La ciencia politica: empirismo, fortaleza vacia, hibridación y fragmentos.

Por: Alberto Aziz Nassif
Fuente: ww.insumisos.com

1.- Introducción. La política se mueve del centro.

Revisar el recorrido de la ciencia política en las últimas décadas supone un trabajo gigantesco, sobre todo si el presupuesto es la exhaustividad. Un manejo del estado del arte sobre la ciencia política como el que pretendo hacer en este momento acepta de entrada las limitaciones de la tarea, selecciona algunas de las temáticas significativas y desarrolla de forma breve algunas aproximaciones significativas.

Si partimos de las referencias actuales es posible detectar que la ciencia política se encuentra, junto con las demás ciencias sociales, en una etapa de fuerte fragmentación, de búsquedas intensas que caminan entre la creatividad y la orfandad de los grandes paradigmas. Los signos de estos tiempos son, sin duda, el derrumbe de las grandes certezas; no hay nada más confortante que asimilarnos a la posmodernidad para constatar que se han terminado los grandes relatos, y de forma particular las relaciones de certeza y de certidumbre sobre los objetos de estudio, sobre los marcos de conocimiento y sobre las formas de ver, analizar y hacer política. Cambios de fin de siglo, cambios inimaginables hace algunos años, hoy son realidades cotidianas y nuevos desafíos para entender, desde la ciencia política, los problemas del poder, las instituciones y sus reformas, el estado y su nueva ubicación en un referente global, los nuevos y viejos actores, las visiones de fin de siglo sobre referentes movibles, cambiantes, fragmentados. Miradas híbridas y procesos de hibridación. En este fin de siglo se han terminado las fortalezas del métodos y las estrategias de un conocimiento seguro y estable.
 
Hay megatendencias que ubican el devenir científico, lo impactan, revolucionan y a su vez se ven impactados por él. La ciencia política está presente de forma central en los nuevos laberintos de fin de siglo: la globalidad, el auge del mercado y el clima cultural que nos ha dejado la posmodernidad. Las formas como la política es afectada por estos procesos son: «En primer lugar, es notoria la desaparición de la política. A raíz de la creciente diferenciación funcional, la centralidad de la política como instancia máxima de representación y conducción de la sociedad se diluye. La política deja de tener el control de mando de los procesos económicos, del ordenamiento jurídica, etcétera. En la medida en que la economía, el derecho y demás campos de la vida social adquieren autonomía, orientándose por racionalidades específicas, la política deviene un subsistema más. En segundo lugar, cabe destacar la informalización de la política. Anteriormente, existía una distinción relativamente nítida entre la política, delimitada por el marco acotado del sistema político, y la no política. Hoy en día tal delimitación se ha vuelto fluida. La política se despliega a través de complejas redes, formales e informales, entre actores políticos y sociales. Estas redes políticas son de geometría variable según las exigencias de la agenda y desbordan el sistema político. La política se extralimita institucionalmente» /. Este planteamiento ubica algunos de los retos de la ciencia política en este fin de siglo: la descentralización, la autonomía creciente de los fenómenos sociales, la pérdida de centralidad de la política, la informalidad, la variabilidad, la fugacidad. Sobre estas nuevas aguas es que la ciencia política se ubica y se despliega.

En este punto es donde casi termina la historia, pero hay detrás un largo recorrido de laberintos y paradigmas, modas y conceptos, que se han desarrollado a lo largo de décadas.
 
La operación de reconstruir la evolución de este concepto y de la disciplina de la política, o por lo menos de alguna de sus líneas más significativas nos lleva de entrada hacia algunos planteamientos epistemológicos. Citamos la famosa metáfora náutica de Otto Neurath, citada por Danilo Zolo: «Somos como unos marineros que deben reconstruir su nave en mar abierto […] Ellos pueden usar la madera de la vieja estructura para modificar el esqueleto y la cubierta de la embarcación, pero no pueden llevarla al dique para reconstruirla desde el principio. Durante su trabajo se mantiene sobre la vieja estructura y luchan contra borrascas y olas de tempestad. Este es nuestro destino» .
 
Este trabajo es, es suma, una suerte de rastreo de un mapa imposible en donde hay señales de continuidad y de ruptura, fragmentaciones, desencuentros, acercamientos, importaciones y exportaciones de hipótesis y conceptos, hay un mundo complejo de retos, paradojas y dilemas; ese, creo, es el escenario de la ciencia y la teoría política a final del siglo XX.

2.- Un mundo de certezas empíricas.
 
Cuando el mundo de la ciencia política era claro y nítido, tenía un paradigma dominante, fronteras muy bien delimitadas y conceptos que no permitían la confusión, ni la ambigüedad. Ese era el tiempo en donde la ciencia política fue inyectada por la famosa revolución de la conducta, el behaviorismo. Fue el momento en el que se hizo una separación que, supuestamente, estaba destinada a durar, entre la filosofía política y la ciencia política.
 
En este horizonte cabe la distinción particularmente aséptica de Bobbio: «La expresión ciencia política puede ser usada en un sentido amplio y no técnico para denotar cualquier estudio de los fenómenos y de las estructuras políticas, conducido con sistematicidad y con rigor, apoyado en un amplio y agudo examen de los hechos, expuesto con argumentos racionales (…) Más brevemente, ciencia política en sentido estricto y técnico designa a la ciencias empíricas de la política, o a la ciencia de la política conducida según la metodología de la ciencia empírica más desarrollada, como en le caso de la física, de la biología» /.

En esta misma línea de separación es Sartori el que explica de una forma bastante específica el origen de la diferencia entre ciencia y filosofía e inclusive, anota el origen del modelo científico de lo que después sería la revolución de la conducta. Primero, se establece el problema de cómo la política fue encontrando su autonomía en sentido relativo, a través de varios los procesos: la diferenciación, la independencia, la autosuficiencia y la causa generadora /. Más adelante, este mismo autor hace una diferenciación que puede resultar audaz, pero es correcta: fue Maquiavelo y no Aristóteles el que descubrió la política, porque no sólo se limitó a separar a la moral de la política, sino porque «teorizó con inigualado vigor sobre la existencia de un imperativo propio de la política» /.

