Lesbianismo y homosexualidad masculina

Por:  Jorge Horacio Raices Montero (Rcopilador)
Fuente: www.isisweb.com.ar/lesbihomo

E-mail: raices_montero@ciudad.com.ar

El Licenciado Jorge Horacio Raíces Montero estudió Antropología en Perú y México. Licenciatura en Psicología en la Universidad de Belgrano de Argentina. Se especializó en Estadística Aplicada a la Psicología, Metodología de Investigación, Epistemología, Sexología y Psicología Clínica. Desde su elección psicoanalítica incurrió en el atrevimiento de investigar en todas las disciplinas que en ese momento de denominaban «alternativas».

01.LESBIANISMO:

«Un acto de resistencia» por Cheryl Clarke. La afronorteamericana Cheryl Clarke ha sido una editora de Conditions, una revista feminista de Nueva York. Autora de dos libros de poesía: Narratives y Poems in the Tradition of Black Women (Narrativas, Poemas en la tradición de las negras; New York: Kitchen Talbe/Women of Color Press, 1983) y Livian as a Lesbian (Viviendo como lesbiana, Ithaca, NY: Firebrand Books, 1986). Recientemente ha terminado un libro de poemas narrativos titulado, Scarred Rocks (Rocas cicatrizadas). Actualmente es profesora en la Universidad de Rutgers, New Jersey.

(Cuando implique la autora: «estar encerrado en el closet» se refiere a todas aquellas personas que no hacen explícita su conducta en tanto orientación sexual. Es un: «estar encerrado a la vista de todos». Lo he traducido, creo mejor, como «ropero» más que «placard», porque atiende a una connotación  más antigua  y obsoleta. N. de JHRM)                       
Ser lesbiana en una cultura tan supremacista-machista-capitalista- misógina-racista-homofóbica e imperialista, es un acto de resistencia, una resistencia que debe ser acogida a través del mundo por todas las fuerzas progresistas. No importa como una mujer viva su lesbianismo: en el «ropero», en la legislatura del estado, o en la recámara. Ella se ha rebelado contra su prostitución al amo esclavista, ésta corresponde a la hembra heterosexual que depende del hombre. Esta rebelión es un negocio peligroso en el patriarcado. Los varones de todos los niveles privilegiados, de todas clases y colores poseen el poder de actuar legal, moral, y/o violentamente cuando no pueden colonizar a las mujeres, cuando no pueden limitar nuestras prerrogativas sexuales, productivas, reproductivas, y nuestras energías. La lesbiana, esa mujer «que ha tomado a otra mujer como amante» ha logrado resistir el imperialismo del amo en esa esfera de su vida. La lesbiana ha descolonizado su cuerpo. Ella ha rechazado una vida de servidumbre que es implícita en las relaciones heterosexistas/heterosexuales occidentales y ha aceptado el potencial de la mutualidad en una relación lésbica, no obstante los papeles. (Se refiere a los papeles masculino/femenino o «butch»-«femme» que las lesbianas a veces toman y que parecen reflejar los papeles tradicionales de hombre/mujer en la relación heterosexual. Editora.)

Históricamente, la cultura occidental ha llegado a identificar a las lesbianas como mujeres que, a través del tiempo, tienen una serie y variedad de relaciones sexuales/sentimentales con mujeres. Yo mismo identifico a una mujer como lesbiana cuando ella dice que es lesbiana. El lesbianismo es un reconocimiento, un despertar, un redespertar de la pasión de las mujeres por las mujeres. Las mujeres, a través de las épocas, han peleado y han  muerto antes que negar esa pasión. La síntesis reciente que se desarrolla del lesbianismo y el feminismo (dos ideologías centradas e impulsadas por mujeres), intenta acabar con el misterio y silencio que rodea al lesbianismo. El análisis que sigue se ofrece como una incisión pequeña contra esa piedra de silencio y secretos. Dedico esta obra a todas las mujeres ocultadas por la historia cuyo sufrimiento y triunfo han hecho posible que yo pueda decir mi nombre en voz alta. En particular, quiero darle mi agradecimiento a la «Declaración de la Colectiva Río Combahee». Este documento se ha convertido en un manifiesto del pensamiento, acción y práctica radical feminista al adoptar «la lucha contra la opresión racial, sexual, heterosexual y clasista».

No existe un solo tipo de lesbiana, no hay un solo tipo de comportamiento lésbico, y no hay solo un tipo de relación lésbica. Igualmente, no hay sólo un tipo de respuesta a las presiones que las mujeres sufren para vivir como lesbianas. Una visibilidad lésbica más grande en la sociedad no quiere decir que todas las mujeres que están envueltas con mujeres en relaciones sexuales-sentimentales se llamen lesbianas, ni que se identifiquen con una comunidad lésbica específica. El predominio de la homofobia causa a muchas mujeres a que se relacionen con una comunidad específica como lesbianas y que «pasen» de heterosexuales mientras anden entre los «enemigos», (Esconderse en el «ropero» de la pretensión o privilegio heterosexual, sin embargo, no evita el descubrimiento). Otras pueden ser políticamente activas como lesbianas, pero aun temen expresar abiertamente su lesbianismo mientras atraviesan territorio heterosexual. Después, hay las mujeres que concientemente se comprometen con relaciones sexuales-sentimentales con mujeres y se ponen la etiqueta de «bisexual». Bi-sexual es un término más seguro que el de lesbiana porque sugiere la posibilidad de una relación con un hombre. Finalmente, existe la mujer que es lesbiana donde sea y dondequiera, que está en directa y constante confrontación con la pretensión, privilegio, y opresión heterosexual.

