Estuvimos en Toribio, el Caucagistán colombiano

Por: Valerio Tomassino
Fuente: http://www.kaosenlared.net (30.07.12)

En poco menos de tres meses un equipo de periodistas pudo recorrer varios campamentos guerrilleros en el suroccidente colombiano. Se trata de una de las regiones donde se vive una intensa actividad del conflicto armado colombiano. Uno de ellos escribió esta crónica.

El regusto del chocolate en agua espanta el frío. Una humilde casa campesina nos recibe mientras la helada quebrada próxima canta. El noticiero de la noche anterior cumplió su labor ideológica: en pocos minutos nos reuniremos con un comandante del Comando Conjunto de Occidente de las FARC-EP y a pesar de conocer la capacidad de engaño de los mass media colombianos, no dejamos de sentir cierto temor al pensar en que nos encontraremos con una especie de Pancho Villa o un bárbaro.

A su llegada, la imagen que nos vendió RCN desaparece inmediatamente. Fuera de su uniforme, el comandante es un campesino colombiano como cualquier otro. Dicharachero y feliz, nos acoge con cariño y nos cuenta de su labor como estratega de unas de las compañías guerrilleras que resguarda la Cordillera Central de un operativo militar gigantesco. De su cabeza surgieron muchas de las estratagemas de lo que un colega denominó el “Stalingrado” colombiano. Hombre conversador, de palabra fácil y hablar amable nos da la impresión de no ser consciente de la magnitud de su responsabilidad militar, no por abandono, sino por la tranquilidad y el humor con el que comenta las peripecias militares de los combatientes bajo su mando en este helado paraje.

LA CONVERSACIÓN RESULTA fluida y sin dificultades: se trata de un hombre con más de treinta años de vida guerrillera encima, que lo han formado como un cuadro político audaz que no duda en discutir con nosotros temas de actualidad nacional. El momento actual del conflicto interno, la capacidad de recomposición de las FARC-EP ante los golpes propinados, y la renovada capacidad de los suyos para aplicar la táctica de guerra de guerrillas móviles son puntos obligados en nuestra charla.

El arquetipo del guerrillero rudo y bruto que fabrican las subsidiarias locales de las agencias de desinformación periodística, se hace humo cuando el “camarada”, como pide que lo llamemos, cambia dramáticamente la charla y nos pide opiniones sobre películas y libros. En su compañía guerrillera los clásicos del cine social italiano son usuales en las horas culturales de los campamentos y la aceptación de las obras cinematográficas entre los guerrilleros es extendida. “Se trata de historias de gente común y explotada, historias que se parecen a las vidas de la mayoría de guerrilleros, de la extracción social campesina y obrera de dónde venimos”.
El camarada, cuyo nombre reservaremos como los de todos los que toman parte de esta historia, vuelve al curso previo de la conversación y nos propone su hipótesis sobre la fortaleza militar que ha tendido la guerrilla en el suroccidente colombiano: para él, las FARC-EP en el Valle, el Cauca y Nariño son intérpretes de un descontento social latente en toda la historia de la región.

NO SE TRATA PUES de una imposición militar dentro de los planes estratégicos de la insurgencia como lo ha señalado la oficialidad militar, sino de la fusión de luchas populares históricas que han adquirido expresión armada. Para ello, señala como en el área de comando de su compañía, la aceptación y fama de las FARC-EP se deben a su capacidad de confrontación a la amenaza paramilitar de las Autodefensas (que ingresaron a la región en 1999 bajo directo mandato de los militares y la burguesía latifundista) y a la completa identidad con los intereses de los campesinos y los trabajadores.

El encuentro fue breve debido a la proximidad de patrullas en el área. Nos despedimos no sin que previamente nuestro anfitrión nos relate algunas anécdotas de las primeras unidades farianas que recorrieron la región. Armado de la autoridad de un verdadero conocedor de la zona nos muestra la ruta que recorrieron hombres de Marulanda hace más de treintaicinco años, cuando las primeras comisiones del 6to. Frente – el frente pionero del Comando Conjunto – surcó todo el espinazo cordillerano hasta llegar al Eje Cafetero. Un árido páramo fue el escenario en que el comandante supremo de las FARC y sus compañeros, armados de unas cuantas carabinas M1 y de trabucos de caza, empezaron a dejar impronta guerrillera en estos parajes.