En esta misma lógica argumentativa hay un dato importante por el cual la diferencia entre filosofía y ciencia empírica, como lo entendió Bobbio; la diferencia entre ciencia y filosofía no viene por el modelo de la geometría y de la matemática, es decir, de la deducción lógica, sino de la inducción, de la observación y del experimento /.
La otra parte importante para la construcción científica, según el argumento de Sartori, es la creación de un lenguaje, como el instrumento indispensable de cualquier ciencia: 1) un lenguaje conceptualizado, reflexión sobre los instrumentos; 2) un lenguaje crítico, diferente al lenguaje común; 3) un lenguaje especializado; 4) un lenguaje que posibilite acumular y repetir (acumulabilidad y repetibilidad). El lenguaje, como instrumento material permite el desarrollo de los otros requisitos de la ciencia política empírica: conceptos empíricos; clasificaciones; generalizaciones y leyes tendenciales; teorías ordenadoras /.

El que desarrollo el paradigma de esta concepción de la ciencia política fue David Easton. Lo importante era explicar la conducta humana, pero no en general, sino la conducta política, el comportamiento de los individuos y de los grupos respecto a sus relaciones institucionales y sus vínculos con el poder. En este enfoque hay una serie de rasgos que se pueden añadir a los rasgos mencionados: 1) regularidades, para tener generalizaciones y teorías con valor explicativo e incluso predictivo; 2) verificación, se necesita alguna forma de probar la certeza de las conductas; 3) se requieren técnicas; 4) una cuantificación, para determinar la validez de los procedimientos; 5) la no valoración, distinguir y separar entre la ética, la moral y las explicaciones empíricas; 6) sistematizar, no teoría sin datos, sería vano, datos sin teoría sería trivial; 7) ciencia pura, puede haber después aplicación y utilidad, pero antes se necesita de cierta pureza; 8) integración e interrelación con otras ciencias /.
 
Este paradigma, del cual sólo hemos apuntado brevemente algunos de sus rasgos centrales forma parte de un proceso histórico que se puede entender en cuatro etapas: el auge del programa conductista entre 1945 y 1965, con autores tan importantes como Gabriel Almond, Easton, Dahl, Deutsch; luego el declive de la teoría política, son las argumentaciones de autores más cercanos a la filosofía política como Berlín o Strauss; luego la crisis del auge, las revisiones de cierta izquierda, las reformulaciones al estilo Popper sobre la falsación y luego la autocrítica de Almond y Easton, entro otros, a mediados de los años ochenta; y posteriormente el resurgimiento de la filosofía política, desde los años setenta con autores como Rawls, Nozick /.

3.- La fortaleza se vacía.

En la contraparte de este paradigma se encuentra la crítica que establece el paso de la ciencia política empirista a una complejidad con la cual se inicia el vaciamiento de las certezas, la fortaleza del empirismo se vacía y se inician reflexiones plurales en la cual se fragmentan las grandes certezas. Se multiplican los puntos de referencia, se termina la hegemonía de la ciencia política como se conoció durante varias décadas.
 
Los argumentos de la reflexión postempirista son:
 
«1) No es posible registrar regularidades de larga duración y de amplio radio ni en el comportamiento de los actores políticos ni en el funcionamiento de los sistema políticos / . Aquí entran en juego otras categorías como el de complejidad social y política /.
 
2) Hay una amplia discusión sobre la imposibilidad de las generalizaciones de la ciencia política empírica; el argumento es que no hay posibilidad de verificación o de falsación empírica a la Popper, porque los hechos no son resultado de selecciones que corresponden a una teoría o a un prejuicio, pero no existen ahí fuera del sujeto, como objetos para ser aprehendidos por una investigación. Dice Bourdieu que el objeto se conquista y se construye; Saussure lo dijo antes con una expresión ya clásica: «El punto de vista crea el objeto». La crítica al empirismo es fulminante: «la investigación científica se organiza de hecho en torno de objetos construidos que no tienen nada en común con aquellas unidades delimitadas por la percepción ingenua» / .

3) La otra parte de la crítica tiene que ver con toda una amplia gama de recursos, teorías e hipótesis de la vida política, de los comportamientos de los actores que están en otra dimensión a lo observable o a la respuesta simple de una encuesta, es decir, las motivaciones políticas, las estructuras simbólicas, los discursos, las referencias ideológicas, que acompañan y dan sentido a las prácticas políticas. En este ámbito se considera como muy limitadas las capacidades explicativas propias de la cuantificación empirista.
 
4) Otro de los fracasos del paradigma conductual es la imposibilidad de acumular un núcleo duro de teorías y conocimientos, que se compartan por diversos autores como un «patrimonio» de la disciplina. Se trata de una disciplina que se fue fragmentando, a pesar de los esfuerzos de algunos autores por generar marcos y referencias conceptuales muy pulidas y globales; aceptemos que la ciencia política está llena de metáforas y prestamos de imágenes y conceptos de otras ciencias sociales, de las ciencias duras y de la literatura.

5) La otra crítica fuerte es la de la imposibilidad de la avaloratividad, la cual se ve como un planteamiento ingenuo y por demás imposible. Hay muchas formas de entrarle al problema y de resolverlo, pero ciertamente no es mediante la abstención de los valores del sujeto que mira y observa el mundo de la prácticas políticas. Incluso, después se llegaron a incorporar no sólo valores, sino la dimensión de la subjetividad y referencias como la afectividad. «H2O, se ha dicho, no ha sido el descubrimiento de un pez. Nos bañamos en el elemento afectivo que subyace, colorea, embebe el aspecto representativo de nuestras motivaciones políticas. Una racionalidad ideológica cifra en ideas -expresa y oculta- un conjunto organizado de filias y fobias, de simpatías y de antipatías, de atracciones y repulsiones, cuya única secreta coherencia puede ser llamada matriz. Carecemos cruelmente de un conocimiento de la afectividad» /.

Esa fortaleza, de la ciencia política que durante décadas se sentía muy orgullosa de la capacidad no sólo de la «objetividad» de la ciencia, sino de la posibilidad «predictiva», unos años después, a finales de los años ochenta, mostró su fracaso. Vale la pena aclarar que en este sentido no sólo se trató de este tipo de ciencia política empirista, sino, de todo el conjunto de la disciplina. Tal vez pocas veces en la historia contemporánea de las ciencias sociales se ha reconocido la superioridad de otras disciplinas. En efecto, es tal vez la literatura la que se anticipado y ha logrado captar situaciones y realidades que por ejemplo la ciencia política ha sido incapaz de hacerlo. El mejor caso para ilustrar este presupuesto es la caída del Muro de Berlín y la desaparición del bloque socialista, el famoso ‘otoño del pueblo’ que en 1989 conmovió al mundo. Al respecto dice Przeworski, «El otoño del pueblo representó un deprimente fracaso de la ciencia política. Además de dar cuenta de los sucesos históricos, cualquier explicación retrospectiva de la caída del comunismo debe identificar también los supuestos teóricos que nos impidieron anticipar esos acontecimientos. Si ahora lo vemos tan claro, en efecto, ¿por qué no fuimos igualmente clarividentes antes?