Donde sea que nosotras como lesbianas nos encontremos a lo largo de este muy generalizado continuo político/social, tenemos que saber que la institución de la heterosexualidad es una costumbre que difícilmente muere y que a través de ella las instituciones de varones supremacistas aseguran su propia perpetuidad y control sobre nosotras. A las mujeres se les mantiene y contiene por medio del terror, la violencia y la rociada de semen. Es provechoso para nuestros colonizadores confinar a nuestros cuerpos y alienarnos de nuestros propios procesos vitales, así como fue provechoso para los europeos esclavizar al africano y destruir toda memoria de una previa libertad y autodeterminación, Margaret Walker y Alex Haley, no obstante. (Margaret Walker, autora de Jubilee, Nueva York, Bantam, 1960 y Alex Haley, autor de Roots, 1976, son dos escritores afronorteamericanos, cuyas novelas históricas intentan reconstruir el pasado).

Así como la fundación del capitalismo occidental dependió del tráfico del esclavos en el Atlántico Norte, el sistema de la dominación patriarcal se sostiene por la sujeción de las mujeres a través de una heterosexualidad obligada. Así es que los patriarcas tienen que alabar la pareja del muchacho-muchacha como algo «natural» para mantener a las mujeres (y a los varones) heterosexuales y obedientes de la misma manera que el europeo tuvo que alabar la superioridad caucásica para justificar la esclavitud de los africanos. Frente a ese trasfondo, la mujer que elige ser lesbiana vive peligrosamente.

El análisis de un pensador y escritor socialista, Manning Marable refleja una postura de cambio. En una discusión sobre la violencia, Marable les propone este reto a los varones:

«Para que haya posibilidad de que ocurran cambios fundamentales, la lucha contra la violencia se tiene que hacer dentro de todos los movimientos progresistas sociales. Las personas que no ponen la lucha por los derechos democráticos y humanos de las mujeres en el centro de sus postulados sociotransformativos, están simplemente duplicando las prácticas y los pensamientos predominantes de la antigua sociedad civil, racista. A través de un proceso de autocrítica y una reeducación extensa, los varones tienen que romper con la lógica de lo que ha significado ser hombre, para así redefinirse a sí mismos y sus relaciones con las mujeres.»

Para mí, personalmente el acondicionamiento para ser autosuficiente y la predominancia de mujeres ejemplares en mi vida, son las raíces de mi lesbianismo. Antes de hacerme lesbiana, frecuentemente me preguntaba por qué se me exigía no dar importancia o evitar y hacer trivial el reconocimiento y el apoyo que sentía hacia las mujeres, a fin de perseguir el asunto tenue de la heterosexualidad. Y no soy única. Como lesbianas políticas, es decir, lesbianas que resisten los intentos de la cultura predominante de mantenernos invisibles y sin poder, tenemos que hacernos más visibles a nuestras hermanas escondidas en sus «roperos» varios, encerradas en las prisiones del autoodio y la ambigüedad, temerosas de tomar ese paso de mujeres que se unen más allá de lo sexual, lo privado, lo personal.  No estoy tratando de cosificar ni al lesbianismo ni al feminismo. Trato de mostrar que el lesbianismo-feminismo tiene el potencial de trastrocar y transformar un componente mayor del sistema de la opresión de las mujeres, es decir, la heterosexualidad rapaz. Si el feminismo-lesbianismo radical pretende una visión antiracista, anticlasista, y antiodio de la mujer que forma una unión mutua, recíproca, e infinitamente negociable; una unión libre de las antiguas prescripciones y proscripciones de la sexualidad, entonces toda la gente que batalla para transformar el carácter de las relaciones en esta cultura tiene algo que aprender de las lesbianas. Hablando heterosexualmente, las leyes y los tabús fueron un reflejo del intento del amo esclavista patriarcal de controlar su propiedad al controlar su linaje a través de la institución de la monogamia (sólo para las mujeres), y al justificar los tabús y las leyes con el argumento de que la pureza de la raza caucásica tenía que preservarse (tanto como su supremacía). Sin embargo sabemos que sus leyes y tabús racistas tanto como raciales no se aplicaban a él con respecto a su relación con la esclava negra, así como sus leyes clasistas y tabús con respecto a la relación entre la clase predominante y los sirvientes obligados por contrato, no se aplicaban a él cuando decidía violar sexualmente a su sirvienta. Los descendientes de cualquiera de las uniones entre el amo y la sirvienta no podían legalmente heredar la propiedad ni el apellido de su progenitor o de la clase predominante, solamente heredaban lo servil de sus madres. Debido a la presencia, trabajo y tenacidad de las lesbianas-feministas (tanto como el análisis de intereses múltiples y el activismo), muchas lesbianas-feministas blancas han empezado a cuestionar y cambiar sus actitudes racistas y a extender su perspectiva del feminismo. Por cierto la lucha de las lesbianas-feministas no-blancas para obtener visibilidad ha catalizado a otras lesbianas-feministas a identificar formas relacionadas con el racismo, como prejuicios culturales y el antisemitismo en el movimiento de las mujeres. Todas juntas hemos trabajado para borrar el estereotipo del movimiento feminista como exclusivamente blanco, de clase medica, heterosexual y dominado por mujeres entre 25 y 35 años, porque hemos reclamado nuestro territorio en él. En su ensayo comprensivo y fundamental, «Hard Ground: Jewish Identity, Racism and Anti-Semitism» («Tierra dura: La identidad judía, el racismo y el antisemitismo»), Elly Bulkin reflexiona sobre su decisión de efectuar cambios en sus creencias antiracistas, las que llegaron a ser una lección y un modelo para su activismo sobre antisemitismo.