“FUNDIR LAS LUCHAS” y “expresión armada”: dos frases con las que nos vamos de este distante páramo. En la misma cordillera, pero a muchos kilómetros de distancia, unas cuantas sillas de madera bajo un frondoso árbol son el escenario donde nos recibe uno de los principales responsables del Movimiento Bolivariano en la región. Un comandante afable y tranquilo a pesar del sobrevuelo permanente de los aviones de inteligencia y que tropas de las FARC-EP combatan arduamente en dos municipios circunvecinos y que el Ejército reconozca tener cerca de 25.000 efectivos en todo el Cauca. Las dudas con las que salimos de nuestra visita anterior se discuten aquí largamente: cómo crece la guerrilla revolucionaria en la región y cómo es su accionar, intenso durante los últimos meses, el comandante explica, que eso no contradice sino que por el contrario parece fortalecer a los movimientos sociales en su lucha por un buen vivir. El comandante fariano resalta la importancia de la movilización social en la región, y los efectos negativos – para el Estado – de las fumigaciones arbitrarias y de los recurrentes asesinatos practicados por el ejército contra la población civil que en Colombia se llaman “falsos positivos”.

En el Cauca y ante la gigante espiral de reivindicación económica y política de los sectores populares, la guerrilla resulta ser una respuesta natural contra un orden injusto por parte de los oprimidos, una opción para quienes levantan su voz. Para nuestro interlocutor se ha construido una identidad fariana en el suroccidente recogiendo los aportes de todos los sectores en lucha: indígenas, campesinos, negros, oprimidos de la urbe, desempleados, colonos y desplazados. Ardua tarea tiene entonces el Estado colombiano, pues su legitimidad se encuentra permanentemente en entredicho por un ejército popular (no sólo por su extracción social sino por su programa y objetivos) que está unido a movimientos de masas cada vez más contundentes.

Retenes militares del ejército.

PARA SUSTENTO DE ELLO, observamos videos de marchas y movilizaciones populares que son realmente masivos, organizados y de gran claridad política. El Comando Conjunto de Occidente, al que el Estado pretende ahogar por todos los costados, como a la totalidad de las guerrillas de las FARC-EP, pareciera no olvidarse de las tareas políticas y de crecimiento. Al punto que el comandante nos ratifica que hoy, como ya nos informara su primer colega, el Comando ha dado un salto dentro de la estructura jerárquica de las FARC-EP, convirtiéndose en el Bloque “Comandante Alfonso Cano”.

La transición a bloque se deriva de la consolidación de una estructura mayor de frentes y columnas por parte de las FARC-EP en Nariño, Cauca y Valle. Bajo un gigantesco árbol caucano el comandante nos departe sobre las expectativas que este viraje le imprime a su actividad. Sobre el nombre de Alfonso Cano, el guerrillero reconoce que se trató de un homenaje merecido, fruto del consenso de los mandos suroccidental es y de la aprobación del Secretariado Nacional, a quien fuera uno de los principales impulsores del trabajo guerrillero en la región, su insigne comandante y el formador de toda una camada de cuadros políticos y militares.

EN EL RETORNO, por la empinada montaña nuestro guía, un joven guerrillero paisa que terminó en estas tierras por la intensa persecución que en su contra montaron las autoridades por su liderazgo social, nos relata su vida combatiente en las cordilleras suroccidentales. Curiosamente, su acento no genera discordia pues en las FARC todos los acentos parecen ser bienvenidos.

Ante nuestra fatiga, el paisita recuerda sus primeros días en las montañas, donde el peso de la vida urbana tuvo que ser sepultado ante el compromiso de cruzar los páramos del Macizo Colombiano. La escuela guerrillera parece ser, no sólo un crisol de las luchas populares, sino una suerte de mecanismo de superación de enfermedades y talanqueras originadas por la rutina de la vida urbana. Un testimonio de transformación que nada tiene que ver con un ejercicio de propaganda: es la vida del perseguido que encuentra en los partisanos su refugio y cura. El joven combatiente, sin saberlo, nos comparte un guión propio de la novela realista rusa.

Guerrillera indígena.

LA TRAVESÍA POR LA REGIÓN caucana nos explica el porqué de la denominación de “Cauquistán” que los mismos mandos militares han institucionalizado. Más de 25.000 soldados desperdigados por valles y montañas, retenes permanentes cada veinte minutos de recorrido por carretera y el permanente escozor de los éxitos de una insurgencia supuestamente derrotada y de la que según el ejército “sólo quedan unos cuantos escombros en armas”.

Con el trasfondo de “Andanza caucana”, obra de Cristian Pérez el cantor fariano muerto en combate en las montañas de Buga, nos entrevistamos ahora con integrantes de una de las estructuras guerrilleras más temidas por el ejército oficial: la Columna Móvil “Jacobo Arenas”. El lugar de reunión: una calurosa cañada del norte nariñense donde el tiempo pareciera resumirse en un letargo permanente.