La mayoría de los enfermos terminales de cáncer mueren de neumonía. La ciencia social, por su parte, no es demasiado diestra en la diferenciación entre causas profundas y condiciones desencadenantes; como muestra, valgan los cincuenta años de controversia en torno a la caída de la República de Weimar. En efecto, ‘¿por qué se hundió el comunismo?’ y ‘¿por qué se desplomó en el otoño de 1989?’ /. La respuesta es muy interesante, porque señala que se trató de aplicar el mismo modelo de la transición a la democracia que operó en España o Argentina, pero no hubo distinción entre totalitarismo y autoritarismo, por lo cual se tenía un diagnóstico sobre la neumonía, pero no sobre el cáncer, que es una enfermedad mucho más profunda. Pero donde sí se pudo observar fue en el terreno de las artes, el cine de Andrezej Wajda (El hombre de mármol) y las novelas de Milán Kundera (La broma), expresaron muy bien el cáncer de los países socialistas. O lo que hizo Umberto Eco, que para ver cómo era la teología medieval y las visiones del mundo en los monasterios, todo un mundo de significados, hizo la famosa novela El nombre de la Rosa. Tal vez no se trata de saber con exactitud cuándo, la fecha, en la que ocurrirá un factor desencadenante, pero si conocer la profundidad de una problemática.

4.- La hibridación.
 
Hay en el origen de la ciencia política como disciplina una historia interesante la cual puede ayudar a explicar esta hipótesis de la hibridación, que es un proceso de fragmentación, rompimiento de los núcleos duros de una disciplina por diversos factores como la especialización y la dispersión, que no es otra cosa que un seguimiento de la complejidad social y política de la misma sociedad. En el proceso mismo de desarrollo de las ciencias sociales aparece un fenómeno de intersección, de encuentro entre las mismas disciplinas, el cual es el origen de la fragmentación y al mismo tiempo produce una situación en la cual se dan espacios híbridos. Las disciplinas se salen de su centros y se mudan a las periferias, transgreden las fronteras clásicas y generan nuevas expresiones.

Por ejemplo la ciencia política es «el resultado de la fragmentación de otras disciplinas como la historia y la sociología. En sus inicios, en calidad de dominio académico, versaba sobre la política al interior de la historia o del derecho» /.

En la misma teoría política hay inclinaciones hacia la economía y el reencuentro con la filosofía. Según se avanza en las clasificaciones, se puede ver que al inicio de los años setenta ya había subdivisiones de la disciplina y del mismo concepto, por ejemplo la American Political Science divide en secciones los campos del mismo concepto: histórica, normativa y empírica; asimismo, incorpora otras subespecialidades como la metodología, la epistemología y la filosofía de la ciencia / . Hoy en día casi cualquier congreso de ciencia política tiene más subdivisiones que las que tenían en su conjunto todas las ciencias sociales en las primeras décadas del siglo XX. Otra forma de ver el desarrollo es mediante un acercamiento al lugar y el espacio de las ciencias sociales en las universidades; así en Harvard a principio de este siglo, la ciencia política era un reducto, una subdisciplina del departamento de historia; lo que se hacía era estudiar derecho constitucional. Unos años después la ciencia política se mimetizó con el concepto de gobierno y agrupaba estudios sobre derecho internacional, diplomacia y teoría política /.

Se puede ver la evolución de la ciencia política por los dominios que tiene en su haber, pero no se puede desconocer que no son los temas y tópicos los que unen a la disciplina. Dentro del campo de la ciencia política se mueven las relaciones internacionales, las políticas públicas, la misma teoría política, que ha tenido un nuevo auge en años recientes, la política comparada e inclusive la administración pública y cada uno de ellos, a su vez, tiene decenas de subdivisiones. La conservación rígida de las disciplinas puede ser una razón burocrática e institucional, pero de ninguna forma es una expresión de lo que en realidad sucede. Si hiciéramos una convención de los integrantes del Sistema Nacional de Investigadores, nada más en las ciencias sociales, y preguntáramos a cada uno que nos describieran lo que hacen en sus respectivos campos de estudio, es muy factible que el resultado de este experimento nos indicara que, en efecto, hay una serie de redes, de vinculaciones, de distancias y cercanías que tienen poco que ver con el esquema y la clasificación oficial de este organismo; quizá, por ejemplo, veríamos mucho más cercanía entre cierto tipo de geografía y la ciencia política, que entre un determinado tipo de sociología y los que trabajan problemas de poder.
 
Otra cuestión interesante es la que se refiere a las influencias y préstamos entre las disciplinas. La diferenciación no se da en base a los objetos de estudio, o no sólo en base a ellos, o como se pensó un tiempo, por diferenciación de métodos, con las viejas caricaturas que pintaban al antropólogo con su diario de campo en una comunidad campesina y al sociólogo con su encuesta en cualquier ciudad; o al politólogo como lector del periódico y asesor de algún funcionario. Nada más falso. En dado caso, lo que hace ciertas diferencias son las influencias de las tradiciones teóricas, las redes institucionales y los liderazgos que existen. Para no hablar de los problemas temporales que se expresan en las modas generacionales. Un estudiante de ciencias sociales en los años sesenta tenía que leer a Marcuse, diez años después lo hacía con Gramsci, después Habermas y Luhmann. Y así en cada campo, había autores y teorías que circulaban e inundaban las librerías y los programas de estudio en las universidades; o los temas dominantes, como por ejemplo, el sindicalismo y los campesinos, luego el Estado y los aparatos ideológicos, más tarde los nuevos movimientos sociales, después las dictaduras y las transiciones a la democracia, hoy los problemas de consolidación democrática, los estudios de género, el mundo étnico, las regiones y por supuesto, el gran tema de la globalidad.
 
