Por: Allende la Paz
Fuente: http://www.ann col.eu
Desde hace muchísimo tiempo hemos venido alertando a los colombianos por qué escogen ingresar a la guerrilla. Hoy vemos que ya se venden para ser soldados de otros países a cambio de la ciudadanía…
El estudio «Violencia, globalización y democracia», realizado por el Iepri pretende dar respuesta al interrogante de por qué ingresa la gente a la guerrilla y se sorprenden de las respuestas que dicen encontrar.
El estudio mencionado señala que «la venganza y la descomposición familiar» son razones poderosas que pueden empujar a un joven a ingresar a un grupo armado. En este punto es necesario precisar que los jóvenes que ingresan a la guerrilla, más que por deseo de venganza, lo hacen para defender sus vidas. Son miles de miles los jóvenes que son perseguidos por las Fuerzas Militares, paramilitares y organismos de seguridad del Estado colombiano, en aplicación de la pro-gringa Doctrina de Seguridad Nacional, hoy llamada Plan Colombia o Iniciativa Regional Andina.
Familias masacradas, niños y niñas huérfanos, jóvenes sin oportunidades de estudio, de trabajo, de realización personal, ven en la insurgencia la única opción de continuar con vida ejerciendo el
derecho a la legítima defensa.
No es la venganza, por cuanto las organizaciones guerrilleras son claras que su razón de ser es la toma del poder para el pueblo y la base del ingreso no puede ser una venganza. La internalizació n del dolor por la pérdida de los seres queridos se convierte en acicate para la elevación espiritual y de conciencia del guerrillero, sus sacrificios son sublimados en aras de lograr el triunfo y acabar de
esa manera con el estado de cosas que vive el país, base misma de la muerte de la familia.
El mencionado estudio se sorprende que los incentivos económicos, el deseo de enriquecerse, no sean el atrayente principal de los jóvenes guerrilleros y el asombro es mayor cuando plantea que en las FARC ni sus combatientes ni sus dirigentes reciben salarios. Los parámetros para intentar medir el comportamiento de este grupo social fracasan porque los que se utilizan son los parámetros de una sociedad capitalista, que como única finalidad tiene el incentivo económico, la
acumulación de riquezas, el egoísmo.
Hay, para poder adelantar una investigación seria, que plantear otros parámetros, de por sí incomprensibles para las mentes capitalistas. La sublimación de la satisfacción de las necesidades personales que solo es posible a través de la realización del colectivo, la elevación a nivel de la conciencia y la espiritualización de la necesidad de la lucha para lograr un cambio revolucionario, que es a la vez realización personal; la pertenencia a la organización, al colectivo –lo que los ideólogos militares llaman el «esprit du corp»-, son solo algunos de los parámetros que deben ser por lo menos visualizados.
Nadie, por poco inteligente que sea, podrá afirmar que Manuel Marulanda Vélez, el comandante en jefe de las FARC-EP, o Alfonso Cano, o Raúl Reyes, o el Mono Jojoy, o Iván Ríos, o Ricardo González, para citar solo algunos, son poseedores de fincas, casas, empresas, autos de lujo, ocuentas en la banca suiza, en ninguna parte del mundo. Tampoco puedendecir que su alimentación, y su vestuario o sus armas, son especialeso diferentes de la guerrillerada.
Nadie por más burdo que sea, ni siquiera la «inteligencia militar», se ha atrevido a pensar en «comprar» a los miembros del Secretariado Nacional de las FARC-EP. ¿Por qué? Primero porque no están a su alcance para «tentarlos» y, quizá, lo más importante, porque saben que lo que podríamos denominar el «orgullo», o el honor militar de los comandantes guerrilleros está templado » a toda prueba».
Pero lo que ellos no saben es que la conciencia revolucionaria de esos comandantes ha sido templada, forjada, a lo largo de décadas de lucha revolucionaria, y nada, nada, vale tanto como el compromiso de liberar su pueblo y el respeto y la admiración que despiertan en su guerrillerada.