Los temas más importantes para mí en este período de mi vida son las relaciones con las mujeres y mi trabajo. Y en esta época del atrincheramiento de la derecha radical, me preocupo de las amenazas a estos derechos. (La Corte Suprema de EEUU decidió que la Constitución no da protección a las relaciones homosexuales entre adultos conformes, aún en la privacía de sus hogares. La decisión mantiene que la Ley del estado de Georgia que prohibe a todos a entrar en actos sexuales orales y anales se puede usar para procesar tal conducta. La corte se negó a decidir si la Constitución incluye a parejas heterosexuales a que sean procesados bajo la misma ley o no.) Uso la palabra «derechos» conscientemente y aun considero la facilidad relativa con que yo puedo ser una lesbiana en los Estados Unidos como una libertad tenue. También estoy consciente de las que no tienen las mismas alternativas que yo tengo o que tienen que vivir esas alternativas en el «ropero». Es una de mis esperanzas como lesbiana-feminista que más mujeres ahora y en el futuro, debido a nuestra visibilidad, trabajo y energía, pongan más valor a sus relaciones con mujeres y elijan abiertamente al lesbianismo, como una política, como un modo de vida, como una filosofía y como un plan vital.

02.LA CUESTION HOMOSEXUAL: (Propedéutica a la Obra de C.A.Tripp

El Doctor C. A. Tripp, colaboró durante nueve años con el doctor Alfred Kinsey y el Institute For Sex Research. Psicólogo, psico­terapeuta. Publicado EDAF, Edi­ciones de Madrid.

Introducción:

Desde el momento en que un sujeto se ve estimulado sexual­mente por otro in­dividuo del mismo sexo, es que al menos parte de los atributos de ese sexo han sido erotizados y que la experien­cia es plenamente homosexual, independiente­mente de que realice o no cualquier tipo de acción abierta, o que co­mience a actuar en dicho sentido, que en ello exista mucho o poco afecto, o que se im­pliquen problemas de carácter económico.

01.Concepciones populares e históricas acerca de la sexualidad:

Las filosofías religiosas que infravaloran las costumbres sexuales de nuestra sociedad han sido estructuradas y elaboradas por varones que creían que una vida pasada en el celibato, la abstinencia y el ascetismo era moralmente superior a otra en la que se manifestara cualquier tipo de expresión sexual. La excita­ción sexual no reproductiva y fuera del matrimonio estaba siempre aso­ciada con el pecado, incluso durante el sueño o en la imagina­ción, llegando hasta la noción que el que miraba con complacencia ya cometía adulterio con la mente. La invención de la tradición judeocristiana postexilio fue establecer la norma que la sexualidad era solamente para la re­producción, y calificar de per­versiones al resto de los usos sexuales. Así, el finalismo se convirtió en el motivo fundamental de la limitación de la actividad sexual y el fortalecimiento del ascetismo. También en el campo de la ciencia esta intencionalidad ha sido muy perju­dicial. Ya Aristóteles utilizaba una filosofía fi­nalista en su descripción de las funciones y estructuras. Incluso a través de la adaptación darwiniana, y en la primera parte del siglo veinte, los biólogos continuaron buscándole una intenciona­lidad a los fenómenos naturales. Muchos clínicos, y el público en general, continúan conside­rando la mayor parte de las variaciones de la conducta sexual, como lo hicieron los antiguos sacerdotes y rabinos. Las interpre­taciones de la homosexualidad de elevado ca­rácter derogatorio, deben su consistencia al mutuo refuerzo que se prestan la moral, la ley y los puntos de vista psiquiátricos.

02.Consideraciones Biológicas:

Un gran número de profesionales, a lo largo de los años, se han dedicado a la realización de  experiencias me­diante la admi­nistración de testosterona, tanto a sujetos afemi­nados como a ho­mosexuales. Los resultados han sido categó­ricos: cuando se pro­duce alguna alteración en el comportamiento, los su­jetos se mues­tran idénticos a como eran antes, con su mismo pa­trón, pero más intenso. Partiendo de estos experimentos, formales o informales, resulta perfectamente claro que las hormonas sexua­les, juegan un papel importante en la potenciación de la sexuali­dad humana, pero no controlan la dirección de la misma. La selección de una persona como pareja, cuyos más insigni­ficantes deta­lles pueden estar tan investidos de significado, que son capaces de proporcio­nar una respuesta sexual de la totalidad de la persona hasta un grado febril, representa mucho más que la culminación del desarrollo individual. Puede tam­bién considerarse como la culminación de una etapa de la evolución.