De igual manera las influencias entre las ciencias sociales se fueron dando, así entre 1960 y fines de los años setenta, «la sociología irrigó a la ciencia política, aportando contribuciones importantes, como la teoría de los grupos, la socialización política, la diferenciación social y la teoría de los sistemas. En los años setentas y ochentas, la economía se convirtió en la principal fertilizadora de la ciencia política, en particular con la teoría de los bienes públicos y la acción colectiva, de los juegos, de la elección social y del comercio internacional. La psicología ha exportado constantemente sus hallazgos a la ciencia política (…) Una de las principales razones de toda hibridación es que la ciencia política tiene la ventaja de ser una disciplina pragmática, lo cual abre las puertas a muchos practicantes eclécticos que persiguen la solución de problemas concretos» /.
En el ir y venir de importaciones y exportaciones, las ciencias sociales están hoy en un replanteamiento de lo que han sido sus paradigmas clásicos, sus autores que alcanzaron este nivel y los problemas que tratan. «La economía ha exportado la teoría de los juegos a la ciencia política, los modelos estructurales a la sociología, y la teoría de la utilidad y la decisión a la psicología. Por su parte, la ciencia política ha difundido la teoría de la organización en la economía, la teoría del equilibrio de los poderes en la sociología y el concepto mismo de poder en la psicología. En el caso de la sociología, cabe señalar que esta disciplina ha exportado la noción de burocracia a la economía, la teoría de los sistemas sociales a la ciencia política y el concepto de anomia a la psicología» /.
 
5.- Ejemplos de ciencia política: temas y autores.

Una vez establecida la fragmentación y la hibridación en las ciencias sociales, como un paso que siguió al proceso de certezas que tuvo la revolución conductual, su crisis y su amplísima crítica, podemos establecer algunos casos que ilustran el desarrollo que ha tenido la ciencia política en estos años. De ninguna manera se trata de un listado completo o exhaustivo, sino de simples casos, ejemplos, que han tenido influencia sobre ciertas áreas del conocimiento político y han influenciado el campo de estudio y de investigación. Este conjunto de autores tampoco es representativo de una corriente o de un paradigma, porque su contribución se ha enfocado a tratar problemas de la ciencia política y no a elaborar una teoría omnicomprensiva. Otra cuestión que se muestra con estos casos son las nuevas alianzas y planteamientos que se han elaborado entre autores que tienen diferentes tradiciones formativas. El único criterio de unificación es que todos han hecho investigación empírica, sin estar tampoco peleados con la teoría.
Juan Linz, ha elaborado entre sus muchas contribuciones dos cuestiones muy importantes, la del análisis de cómo se rompen o quiebran los sistemas democráticos y la investigación sobre el tipo de régimen entre el presidencialismo y el parlamentarismo. En el primer caso Linz se propuso establecer un modelo para determinar las condiciones para que un sistema democrático se derrumbe; no se trató de un modelo descriptivo, sino de uno probabilístico. En el segundo estudio hay una argumentación de Linz para probar que un régimen parlamentario es más propicio para la estabilidad democrática que uno de tipo presidencial. Sus argumentos se inscriben en una amplia polémica sobre tipos de régimen, en la cual existen estudios sobre los gobiernos divididos, sobre las relaciones entre sistema de partido y tipo de régimen. De alguna forma, Linz se introduce en ciertos debates de la ciencia política que hoy generan referencias importantes para la situación de nuestro país / .

Arend Lijphart, un politólogo importante en la actualidad, sobre todo en el campo de la ciencia política comparada. Al igual que Linz y otros, Lijphart ha estudiado los sistemas políticos desde una perspectiva empírica y algunas de sus contribuciones más significantes están en la caracterización de las democracias plurales consolidadas, los sistema electorales y los modelos para analizar el funcionamiento de sistemas políticos con democracia de mayoría o democracia de consenso. En sus palabras señala que: «Ya que los modelos de democracia mayoritaria y de consenso son racionales y están dotados de una lógica interna, cabe esperar que sean también empíricos» /.
 
Philippe Schmitter, es otro autor que ha tenido fuerte influencia por sus estudios sobre el tema del corporativismo. Este concepto se reformula y de alguna se transforma para tener a disposición un modelo de análisis para examinar de forma más específica la lucha de los intereses gremiales. El concepto se había quedado rezagado como una explicación de ciertos regímenes como el nacional-socialista o el fascismo italiano. Con planteamientos como el de este autor se dan intersecciones de estudios que trabajan el problema de los intereses en diversas estructuras estatales. El modelo de corporativismo puede tener una aplicación empírica, al igual que los que construyeron Lijphart y Linz /.
 
Giovanni Sartori es un autor que ha contribuido de forma diversa e influyente en la ciencia política actual. Sartori, a diferencia de los anteriores, si es de los que tienen una preocupación por establecer o recuperar un gran paradigma para la disciplina, una tarea que ha plasmado en su tratado para definir la teoría de la democracia, en la cual hay un objetivo muy orientado a la limpieza y la precisión conceptual. Pero, también tiene la parte de la investigación empírica, en la cual ha hecho contribuciones significativas en el estudio del sistema de partidos y de elecciones / .

Adam Przeworski, un politólogo que ha innovado en la ciencia política por la incorporación de modelos analíticos y estadísticos, muy propios de la economía, en problemas eminentemente políticos. Con diversas influencias como la escuela del rational choice, este autor ha desarrollado nuevas metodologías como la del individualismo metodológico, combinatoria entre estructuras sociales e individuos; se ha metido a una revisión interesante de los viejos problemas del marxismo, pero desde una perspectiva novedosa, es el caso de los temas clásicos vistos desde nuevas preguntas y con otros métodos de análisis. Con estos enfoques se ha metido a trabajar la estructura de clases o los compromisos y estrategias del estado capitalista con el sistema democrático; y los procesos de transición a la democracia en la perspectiva comparada de Europa del este y América Latina / .
 
