El renacimiento del marxismo

Por: Osvaldo Fernández
Fuente: icalquinta.cl

Creo que la necesidad del renacimiento de marxismo está dictada por la praxis del mundo en que estamos viviendo. No se trata como decía Marx di imponer un ideal a la realidad, sino que la misma realidad está clamando por discursos emancipatorios y en este sentido tengo la convicción de que el marxismo es precisamente el más oportuno y el más eficaz ante esta demanda de la propia práctica social, del grado de desarrollo y del acrecentamiento de la contradicción trabajo-capital en estos momentos.

Quisiera trasmitirles algo de la reflexión que en Cuba hemos hecho, particularmente yo, porque sobre esto tenemos diversidad de abordajes tratándose de cuestiones teóricas y bien complejas, acerca de cuáles pueden haber sido los presupuestos epistemológicos equívocos en el discurso marxista soviétic0o que. particularmente en Cuba y en algunas áreas en nuestro continente, tuvo un impacto bastante fuerte en algún momento.

Si no se hace este balance crítico es bien difícil, pienso yo, ese renacimiento, esa reconstrucción de la teoría marxista como instrumento teórico de la praxis revolucionaria del nuevo sujeto emergente que ha de construirse. Por tanto, se trata de precisar cuáles son esos supuestos epistemológicos erróneos, y a su vez, su condicionamiento en la praxis sociopolítica que definió aquel socialismo fracasado. O sea, desde el punto de vista epistemológico, qué es lo que se considera como erróneo en la asunción de la dialéctica, específicamente del método dialéctico, de la comprensión del método del capital de Marx y, a su vez., lo que influyó desde el punto de vista del desarrollo de la praxis social, sociopolítica en general, en el socialismo, qué se desvaneció, qué se diluyó, qué se desmerengó, como decía Fidel en una oportunidad.

Creo que se puede plantear que tal supuesto, y entiéndase por supuesto cierta noción tradicional de este término, que es una premisa no declarada o un discurso que está latente pero del cual no se tiene suficiente conciencia, y que sin embargo traza la orientación epistemológica del discurso teórico, y que si no se localiza, si no se focaliza, entonces no puede haber una reconstrucción y una crítica en función de construir un discurso que sea la poesía de nuestro propio tiempo, como decía Marx. Es traer a nuestro tiempo su propia poesía, a su vez asumiendo el legado teórico del método dialéctico de Marx, que según sus palabras, más allá del verso de lo que dejaba escrito, es lo que sí perduraría… Podemos plantear que ese supuesto consistió en la visión positivista y practicista de la dialéctica materialista. Desde esa perspectiva es que yo quiero abordar la cuestión de ese balance del cual hablé y desde donde orientar la reconstrucción del plano teórico del discurso marxista. Es entenderlo así como la separación del sujeto y el objeto en la comprensión del método dialéctico de Marx. Sujeto y objeto, la teoría gnoseológica entendida como entidades en una relación de exterioridad, una con respecto a la otra. O sea, entender que a los efectos del método dialéctico se cumple lo mismo que lo que tiene lugar con el resto de los métodos de las demás ciencias. Asi es que en el discurso marxista se entiende el método dialéctico como un método científico más, lo único que universal en el sentido de súper general, ya que podría ser aplicable a cualquier esfera de la realidad. Veremos que consecuencias tuvo ese enfoque positivista del asunto del método dialéctico, esa separación, esa exteriorización del sujeto y el objeto.

Es decir, la comprensión del método como un instrumento suprageneral para imponerlo desde la exterioridad a cualquier objeto de la actividad cognitiva y práctica y no como una lógica de la autoconciencia crítica y la autotransformación práctico revolucionaria del sujeto. Es decir, ahi lo que ocurrió fue una reproducción de la racionalidad instrumental.