Y eso, no tiene precio tasado según la mentalidad capitalista. El precio, si pudiésemos tasarlo según los principios revolucionarios, vale tanto que se entrega la vida si es preciso. Nadie en su sano juicio podrá mucho menos decir que algún Christian Pérez, o Julián Conrado, o Lucas Iguarán, o alguno de los miles de Domingos, Pedros, Leonardos, Juan Antonios, Joselos, Olgas, Patricias, Marías, Mónicas, Margaritas, Vickys, viven diferente al resto de sus compañeros guerrilleros.
Todos viven con sentimiento proletario, una vida proletaria, así este concepto dibuje una sonrisa despectiva en los ideólogos burgueses imperialistas. Y todos, hombres y mujeres, viven con alegría su vida sacrificada y dura, porque todos sin excepción «saben a lo que van», como dice una preciosa canción del cantautor vallenato guerrillero, Lucas Iguarán.
Contrasta esto con lo vivido en los grupos paramilitares. La violencia ejercida desde el estado es una forma de acumulación capitalista desde los inicios de la República, la cual toma connotaciones dramáticas a partir del 9 de abril de 1.948 con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Son miles los reportes de ganaderos que los grupos paramilitares han expoliado de 300, 400, 500 vacas paridas en una sola noche, obligados a firmar abonos de venta, por la fuerza de las armas asesinas, amén de la expropiación de las tierras de los campesinos, constituyéndose de la noche a la mañana en los nuevos ganaderos y terratenientes.
Los paramilitares reciben un salario mensual, que un soldado del ejército colombiano ante la muerte en combate producida por las FARC de unos paramilitares en Bojayá en el año 2002 estimaba dolido que «era impensable que mandaran a morir a esos jóvenes por 350 mil pesos colombianos al mes» ( algo menos de 150 dólares). Ni qué decir de las fabulosas fortunas amasadas por los jefes de los paramilitares, que se dan la gran vida y son asidua clientela de clubes de la más rancia oligarquía colombiana como El Nogal en Bogotá.
Es imprescindible, entonces, hacer la diferenciació n entre guerrillero y paramilitar. No es posible medir con los mismos parámetros a dos sujetos de investigación que los mueven motivaciones o pulsiones diferentes.
Guerrillero es transformador social, luchador popular que obligado a ejercer el derecho de la legítima defensa de la vida, se ve compelido a empuñar las armas para lograr la transformación de su sociedad (la lucha armada es la continuación de la política por otros medios, dice Clausewitz.) . Al guerrillero lo mueve su conciencia, su espiritualidad.
Paramilitar es sinónimo de mercenario, de asesino, de «perro de la guerra» según F. Forsyth, y como perro de la guerra no está sujeto a ninguna legislación internacional de protección de derechos humanos; es como el espía, un paria. Al paraco lo mueve la paga y su psicopatía de asesino. Para realizar investigaciones serias se hace necesario, entonces, ubicarse en el contexto en el cual se va a aplicar la metodología que se defina, y esa metodología no puede partir de parámetros que hacen imposible cualquier correlación con los sujetos a investigar. Los investigadores burgueses olvidan la máxima de Marx: Análisis concreto de la situación concreta.
***
Quisiéramos a modo de ejemplo, anexar esta narración encontrada en Internet de un luchador popular que tuvo que enmontarse, enguerrillerarse:
«Y comenzó la matazón. Como vieron que el Partido estaba cogiendo fuerza, que se iba convirtiendo en una alternativa, aplicaron al pié de la letra las gringas Doctrinas de Seguridad Nacional y del conflicto debaja intensidad.
Qué carajo, como la derrota de Vietnam los tenía jodidos con su pueblo, los yankees ahora obligan al ejército regular de cada país a poner el pecho, o sea los muertos, que para eso los habían entrenado durante tantos años y les habían dado tanta plata verde para que ahora sirvan de carne de cañón, maldita sea!
Como el pueblo de ellos no quería que sus hijos murieran en tierras ajenas, peleando en pleitos ajenos, entonces había que hacer una guerra diferente sin la participación directa de los boys gringos, si acaso como asesores, para que los indios nativos latinoamericanos se mataran entre ellos y bajarle la intensidad a la vaina en su casa.