03.Inversión y homosexualidad:

Sólo dentro del contexto de la ideología popular se conside­ran sinónimos los términos de inversión y homosexualidad. Desde hace varias décadas, tanto los psicólogos como los biólogos han recono­cido que se trata de fenómenos completamente diferen­tes, aunque existe la posi­bilidad y el hecho que se den juntos. La homosexualidad se refiere a cualquier actividad sexual entre sujetos que pertenecen al mismo sexo; la inversión por otra parte, nada implica en  relación al sexo de la pareja, refirién­dose únicamente a una reinversión del rol del género que podría esperarse del individuo. Existen también muchos varones afeminados y mujeres masculi­nas, que son originariamente, cuando no de forma plena, hetero­sexuales. Además, hay muchos varones y mujeres completamente ho­mosexuales que nunca invierten el papel de género, tanto en sus relaciones sexuales como sociales. De forma que resulta eventualmente necesario reconocer la inversión como una entidad establecida por derecho propio, como una conducta que se encuentra en todas las especies de ma­míferos y que puede ob­servarse con tanta frecuencia coincidiendo con relaciones tanto homosexuales como heterosexuales. Muchos varones se sentirían inferiores si se arriesga­ran, ante sus ojos o los de los demás, a invertir su papel domi­nante, aunque solo fuera por un mo­mento. Las mujeres con frecuen­cia tie­nen sentimientos equivalentes, por lo que respecta al man­tenimiento de su femineidad. La creencia subyacente parece con­sistir en que la identidad sexual de una persona es menos estable y menos ge­nuina si oscila, y en que la virilidad de un hombre, en especial, se pone en duda si abandona su papel dominante en un momento de inversión. Tales ideas se encuentran ampliamente en contradicción con las pruebas que hoy se poseen.

04.Los orígenes de la heterosexualidad:

Las sociedades que deciden suprimir de forma activa la homo­sexualidad, suelen hacerlo mediante dogmas basados en la morali­dad que, al mismo tiempo, dificultan las actividades heterosexua­les en un grado mucho mayor.

En nuestra sociedad, existe una correlación muy desigual en­tre lo que la gente hace en sus experiencias sexuales y lo que acabará prefiriendo. Tampoco las experiencias traumáticas o los fracasos de los primeros años parecen causar muchas desviaciones de los modelos hétero y homosexuales. Muchos de los que fueron homosexuales desde una edad temprana recuerdan haber tenido esa motiva­ción con mucha antelación a la posibilidad de realizarla. Otros han acumulado una experiencia heterosexual considerable an­tes de descubrir su capacidad de respuesta homosexual.

05.Los orígenes de la homosexualidad:

Con los años, las nociones psiquiátricas y psicoanalíticas se han  visto suavizadas  por la inyección que han recibido de motivaciones humanísticas de apariencia más razonable. Se ha puesto especial énfasis en los diversos tipos de sentimientos de inadecuación; aunque con estos tipos de revisiones las ideas básicas han persistido y se han filtrado más que nunca en el pensamiento popu­lar, donde continúan satisfaciendo la curiosidad de los ingenuos. Se sigue cre­yendo, por ejemplo, que la homosexualidad deriva de «problemas de iden­tidad», de un miedo al sexo opuesto, de diversas «fijaciones in­fantiles», y lo más pal­pable de todo, de las influencias de los padres. En ocasiones se culpa a un pa­dre débil, pero es mucho más frecuente que el malo de la película sea una madre dominante, molestosa o excesivamente restrictiva. Aún cuando hubieran sido for­muladas cuidadosamente, ninguna de estas teorías se sos­tendría actualmente. To­das estaban condenadas desde el principio por  suposiciones subyacentes, como al considerar la homosexualidad como resultado de una heterosexualidad bloque­ada o dañada, una especie de elección por carencia.

La madre dominante ha tenido tal prominencia que merece una acotación es­pecial. Por diversas y válidas razones, los sexólogos no hemos aceptado la no­ción, pero ésta ha funcionado muy bien en el diván y en la sociología popular. Quizás esto último se haya visto ayudado por la tendencia muy en boga a atri­buir cualquier aprieto del individuo, en lugar de factores internos, a algún opresor autoritario del exterior. La madre dominante vino como anillo al dedo. Con o sin un padre débil a su lado, fue acusada de ser el primer causante de la homosexualidad masculina. Poste­riormente también se vio implicada en los oríge­nes de la esquizo­frenia. Después se la consideró como gran culpable del alcoho­lismo y posteriormente del hábito a las drogas. Más tarde se des­cubrió que sus modos estentóreos interferían en el apetito de sus hijos, por lo que eran cul­pables de la falta de peso, y también que tendían a forzar la alimentación de sus hijos, por lo que eran responsables del exceso de peso. De hecho, no ha es­tado au­sente ni ha sido considerada inocente en ningún estudio de una sola con­ducta considerada negativa. Ciertamente, la intimidad ma­dre-hijo, que a veces se da en la homosexualidad, se interpreta mucho mejor como el producto que como la causa de la disposición que la apoya. Ningún elemento aislado de la homosexualidad, ni ninguna in­fluencia origi­nal, son por sí mismos definitivos. La existencia final de cualquier orienta­ción sexual, depende del grado en que sus diversas partes se han reforzado unas a otras en la produc­ción de una estructura, un sistema de valores y un modelo de res­puestas. La direccionalidad de todo el sistema y una gran parte de su fuerza, dependen de la efectividad con que aquél purifica sus objetivos y evita las otras alternativas.

