), estableciendo, a partir de la correspondencia entre Mercader y su abogado, Eduardo Ceniceros, que Mercader estaba en la Unión Soviética de vacaciones en la región de Donetsk en Ucrania.
Mientras vivía en la Unión Soviética, la burocracia estalinista le otorgó el más alto honor del país, la Orden de Lenin, y lo alojó en un cómodo apartamento donde estaba en contacto regular con la dirección exiliada del Partido Comunista español. Viajó de ida y vuelta entre la Unión Soviética y Cuba, donde fue un invitado de honor y conocido personal de Fidel Castro. Murió en Cuba en 1978 a la edad de 65 años.
Sylvia Ageloff vivió una vida cómoda en la ciudad de Nueva York y murió en 1995 a la edad de 86 años, habiendo sobrevivido a los eventos de Coyoacán por más de medio siglo.
En 2011, su amiga cercana Lillian Pollak fue entrevistada en su apartamento en el Upper West Side de Manhattan. Sylvia Ageloff «vivía muy cerca de aquí», dijo, «en un hermoso apartamento». [200] Los familiares lejanos de las hermanas Ageloff dijeron que nunca escucharon nada sobre las hermanas a través de su propia familia, y que la única información que pudieron averiguar sobre sus vidas fue a través de avisos necrológicos públicos. [201] Según el FBI, Sylvia operaba un jardín de infancia en los suburbios de Nueva York y, después de proporcionar al gobierno de Estados Unidos «información valiosa» sobre la GPU, no enfrentó mayores inconvenientes por su papel en el asesinato de Trotsky
.
Conclusión
A partir de toda la información que ahora está disponible, es posible reemplazar el mito de la “pobrecita Sylvia” con un relato acertado de su papel en la catástrofe política del 20 de agosto de 1940. La persona real finalmente toma el lugar de lo construido. persona.
¿Quién era Sylvia Ageloff? La evidencia lleva abrumadoramente a la conclusión de que ella era un agente de la GPU que jugó un papel fundamental en el asesinato de León Trotsky.
Concluido
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