Para eso desempolvaron su vieja receta de usar mercenarios, y el ejército regular creó los paramilitares. Y ejército y paramilitares empezaron a matar gente. Y la gente pendeja se fue acostumbrando a la matazón.
Empezaron asesinando a los de la UP (Unión Patriótica) y los primeros días la gente se escandalizaba, pero después no porque, ajá, yo no soy de la UP. Siguieron con los líderes sindicales, pero tranquilo que no soy sindicalista.
Siguieron con las masacres de 20, 30, 40, 50 seguidores de la U.P., pero como yo no soy de la U.P. no me preocupo. Siguieron con los desechables, las prostitutas, los gamines, los mariquitas, las bandas juveniles, pero como yo no soy nada de eso vivo mi vida tranquilo.
No joda, siguieron matando y matando, y la gente se acostumbró y le metieron en la cabeza que tranquilo, el que no la debe no la teme. Y la cogieron entonces con los muchachos sanos que jugaban fútbol de barriada en las noches, muchachos sanos, saniticos, que ni bebían, ni fumaban, y tra-tra-ta-ta- ta!, fumigados para que se acuesten temprano y no nos vean cuando venimos a matar a los otros.
Y ahora, como en el poema de Bertold Brecht, ahora estoy cagado porque a lo mejor vienen por mí, pero ya es tarde. «Y quién podrá salvarme?» El chapulin colorado!. Sí, no joda, el que te puede salvar es el chapulín colorado, el que se viste de rojo intenso, el que obligado por esos hijueputas le tocó cambiarse el vestido rojo de las manifestaciones por el uniforme verde olivo o uno camuflado, pero no los de siempre, no son los camuflados que te pegan, te maltratan, te joden, te masacran, te desalojan de tu casita o de tu tierrita.
Sino de los verde olivo o camuflado que te hablan de compañero, de una Nueva Colombia, que te dicen que hay que organizarse para luchar por lo nuestro, que es esta maldita tierra que amamos tanto, no joda, que adoramos tanto que estamos dispuestos a derramar nuestra sangre para abonarla para que en un futuro, tú, y nuestros hijos, vivan en Paz con justicia social.
Y, sabes cómo es? Mucha gente costeña decía que tranquilos que esa matazón es cosa de cachacos*. Acá en la Costa eso no llega. Pero, malparida sea, llegó. Llegó y cogió desprevenido a más de uno.
Llegó una noche cuando los del F-2 de Fundación cortaron la luz y llegaron y rafaguearon a los barbones en su almacén de la plaza del mercado, a las siete de la noche. Y la gente los vió. Y los taxistas los vieron. Y las vendedores de fritanga supieron quien fue el que disparó. Los asesinaron con tiros de metralleta UZI 9 mm.
Se fueron en la camioneta cuatro puertas roja del F-2, llegó la luz a los diez minutos y regresaron los malpa a «imponer el orden».
Preguntaban:
¿Alguien vio algo, alguien vio quien lo hizo? Y quién carajo iba a decir esta boca es mía! Todo el mundo callao y con la lengua metida en el foyeye.
Pero nosotros supimos quién fue el que disparó. Por eso como a los dos años y medio le pegamos la matada del siglo al hijueputa chino del F-2. Dos de los muchachos- Humberto y Giovanni- recibieron la misión… Y la hicieron a plena luz del día, cara a cara, Humberto lo mató, y le quitaron la mochila que tenía información de a quienes iba a matar y recuperaron la 9 mm de 15 tiros con que intentó defenderse. Y los malpaganos** supieron que habíamos sido nosotros y se pegaron la
embolsada del susto.
Pero nos mataron a los barbones, nos dejaron sin ellos, porque para nosotros el que muere es irremplazable, pueden llegar diez, cien, mil, pero el vacío que deja el que se fue no lo llena nadie, jamás. Mataron a Marco Sánchez Castellón. Lo mataron como a las nueve de la noche por los lados de las oficinas de la antigua United Fruti Co, dos sicarios que iban en moto, lo rafaguearon y se fueron, Marco quedó herido y se quejaba: Ay! Ay!, uno de los sicarios lo oyó, se bajó de la moto, regresó y lo remató. Los manes pertenecían al B-2 del Batallón Córdoba.