Para el hombre o la mujer homosexual, las actitudes y movi­mientos masculi­nos o femeninos, algunos rasgos corporales parti­culares, e incluso cosas como un timbre particular de voz, co­mienzan a integrarse con frecuencia en su imagen de lo que es erótico. En éste sentido, son muchos los elementos relacionados con el sexo, tanto por el número de atributos como por el signi­ficado que se les concede. Pero junto con este refinamiento, tam­bién suele ampliarse la aver­sión por los elementos no elegidos, de forma que cada vez son menos los compa­ñeros que pueden califi­carse de deseables. En consecuencia, las adversiones en la sexua­lidad llegan a incluir no sólo los rasgos «contradictorios» del sexo opuesto, sino muchos rasgos que se  consideran indeseables en el propio sexo, lo excesivamente grueso o delgado, lo dema­siado viejo o joven, lo demasiado agresivo o tímido , de forma que muchas mujeres y muchos varones quedan fuera de juego.

El esfuerzo persistente por atribuir la homosexualidad exclusiva a diver­sos miedos y fijacio­nes está tan lejos de la verdad como decir que los hetero­sexuales exclusivos lo son así porque tienen miedo a las personas de su propio sexo. El homosexual, como todos los demás, consigue generalmente desarrollar sus propios valores hasta el punto en que se encuen­tra razonablemente satisfecho con ellos; lo que desea importar son las cualidades diferentes que han hecho atractivo al otro. La idea que el homosexual está buscando algún reflejo «nar­cisista» de sí mismo es tan mítica como el mismo Narciso. La homosexualidad, en todas sus variaciones, significa siempre que los atribu­tos del mismo sexo se han erotizado, han tomado un significado erótico. En todo lo esencial, las recompensas busca­das en la complementación del homosexual y en la del heterosexual son idénticas: la posesión simbólica de los atributos de un com­pañero, que al ser añadidas, a las propias cumplen la ilusión de completud.

06.Técnicas sexuales:

Con frecuencia, la actitud de una persona hacia una activi­dad sexual par­ticular y su libertad para utilizarla dependen del contexto. Muchas personas se sienten libres para utilizar técni­cas en sus contactos homosexuales que no se atreverían a poner en práctica con miembros del sexo opuesto, y viceversa. Por ejemplo: un hombre puede reprimir cualquier muestra de afecto en sus con­tactos homosexuales, porque el afecto entre los varones le re­sulta embarazoso o porque se vería a sí mismo más implicado en la homosexualidad de lo que podría admi­tir. Pero hay que tener también en cuenta que los tabús y las restricciones personalmente mantenidas no siempre inhiben el sexo, sino que de hecho pueden intensificarlo en gran manera. El mismo tabú que consigue limitar la actividad de muchas personas, actúa como una incitación especial para muchas otras. Es impor­tante recordar que la transgresión de las barreras es en sí misma un ele­mento en la promoción de la estimulación sexual. Si existe una condición que acompañe al sexo en todas  sus formas, es la de que siempre está presente una cierta resisten­cia. En toda la biología, el interés sexual es estimulado por la tensión y las barreras que ha de superar, barreras que pueden to­mar la forma de la desgana del compañero,  el dolor que ambos han de sostener, de una interferencia exterior, la  fácil accesibili­dad, o de una combinación de todas ellas.

07.Aspectos sociales de la homosexualidad:

El conflicto que muchos sienten ante la homosexualidad de­riva tanto del juicio sobre uno mismo como de la desaprobación social. Relativamente, son po­cos los individuos, incluso hetero­sexuales, capaces de hacer lo que desean sin una racionalización protectora. Y ciertamente, también hay individuos capaces de aceptar las variaciones sexuales sin tener que excusarlas.

                         1) La defensa del rol de género: muchos varones se sienten libres para respon­der a otros varones sólo si pueden mantener un rol «masculino» ante sí mismo.

                         2) La defensa de la inocencia personal: En ocasiones algunos varones o mujeres se convierten en expertos en el arte de seducir a los otros para que se adelan­ten; o más accidentalmente, pueden tener el tipo de personalidad que comunica una fácil accesibili­dad. Otra racionalización instalada en el mito, sostiene que la culpa es del que inicia las cosas, teniendo una larga tradición social. Los antiguos teólogos sostenían que las mujeres eran más responsables que los varones respecto a los pecados sexuales, porque ellas eran las tentadoras; las iniciadoras y premeditadas capaces de excitar a los varones inocentes.

                         3) La defensa del «sólo ahora»: Para muchas personas la natura­leza transitoria de casi cualquier actividad, o simplemente pen­sar en ella como temporal, es mo­tivo suficiente para no sentirse culpable por ella. En materias sexuales, donde las normas de aprobación o desaprobación son muy rígidas, a muchas personas les es necesario atribuir su conducta criticable a influencias exter­nas; si no al compañero o a la situación en que se encontraron, al escaso lapso de tiempo.