Esta columna guerrillera fue fundada por el Secretariado Nacional a partir de la VIII Conferencia de las FARC-EP con integrantes destacados de los frentes de todo el país como tributo al fallecido líder comunista. Durante su accionar histórico ha tenido que atravesar enormes distancias de la intrincada geografía de Colombia, logrando un historial más que extenso de combates con militares, policías y paramilitares. Las aventuras guerreras de estos hombres y mujeres fueron inmortalizadas en otra canción de Cristian Pérez: “La Jacobo”, a cuya escucha nos invitan orgullosamente quienes nos reciben.

EN EL PRIMER SEMESTRE DEL 2012, estos hombres fueron responsables de la toma guerrillera a las antenas de comunicación militar de El Tambo, de numerosas emboscadas a la fuerza pública en dos cordilleras, y más recientemente, del derribamiento de un avión Súper Tucano de la Fuerza Aérea en Jambaló, Cauca.

Los hombres de la Jacobo son hombres duros, hombres de guerra. En eso no se equivoca la propaganda oficial. Pero eso no los hace indolentes ni macabros. Por el contrario comparten gustosamente su historia de vida y su experiencia guerrera. Son conscientes de tener que enfrentar una andanada militar de enormes magnitudes, no sólo contra el ejército de Santos sino contra la maquinaria bélica con la que Estados Unidos, la OTAN e Israel lo han dotado. Pero resaltan, con orgullo, su éxito operacional y la solidaridad que la población civil les tributa en su área operacional.

La Jacobo no es un accidente en la región. Desde su llegada al suroccidente, la Columna se ha ganado la confianza y el respeto de indígenas y campesinos. Eso lo notamos en los rostros de los combatientes con los que dialogamos: indígenas nasa y misak, campesinos del Macizo colombiano, negras caras del Pacífico y el río Patía. Habladores lentos, pausados; disertaciones en torno a temas que se conocen a fondo: la guerra y la paz, las posibilidades de diálogo, el terrorismo de Estado, la problemática social de esta región olvidada de Colombia, la situación de los presos políticos y la reciente definición del Secretariado de proscribir la retención de civiles con fines financieros.

A nuestro criterio no se parecen en nada a los bandoleros narcotraficantes que el diario payanés “El liberal” nos retrataba en sus páginas judiciales ni mucho menos a los terroristas que la Emisora del Ejército invita a desmovilizarse permanentemente. De la hambruna, el raquitismo y el malestar social del que es responsable el gobierno en extensas áreas rurales de este suroccidente profundo nadie habla. Pero, paradójicamente, de los “horrores” de estos hombres de la Jacobo y de las FARC entera se rellenan columnas enteras.

DEL DERRIBAMIENTO DEL AVIÓN de la FAC, realizado por otra compañía de la misma Columna Móvil y el Sexto Frente, los guerrilleros comentan que fue una acción fruto de su sagacidad y audacia de sus compañeros. Para uno de nuestros interlocutores, esa acción le duele y les seguirá doliendo a las jerarquías militares por muchos años. Para pesar de quienes esperen la clave tecnológica detrás de lo que para ellos fue “el éxito de Jambaló”, nuestros anfitriones guardan un silencio que acompañan con risas.

El comandante sonríe mientras la guerrillerada circundante se recoge ante la proximidad de la noche.

Con un sol apenas naciente en extensos campos de maíz y coca nos despedimos de los espartanos de la Jacobo Arenas y el sexto frente de las Farc. Sonrisas y recomendaciones antes de salir al encuentro de la culebra que parte en dos esta región que con tanto interés conocimos durante las últimas semanas: la Carretera Panamericana, a la que no le cabe un retén militar más. Unos días más tarde los mismos guerrilleros con los que nos reunimos encabezaron una efectiva acción bélica que le propinó numerosas bajas al Estado colombiano. Los hombres y mujeres de las FARC en el occidente parecen no descansar.

Me quedaron, personalmente, unas conclusiones de las que excuso a mis colegas y compañeros de recorrido.

La primera: que a pesar de la militarización masiva, de las tretas de las desmovilizaciones, y de los inmensos golpes que ha sufrido, hoy el Bloque Occidental “Comandante Alfonso Cano” mantiene sus estructuras incólumes, operando y logrando victorias dentro de la guerra de guerrillas.

La segunda: que no se trata ni de rescoldos bandoleriles ni de una guerrilla desmoralizada al borde de la desaparición.

Y la tercera, que estos hombres amables que nos abrieron las puertas para presentar nuestras dudas son el sustento no sólo de una organización militar, sino de un proyecto político que indudablemente habrá de tener impactos regionales y en todo el país.

Publicado por ANNCOL para COLOMBIA, ANNCOL el 7/29/2012 12:15:00 PM

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