Algunos autores han logrado alianzas para hacer importantes obras colectivas. A continuación presentaremos algunas problemáticas que han abarcado la atención de la ciencia política en los últimos años, como la transición a la democracia y los nuevos movimientos sociales, los cuales significan también una mutación muy importante en la hegemonía de temas y autores. De la década de los sesentas a la de los ochentas, el cambio temático cultural fue de la revolución a la democracia.
— La transición a la democracia. El ritmo y los tiempos fueron marcados por el acontecer del tipo de gobierno. Fue, quizá, América Latina la mejor expresión de este laboratorio. Primero se rompieron las democracias y en cascada llegaron las dictaduras militares. El modelo fue analizado por diversos politólogos, Guillermo O’Donnell lo bautizó como régimen burocrático-autoritario. Después empezó la ola de las transiciones tanto en Europa con los casos de Portugal, España y Grecia, y en América del sur con Argentina, Brasil y Chile. Junto con esta ola democratizadora, se dio una intensificacación exponencial de conceptualizaciones sobre el problema mismo de la democracia y sus objetos cercanos. Análisis sobre sistemas de partidos, formatos electorales, fases de transición política, ocuparon la atención de la ciencia política y de la teoría política. Después de una primera vuelta en la que un grupo significativo de países transitaron a la democracia en todos los continentes, empezaron a surgir los problemas de la consolidación, lo cual abrió un nuevo espacio, hoy vigente, de trabajos de investigación sobre la complejidad de lo que sucede después de ganar un proceso electoral. En este espacio el problema de la gobernabilidad, por una parte y por la otra los cambios institucionales de estos nuevos regímenes, son dos dimensiones de primera importancia que acompañan los retos de una democracia.
 
— Los movimientos sociales viejos y nuevos. Después de cierto agotamiento en los estudios sobre movimiento obrero y movimiento campesino, que durante décadas mantuvieron la atención de politólogos, sociólogos y antropólogos, empezaron a surgir otras formas de organización que ya no embonaban en las tradiciones y ortodoxias de las clases sociales y sus expresiones de lucha. Así llegaron a refrescar el campo de estudio la política, el género y de forma central el feminismo, la ecología y los movimientos de los verdes, los gays y su lucha de derechos humanos, la vida cotidiana, los indígenas y la dimensión étnica, y los nuevos enfoques sobre la identidad en este mundo diferenciado y fragmentado. En este panorama se pueden ubicar las grandes paradojas con las que está cerrando este siglo XX, tan largo y tan sangriento: en la mayor expresión de la globalidad, las luchas más fuertes que se libran frente a esa hegemonía de mercado que parece uniformizar productos, consumos y necesidades, es la reivindicación de las autonomías, los regionalismos, lo propio en pequeños espacios. El deshielo de la polarización que provocó la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, son nuevas realidades sobre las que la ciencia política tiene sus principales retos.

— Quizá uno de los temas más importantes para la ciencia política en este fin de siglo sea el análisis de los dilemas y paradojas que acompañan y amenazan al sistema democrático, lo cual significa un agrupamiento de tema y problemáticas que apuntan hacia múltiples realidades. Retomo la revisión que hicieron Offe y Schmitter sobre el tema, que no otra cosa sino actualizar lo que Bobbio ya nos había señalado hace algunos años /. En una matriz de varios componentes, tenemos por una parte dilemas externos e internos, y por la otra, está otra dimensión, que es la procedencia, en este caso, fenómenos de arriba o de abajo.

Dilemas externos de arriba hacia abajo son:

• Los poderes de hecho, los que no están sometidos a la legalidad, desde los capitales que se mueven a la sombra, hasta el mundo de la criminalidad;

• Los límites e incapacidades de los estados nacionales frente a la globalidad; la perdida de soberanía;
 
• El cinismo de la clase política;

• La incapacidad para resolver los problemas importantes de la ciudadanía y establecer un horizonte de futuro y bienestar.
Algunos dilemas externos de abajo hacia arriba:
Los rumbos de la cultura política y la construcción de la ciudadanía; lo cual implica que es necesario librar dos posiciones no deseables, una ubicación premoderna de la población, poblada por intolerancia, cerrazón , pocas afinidades con el horizonte democrático; o su contrario, una ubicación posmoderna, que genera subjetividades desencantadas, poco solidarias y muy desgastadas.
 
• Las terribles y agudas desigualdades económicas, que propician que millones de ciudadanos -situados en la línea de la pobreza extrema- sean víctimas de la compra y la manipulación de su voluntad.
• La inseguridad interna en la cual ha explotado un complejo mundo de delincuencia.

• Los conflictos étnicos y las intolerancias religiosas, con casos extremos como el de la ex Yugoslavia, o casos menos drásticos pero igualmente problemáticos.
 
Algunos dilemas internos:

• El inicio de un ciclo de nuevas mayorías que son mayorías inestables, que pueden generar parálisis, polarización. Las dificultades para construir una nueva institucionalidad, que permita concluir la transición y apoyar la consolidación.
 
• La creciente autonomía de poderes que no tienen contrapesos, como sería el caso del manejo de las finanzas mediante el Banco central y el caso de las fuerzas armadas.
 
• Los abusos del poder y la red de corrupción que ahoga a la ciudadanía y a los gobiernos.
 
• Las sobrecargas de la demanda que provocan ingobernabilidad.
Uno de los retos de la ciencia política frente a estos dilemas y paradojas es, además de la valoración, la medición, la producción de instrumentos que permitan delimitar el problema, ubicarlo y obtener criterios que nos indiquen con cierta claridad en qué terreno nos movemos. Así, por ejemplo, sobre los movimientos de transición democrática se pueden tener preguntas como la siguiente: ¿cuándo se puede decir que ya un sistema político ha consolidado su proceso democrático? Una primera respuesta que podemos revisar como un criterio metodológico puede ser: cuando el sistema de instituciones se convierte en el único concebible y nadie se plantea la posibilidad de actuar al margen de estas instituciones; cuando los perdedores quieren probar su nueva jugada en el marco de las mismas instituciones con las que perdieron el poder; para decirlo en términos de Przeworski: Cuando todas las fuerzas políticas significativas consideran preferible continuar supeditando sus intereses y valores a los resultados inciertos de la interacción de las instituciones; cuando la actuación en el marco institucional, constituye el punto de equilibrio de las estrategias descentralizadas de todas las fuerzas políticas involucradas / .

6.- Climas de reflexión para la política: la polémica entre modernidad y posmodernidad.
 
Hay un nudo conceptual que es necesario ubicar en este trabajo, se trata de las especificidades entre la ciencia política y la teoría política. Durante los años de la gloria empirista, toda lo que sonara a reflexión sin datos era condenado como filosofía; inclusive hubo un tiempo en el que las clasificaciones permitieron separaciones radicales que hoy en día se encuentran completamente superadas. El clima cultural en el cual se hace hoy en día ciencias sociales es el de la posmodernidad, como lo indicamos al inicio.
 
