Por: Josepg Maynou
Fuente: http://www.josepgmaynou.blogspot.es (24.02.11)
Mucho me temo que los estallidos revolucionarios en numerosos países del norte de África sean tardíos. Los deseos de democracia, de libertad y de progreso que reclaman amplias capas de la población y que en muchos casos recuerdan la estrepitosa caída de los regímenes del Este de Europa, aunque mucho más sangrienta, serán en vano. Los estandartes nacionales que los manifestantes enarbolaban también murieron. La Revolución de Rousseau es Historia y la toma de los palacios de invierno también.
Sin embargo se tratan de acontecimientos extraordinarios. Más allá de nacionalidades, de grupos étnicos o religiosos, de culturas o lenguas diferentes, se está demostrando que existen cuestiones de primera categoría, superiores a las anteriores, que unen a la gran familia humana: los deseos de supervivencia, de satisfacción de las necesidades más perentorias, de bienestar, de progreso y de libertad. Frente a estas necesidades, los sátrapas y asesinos serán borrados de la Historia por la ira de las revueltas de los hambrientos. Pero, sin duda, también lo serán, tarde o temprano los educados gobernantes de las democracias occidentales quienes depusieron, derrocaron y sustituyeron, tras los procesos de independencia nacional, a los líderes de los procesos modernizadores de estos países, que abortaron los intentos de creación de sociedades laicas y democráticas… y respaldaron a sectores militaristas o religiosos afines a sus intereses de piratería y saqueo. La burguesía autóctona de estas naciones que podía liderar un proceso modernizador fue abortada. De los grandes proyectos de Ben Bella, Nasser, Ghandi, N´kruma, Bhuto,… solo quedan sus cenizas.
La democracia que se exige no pasara de ser más que una farsa electoral. Una farsa tras otra farsa. La democracia fue el marco político resultante de la Revolución burguesa, de la máquina de vapor, del ferrocarril, de las nuevas maneras de trabajar la tierra, de los avances de medicina, de las Ciencias naturales, del transporte, de nuevas herramientas y materiales… de la generalización del trabajo asalariado y de una enorme acumulación del Capital. Y también de una potente burguesía imperialista sin escrúpulos, ávida de conquistar el mundo, de saquear sus riquezas aún a costa de dos guerras mundiales. Sobre la destrucción y el saqueo del mundo, el occidente desarrollado construyó la Democracia. La democracia la construyeron gracias a todos los “hijos de puta” que les mantuvieron a ustedes bajo la opresión y las tiranías. El Capital financiero ha ridiculizado a esta democracia pero ha ido manteniendo y renovando a su medida a los “hijos de puta”. Estados fallidos y pueblos encadenados a la miseria pero dementes en el poder respaldados por Wall Street.
Pero la Historia sigue siendo muy tozuda y los cambios sociales se siguen produciendo al margen de las caídas de las dictaduras y de las crisis de las democracias. Avanza la Ciencia y la tecnología que no entiende de política, ni de ideología, ni de religión, ni de etnias, ni de rasgos fisiológicos…Sigue el trabajo constructor de la sociedad trabajadora que lucha por mejorar su vida, que implementa nuevas técnicas, nuevas maneras de trabajar y nuevos materiales, que estudia, que investiga… Mientras la política y los políticos solo les preocupan como mantener estructuras de poder parasitarias al servicio del Capital financiero, la sociedad avanza, comparte y socializa. Y esta nueva revolución en marcha sobrepasa lo que la Historia ya arrinconó: la democracia de la burguesía, el Estado nacional, las fronteras, los viejos discursos patrióticos y nacionalistas.
No hay vuelta atrás. La sociedad de la mercancía y del dinero ya no puede seguir desarrollando nuevas burguesías nacionales. Ni tampoco puede mantenerse sin sus prerrogativas de saqueo sobre el mundo. Frente a ello la Humanidad no pude regresar de nuevo a la parcelación del mundo, a la apropiación privada de un territorio delimitado por fronteras políticas. La “política” del mundo que alcanzó sus límites ya no sirve. Cientos de miles de años necesitamos para alcanzar formas de organización tribal. Miles de años para construir imperios. Centenares para vivir bajo la tutela de catedrales y castillos amurallados. Solo 500 años para construir territorios nacionales y someter nuestro trabajo a las leyes de la mercancía. Ahora empieza la hora de considerarnos ciudadanos del mundo y declarar nuestra Patria Tierra en la gran aldea común de todos los seres humanos. Los ciudadanos necesitamos declarar bienes comunes los recursos, las riquezas, los sistemas de comunicación y transporte, los resultados de la investigación científica… en defensa de la vida y del bienestar. Sola la revuelta en esta dirección nos será favorable. Y tenemos extraordinarias herramientas para empujar en esta dirección.
Escrito por josepgmaynou el 24/02/2011
Filed under: B3.- Democracia |
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