Marco había sido prevenido por Adán de que iban a tratar de matarlo, incluso le sugirió que se subiera a la Sierra mientras pasaba el temporal de asesinatos que se veía venir y del cual ya tenía
información fidedigna. Cuando lo asesinaron estaba haciendo preparativos para cumplir con la orientación que le habían dado. Pero nos mataron a Epiayú, como era su nombre de guerra. Nos dejaron sin su sabor caribe, sin su espontaneidad, sin su capacidad para el análisis político, sin su mamaderadegallo, sin su inefable presencia.
También asesinaron a José Francisco Ramírez, abogado vallenato, por sus supuestos vínculos con nosotros. Asesinaron a Jairo Urbina Lacouture, en San Juan del Cesar.Por esos días empecé a sentir cosas raras. Mi sentido del peligro estaba a flor de piel permanentemente. En dos ocasiones sentí que me iban a dar, pero la Providencia permitió que me les escapara del operativo que tenían montado para asesinarme. Ante esto me fui para Bogotá varios meses y después regresé a hablar con Adán Izquierdo.
Ya mi resolución estaba tomada. Ingresaba a filas, a la guerrilla. Pensaba mucho en mi familia, en mis hermanos que tanto quiero, en mis hijos, qué pensarían de su padre cuando ya pudieran entender la decisión tomada. Andaba metido en un círculo vicioso que era necesario romper: Si me quedo me matan- si me meten en el ocho esquinas*** de nada les sirvo a mis hijos- si me subo pensarán que su padre los abandonó—pero al menos allá estoy vivo y podré verlos- pero si no entienden mi decisión pierdo a mis hijos.
En fin, fueron días y noches de cavilaciones, de lucha interior, de mirar una y mil posibilidades. Hasta que por fin me decidí. Cerré los ojos a mi corazón, le puse tranca por dentro y dejé que trabajara la razón…»
* Cachacos: gentes del interior de Colombia.
** Malpaganos: malparidos
*** Ocho esquinas: ataúd
Filed under: A7.- Rebelión, insurgencia |
Realmente en Colombia los jóvenes se meten en la guerrilla por dos razone:
1. Porque les ofrecen salarios de 3 y 4 millones de pesos y luego de que estén allá, se friegan porque ni les pagan ni los dejan salir, so pretesto de matarlo a el o a su familia.
2. Porque esos desgraciados asesinos narcoterroristas secuestradores, les ponen un fusil en la cabeza y vamos o vamos.
No hay más razones
bueno… supongo que has hecho alguna investigación al respecto para decir lo que mencionas, o que sabes de estudios serios al respecto…
falto comentar de las niñas de escasos 14 años que son obligadas a ingresar y que son compartidas sexualmente con los hombres para «mantener el control y la moral entre estos». Ah y cuando quedan enbarazadas las obligan a abortar o a regalar su niños cuando nacen.
Y los extranjeros? ¿por qué se interesan en participar en la guerrilla? ¿qué los maravilla? Sabe usted algo al respecto
[…] Colombia: Por qué los jóvenes se meten en la guerrilla […]
El ingreso de los jovenes y las jovencitas a cualquier grupo amado ilegal lo hacen por razones de expermentacion y adrenalina, son pocos los jovenes que ingresan por problemas familiares, por sed de venganza y por problemas sentimentales, es importante indagar y conocer las versiones de primera mano, los investigadores se adentran en las entrañas del riesgo para saber realmente que es lo que pasa, cada grupo armado cualquiera que sea tiene unas reglas de comportamiento y un conducto regular que cumplir, la verdad no es cierto que a las mujeres que queden embrazadas las obliguen a abortar, no esta contemplado en sus manuales, es el mismo estres, la incertidumbre, las angustias de caminar y caminar que se enferman y por no contar con los medios adecuados pasa esto, no estoy diciendo ni justifcando que sea asi, si pasa en las fuerzas regulares, policia y ejercito tamben puede pasar halla, en sintesis el ingreso a estos grupos se da por que el joven en estado de Ocio busca aventuras y si le suena pues se va y si le gusta se queda y si no se regresa. ¿es bueno investigar ?