En la discusión de la posmodernidad confluyen varias tradiciones y disciplinas como el postestructuralismo francés, la teoría crítica alemana y la literatura artística americana. «La posmodernidad se convierte así en un discurso de varias lecturas -la secularización de toda norma sea estética, científica o moral, o el cambio de las categorías espacio-temporales, o el politeísmo de los lenguajes» /. Josep Picó establece tres direcciones básicas para ubicar las discusiones entre modernidad y posmodernidad. Este autor señala que «Un número creciente de problemas políticos y sociales (movidas juveniles, crisis energética, recesión económica, movimientos ecologistas, feministas, pacifistas, etc.) a ambos lados del Atlántico han llevado a discusiones interminables acerca de la ‘crisis de legitimación’ del capitalismo tardío, los límites de las actitudes centralistas sistemáticas, y las posibilidades de autodeterminación individual y colectiva en el nivel sociopolítico, en los que los presupuestos tradicionales y las finalidades de las teorías críticas (especialmente en la versión marxista) han sido desafiadas, revisadas o refutadas. La crisis política y social, a menudo definida en el contexto del debate sobre el proceso de modernización histórica y social, y el advenimiento de la sociedad postindustrial, ha de ser entendida, sin embargo, en su relación dialéctica con la crisis de la cultura, el ‘final de la modernidad’, el nacimiento de una ‘contracultura’ y las perspectivas y políticas de la ‘posmodernidad’ /.
 
Este proceso ha permitido nuevos enfoques, acercamientos, hibridaciones y otras mezclas. Las fronteras rígidas entre ciencia y filosofía se han reblandecido y una de sus mejores expresiones es que hoy se usan y se aceptan reflexiones que podrían pertenecer a una disciplina diferente, como propias o incluso hay importantes contribuciones que se importan a la disciplina política, sin que se haya tematizado los objetos clásicos de la ciencia política.
 
Según Picó hay tres grandes ejes que enmarcan la polémica actual, los cuales, consideramos, contagian y contaminan las visiones sobre la política: uno es la versión neo-conservadora de Daniel Bell, otro es la versión reformista de Haberman y la última es la posmoderna del postestrucutralismo francés de Foucault, Lyotard, etc.
De forma muy apretada se pueden enunciar las tres líneas de pensamiento:

a) «En la tesis neo-conservadorea de Bell la cultura posmodernista es del todo incompatible con los principios morales de una conducta de vida racional y propositiva. Bell atribuye el peso de la responsabilidad a la disolución de la ética protestante, y por tanto al paso del individualismo competitivo al individualismo hedonista.
La sociedad moderna era conquistadora, creía en el futuro de la ciencia y la técnica; en la sociedad postmoderna se disuelven la confianza y la fe en el futuro, ya nadie cree en el porvenir de la revolución y el progreso, la gente desea vivir el aquí y ahora, buscando la calidad de la vida, y la cultura personalizada (…) El individuo sólo tiene ojos para sí mismo o para su grupo. El capitalismo autoritario cede el paso al capitalismo hedonista y permisivo que acaba con la edad de oro del capitalismo competitivo (…) ¿De qué forma la sociedad puede promover normas que restablezcan la ética de la disciplina y el trabajo? La respuesta a este interrogante apunta en Bell hacia el restablecimiento de la religiosidad» /.
 
b) La otra vertiente, propiamente posmoderna viene de Lyotard. Según este autor hay una nueva forma de legitimidad social y de legitimidad de la ciencia. «En la sociedad postindustrial, y cultura posmoderna, la cuestión de la legitimación se plantea en otros términos. El sistema se autolegitima en base a la optimización de sus actuaciones, es decir, que legitima la eficacia y el poder. Así el incremento de poder y su autolegitimación pasan por la producción, la memorización, la accesibilidad y la operatividad de las informaciones (…) El gran relato ha perdido su credibilidad, sea relato especulativo o sea relato de emancipación. El proyecto del sistema-sujeto es un fracaso y se abre la tarea de la desconstrucción. Weller dirá que la posmodernidad es un movimiento de des-construcción y desenmascaramiento de la razón ilustrada como respuesta al proyecto modernista y su consiguiente fracaso y que esa desconstrucción expresa: a) un rechazo ontológico de la filosofía occidental, b) una obsesión epistemológica con los fragmentos y fracturas, y c) un compromiso ideológico con las minorías en política, sexo y lenguaje (…) El post-estructuralismo supone, por tanto, un rechazo total de la modernidad, y la distinción crucial que Lyotard ofrece es la que hay entre los metarrelatos de liberación (la tradición francesa de la modernidad ilustrada) y de la totalidad (la tradición hegeliano/marxista alemana), por una parte, y el discurso postmoderno de los juegos de lenguaje, por la otra» / .

En esta visión hay un cambio radical de paradigama el cual impacta diversas áreas de conocimiento. Un ejemplo importante de esta tradición es Michel Foucault, quién a través de zonas de estudio no políticas, llega a fundamentar una de las teorías del poder más potentes y con mayor capacidad explicativa; pero no lo hizo a través del análisis en las estructuras del Estado y la dominación, sino en objetos de otra dimensión, en la sexualidad, el modelo de las prisiones y los tratamientos para la locura. Pasó del famoso paradigma de la teoría política leninista que se puede expresar en la ‘toma del palacio de invierno’ a una red múltiple de relaciones y estrategias micro. Fue como el descubrimiento de los antibióticos. En una serie de contra tesis sobre la dominación política como la concibió Max Weber o de la dominación económica del marxismo, Foucault se ubica en otra dimensión: se trata de verlo en sus formas más capilares, donde se inviste en instituciones, en las reticulas donde circula, en las cadenas y redes, es una «microfísica». Y el planteamiento más radical es el siguiente: «en lugar de dirigir la investigación sobre el poder al edificio jurídico de la soberanía, a los aparatos de Estado y a las ideologías que conllevan, se la debe orientar hacia la dominación, hacia los operadores materiales, las formas de sometimiento, las concxiones y utilizaciones de los sistemas locales de dicho sometimiento, hacia los dispositivos de estrategia» / .
 
c) La tercera ruta de esta discusión está emblemáticamente representada en la figura de Habermas, el representante más destacado de la segunda generación de la escuela crítica. «Para él el proyecto de la modernidad no es una causa perdida, sino más bien una trayectoria recuperable siempre y cuando se enderece el proceso racionalizador desde posturas teóricas de reconstrucción, y se eliminen los aspectos patológicos» /. La última de las contribuciones de Habermas es La teoría de la acción comunicativa, en la cual hace una síntesis de pensamiento social (Durkheim, Marx, Weber, Horkheimer, Adorno, Parsons) hace una integración de teorías y hermenéuticas ‘rivales’ e incorpora la vida cotidiana y los sistema sociales. » Lo que ha sucedido en la sociedad moderna y continúa sucediendo es un proceso selectivo de racionalización de una razón determinada que nos invade y deforma la vida cotidiana. Según Habermas el carácter selectivo de este proceso puede ser explicado por las restricciones particulares que ha sufrido la racionalización comunicativa y por las condiciones limitantes y la dinámica de un proceso capitalista de producción (…) su tesis acerca de la selectividad supone que existen diversas alternativas, es decir, que la racionalización del mundo puede tomar una variedad distinta de formas históricas. No existe una lógica inevitable de la modernidad (…) Habermas trata de salvar así la potencia emancipadora de la razón ilustrada que para él es la condición sine qua non de la democracia política» /.
 