Diciendo esto de otra manera, la concesión de un instrumento para imponer la realidad, instrumento que se erige como un fm en si mismo y por tanto se concibe separado o por encima de la realidad. Se trata de un esquema, todo lo contrario a lo que Marx concibió, para imponer a las realidades como abracadabra, como ábrete sésamo, como varita mágica, para entonces hacer hablar a la realidad y encontrar nosotros las soluciones cognitivas y prácticas a todos los problemas habidos y por haber. Entonces, bajo este supuesto ¿qué ocurre? No se comprende ni se logra la universalidad del método dialéctico materialista, ni en la actividad cognitiva, ni en la práctica revolucionaria, no se alcanza a comprender ni a realizar su razón emancipadora como autoemancipadora, es decir, lo que sería su verdadera universalidad concreta y no universalidad abstracta. Quiere esto decir, no comprender que a los efectos del método de Marx, el sujeto es el propio objeto. Quien lleva a cabo tal cognición es el real sujeto revolucionario que necesita autocomprenderse teóricamente como conciencia de sí para autotransformarse, trayendo un poco a colación la idea de totalidad, es decir la idea del proletariado como clase que al transformarse a sí misma transforma a la totalidad del sistema capitalista.

¿Cuáles son las consecuencias de este positivismo, de esta separación de sujeto y objeto en la comprensión del método dialéctico? Lo subjetivo, la conciencia, lo ideal, queda en una relación abstracta con respecto a la práctica material transformadora; la teoría separada de la práctica real del sujeto, el materialismo dialéctico separado del materialismo histórico, como cuerpos teóricos externos, dado que el llamado (o sea como se conoció y se conoce en nuestro continente) materialismo dialéctico quedaría para la naturaleza, y el histórico, bueno, para la historia. Entonces, la incomprensión del problema de la relación conciencia social – ser social es también consecuencia del positivismo, porque no se asumió esta cuestión del problema fundamental de la filosofía en su expresión marxista de una manera verdaderamente dialéctica, al no entenderse que la solución marxista del problema de la enajenación, de la contraposición del ser social con respecto a la conciencia social, de la expresión de la conciencia como falsa conciencia con respecto al ser, debía ser una solución práctico histórica, un hecho histórico concreto y no una cuestión de la teoría, como bien dejó planteado Marx en las tesis sobre Feuerbach. No es una cuestión teórica abstracta, simplemente es un hecho histórico, es una manera más de la emancipación humana, una más de sus expresiones la solución de esa contraposición del ser social y la conciencia social, dado que el ser genérico desgarrado se reencuentra a sí mismo como ser genérico en su conciencia, y por tanto, la alienación de la conciencia y la no correspondencia con el ser social.

Pero una vez que el sujeto revolucionario logre liberarse, emanciparse, universalizarse, entonces, al solucionar la contradicción trabajo capital, explotación del hombre por el hombre, pues, descendería la sagrada familia y todo el universo de la ideología y las construcciones ideológicas a la tierra por si misma, puesto que quedaría solucionada la enajenación o el movimiento de esa solución real de la práctica, entre el trabajo y el capital. Es decir, entre el trabajo consigo mismo o el capital consigo mismo. Entonces la incomprensión del problema de la relación del ser y la conciencia al no asumirse de manera verdaderamente dialéctica y no entenderse su solución como un hecho histórico concreto, su solución es resultante de la enajenación teórico práctica del sujeto revolucionario que debe conquistar la condición de sujeto. Esto es otra cosa. Es decir, el sujeto revolucionario de actor debe convertirse en sujeto, y para lograrlo – y esto a los efectos del discurso de hoy sobre el sujeto emergente – debe tener conciencia de sí, desde el plano teórico filosófico hasta el plano ideopolitíco y en general de las ideas.

Las consecuencias en el orden teórico de este positivismo que planteamos al principio. La incomprensión de las categorías modo de producción y formación social, dada la perspectiva economicista del análisis de estas categorías y el desplazamiento del factor de la subjetividad, la no interpretación real de la dialéctica interna de estas categorías, quedando separado lo subjetivo de lo objetivo, dado que no se entiende la verdadera solución del problema fundamental de la relación entre el ser y la conciencia como un hecho histórico de la emancipación práctico-histórica real revolucionaria.