                         4)La defensa de la amistad especial: Muchos jóvenes que tienen una intensa pri­mera experiencia homosexual quizá piensen que ello no indica nada. Conciben la homosexualidad, si es que llegan a pen­sar en ella, como algo profundamente ajeno realizado por per­sonas extrañas o afeminadas, como algo que no puede pro­vocar la emoción que ellos sienten. Como la defensa de la amistad especial está relacionada únicamente con po­derosas preocupaciones morales, no es extraño que ocasionalmente se presente un modo opuesto: los contactos homo­sexuales o extramaritales son totalmente permi­sibles siempre que sean promiscuos, oportunistas o carezcan por otras causas de emo­ción, porque entonces «no significan nada». Algunos  niegan la homosexualidad como una preferencia, afirmán­dola en un sen­tido oportunista o relegándola a los estrechos con­fines de una situa­ción parti­cular. Todas llevan al menos la afir­mación implícita que la heterosexualidad de la persona es prima­ria. (nuevamente se vuelve a confundir deseo con reproduc­ción). Muchos creen que la mayoría (heterosexual.??) implicaría el derecho de establecer normas y conductas para todos los demás (heterosexismo). Las estadísticas Master y Jhonson han  dado claras muestras de revertir esta tendencia  por cuanto afirman que la mayoría sería bi-sexual, se exprese o no en conductas manifiestas.  Pero el común de las gentes acusan su propia sexualidad como la única válida y verdadera, pero como un dogma, todas suelen ser au­toengañosas en cuanto a que son socialmente defensi­vas. En cada uno de estos sistemas de negación la persona encuentra el modo de comprometerse en la homosexualidad mientras sigue definiéndose a sí mismo como un miembro regular de la so­ciedad que no está apar­tado de ella por nada esen­cial.

Lo que no resultan raras son las breves ocasiones en que el homosexual, especialmente cuando todavía es joven, ha de enfren­tarse a preguntas directas o insinuaciones verbales que ponen a prueba o calumnian su vida privada. Tales desafíos varían desde un juego curioso a una situación explícitamente hostil. La forma en que son manejados esos momentos afecta en gran manera la vi­sión que una persona tiene de sí misma y su imagen ante los otros. El precio del fracaso puede ser muy alto, y muchos homo­sexuales fracasan. Una persona que maneje  mal los desafíos per­sonales y por tanto se sienta muy incómoda con ellos, es posi­ble que se apoye en uno de los estilos de vida más aislados y «segu­ros». Su in­comodidad suele ser inversamente proporcional a su ca­pacidad para enfrentarse a los desafíos.

08.Encuentros breves y relaciones continuas:

Las relación múltiple  tiene muchas facetas y no es una entidad límpidamente de­finida. La antiguamente llamada promiscuidad es mantenida a menudo por barreras convencionales: las inhibiciones morales de una persona o la mera comprensión del contexto social de su vida limitan las oportunidades. No son pocos los que estarían abiertos a una gran variedad de contactos si se dieran cuenta de las oportunidades exis­tentes. No hay prueba alguna que la relación múltiple en una persona  homosexual sea ma­yor de lo que es el equivalente heterosexual. La búsqueda del compañero adecuado y de una rela­ción significativa es con fre­cuencia una importantísima motivación de la relación múltiple. Una de las razones por las que muchas relaciones homosexua­les no sobrevi­ven a la primera pelea seria, es que uno o ambos encuentran mucho más fácil el cambio que la solución del con­flicto.

A veces la relación múltiple incluye sorprendentes elementos afectivos. Incluso los contactos pasajeros que se encuentran en los baños o en otras situaciones impersonales contienen elementos emocionales que están más allá del «sexo puro», particularmente en las situaciones en que el compañero es utilizado como una especie de sustituto fan­tástico del compañero ideal. Pero en circunstancias menos espe­ciales, el afecto se desarrolla también como un subproducto de la ac­tividad sexual. Este afecto no siempre es bien recibido, pues muchos sienten a posteriori la necesidad de negar el afecto que sintieron durante un breve en­cuentro.

Más de la mitad de las relaciones continuadas examinadas en el curso del presente estudio, se iniciaron con contactos que en un principio no fueron sino breves encuentros. Los atractivos de un encuentro breve incluyen generalmente un elemento de fantasía y proyección. Algo del compañero/a, su porte, su expre­sión facial, puede sobresalir a causa de las cualidades que una persona quizás haya deseado o gozado en el pasado, precisamente porque las pro­yecciones de la fantasía se extraen de la reserva de experiencias pasadas. En otros casos, un contacto especialmente rápido e im­personal puede estar totalmente polarizado alrededor de un tema sexual, y con todo, su estrechez puede estar dirigida a igualar un desequilibrio existente en la vida de una persona, y quizás utilice ese contacto para volver a experimentar algo del interés y desafío que han co­menzado a escasear en una relación continuada que sigue manteniendo y desea mantener. El deseo de una persona de preservar una fidelidad emocional a un compañero permanente es a menudo su mayor motivo para que otro compañero perma­nezca en el anonimato.

Se comprenderá que ningún sistema general de clasificación podrá mante­nerse. El contacto más pasajero e imper­sonal puede ser profundamente superfi­cial o constituir un aspecto ricamente motivado de la vida de una persona, na­die sino él o ella puede determinar su valor y su significado.