Para los posmodernos, Habermas hace sólo una metanarrativa, un poco más abstracta que la de Marx o de Freud; para el postestructuralismo francés ya no se puede mantener a un sujeto, en este caso, la humanidad, que busca su emancipación. Para Habermas estos ‘jóvenes conservadores’, como los llama, se mueven con una subjetividad descentrada, en la esfera arcaica de sus propias emociones y de su imaginación. Así tenemos tres planteamientos: los que no se quieren contaminar con el modernismo y la secularización de la sociedad (Bell), los que rechazan los grandes relatos emancipatorios y en cambio se dedican a complicados juegos de lenguaje para desconstruir la lógica de la modernidad (Lyotard, Foucault) y los reconstructores de la modernidad, porque es un «proyecto inacabado» que hace falta reformar para lograr las condiciones de una racionalidad que conduzca a una modernidad emancipadora (Habermas) /.
 
7.- Una rara síntesis de construcción teórica e investigación empírica.
Un caso digno de presentación de este recorrido es sin duda la obra de Pierre Bourdieu, porque es una rara expresión de las mejores tradiciones de las ciencias sociales en Europa, caracterizadas por su alto nivel especulativo y hermenéutico, con lo mejor de la tradición de investigación que han aportado las ciencias sociales en las tradiciones empíricas, muy propias del mundo anglosajón.
 
La otra razón es que Bourdieu trabaja en áreas que no son directamente las de la ciencia política, se le ubica en dos disciplinas, la sociología y la antropología, sin embargo ha construido otra potente teoría sobre el poder. Se ha dicho que este autor investiga temas culturales como el público de los museos, cómo y qué fotografían los grupos sociales, cómo funciona la academia en Francia, con lo cual ha elaborado una ‘sociología de la cultura’. El interés que tienen los planteamientos de Bourdieu para la ciencia política pueden ser: la aplicación de conceptos como el de campo, que ubican a las actividades sociales como un ámbito de lucha donde se disputan la legitimidad y el capital de esa especialidad; hay una elaboración para investigar la relación entre la dimensión subjetiva y las estructuras institucionales, llamado habitus, el cual supera la concepción de los efectos observables del paradigma empirista de la ciencia política, o la concepción marxista clásica de la ideología como falsa conciencia; la otra tiene que ver con las posibilidades metodológicas para estudio de las clases sociales, que rompe con varios obstáculos e ilusiones como el de las sustancias que pasa de la construcción teórica a la identificación empírica sin mediación; el economicismo que trabaja sólo con la simple ubicación en las relaciones de producción; o con el objetivismo, que no reconoce el ámbito simbólico y cultural; finalmente, hay una serie de aportaciones importantes para las dimensiones simbólicas de la política y de las luchas de poder. La política para Bourdieu es «el lugar por excelencia de la eficacia simbólica» /.

8.- La ciencia política y la teoría política: un campo dividido.
A estas alturas se puede retomar la tesis de Gabriel Almond, que ve a la ciencia política como una disciplina dividida entre diversas escuelas y sectas. Este autor que fue uno de los pilares de la tradición empirista de los estudios políticos en Estados Unidos, hoy hace un esfuerzo interesante para clasificar y ubicar las tradiciones de estudio de la disciplina. Y tal vez podamos tener un punto de vista más completo si, por otra parte también, tomamos en cuenta lo que ha pasado dentro de la tradición de la teoría política en Gran Bretaña.
Sólo pondremos un ejemplo de cada caso, por cuestiones de espacio. Gabriel Almond construye una clasificación de las distintas tradiciones del estudio de la política y para ello hace un cuadro con dos categorías, la dimensión metodológica con dos posiciones, suave y dura y la dimensión ideológica con otras dos posiciones, izquierda y derecha. De este modo tenemos cuatro grupos: duros de izquierda y duros de derecha y suaves de izquierda y de derecha. De esta forma, según Almond, en el continum ideológico de izquierda tenemos cuatro grupos en la tradición marxistas, los marxistas propiamente dichos, los teóricos de la crítica política, los dependentistas y los teóricos del sistema mundial. Otros ejemplos son, de acuerdo a este esquema, que en la izquierda suave tenemos a la escuela de Frankfurt, y en la derecha dura al rational choice; en la derecha suave está Max Weber y en la izquierda dura los dependentistas, alguien como Cardoso; quizá hoy se tendría que revisar esta clasificación o por lo menos habría que consultar a los brasileños para saber dónde ubicaría a un duro de izquierda como su presidente /.

El problema de estas clasificaciones es que se puede tener mucha creatividad para construir categorías y ubicar autores y conceptos, pero se puede llegar al extremo de cada autor tenga su propia clasificación, lo cual suena absurdo, y es muy probable que no se gane mucho. Tal vez, sea interesante recoger las clasificaciones y ubicar las hipótesis que las sustentan. De alguna forma en este trabajo hemos tratado de recoger diversas perspectivas bajo diferentes hipótesis, más al estilo de una supercarretera de muchas entradas, niveles, señales y velocidades, que al estilo de un mapa muy exacto y acotado.

Otra clasificación interesante sobre la evolución de la teoría política en las últimas décadas es la que hace David Miller desde la perspectiva de Gran Bretaña. De forma muy sintética el autor ubica tres tipos de trabajo: 1) estudios críticos sobre autores clásicos, para analizar problemas actuales; 2) análisis conceptuales orientadas a las principales categorías del pensamiento político como libertad, justicia, democracia, autoridad, etcétera; 3) trabajos sobre teoría institucional. Si este era el panorama hace una década, hoy en día, nos indica Miller, ha habido transformaciones en los tres tipos de trabajo: «El estudio de los textos clásicos ha sido reemplazado por el análisis histórico del pensamiento político; el análisis conceptual por la filosofía política normativa; y la teoría institucional, en gran medida, por el análisis teórico de las políticas públicas (…) Cada una de estas transformaciones es defendible en sus propios términos, pero el costo (…) es la fragmentación de la disciplina en compartimientos estancos, entre los cuales la comunicación ha sido muy restringida» /.

