La delgada franja ética de Lacámara y sus aliados. El caso SECH.

Por: Fesal Chain
(21.08.09)

No hay escritor y escritora en Chile, de cierta dignidad, que no haya escrito algo sobre la invitación a la Casa del Escritor por parte de Reynaldo Lacámara, presidente de la SECH, al Alcalde Cristián Labbé de Providencia, pinochetista recalcitrante, y como ya afirmara el poeta chileno Alejandro Lavquén, en su artículo-denuncia: un «ex coronel de ejército, boina negra, guardaespaldas de Pinochet, miembro de la DINA y acusado de violaciones a los derechos humanos, como por ejemplo, practicar torturas en el campo de concentración de Tejas Verdes, (…) en “La venda sexy”, “Londres 38” y “Villa Grimaldi”.

En el fondo, esta cuestión de la invitación a un torturador, por parte del señor Lacámara a La Casa del Escritor, es insostenible y además como cosa juzgada, explica en sí misma la calidad ética y el criterio del presidente de la SECH, de los dirigentes de esa asociación gremial y de los dirigentes del partido del señor Lacámara, y que pasan a ser, en su conjunto, el problema fundamental.

Así, este suceso es una consecuencia nefasta de una larga y mal pensada política del partido comunista por romper la exclusión, en este caso, cultural de los comunistas por parte de la institucionalidad concertacionista. Pero se han sobregirado largamente, como también lo han hecho en otras áreas.

De esta manera,hoy, tenemos los escritores y escritoras de Chile a un conjunto de dirigentes, que han sido elegidos políticamente al interior del gremio, fundamentalmente comunistas y socialistas y a un señor presidiendo la SECH, con una clara misión entregada desde las alturas de su partido, integrar a la Sociedad de Escritores y a la cultura e intereses políticos que representa, especialmente la comunista, a la institucionalidad concertacionista y a la institucionalidad cultural «nacional». No olvidemos que la SECH tiene representantes en el Consejo Nacional de la Cultura, en el Fondo del Libro y ahora pretende una alianza cultural e institucional, con la extrema derecha, que gobierna la comuna donde se encuentra su sede.

Los efectos de la gestión del señor Lacámara y la dirigencia SECH en la aplicación de la política cultural de los dirigentes comunistas, han sido entre otras, esta invitación horrenda. El descriterio y falta de ética cometido, no es sino, producto del apoyo a rajatabla y en el fondo sobreideologizado, a un supuesto interés superior, que no mide actos y consecuencias. Es que la dirigencia comunista actual, que apoya a Lacámara en la SECH, como el mismo señor Lacámara y los dirigentes gremiales, se sienten en una cruzada de integración a Chile y harán todo lo posible para obtener resultados, aún cuando cometan faltas a la ética o errores innombrables.

A mi juicio, tanto la política cultural ímplicita de los dirigentes comunistas, como la gestión del señor Lacámara y de los dirigentes gremiales que lo acompañan en esta cruzada, se han convertido, en un verdadero frankestein. Creyeron que la integración era un valor en sí mismo, y que no importaba cual era el precio a pagar tanto para aquellos que apostaron y mandataron dicha política, como para sus gestionadores o funcionarios y especialmente para la memoria histórica y dignidad del pueblo. Se equivocan, el pueblo chileno no es tonto, ni tan carente de valores o tan maquiavélico como imaginan.

Los máximos dirigentes del partido comunista, el candidato Arrate, los propios militantes, en este sobre esfuerzo y delirio por aliarse e integrarse y porque no decirlo, perpetuarse en espacios de poder y decisión, a como de lugar, conllevará un castigo moral, aún de los propios, y para que hablar del pueblo en su conjunto.

Este artículo no sólo pretende describir lo que hay detrás del los hechos y que no se observa a simple vista, o las consecuencias de los actos de los propios actores. Sino también analizar una cuestión que nos debe preocupar como sociedad y en el que el fenómeno Lacámara-Labbe, no es más que un síntoma.

No es posible en nombre de una idea o de un interés supuestamente superior, acometer o avalar cualquier acto que logré los objetivos planteados. No es posible realizar o apoyar de manera religiosa y a rajatabla, actos repudiables con la justificación de que defendemos un bien mayor o un futuro esplendor. Los actos del señor Lacámara son un fiel reflejo de los actos de la dirigencia comunista en el ámbito político.

Si el señor Lacámara no trepida en invitar a un torturador a la Casa del Escritor, con motivo de integrar a la asociación gremial al mundo cultural comunal y nacional y es defendido por los directores de la SECH, el señor Teillier y la señora Claudina Nuñez no trepidan a en dar un explicito apoyo a Frei, como candidato simpático para la supuesta izquierda que son. No importa si el partido comunista tiene un candidato propio y se pasa por encima de él, no importa si la cultura y la literatura comunista y de izquierda siempre estuvo contra el genocidio y la masacre, contra la tortura y el horror. Así están las cosas hoy.

Con todo el respeto que me merece Pedro Lemebel, gran escritor chileno, el artículo que escribiera en el Diario La Nación sobre este aciago caso,olvida estas cosas, que lo que ha pasado en la política de la izquierda comunista, es lo que mandata la delgada y quebradiza franja ética del señor Lacámara y sus aliados.

La ya tan manida inclusión de los comunistas al poder institucional, no da para justificar, ni menos obliga a nadie a colaborar y defender lo indefendible, por una mera lealtad mal entendida con el compañero de partido, con el compañero dirigente gremial, con la autoridad política o la suprema causa.

La política como religión, la política del borrego, la política de la ceguera y del silencio, no lleva más que a esconder los errores y horrores de personas, grupos, partidos o regímenes, cualquiera sean sus utopías, y que generalmente y por desgracia no son más que el dominio de maquinarias, camarillas, o sectas, que en nombre de bellas ilusiones, esperan obtener beneficios, prebendas y un lugar en los altares del poder institucional y económico del estado.

Estoy seguro que estas cuestiones no son más que los tristes comienzos de la tremenda crisis moral y ética, en que un grupúsculo inescrupuloso de dirigentes y tristes funcionarios, ha sumido al que fuera el más importante partido de la clase obrera en Chile. El partido de Pablo Neruda, de Violeta Parra, de Pablo de Rokha, de Juvencio Valle, de Volodia Teitelboim y de tantos y tantas mujeres y hombres que contribuyeron efectivamente y desde la más sublime y comprometida creación y lucha, a formar la cultura nacional y popular chilena. El partido y la cultura comunista, no morirán tan fácilmente, por los actos de personajillos, que nadie lee y pocos conocen y que la propia historia olvidará, como el viento barre las hojas secas del otoño.

Fesal Chain
Poeta, narrador y sociólogo

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