Entonces, otra consecuencia para la teoría que tuvo este supuesto que planteábamos al principio, la separación entre la formación de cuerpos aislados teóricos, filosofía marxista, economía política, que la tenemos todavía nosotros en nuestros planes de estudio y que estamos trabajando en función de salvar esto. Economía política, teoría socio política revolucionaria, cuerpos aislados, cuando realmente si analizamos El Capital, es una teoría crítica del modo de producción burguesa de manera integral, ahí está todo, ahí está la realización, después de los anales franco alemanes, de la filosofía realizada en la práctica como emancipación, está la crítica de la economía política y a través de ella la crítica de la lógica de Hegel como crítica de los ideologemas de la falsa conciencia, de las categorías que pretenden presentar el modo de producción burgués como eterno, transhistórico, no transitorio, no histórico concreto. Resultante de este positivismo y del practícismo que implicó, el marxismo perdió su capacidad teórico crítica y práctico revolucionaria. El partido perdió su capacidad de autocrítica, señalada entre otros por Antonio Gramsci, como una de las consecuencias más nefastas. Todo esto unido y condicionado por la no realización de la verdadera democracia socialista. Es decir, la democracia socialista debería suponer la transformación socialista de la realidad en el proceso de la revolución socialista una vez conquistado el poder, la universalización del hombre, del trabajador, de las clases trabajadoras, reencontrarse a sí mismo, ir borrando la enajenación de sí con respecto al trabajo y su vida práctica, con respecto a su reproducción espiritual, y eso suponía a su vez, que el trabajador se considerase a sí mismo el sujeto. No sólo se considerase, se sintiese, sino que fuese el sujeto real, que viviese realmente en el poder. No es concebible que millones y millones de gente que tuviesen el poder renunciasen al poder porque a un tal Gorbachov, o a alguien se le ocurriera eso.

Es inconcebible, no se renuncia a un poder real por 1as ideas de una persona. No era, por tanto, una democracia verdaderamente socialista. No era un poder de abajo a arriba, no era un verdadero control. La burocracia separada, los líderes separados de las masas, por tanto no eran líderes realmente. El partido separado de las masas, la separación del partido y las clases trabajadoras, les estoy hablando de las condicionantes socio-prácticas que se revertían en esas incomprensiones o formas erradas de comprender la teoría marxista desde la perspectiva teórica.

La burocratización de la actividad sindical, partidista y gubernamental, la pérdida de gobernabilidad en el plano ideológico – cultural general y político -ideológico en particular, que mediatiza la relación entre la teoría y la practica.

¿Qué ocurría? Hablo de las producciones artísticas, literarias, de la cultura, de la producción cultural de la creación en sentido general. No se proyectaba la visión universalizadora de la relación individuo, grupo, sociedad, ni en las imágenes, representaciones, símbolos. La masa, el pueblo, se proyectaba como una entidad abstracta, y el individuo desplazado prácticamente, lo cual se explica por razones históricas, pero el movimiento de construcción del comunismo no es un movimiento que separe, que insista en la separación de lo social, de lo colectivo, de la individualidad, de la particularidad, sino todo lo contrario. Universalización quiere decir solución de la contradicción entre lo general – entiéndase sociedad, entiéndase colectividad – y la particularidad – grupos sociales, diversidad, individuos – solución de la contradicción que hace que se separen, que no se universalicen, que no se concrete esa unidad de la diversidad en la práctica y por tanto, en la reproducción espiritual de esa práctica.

Esto no se realizaba en la práctica socioeconómica y sociocultural. Esta unidad de la diversidad no era comprendida en la teoría por algunos de los aspectos que mencionaba, y que en general tienen que ver con la asunción o la comprensión positivista del método dialéctico materialista, como así mismo del materialismo histórico, como instrumentos externos para imponer a una realidad. Hoy es vital para el discurso marxista desterrar definitivamente estos supuestos y presupuestos teóricos en función de la realización efectiva de la actividad revolucionaria práctica, política y teórica, dado que la práctica no puede esperar por esta teoría, por esta conducción, pero nosotros, quienes nos dedicamos a la reflexión teórica sobre la práctica, tenemos que localizar a las clases trabajadoras y revolucionarias y a la diversidad que se erigiría en el sujeto de contrapartida a la globalización, de lo contrario, repito, ¿para qué el marxismo?, si el marxismo es la autoconciencia del propio sujeto transformador que se emancipa a sí mismo y en ese mismo sentido emancipa a toda la humanidad.

En función de la reconstrucción-construcción del sujeto revolucionario, por cuanto no es un sujeto que venga de la nada, se construye en cada sociedad mundial y latinoamericana, en particular, en la que estamos ubicados nosotros. No es una entidad abstracta que se enfrenta de manera abstracta al capitalismo, sino que ese sujeto global, general, funciona desde la particularidad de todos los contextos en que tiene lugar el enfrentamiento con la transnacionalixación, con el capital transnacionalizado, y con el neoliberalismo como su expresión ideológica y el signo con el cual está ocurriendo la globalización. Muchas gracias.

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