Por: Mario Waissbluth (Fundador de Educación 2020)
Fuente: http://www.elmostrador.cl (22.02.12)
La educación de calidad se consigue con buenos profesores en un 95% y con buenos libros de texto en un 5%. Hay escuelas privadas que no exigen la compra de libros, sino que mantienen algunos ejemplares en la biblioteca. Dicho esto, vamos a la polémica en boga.
El año pasado se desató una escandalera respecto al uso de publicidad en ciertos textos escolares, y peor aún, como parte de las materias a tratar. El ministro Lavín inicialmente la defendió, pero 12 horas más tarde varios parlamentarios y las redes sociales ardían de tal manera que se vio obligado a afirmar que: “Hoy día he instruido que, en el futuro, los textos escolares cuando pasen esta materia, no hagan alusión a una marca específica, sino que la enseñen a través de marcas ficticias. Creo que es lo mejor, porque así se pasa la materia y no se predispone a los alumnos a favor de una marca específica”.
La presidenta de la comisión de Educación de la Cámara de Diputados, María José Hoffmann (UDI), dijo que “la publicidad en textos escolares es inaceptable y exige regulación del Ministerio”, cuestión a la que se sumaron parlamentarios de diversos colores.
Mammón es un término bíblico utilizado para describir el demonio de la avaricia. Tener un sistema educativo mammonizado no sólo es una política inadecuada y segregadora, sino que ofende nuestros escasos remanentes de sensibilidad ciudadana. No nos quejemos después si los estudiantes vuelven a la calle a exigir el fin del lucro, que en realidad equivale a pedir el fin del abuso.
El Mineduc cumplió —parcialmente— su promesa. Este año los textos licitados por el Ministerio no contienen dichas publicidades. Sin embargo, El Mostrador volvió a demostrar que las editoriales continúan vendiendo textos a colegios particulares (pagados o subvencionados), donde aparecen las mismas publicidades en textos de… 5º Básico!!
Al ser consultado el Ministro Beyer, declaró que: “nosotros creemos que, como Ministerio de Educación, no nos corresponde esta regulación. No somos un organismo censor, creemos en la libertad editorial”. Habría que preguntarle a la Comisión de Educación de la Cámara si opina lo mismo.
Vamos al fondo del asunto. Este es un tema educativamente menor, ya que sólo se da en una unidad de lenguaje, pero es éticamente mayor. La mejor observación la hizo Martín Vinacur el año pasado:
“Que una marca se meta en un libro escolar nos representa, desde lo simbólico, la falta de escrúpulos en el adoctrinamiento cultural, cuando en vez de educar se trata de amaestrar… la publicidad infantil supone tratar a los niños como consumidores antes que como niños. Se trata de una manipulación llana y lisa para programar consumidores y eternizar una conducta cultural”.
Agrego la violación de confianza pública. ¿Por qué debo recibir en casa a nietos que me pidan que les compre Adidas, Té Lipton, o Néctar Watts, casos reales de estos textos? Nadie me lo preguntó.
Las expresiones que usó el ministro Beyer claramente no son las mejores, podría a lo menos haber arriscado la nariz con disgusto. Pero la verdad es que en el esquema de libertinaje de mercado educativo imperante en Chile, el Ministerio no tiene ninguna herramienta legal para impedir el desmán. Una editorial podría producir un texto escolar que diga que la masturbación merece el infierno, o que los pobres tienen mayor tendencia intrínseca a la violencia, los colegios particulares pueden obligar a los padres a adquirirlos, y… nada que hacer en lo jurídico. La frontera entre libertad y libertinaje educativo es borrosa.
Pero se está comenzando a destapar otro asunto de mayor envergadura. La licitación que hizo el Mineduc este año por 17 millones de libros costó 22 mil millones de pesos, 1.300 pesos el ejemplar. Esta entidad precisó que “los textos que entrega el Ministerio de manera gratuita significan un ahorro, para una familia con dos hijos, de entre 300 a 360 mil pesos al año”. La autoridad hizo un llamado: “Pedimos a los colegios que sean conscientes y prudentes. Los llamamos a la austeridad. No creemos que sea necesario exigir otros textos que los que nosotros estamos enviando”, expresó el Ministro Beyer.
En opinión del Ministro —refrendada por diversos especialistas— no hay gran diferencia entre los textos del Ministerio y aquellos que algunos colegios particulares pagados o subvencionados obligan a los padres a comprar, con visitadores de las editoriales recorriendo escuelas al mismo tenor que los visitadores médicos empujan sus medicamentos de marca, y llegando a quién sabe qué acuerdos.
Algunos números. Estudiantes de colegios particulares pagados son cerca de 400.000. Sumemos otros 400.000 de particulares subvencionados que, recibiendo los textos gratuitos, les exigen textos adicionales. (En realidad son más de 2 millones de estudiantes en particulares subvencionados, pero me puse conservador y estimé que sólo un quinto de ellos exige esta absurda medida).
Si hay un exceso de $50 mil pesos por niño (me puse mucho más conservador que el ministro Beyer), estaríamos hablando de un sobrecosto agregado del orden de US$80 millones por año que pagan padres de clase media o alta. No lo puedo asegurar, porque desconozco los volúmenes reales de venta, considérelo un mero estimativo conservador.
Por cierto, las pocas editoriales que controlan este mercado se las arreglan para sacar todos los años una “nueva edición” que es casualmente la exigida por los colegios. “Nueva” en la mayoría de los casos significa agregarle un par de páginas más, o cambiar el orden de algunos capítulos.
Algunos se defienden diciendo que los libros para privados son mejores. Si es así (no lo creo) es inmoral la segregación de calidades. Tal vez entonces los libros del Mineduc podrían subir 500 pesos más para igualarse en calidad.
Otros se defienden diciendo que son tirajes bajos y costos de distribución altos. ¿Decenas de miles de ejemplares son un “tiraje bajo”? ¿Alcanza para justificar precios 10 a 15 veces mayores que los de la licitación? Si se trata de costos de distribución, el del Mineduc para 10.000 escuelas no supera los 500 pesos por ejemplar. ¿Cuánto podría costar licitar una distribución a colegios privados?
Por último, un poquito de innovación, por favor. La India desarrolló un e-reader, una suerte de Kindle barato, que vale US$ 35, es decir, lo mismo que UNO de los textos escolares. ¿Cuánto costaría regalarle a cada niño uno de estos aparatos, dotado no sólo de textos escolares, sino de una biblioteca completa? Hagamos una prueba piloto al menos.
No hay por dónde sacarle la vuelta, esto es un abuso… otro más de un libertino mercado educativo con universidades no-acreditadas que se llenan los bolsillos vendiendo cartones espurios, colegios truchos con resultados insosteniblemente malos, editoriales que hacen millonarios negocios con la educación. ¿Dónde está el rol regulador del Mineduc, el Sernac, la Fiscalía Nacional Económica?
Mammón es un término bíblico utilizado para describir el demonio de la avaricia. Tener un sistema educativo mammonizado no sólo es una política inadecuada y segregadora, sino que ofende nuestros escasos remanentes de sensibilidad ciudadana. No nos quejemos después si los estudiantes vuelven a la calle a exigir el fin del lucro, que en realidad equivale a pedir el fin del abuso.
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