En cada una de las direcciones se establecen tesis interesantes: en la primera se afirma que un texto clásico o histórico tiene que ser visto y analizado desde el contexto mismo del medio intelectual en el que fue producido; en la segunda perspectiva se hace un breve análisis de las dos tradiciones, -la individualista y el comunitarismo- y sus principales argumentos en base a algunas de las principales obras de cada tradición, autores como John Rawls y su famosa obra A Theory of Justicie; o la discusión entre los defensores de la elección racional y sus críticos; y finalmente, el amplio campo de la política aplicada, que se ha desarrollado en el mundo de las políticas públicas y en la compleja dimensión del institucionalismo; ámbitos como política social, bienestar, derechos individuales y colectivos, tipos de elección, problemas de constitucionalismo, etcétera / .
 
9.- América Latina: los dilemas de una política sin certidumbre.
No comparto la tesis de la geografía para explicar la regionalización conceptual, y menos hoy que la globalidad puede ser entendida como una dimensión política, cultural, tecnológica y no meramente económica; con lo cual quiero decir que el valor de los conceptos no tiene necesariamente a su lado una raigambre territorial. Por otra parte, sería demasiado largo hablar de la evolución de la ciencia política en América Latina, lo cual nos llevaría a otro trabajo, quizá con muchas referencias similares a éste y algunas especificidades. Por lo tanto, una opción que encontré para analizar algunos de los retos de la ciencia política en América Latina fue plantear una dimensión política muy importante, pero quizá no sólo política, en la cual América Latina tiene que encontrar soluciones en este fin de siglo: los problemas de un desarrollo social, con democracia y justicia.
 
Las especificidades de la región se tienen que localizar en las diferencias históricas, en las tradiciones y las inercias, pero no tanto en los conceptos, que igual los usamos aquí que en Europa o Estados Unidos. Hoy en América Latina se mueven las diferentes tradiciones, escuelas y sectas de la ciencia y la teoría políticas; lo cual no significa que los contextos específicos no tengan importancia, pero se pueden entender como aproximaciones a niveles de investigación empírica. Por ejemplo, Habermas puede estar pensando en la Alemania que dejó la posguerra y en la Alemania de la unificación, pero sus planteamientos pueden servir para mirar otros países.
 
Hay una amplia y nutrida agenda de problemas que rondan América Latina y que a su vez marcan los desarrollos, aplicaciones y lecturas de la ciencia política: transiciones a la democracia; creación y consolidación institucional de la democracia; compatibilidades y distancias entre la democracia liberal, formal, y las desigualdades económicas; etnicidad y autonomías; identidades y pluralismo; luchas sociales y derechos humanos; pobreza, política social y modelo de desarrollo; una nueva forma de reconstrucción del Estado de bienestar; otras formas novedosas de integración social y política en países que han sido devastados por regímenes populistas, dictaduras militares, ajustes neoliberales salvajes / .

 
Abusando de la simplificación se puede decir que hay dos grandes tendencias que cruzan a la ciencia y a la teoría política, esta división está en el grado de aceptación y en los márgenes de maniobra disponibles a favor o en contra del modelo de economía de mercado y democracia liberal. Se trata de discutir dos paradigmas encontrados:
1. el primero tiene tres componentes, «que la economía es una esfera básicamente autónoma y separada del resto de la sociedad, lo cual responde a su propia dinámica interna (…) dos, que los agentes económicos (individuos, hogares y firmas) realizan acciones exclusivamente racionales, dirigidas a la maximización de sus utilidades; y tres, que el problema de la equidad en la distribución del ingreso no es central para el análisis, sea porque se suponen ya dados los mecanismos institucionales para solucionarlo y son externos al modelo sea porque se cree que este problema se resolverá por arrastre al encontrar su punto de equilibrio la producción y la distribución de bienes» /. Esta visión despolitiza a la economía, saca al Estado del ámbito de intervención y responsabilidad social en la distribución del ingreso y plantea el individualismo de las teorías del rational choice.

2. En el lado contrario hay una búsqueda obsesiva por las alternativas, que se inicia por el mismo hecho de derribar la idea que no hay más alternativa que el neoliberalismo. Se abre un amplio abanico en la búsqueda que trata de recuperar el papel de la intervención del Estado, pero sin caer en el viejo modelo centralista o populista, lo cual se ubica más en un Estado que pueda regular la acumulación de capital y pueda contribuir a la distribución del ingreso; además, se busca reivindicar las formas comunitarias y los ejes de la solidaridad para ubicar a los grupos sociales con algo más que decisiones individuales y racionalidades privadas, con la introducción de problemáticas políticas como la ética y la tolerancia; y por último, se establece como central la vinculación, al estilo de las socialdemocracias europeas, en las cuales se puedan abrir las puertas de comunicación entre la democracia política y representativa y los problemas de la equidad en el desarrollo social.

En América latina los problemas también son: la crisis de gobernabilidad de las democracias, el envejecimiento del Estado de bienestar y la crisis de los estados nacionales frente a la globalidad y el mercado / .

Quizá hoy en más necesario que antes volver a ubicar a la política en el centro de la mesa, no por el afán de menosprecio de otras disciplinas, sino por la necesidad de ubicación de instrumentos que nos permitan lograr acuerdos y pactos para aceptar las diferencias, pero también para resarcir la desintegración de sociedades cada vez más polarizadas, a pesar de que una franja minoritaria este integrada en los mercados internacionales.
 
10.- Corolario.
 
Al final, no se trata de sacar conclusiones, sino de reconocer que en este seguimiento he tratado de ubicar algunos desarrollo, autores, discusiones, sobre el campo de la ciencia y la teoría política; un recorrido que nos llevó de las certezas a los fragmentos, de las hegemonías a la pulverización y finalmente, a aceptar que estamos frente a una disciplina compleja y muy diversificada, pero también frente a un oficio fascinante, conocer e investigar, como arte, ciencia y teoría, las pasiones nuestras y de los otros…

 

Una respuesta

  1. […] La ciencia politica: empirismo,   fortaleza vacia, hibridación y fragmentos. […]

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