09.Psicología del afeminamiento:

Se considera afeminado cualquier estilo de conducta mascu­lina que recuerde los gestos, movimientos o maneras generalmente asociados con las mujeres. Aun­que es más frecuente entre los ho­mosexuales que entre los heterosexuales, el afeminamiento no pre­cisaría tanta atención si no fuera porque para mucha gente es algo que se aplica a todo el grupo de homosexuales. Cuanto mayor sea el tabú sobre la homosexualidad, mayor es la ilusión de la universalidad heterosexual. El varón afeminado no tiene a veces conciencia de lo que hay de afeminado en su pro­pia conducta. Incluso cuando sabe que es afeminado, es general­mente por la información que ha recibido más que por una observación de sí mismo.

10.Aspectos políticos de la homosexualidad:

De especial significación son las formas en que las emocio­nes despertadas por la homosexualidad patrocinan maniobras polí­ticas, maniobras que con mucha frecuencia burlan las obligaciones de la ley, de la ciencia y de los medios académicos. En un deseo de ganar y mantener el apoyo público, incluso políticos que no acostumbran a recurrir al sensacionalismo caen a veces en la ten­tación y se suben al vagón de la reforma moral. Los po­líticos me­nos respetables se unen a toda prisa a la preocupación por la sempiternas cuestiones sexuales. Un in­tendente, un jefe de poli­cía o un fiscal pueden buscar las recompensas políti­cas que da la publicidad, una imagen dinámica o el favor especial de sus repre­sentados, castigando severamente el «vicio».

La persona homosexual es un blanco tentador, especialmente en los primeros estadios de la campaña de «limpieza», antes que los riesgos que conlleva el perse­guirla se hayan hecho evidentes. De hecho, las campañas de represión de la ho­mosexualidad están lle­nas de peligros políticos. En las redadas de determinados clubes nocturnos, por ejemplo, pueden ser detenidos los amigos o parien­tes de gente con poder, incluso ellos mismos. Hasta la recogida de información prepa­ratoria es posible que acarree problemas. Re­sulta bastante sencillo mantener bajo vigilancia a alguno sin im­portancia, pero éste puede llevar a la policía directamente hasta el hijo del juez o hasta el juez mismo. Los oficiales atrapados en la embarazosa posición de haber movilizado al personal sin un adversario posible, tratan, con frecuencia, de buscar, por di­versos métodos, los delitos que ne­cesitan. Ello supone, generalmente, el uso de señuelos policiales cuidadosamente escogidos que inciten a delitos susceptibles de arresto, pero tales medidas permiten que las víctimas elegidas comprometan los procesos legales. Usualmente, de ello resulta una serie de arrestos que no podrán mantenerse en un tribunal. Homosexuales que han llegado a ser conscientes de las estrechas relaciones que hay entre periodistas, poli­cías, aboga­dos y jueces, a veces con la ayuda de psiquiatras y clérigos, han sentido a menudo que hay una especie de conspiración contra ellos. Una estrecha cooperación no implica necesariamente confa­bulación. Las acciones autoritarias de varios tipos se unifican por una serie de suposiciones morales compartidas; sistema que es más cierto cuando están en el candelero asuntos de poder e in­fluencia.

La psicología antihomosexual del homosexual de las altas es­feras, puede ser muy compleja. Es frecuente que se construya una complicada moralidad, según la cual justifique sus preferencias mediante una cierta «honesti­dad». El sacer­dote que ha mantenido desde hace mucho tiempo una única y continuada relación homo­sexual, puede unirse a un comité para perseguir las formas pro­miscuas de la homosexualidad; o un político que sólo se sienta atraído por varones adultos, puede perseguir con energía a los homosexuales que «contribuyan a la delincuen­cia de los menores».

Una rama de la censura, sigue siendo impuesta sin que el pú­blico se de cuenta de ello. El observador casual tiene la impre­sión que puede encontrar im­preso cualquier tema, y que puede es­cuchar discusiones abiertas sobre temas he­terosexuales y homo­sexuales en documentales y programas. Sin embargo, se sigue ejer­ciendo un control sobre el flujo de información sexual, tan re­presivo como lo fue en su tiempo la gazmoñería declarada. Dicho control tiende a «proteger» y a justificar las costumbres de tipo medio, no mediante la negación de las va­riaciones ni condenándo­las, sino situándolas aparte, de tal manera que se man­tenga a una distancia protectora y confortable. Los editores creen determinar lo que será o no digerible por sus lectores, y lo que es político publicar. Pero entonces no es sorprendente que el cuadro total de los medios de comunicación continúen reflejando lo que los investiga­dores del sexo vemos como una pálida y convencional versión de las realidades sexuales. De hecho, el cuadro es mucho peor, pues a pesar de la amplia difu­sión de información popularizada sobre el sexo, la disparidad en­tre lo que saben los profesionales y lo que conoce el público, nunca ha sido tan grande como en el momento actual.

De las numerosas traducciones de Platón al inglés, todas han sido censura­das de gran parte de su contenido sexual. Como los griegos entretejían las re­laciones personales y las sexuales en la trama del gobierno, tales expurgacio­nes han alterado conside­rablemente las ideas políticas y filosóficas de Platón. Sus obras poéticas y éticas todavía han sido más distorsionadas. En la presti­giosa traducción de Jowett, por ejemplo, tanto el Simposium como Lysis han sido mutilados hasta un punto en que es imposible reconocerlos.

En donde Platón decía:                                                  La traducción de Jowett dice:

Hay deshonor  en gratificar a  un  hombre  indigno o en hacerlo  viciosamente; pero hay honor en gratificar sexualmente  a un hombre bueno de manera honorable.

Hay deshonor en ceder al mal ode manera  mala;  pero  hay  honor en ceder al bien, o de manera  honorable.

El  que concede favores sexuales a su amante varón con la esperanza
que será mejorado con la amistad, demuestra ser virtuoso, incluso
aunque su amante demuestre que es un villano y que carece de virtud.                          
El  que vive buscando la virtud, y  en  la esperanza que será mejorado por la compañía de su amante, demuestra ser virtuoso,  incluso aunque  el objeto de su afecto demuestre ser  un villano y no tener virtud .

Como dice Pausanias, es honorable que  un hombre conceda favores sexuales

a los varones, y  vergonzoso para él que los conceda a desenfrenados.

Como dice Pausanias, los buenos han de  ser  aceptados y los malos no han de       ser aceptados.

Mediante el amor nocturno a   los  muchachos,  un hombre, al emocionarse, comienza  a ver la verdadera naturaleza de la belleza.

El que se eleva por la influencia del        verdadero amor,  comienza  a  comprender que la belleza no está lejos .

Pienso ahora que él ansiaba vivamente  mi lozanía juvenil, y  creo  que fue algo llovido del cielo y una maravillosa  buena  suerte la que llegó hasta mí al gratificar  sexualmente  a Sócrates para  poder escuchar todo lo que decía.

Ahora pienso que él estaba muy enamorado de mi belleza y que ello era una gran oportunidad de escucharle lo que él sabía.

11.La cuestión de la Psicoterapia:

En muchas psicoterapias predominan los puntos de vista convenciona­les y no hay éxito alguno. De hecho, la homosexualidad y la psi­coterapia han demostrado llevarse muy mal. Es grande el número de personas que han llegado al terapeuta con problemas ho­mosexuales y han tenido motivos para lamentarlo. El precio que han tenido que pagar por no haberse ido inmediatamente, ha sido, el despil­farro de tiempo y dinero que son poco en comparación con el au­mento de los sentimien­tos de culpa y el fortalecimiento de las resistencias. Otro riesgo, es que la mayor parte de los pa­cientes se han familiarizado demasiado con las ideas convenciona­les y traducen sus propias interpretaciones a esos términos. El pa­ciente presenta la historia de tener una madre dominante, un pa­dre débil o poco afectuoso, una serie de tempranas insegurida­des, etc. No es infrecuente que los pacientes produzcan tales versio­nes de sus vidas con cierta precisión microscó­pica, prefi­jándolas con exactitud en teorías edípicas y de fijación. Poco sor­prende, en consecuencia, que el terapeuta invitado a tal ban­quete inces­tuoso, llegue pronto, a la poco segura consolación de que Freud tenía razón en todo. Cae inconscientemente en esta trampa y en muchas otras que marcan su camino. Alineación que le ha costado la posibilidad de estar al tanto de muchos descubri­mientos, entre ellos: que las madres dominantes y los padres dé­biles no se co­rrelacionan más que entre sí mismos; que en los cruces cultura­les, y casi con toda seguridad también en nuestra sociedad, la intimidad de un niño varón con su madre, tiene una correlación más alta con resultados heterosexuales que homosexua­les; que todas las preferencias son fijaciones y que ninguna se esta­blece sin adversiones aprendidas; que las di­ficultades del adolescente varón con las mujeres está entre los más altos signos de previsión de su posterior atracción por ellas; que el eje de la homosexualidad tiende a ser proporcional con la fuerza de la libido y no con su debilidad; y así una larga lista que pone en entredicho, sin excepción, toda teoría psiquiá­trica y psicoanalí­tica formal. El Kinsey Research, hizo durante va­rios años un es­fuerzo concertado para descubrir y evaluar las historias de personas cuyas vi­das sexuales hubieran cambiado con cualquier tipo de terapia. No se encontró ninguna. Ha habido li­teralmente docenas de informes de segunda mano sobre «curacio­nes», de la homosexualidad. Como las huellas del monstruo del lago Ness, aparecen con frecuencia, pero sin la presencia de la bestia. En estos momentos se está intentando revisar los esfuerzos psicoterapéuti­cos. Los terapeutas tratan de conducir las pertur­baciones emocionales de los pacientes evitando todo intento de dirigir sus proclividades sexuales. Aunque estos psicoterapeutas están en minoría, constituyen un notable grupo de profe­sionales, mostrando una honestidad intelectual, un talento y una humanidad ex­cepcionales. Pero por razones que no son instantáneamente evi­dentes, incluso el esbozar sus trabajos, constituiría una formi­dable tarea.

12.Equilibrando la ecuación :

Beneficiario de su estabilidad y crecimiento, es quien puede aceptar las enormes diferencias de los otros, no sólo tolerándo­las, sino encontrando deno­minadores comunes consigo mismo: al­canza, indudablemente, una ética superior y, en tal proceso, es­capa a la tiranía de ir en la manada por propia conformidad. La moral otorga lealtad a las normas sociales y hábitos de pensamiento. Estos son esencialmente locales y varían de un lado a otro, convirtiéndose en un centro de contradicciones en la ma­yor parte de las comparaciones entre cul­turas. La ética, en cam­bio, suele ser leal a la bondad y el bien obrar, apenas varía de una sociedad a otra.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: